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Insólitas protestas en Cuba: ¿cómo hemos llegado hasta aquí y qué puede venir después?
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Insólitas protestas en Cuba: ¿cómo hemos llegado hasta aquí y qué puede venir después?

Las últimas protestas son la mayor muestra pública de descontento con el régimen desde el Maleconazo de 1994

Foto: Manifestantes en La Habana. (EFE)
Manifestantes en La Habana. (EFE)

El domingo por la tarde, miles de cubanos hicieron algo extraordinario en un Estado policial: salir a la calle en la mayor protesta contra el Gobierno en casi 30 años. Sin embargo, al día siguiente solo se detuvo a decenas de personas. Todos ellos se arriesgan a largas penas de cárcel por exigir —por la escasez— suministros de alimentos, medicinas y vacunas contra el covid-19. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y qué puede venir después?

De la contención del coronavirus a la tragedia económica. Cuba evitó la primera oleada de la pandemia cerrando sus fronteras y aplicando duras restricciones. En las primeras fases, La Habana incluso envió médicos para ayudar a naciones amigas que lo necesitaban. Pero la lucha contra el virus tuvo un precio: al aislarse del mundo, acabó con la industria del turismo, principal fuente de divisas para la economía centralizada cubana. Esto, a su vez, perjudicó al azúcar, el producto de exportación cubano más importante, que el pasado mes de mayo tuvo su peor cosecha en más de un siglo porque los productores no pueden permitirse comprar suficiente fertilizante y maquinaria.

Foto: Un integrante de las brigadas especiales, durante las protestas. (EFE)

A lo largo de 2020, la crisis económica se vio agravada por el endurecimiento de las sanciones de EEUU bajo la Administración Trump —que hizo prácticamente imposible que los cubano-estadounidenses enviaran remesas a su país—, así como por la disminución de los suministros de petróleo de Venezuela, su socio político. Cuando el sistema de racionamiento de alimentos de Cuba se derrumbó hace un año, el régimen no tuvo más remedio que recuperar las 'tiendas de dólares' de la década de 1990 (donde los residentes extranjeros y los locales con acceso a dólares pueden comprar productos en moneda extranjera en lugar de en pesos sin valor alguno) para pagar las importaciones necesarias.

Desde entonces, las cosas han ido de mal en peor. El PIB disminuyó un 11% en 2020, y la escasez general podría hacer que los precios se disparen hasta un 900% este año. Y, ahora, el covid-19 hace estragos: las autoridades informaron el domingo de casi 7.000 nuevas infecciones diarias y 47 muertes, las cifras más altas hasta la fecha. Cuba afirma haber desarrollado dos vacunas contra el virus de gran eficacia, pero la campaña de vacunación está perdiendo fuerza porque se están agotando las agujas.

Foto: Un manifestante es detenido durante las manifestaciones del domingo. (Reuters)

Una elección difícil para La Habana. Las últimas protestas son la mayor muestra pública de descontento con el régimen desde el Maleconazo de 1994, cuando los cubanos se levantaron para quejarse de la carestía tras el agotamiento de los subsidios soviéticos como consecuencia del colapso de la URSS. En aquel entonces, bastó un cautivador discurso del carismático Fidel Castro para poner fin a las manifestaciones. Pero Fidel murió en 2016, y el pasado mes de abril su hermano menor, Raúl, renunció a la jefatura del Partido Comunista.

Sin los dos Castro, es difícil predecir cómo responderá La Habana. Aunque Miguel Díaz-Canel es el presidente y el líder del partido, no está claro que los poderosos militares le obedezcan si ordena una represión violenta al estilo de Tiananmén, porque no es un Castro. Por otra parte, ceder ante los manifestantes sin presentar batalla haría parecer débil a Díaz-Canel a los ojos del ejército y del pueblo, especialmente de los cubanos de más edad que apoyan al régimen.

Foto: Marcha en solidaridad con los manifestantes cubanos en Little Havana, cerca de Miami, Florida. (Reuters)

Miami y Washington observan con atención. Los cubano-estadounidenses —la mayoría de ellos, rabiosos anticomunistas— son inmensamente influyentes en la política de EEUU a través de Florida, un reconocido estado bisagra que el expresidente Trump ganó en 2020 por un margen aún mayor que en 2016. Trump cortejó el voto cubano allí al designar Cuba como “Estado patrocinador del terrorismo” justo antes de las elecciones, mientras que Biden supervisó la exclusión de Cuba de esa misma lista cuando era vicepresidente de Obama.

Es probable que Biden se enfrente a una inmensa presión por parte de los republicanos, de (la mayor parte de) su propio partido y de la comunidad cubana para que sea duro con el régimen, quizás aumentando todavía más las sanciones económicas. Pero si presiona demasiado a La Habana, Biden se arriesga a que miles de cubanos se embarquen hacia Miami para huir de la implosión económica de la isla, como hicieron en 1994. Dado que los flujos migratorios hacia la frontera sur de Estados Unidos se mantienen en un nivel alto, en parte por el aumento de solicitantes de asilo cubanos, lo último que quiere el Gobierno de Biden es otra crisis migratoria.

Pase lo que pase en los próximos días y semanas, los problemas de Cuba no van a desaparecer. Hasta ahora, el Gobierno cubano se ha mostrado mayormente moderado en su trato con los manifestantes, pero podría cambiar de opinión si las manifestaciones crecen, como probablemente lo harán si los jóvenes cubanos —buenos conocedores de la tecnología— continúan movilizándose en las redes sociales (a pesar de los frecuentes cortes de internet). Además, los dirigentes del país consideran razonables las demandas de los manifestantes, solo que ahora no tienen dinero para pagarlas. El régimen está en modo de supervivencia y necesita tiempo para capear el temporal.

* Este artículo fue publicado originalmente en inglés en GZERO Media. Si te interesa la política internacional, pero quieres que alguien te la explique, suscríbete a la 'newsletter' Signal aquí.

El domingo por la tarde, miles de cubanos hicieron algo extraordinario en un Estado policial: salir a la calle en la mayor protesta contra el Gobierno en casi 30 años. Sin embargo, al día siguiente solo se detuvo a decenas de personas. Todos ellos se arriesgan a largas penas de cárcel por exigir —por la escasez— suministros de alimentos, medicinas y vacunas contra el covid-19. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y qué puede venir después?

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