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Ni subiendo los tipos: por qué el Banco de Rusia no puede arreglar la divisa de Putin
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Ni subiendo los tipos: por qué el Banco de Rusia no puede arreglar la divisa de Putin

La divisa obtiene su valor de los flujos comerciales más que de los financieros, por lo que unos tipos más altos ayudan poco

Foto: Sede del Banco Central de Rusia en Moscú. (Reuters/Shamil Zhumatov)
Sede del Banco Central de Rusia en Moscú. (Reuters/Shamil Zhumatov)
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La crisis monetaria de Rusia podría no seguir el modelo clásico de los mercados emergentes: en lugar de una fuerte depreciación frenada por dolorosas subidas de los tipos de interés, es más probable que asistamos a un lento pero inexorable declive.

El Banco de Rusia subió el martes el coste de los préstamos del 8,5% al 12% en un intento de frenar la caída del rublo. Un día antes, un dólar llegó a valer 102 rublos, lo que llevó a los responsables de la fijación de tipos a convocar una reunión de urgencia. El tipo de cambio volvió a depreciarse el martes, después de que la expectativa de una subida de los tipos de interés solo provocara una fugaz recuperación.

El motivo de estos movimientos es la reducción del abultado superávit comercial de Rusia. En junio, las exportaciones, medidas en dólares estadounidenses, cayeron un 38% respecto al año anterior, debido en parte a la caída mundial de los precios de las materias primas. Por su parte, las importaciones aumentaron un 18%, debido a la recuperación de la economía rusa y a la relajación de la política fiscal. La inflación saltó al 4,3% en julio.

Foto: Panel electrónico con cotizaciones del rublo frente a dólar y euro. (EFE)

Pero el rublo no ha llegado a los niveles que alcanzó tras la invasión de Ucrania el año pasado, a pesar de la magnitud sin precedentes de la guerra económica emprendida desde entonces contra Rusia. Esto reaviva un viejo debate: ¿funcionan realmente las sanciones contra Rusia? La respuesta parece ser afirmativa, pero no exactamente como se pretendía.

Separar a Rusia del sistema monetario internacional y embargar las reservas de su banco central fueron medidas arriesgadas destinadas a perturbar el funcionamiento de los bancos y provocar el colapso económico.

No fue así. Mientras tanto, la adicción de los países occidentales al gas ruso les impidió aplicar una prohibición total de las exportaciones, lo que permitió a Moscú seguir recaudando ingresos e impulsar el gasto militar. El comercio se ha trasladado a Asia, se han evitado en gran medida los topes de los precios del petróleo y los bancos rusos han seguido acumulando reservas de divisas.

Foto: Foto de archivo de un rublo. (EFE/Yuri Kochetkov)

El resultado fue que el rublo perdió acceso a la mayoría de los flujos financieros extranjeros, pero no a los flujos comerciales, que siempre han sido su principal apoyo. Los controles de capital también ayudaron a la moneda al impedir que la gente retirara sus ahorros de los bancos rusos.

Sin embargo, esta situación también significa que pocos inversores comprarán activos financieros rusos, aunque ofrezcan mayores rendimientos. Subir bruscamente los tipos de interés a la primera señal de problemas puede ser una estrategia emblemática de la presidenta del banco central, Elvira Nabiullina, que muchos países emergentes han copiado recientemente; pero esta vez solo puede tener un impacto moderado.

De cara al futuro, el rublo reflejará probablemente el progresivo deterioro del potencial productivo de Rusia. Las restricciones a la importación de tecnología extranjera fueron las sanciones que realmente importaron. Estas y la decisión de muchas empresas occidentales de abandonar el país podrían empobrecer la economía del país más allá de lo que las cifras del PIB pueden captar.

Foto: Logo de Goldman Sachs en su edificio de Nueva York. (Reuters/Andrew Kelly)

Mientras las compras rusas de productos de tecnología media y alta de la Unión Europea han caído en picado, los investigadores han descubierto que sus importaciones de países no sancionadores no han aumentado significativamente, con la posible excepción de los semiconductores procedentes de Asia.

Muchas industrias rusas, como la farmacéutica, la de maquinaria y la de tecnologías de la información, se han visto devastadas. A falta de nuevos vehículos extranjeros, los consumidores han puesto por las nubes los precios de los coches usados, mientras que las compañías aéreas han canibalizado aviones para mantener sus flotas de Boeing y Airbus en los cielos. La producción de alternativas nacionales, como los automóviles Lada y los aviones Sukhoi Superjet 100, ha caído por su dependencia de piezas extranjeras. La tasa de accidentes aéreos se ha disparado.

Mucho de esto empeorará a medida que los productos occidentales de segunda mano envejezcan, como ha demostrado el caso de Irán, anterior objetivo de las sanciones.

Foto: Vista de la catedral de San Basilio, en la Plaza Roja de Moscú. (EFE/Yuri Kochetkov)
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Sí, algunas de las carencias se están colmando mediante el contrabando y el desvío de productos a través de terceros países. Las alternativas nacionales a la tecnología occidental acabarán aumentando, especialmente con la ayuda de China. Además, el rublo podría recuperarse si los precios del petróleo siguen subiendo o si la política monetaria y fiscal se endurece lo suficiente como para reducir las importaciones de forma significativa.

Pero esto pone a Rusia en un viejo aprieto que afecta a las economías en desarrollo: cuando el crecimiento económico se recupera, las importaciones aumentan más que las exportaciones y la moneda se resiente. La situación actual sugiere que este problema acosará al presidente Vladímir Putin más que nunca. El valor del rublo ha sido utilizado durante mucho tiempo por los rusos como indicador rápido de la salud del país. La longevidad de Putin puede atribuirse en parte a su éxito a la hora de evitar las crisis monetarias que fueron habituales bajo el mandato de su predecesor Boris Yeltsin, sobre todo en 1992 y 1998.

Una depreciación más lenta podría no ser el batacazo que esperaban los adversarios de Putin tras su invasión de Ucrania. Pero un declive económico quejumbroso también puede ser bastante malo.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

La crisis monetaria de Rusia podría no seguir el modelo clásico de los mercados emergentes: en lugar de una fuerte depreciación frenada por dolorosas subidas de los tipos de interés, es más probable que asistamos a un lento pero inexorable declive.

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