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El daño ya está hecho: cómo medir el éxito de las sanciones europeas contra Rusia
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El daño ya está hecho: cómo medir el éxito de las sanciones europeas contra Rusia

La Unión Europea y los demás Estados del bloque llevan un año aplicando sanciones económicas contra Rusia. Pero ¿hasta qué punto han funcionado estas políticas?

Foto: Una persona sostiene un cartel con la fotografía del presidente de Rusia, Vladímir Putin. (EFE/José Méndez)
Una persona sostiene un cartel con la fotografía del presidente de Rusia, Vladímir Putin. (EFE/José Méndez)

Tras la invasión de Ucrania, la Unión Europea impuso a Rusia unas sanciones sin precedentes. Estas abarcan desde prohibiciones de exportación e importación, sanciones financieras —incluida la congelación de activos del banco central ruso— y sanciones individuales, como prohibiciones de viajar al extranjero y la congelación de bienes y activos a miembros de la oligarquía. Pero ¿han funcionado estas medidas?

Los europeos atribuyeron objetivos tanto económicos como políticos a las sanciones. Estas medidas pretendían debilitar la financiación de la guerra y reducir los pilares económicos del país, imponiendo costes económicos a su élite para privarla de tecnologías críticas. Con ello, los europeos pretendían, en última instancia, alcanzar un objetivo político: frenar las ambiciones imperiales de Rusia y poner fin a su guerra en Ucrania. Evidentemente, la UE y Occidente en general aún no han logrado este objetivo global de política exterior y el colapso de la economía rusa no se ha materializado.

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En el último año, la economía rusa ha mostrado más resistencia de la esperada. El FMI estimó que la inflación en Rusia durante 2022 se situaría en el 13,8%. Aunque las subidas de precios de determinados bienes, como coches y televisores, superaron el 14% durante febrero y marzo del año pasado. Ante esto, Rusia aplicó contramedidas eficaces, como la introducción de controles de capital y la imposición de un aumento temporal de los tipos de interés, que estabilizaron el tipo de cambio del rublo. La subida de los precios mundiales de los combustibles fósiles (consecuencia de la guerra) también provocó un aumento de los ingresos para Rusia entre febrero y agosto de 2022. En la segunda mitad de ese año, estos esfuerzos de recuperación se ralentizaron, pero el comercio con otros países, especialmente China, mantuvo la economía a flote y amortiguó el golpe de las sanciones occidentales. La inflación está disminuyendo y parece que se mantendrá entre el 5% y el 7% en 2023.

No obstante, según el FMI y el Banco Mundial, las importaciones superarán a las exportaciones, lo que dejará a Rusia con un déficit comercial. Y las estimaciones sugieren que el PIB ruso en su conjunto se contrajo entre un 2 y un 3% el año pasado. No cabe duda de que las sanciones han repercutido en la economía rusa. Además, reducir los ingresos rusos y negar a Moscú tecnología crítica que de otro modo podría utilizar para alimentar la agresión es totalmente lógico. La firme señal de que la UE desaprueba la agresión militar en Ucrania es un objetivo de las sanciones que tiene valor, pero que es imposible medir directamente.

Foto: Ataque en un centro de almacenamiento de grano. (Reuters/Dmytro Smolienko)

Sin embargo, más allá de los últimos objetivos de poner fin a la guerra en Ucrania y debilitar la economía rusa, los responsables políticos europeos no han definido cómo se calcularán los daños —por ejemplo, en pérdida de PIB— y, en caso afirmativo, qué porcentaje significaría que las medidas han tenido éxito y durante qué periodo de tiempo.

De hecho, el período de tiempo durante el cual las sanciones pueden resultar eficaces también hace difícil juzgar su éxito. Uno de los argumentos es que las sanciones deben considerarse una herramienta de desgaste, no de disuasión, es decir, que solo surten efecto si se mantienen el tiempo suficiente. Pero las pruebas académicas son dispares, en el mejor de los casos, para los regímenes de larga duración. Además, dada esta característica maratonian, el Estado o la entidad que impone las sanciones tiene que ajustar continuamente los objetivos y las tácticas de las sanciones, cerrando lagunas o nuevas rutas comerciales a medida que aparecen. Esta necesidad de flexibilidad y respuesta constantes significa también que es muy difícil definir los hitos que deben alcanzarse al principio de una campaña de sanciones. En este caso, la única medida económica de éxito disponible es que la economía empeore, lo que puede no guardar relación con el objetivo político de las sanciones.

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Aun cuando no sea posible evaluar plenamente su eficacia, las sanciones de la UE a Rusia marcan un punto de inflexión. La UE ha demostrado una inmensa unidad política al respaldar a Ucrania, y la UE y los Estados miembros han descubierto cómo aplicar las herramientas de la política económica. Deberían aprovechar la oportunidad para evaluar cómo han funcionado las distintas partes de las sanciones, analizando cómo han repercutido en el objetivo, en su propia economía y en los países no europeos. Por ejemplo, es probable que una evaluación más completa descubra que las sanciones no han tenido ningún impacto mensurable en el cálculo del Kremlin.

En el campo de batalla, las restricciones a la exportación de tecnologías críticas parecen haber tenido los efectos más significativos. Las sanciones financieras contra los bancos rusos han complicado las transacciones y el comercio, incluso para los particulares, pero no han aislado a Rusia del resto del mundo. Y las sanciones también han afectado a los europeos y a otros países, ya que obligan a las autoridades y empresas de la UE a hacer frente a esfuerzos cada vez más sofisticados para eludir las sanciones. Esto añade costes al comercio y la perspectiva de sanciones secundarias empeora las tensiones con los socios mundiales que intentan evitar elegir bando.

Foto: Una mujer camina delante de una pantalla de información de una tienda de cambio de divisas en Moscú. (EFE/Yuri Kochetkov)

Existe un riesgo evidente de que las sanciones proliferen sin ser eficaces, al tiempo que distorsionan los mercados y las relaciones mundiales de las que dependen los europeos y sus aliados —y aliados potenciales—. Tener en cuenta estas consideraciones podría ser el primer paso hacia la elaboración de una doctrina europea de sanciones. A medida que el mundo se adentra en una era de mayor competencia estratégica, los europeos tendrán que diseñar una política económica cada vez más segurizada. En este contexto, una evaluación de sus sanciones contra Rusia ayudará a los europeos a adaptar mejor su toma de decisiones en este ámbito y contribuirá a informar el desarrollo de la futura política de sanciones en esta nueva era.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Filip Medunic y titulado "Damage done: Ways to measure European sanctions’ success against Russia".

Tras la invasión de Ucrania, la Unión Europea impuso a Rusia unas sanciones sin precedentes. Estas abarcan desde prohibiciones de exportación e importación, sanciones financieras —incluida la congelación de activos del banco central ruso— y sanciones individuales, como prohibiciones de viajar al extranjero y la congelación de bienes y activos a miembros de la oligarquía. Pero ¿han funcionado estas medidas?

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