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Ni perversión capitalista, ni panacea bursátil: las recompras de acciones vuelven a escena
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SE ABRE LA VEDA DE LAS RECOMPRAS

Ni perversión capitalista, ni panacea bursátil: las recompras de acciones vuelven a escena

La propuesta de Biden de cuadruplicar el impuesto sobre las recompras de acciones corporativas demuestra que la hostilidad hacia las recompras aún es importante. Sin embargo, gran parte de la retórica en torno a las recompras no se sostiene

Foto: WSJ.
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Se abre la veda de las recompras, una vez más. En su discurso sobre el estado de la Unión a principios de este mes, el presidente Biden arremetió contra las grandes petroleras por utilizar sus beneficios récord "para recomprar sus propias acciones, recompensando a sus consejeros delegados y accionistas". Propuso cuadruplicar el impuesto federal sobre las recompras, actualmente del 1%.

No es de extrañar que las recompras hayan provocado su ira. En los últimos cinco años, según S&P Dow Jones Indices, las grandes empresas estadounidenses han gastado 3,9 billones (miles de millones) de dólares en recomprar sus propias acciones.

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Entonces, ¿los directivos de las empresas han decidido matar de hambre a sus negocios para garantizar que ellos mismos y sus accionistas puedan cebarse, como vienen diciendo los críticos desde hace años? ¿O son las recompras una especie de panacea que permite a los inversores dirigir el capital a su mejor y máxima utilización?

Las recompras no son ni malas ni buenas. Son simplemente una herramienta. Igual que un martillo sirve para construir una casa o para derribarla, las recompras son útiles en las manos adecuadas y peligrosas en las equivocadas.

En las recompras, una empresa utiliza efectivo para recomprar parte de sus acciones, normalmente a precio de mercado, a los accionistas que deciden venderlas. La empresa acaba con menos efectivo y menos acciones en circulación; los inversores que participan acaban con más efectivo y una participación menor en la empresa.

No es difícil pensar en ejemplos de recompras que han salido mal.

Foto: Carlos Torres, presidente de BBVA. (Efe / Mariscal)

Lehman Brothers Holdings Inc. gastó 2.600 millones de dólares en recomprar sus propias acciones en 2007, y en los dos primeros trimestres fiscales de 2008 desembolsó casi 1.500 millones más. Menos de seis meses después, el gigante de Wall Street quebró.

The Wall Street Journal señaló con sorna en 2009 que Citigroup Inc. había recomprado más de 20.000 millones de dólares en acciones entre 2004 y 2008, justo antes de necesitar un rescate gubernamental de unos 45.000 millones de dólares durante la crisis financiera.

Desde diciembre de 2004, Bed Bath & Beyond Inc. ha recomprado 265 millones de acciones por un precio acumulado de 11.700 millones de dólares, según el último informe trimestral del minorista en apuros. Pagó más de 26 dólares por algunas de esas acciones durante la fiebre de las acciones meme de 2021. Esta semana, las acciones cotizaban por debajo de los dos dólares.

Pero un puñado de ejemplos anecdóticos no deben dejarnos ciegos ante la evidencia más amplia. Una mirada clara a la retórica que rodea a las recompras mostrará si se sostiene.

Foto: Tienda de Bed Bath & Beyond. (Reuters/Andrew Kelly)

Las recompras privan a las empresas de capital que podrían utilizar de forma más rentable invirtiendo en el crecimiento de sus negocios.

Esta crítica implica que los mismos directivos en los que no deberíamos confiar para asignar correctamente el exceso de capital en una recompra lo asignarán correctamente para otros fines.

Sin embargo, esperar que el exceso de liquidez no queme las manos del director ejecutivo medio es como poner un montón de carne cruda delante de un león y esperar que no desaparezca.

Mis ejemplos favoritos datan de los años setenta, cuando —al igual que ahora— las grandes petroleras tenían mucho más capital del que podían reinvertir en sus pozos.

En lugar de recomprar acciones, en 1979 Exxon Corp. compró un fabricante de motores eléctricos por 1.200 millones de dólares, pero unos años más tarde se vio obligada a abandonar la empresa sin apenas haber alcanzado el umbral de rentabilidad. Exxon también invirtió al menos 1.000 millones de dólares en equipos de oficina futuristas, pero a mediados de los ochenta también se retiró de esas líneas de negocios.

Foto: EC.

La entonces rival de Exxon, Mobil Oil Corp., gastó más de 1.000 millones de dólares en comprar una empresa que fabricaba cajas de cartón y gestionaba la cadena de grandes almacenes Montgomery Ward. También fracasó.

Las empresas han estado aumentando artificialmente su valor de mercado mediante la recompra de sus propias acciones.

Un nuevo estudio, Share Repurchases on Trial (La recompra de acciones a prueba), de los profesores de contabilidad y finanzas Nicholas Guest, de la Universidad de Cornell, S.P. Kothari, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, y Parth Venkat, de la Universidad de Alabama, analiza la rentabilidad bursátil de miles de empresas entre 1988 y 2020, comparando las que recompraron acciones con las que no lo hicieron, ajustando por su tamaño y otros factores. En el año de la recompra, las empresas que hicieron recompras grandes o frecuentes tuvieron rendimientos ligeramente inferiores, no superiores. En periodos más largos, sus rendimientos eran indistinguibles.

Una investigación publicada en 1967 mostró resultados similares.

Foto: Ana Botín, presidenta de Santander. (EFE/Javier Vázquez)

Las empresas que realizan recompras invierten menos en gastos de capital o en investigación y desarrollo.

Las empresas más jóvenes con grandes perspectivas de crecimiento interno tienden a reinvertir todo su efectivo en el negocio, sin dejar nada para recompras. A medida que las empresas maduran, sus oportunidades de crecimiento disminuyen y su negocio genera más efectivo del que necesitan, lo que convierte la recompra de acciones en una opción adecuada para el excedente.

Así que, de media, las empresas que están empezando a acelerar no hacen recompras, mientras que las empresas en desaceleración, sí. Los inversores tienden a pagar más por los valores de crecimiento rápido, por lo que el rendimiento bursátil a corto plazo de las empresas de crecimiento más lento que realizan recompras es un poco inferior. En general, no es que las empresas inviertan menos porque hagan recompras. Es que hacen recompras porque les queda menos en lo que invertir.

Foto: Puestos de trabajo de una startup. Foto: Unsplash
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Las recompras aumentan porque los directores ejecutivos con sueldos inflados las utilizan para engordar su propio sueldo.

Aunque el importe bruto de las recompras ha aumentado, el porcentaje del valor total del mercado bursátil estadounidense que les corresponde se ha reducido casi a la mitad desde 2007, de un 1,3% a un 0,7%, según los índices S&P Dow Jones. El auge de las recompras se ha visto eclipsado por la subida de las acciones en general.

El auge de las recompras se ha visto eclipsado por la subida de las acciones en general

Es más, el estudio Share Repurchases on Trial concluye que los directores ejecutivos de las empresas que realizan recompras no ganan una remuneración notablemente superior —incluidos salario, primas y opciones sobre acciones— a la de las empresas comparables que no recompran acciones. De media, los directivos que recompraron acciones no llegaron a ganar ni un 1% más. "No vemos un uso indebido masivo, como alegan algunos", afirma el coautor del estudio, S.P. Kothari, del MIT. "No se trata de un juego amañado en el que los consejeros delegados se llenan los bolsillos".

Las recompras dan a los inversores un contrato de opción libre: puede vender sus acciones de nuevo a la empresa, o puede quedárselas. No le harán rico, pero pueden evitar que los directivos le empobrezcan. Los políticos de ambos partidos deberían dejar de demonizarlas.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

Se abre la veda de las recompras, una vez más. En su discurso sobre el estado de la Unión a principios de este mes, el presidente Biden arremetió contra las grandes petroleras por utilizar sus beneficios récord "para recomprar sus propias acciones, recompensando a sus consejeros delegados y accionistas". Propuso cuadruplicar el impuesto federal sobre las recompras, actualmente del 1%.

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