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Faltan trabajadores en Alemania, pero los inmigrantes no encuentran empleo
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El desempleo entre extranjeros ronda el 12%

Faltan trabajadores en Alemania, pero los inmigrantes no encuentran empleo

El país germánico, un imán para los solicitantes de asilo, no está atrayendo a suficientes trabajadores cualificados y tiene dificultades para formar a los recién llegados

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Cuando, en 2016, cientos de miles de refugiados de Oriente Medio huyeron a Alemania, Ingo Neupert decidió ayudar. El profesor de trabajo social fundó un programa de formación en el oeste de Alemania para que 25 jóvenes refugiados se convirtieran en enfermeros y asistentes médicos.

Solo tres de ellos se graduaron de un programa de cuatro años y medio, según Neupert. En un segundo programa, más corto, aproximadamente un tercio de los candidatos llegó al final. El proyecto está ahora suspendido, según el Hospital Universitario de Essen (oeste de Alemania), donde se llevó a cabo.

Alemania se enfrenta a una paradoja: tras años de cifras de inmigración récord —anualmente, llegaba al país el equivalente a la población de una gran ciudad—, uno de cada seis habitantes de Alemania ha nacido en el extranjero, frente a uno de cada siete en Estados Unidos.

Pero, a diferencia de Estados Unidos, Alemania no consigue encontrar trabajo para los recién llegados, a pesar de la escasez de mano de obra cada vez mayor que está ahogando el crecimiento económico. La mayor economía de Europa necesitará además cubrir unos siete millones de puestos de trabajo de aquí a 2035 a medida que se jubilen los trabajadores de más edad, según calculan los economistas.

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Los expertos llevan mucho tiempo apuntando a la inmigración como solución, afirmando que Alemania necesita unos 400.000 inmigrantes cualificados al año.

Hasta ahora, el surtido actual de inmigrantes no es suficiente. Los datos oficiales muestran que solo un tercio de los aproximadamente 800.000 sirios y afganos en edad de trabajar en Alemania tiene un empleo remunerado, frente a dos tercios de los alemanes, a pesar de que la mayoría llegaron hace más de cinco años. El desempleo entre los extranjeros ronda el 12%, mientras que no llega al 5% entre los alemanes. En Estados Unidos, los extranjeros tienen más probabilidades de tener trabajo que los autóctonos.

El principal problema: muchos refugiados no son aptos para trabajar en el mercado laboral altamente cualificado alemán, y Alemania no ha sabido formarlos muy bien.

Para cambiar esta situación, Berlín planea introducir el año que viene un sistema de inmigración basado en puntos, siguiendo el modelo de Australia o Canadá, con la esperanza de atraer a extranjeros mejor cualificados, pero los expertos en inmigración se muestran escépticos. Incluso si tuviera éxito, Alemania seguirá recibiendo un gran número de solicitantes de asilo a los que no puede emplear, que se unirán a las filas de los beneficiarios de ayudas sociales o aumentarán las estadísticas de delincuencia, donde ya están sobrerrepresentados.

"Los refugiados y los trabajadores inmigrantes competirán por las mismas infraestructuras", afirma Thomas Liebig, experto en inmigración de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un think tank centrado en temas económicos con sede en París.

Foto: Alexanderplatz, Berlín. (EFE/Alexander Becher)

En la actualidad, solo uno de cada 10 inmigrantes que llega a Alemania emigra por trabajo, frente a uno de cada tres que llegan a Canadá. Un programa europeo previo que buscaba atraer a extranjeros cualificados, conocido como la Tarjeta Azul, atrajo a unos 70.000 trabajadores a Alemania durante la última década.

Ahora el número de refugiados ha vuelto a dispararse, tras una pausa durante la pandemia, impulsado por la guerra en Ucrania y la creciente emigración desde Oriente Medio, África y Afganistán. En el primer semestre del año, más de un millón de personas se trasladaron a Alemania, una cifra considerablemente superior a la de 2015, cuando la entonces canciller Angela Merkel acogió a los refugiados sirios.

En el centro de empleo de Kassel, una ciudad en el centro de Alemania, Wolf-Detlef Zeising cuenta que ha tenido un año frenético, preparando a cientos de refugiados ucranianos para entrar en el mercado laboral alemán. Ha contratado a 20 intérpretes de ucraniano durante el verano. Según sus empleados, están asesorando a un 60% más de personas al día que en épocas normales.

Aun así, Zeising no espera que muchos de los recién llegados consigan trabajo en Alemania antes de 2024, debido a los retrasos en la búsqueda y posterior asistencia a cursos de lengua e integración.

Mientras tanto, la mitad de las empresas alemanas afirman estar reduciendo sus operaciones o trasladándose al extranjero porque no encuentran suficientes trabajadores. La tasa de paro alemana, que asciende al 5,5%, se acerca al pleno empleo.

Foto: Protesta frente a la embajada de Rusia en Sofía, Bulgaria. (EFE/Vassil Donev)

"La realidad es que las únicas opciones son los refugiados o nadie", afirma Anke Dobbeck, que dirige una empresa de calefacción y fontanería en el suroeste de Berlín. Hace poco contrató a un joven afgano que se formó en su empresa durante tres años y medio.

El proceso de integración requirió "mucha fuerza y apoyo". El empleado necesitó ayuda con los documentos y el alojamiento. Otro refugiado firmó un contrato de formación, pero no se presentó después del primer día, cuenta Dobbeck.

El operador ferroviario alemán Deutsche Bahn ha contratado a unos 26.000 nuevos empleados este año, en parte para cubrir las carencias de su plantilla a medida que se jubila el personal de más edad. La empresa cuenta con 900 reclutadores y está contratando activamente en más de 10 países, según informó Kerstin Wagner, vicepresidenta Ejecutiva de Deutsche Bahn para la adquisición de talento. Alrededor del 23% de las incorporaciones de este año ha nacido fuera de Alemania.

Aun así, la contratación de refugiados es modesta. Este año, la empresa habló con 3.200 candidatos ucranianos y contrató a 65, según Wagner. Alrededor del 3,5% de los nuevos empleados de la empresa proceden de países que tradicionalmente son emisores de refugiados, como Siria, Ucrania, Afganistán, Irak, Sudán del Sur, Venezuela y Myanmar.

Foto: Familias afganas que regresan a Afganistán tras su paso por Pakistán (EFE)

Las cualificaciones son el principal problema. Solo un tercio de los inmigrantes sirios en Alemania tiene estudios de bachillerato o técnicos, frente al 70% de los polacos, según la agencia estadística alemana.

Al mismo tiempo, los solicitantes de empleo se enfrentan a grandes obstáculos en un mercado laboral rígido que protege a los titulares, exige largos periodos de prácticas y rara vez reconoce los títulos extranjeros, lo que a menudo obliga incluso a los especialistas a volver a empezar el proceso de formación desde cero. Helge Scheele, especialista en integración de la oficina de empleo de Kassel, calcula que, desde 2015, solo el 5% de sus clientes que huyeron de Oriente Medio y África consiguieron ser reconocidos como trabajadores cualificados en Alemania.

Rami Alhamei, un abogado de Damasco, de 36 años, que vive en la ciudad de Halle, al este de Alemania, lleva buscando trabajo desde que llegó hace siete años, sin éxito. Dice que ha enviado unas 500 solicitudes, ha pasado unos 18 meses en varios cursos de idiomas, integración e informática, y ahora tiene buen nivel de alemán.

Dice que no puede trabajar como abogado en Alemania porque solo tiene una licenciatura, y no un máster. Dos conocidos sirios hicieron el máster de dos años necesario para ejercer, pero tampoco encontraron trabajo.

Foto: Imagen de archivo de un refugiado sirio en una tienda de Berlín. (Reuters)

"Me gustaría integrarme en Alemania, pero es muy difícil", se lamenta.

A pesar de esas frustraciones, dos de sus hermanos se unieron a él recientemente. "Se está mejor aquí que en Siria, donde sigue habiendo guerra", afirma.

Johannes Hoppe, psicólogo de Halle, lleva tres meses ayudando a Alhamei en el marco de un proyecto local de voluntariado. Cuenta que, en los últimos años, ha ayudado a encontrar trabajo a dos de una media docena de refugiados. Uno de ellos, un ingeniero sirio, consiguió un puesto de aprendiz de tres años en el sur de Alemania, pero lo abandonó cuando le dijeron que su alemán no era lo bastante bueno. Un segundo encontró trabajo en la agencia de empleo, ayudando a otros refugiados a encontrar trabajo.

Otro problema: la oferta de trabajadores de países de la Unión Europea como Polonia, que suelen estar más cualificados que los refugiados de Oriente Medio y África, se ha ralentizado mucho desde el inicio de la pandemia, según datos de la OCDE.

"Mientras venga tanta gente por razones humanitarias, no habrá mucho espacio para la migración laboral cualificada", afirmó Udo Marin, director gerente de la Asociación de Comerciantes e Industriales de Berlín, un grupo comercial.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

Cuando, en 2016, cientos de miles de refugiados de Oriente Medio huyeron a Alemania, Ingo Neupert decidió ayudar. El profesor de trabajo social fundó un programa de formación en el oeste de Alemania para que 25 jóvenes refugiados se convirtieran en enfermeros y asistentes médicos.

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