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Reino Unido quiere un Big Bang como el de Thatcher, pero esta vez es diferente
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Reino Unido quiere un Big Bang como el de Thatcher, pero esta vez es diferente

El Reino Unido pretende reactivar el crecimiento económico con una relajación de la normativa financiera que recuerda a la de Margaret Thatcher, pero esta estrategia puede ser difícil de repetir

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Gran Bretaña aspira a un segundo Big Bang en los servicios financieros como el que desencadenó Margaret Thatcher en los años ochenta. Pero el Big Bang, por definición, solo se produce una vez.

A principios de este mes, el responsable del Tesoro británico, Jeremy Hunt, dio a conocer las llamada Reforma de Edimburgo, una ambiciosa relajación de la normativa financiera destinada a recuperar parte de la competitividad internacional perdida por el Reino Unido en los últimos años. Entre otras cosas, se pretende reducir el cerco que separa la banca minorista de la de inversión, suprimir el límite a las primas de los banqueros, revisar el régimen que responsabiliza a los altos directivos de las infracciones y derogar algunos aspectos de las normas de la Unión Europea. Los funcionarios también quieren bajar los impuestos a los gestores de activos y facilitar la captación de capital en el Reino Unido.

El Partido Conservador en el poder llevaba tiempo prometiendo un Big Bang 2.0. Sin embargo, a diferencia de sus predecesores, Hunt ha suavizado las afirmaciones sobre el "dividendo del Brexit" y la reducción de la burocracia de la UE. Su cautela está bien justificada.

Foto: El centro financiero de Londres, archivo. (EFE/ANDY RAIN)

Es cierto que los resultados económicos del Reino Unido han estado históricamente ligados a la posición mundial de Londres como centro financiero. Después de que Londres perdiera terreno frente a Nueva York a principios del siglo XX, el crecimiento de la producción per cápita del Reino Unido inició un largo periodo de bajo rendimiento frente a otras naciones ricas que solo se interrumpió entre finales de la década de 1980 y 2008. Este resurgimiento suele remontarse a 1986, cuando el Gobierno de Thatcher promulgó una amplia desregulación de la Bolsa de Londres, que incluía el paso de la negociación en persona a un sistema electrónico, lo que hizo que los mercados británicos fueran competitivos a escala internacional.

La crisis financiera mundial, por el contrario, vino acompañada de una regulación adicional que hizo que las empresas financieras, en particular los llamados bancos universales, fueran estructuralmente menos rentables en todo el mundo. Desde entonces, los economistas se han obsesionado con el "rompecabezas de la productividad" que aqueja al Reino Unido. Los datos apuntan a una productividad débil en la mayoría de los sectores, pero la diferencia en el crecimiento medio entre el periodo previo a 2008 y el posterior se explica casi en su totalidad por tres sectores: información y comunicaciones, manufacturas y finanzas.

De los tres, el sector financiero es el único donde ha aumentado el crecimiento de la productividad —medido como producción por hora trabajada— incluso cuando el empleo en esa industria se disparó, y luego cayó a pesar de los recortes de empleo. Por el contrario, el aumento de la productividad en el sector manufacturero antes de la crisis se debió en parte a que la globalización destruyó todas las empresas menos competitivas: entre 1980 y 2008, el sector pasó de representar una cuarta parte de la mano de obra británica a solo el 9%. Desde entonces, el empleo ha caído menos y la productividad se ha resentido. Así mismo, la ralentización de la productividad en las TIC coincide con un aumento más rápido de las horas trabajadas.

Foto: El primer ministro, Rishi Sunak, en el Parlamento británico. (Jessica Taylor)

El deseo de los funcionarios de reactivar el motor financiero del crecimiento es, pues, bastante comprensible.

Sin embargo, el Big Bang se produjo en un contexto muy específico: los mercados de eurodivisas se habían creado en Londres en los años cincuenta y sesenta, los controles de capitales se habían suprimido en 1979, el Gobierno defendía una amplia desregulación y el Banco de Inglaterra veía con buenos ojos a los grandes conglomerados financieros. La globalización concentró las ganancias en la cima. Era una política industrial implícita y en parte involuntaria que favorecía a las finanzas.

La mayoría de estas ganancias solo pueden cosecharse una vez, especialmente con la globalización ahora en un leve retroceso. De hecho, es probable que el daño del Brexit después de 2016 sea mayor que cualquier beneficio de la desregulación, ya que ha limitado hasta qué punto Londres puede vender servicios financieros a la UE. Aunque sigue siendo el principal centro financiero de Europa, su importancia para el comercio de acciones y derivados ha disminuido. Según estimaciones de EY, 7.000 puestos de trabajo en el sector financiero se han trasladado a ciudades como París y Ámsterdam.

Foto: Fachada del Banco de Inglaterra. (EFE/Andy Rain)

Además, el Banco de Inglaterra no está de acuerdo esta vez. El gobernador Andrew Bailey advirtió la semana pasada contra la posibilidad de volver a fragilizar el sistema financiero. Muchas de las normas bancarias que lo impiden, como los coeficientes mínimos de capital de los grandes bancos, son de ámbito mundial, no solo de la UE.

No cabe duda de que la normativa británica posterior a la crisis, incluidos el régimen de altos directivos y la compartimentación, era más estricta que la de muchos de sus homólogos. Deshacer este error podría ayudar: tampoco es necesario socavar activamente la ventaja comparativa natural de Londres en las finanzas.

En última instancia, sin embargo, no tiene mucho sentido que el Reino Unido base su estrategia de crecimiento en torno al sector que más ganó con la globalización justo después de abandonar el mayor bloque comercial del mundo, en lugar de ampliar los que perdieron con ella, como la industria manufacturera. Aunque algunos cosmólogos han teorizado que los Big Bang podrían producirse realmente en ciclos cada billón de años, siempre requieren la destrucción previa del universo.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

Gran Bretaña aspira a un segundo Big Bang en los servicios financieros como el que desencadenó Margaret Thatcher en los años ochenta. Pero el Big Bang, por definición, solo se produce una vez.

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