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Nuevo hito: el miedo a la recesión lleva al bono suizo a 10 años al -1% de rentabilidad
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SIGUEN LAS COMPRAS DE BONOS EN NEGATIVO

Nuevo hito: el miedo a la recesión lleva al bono suizo a 10 años al -1% de rentabilidad

El retorno del bono suizo a 10 años cae por debajo del 1%. Es la primera vez que un bono con esta duración baja de este umbral. El 2 años ya tocó este nivel en 2016

Foto: Bandera suiza junto al banco central. (Reuters)
Bandera suiza junto al banco central. (Reuters)

La nueva realidad de los mercados echa por tierra una y otra vez las tesis de los manuales tradicionales de economía. Los profesores universitarios tienen que documentarse con artículos académicos recién publicados -o escribirlos ellos mismos- en vez de por los grandes genios de la ciencia económica para explicar a sus alumnos que multitud de inversores profesionales compran bonos con retornos en negativo. Es decir, títulos que dan derecho a recibir menos dinero del que se pone encima de la mesa.

Hay más de 15 billones (millones de millones) de euros de deuda cotizando con intereses negativos, según el índice Bloomberg Barclays Global Aggregate Negative-Yielding Index, que no recoge todos los títulos, con lo que hay estimaciones que hablan de más de 20 billones. Entre estos títulos están los emitidos por Suiza, que ya alcanzan el -1%.

Esto supone un nuevo hito. Uno más en el ritmo de mínimos históricos y récords de la última década en el mundo de la renta fija. El bono suizo a 10 años cotiza por debajo del -1%, con un alza de más del 10% en precio en el último año. Es la primera vez que un título de esta duración alcanza este nivel.

El bono suizo a 2 años también ha sobrepasado esta barrera, aunque en este caso ya lo había hecho en 2016, también en un contexto de turbulencias en los mercados, tensiones entre Estados Unidos y China con una devaluación del yuan, y miedo a la recesión. Finalmente, el ciclo de crecimiento ha durado, al menos, tres años más, y ya es el más largo de la historia en la primera economía global.

Foto: Foto: iStock.

Los récord también llegan en otros títulos. El bono alemán a 10 años ha marcado un nuevo mínimo rozando el -0,64%. La deuda francesa con misma duración, que entró en territorio negativo por primera vez en julio, alcanza por primera vez el -0,35%. El español, por su parte, cotiza en el 0,166%, cerca de los mínimos de la semana pasada.

¿Qué sentido tiene esto? ¿Por qué hay inversores profesionales que compran deuda en negativo? No es que estén locos. Adquieren bonos con la tesis de que las perspectivas económicas van a empeorar, y este miércoles han encontrado apoyo con los datos de PIB del segundo trimestre: el de la eurozona, al situarse en el 0,2% trimestral; y el alemán, con una caída del 0,1% respecto al primer trimestre.

Si tienen razón y continúan deteriorándose las expectativas, los bancos centrales alargarán o incrementarán los estímulos monetarios, que incluyen compras de bonos en Europa sobre vencimientos y la posibilidad de recuperar las adquisiciones netas. Así, presionan a la baja a las rentabilidades. Por otro lado, un empeoramiento de la economía disminuye los beneficios futuros de las empresas y expulsa a inversores de la bolsa a la renta fija, mientras que habrá más inversores buscando activo refugio -aunque sea perdiendo algo de dinero-.

También hay fondos de pensiones, fondos de inversión o aseguradoras que tienen como mandato comprar deuda de calidad para una parte de su cartera, y en muchos casos no tienen más remedio que adquirir bonos en negativo. Asimismo, los tipos de facilidad de depósito del Banco Central Europeo (BCE), en el -0,4%, implican una ‘multa’ a la banca por su exceso de reservas. Las entidades trasladan este coste a los inversores institucionales, que en muchos casos prefieren comprar deuda a corto plazo aunque sea con tasas internas de retorno (TIR) bajo cero que tener depósitos en el banco.

En cualquier caso, hay muchos gestores de renta fija con flexibilidad para operar compran bonos en negativo porque esperan ganar dinero con ello. Una opción es con estrategias ‘long short’, que combinan posiciones largas con cortas por países o tramos. Por ejemplo, ponerse corto con el bono español y largo con el alemán porque se espera mejor comportamiento relativo de Alemania. O corto en el bono a 2 años alemán y largo en el 10 años porque se estreche el diferencial, que ahora está en 20 puntos básicos.

Foto: Números en rojo. (Reuters)

Otra alternativa es que los gestores esperen que continúe esta dinámica. Es decir, menores rentabilidades y aumentos del precio, con lo que pueden generar retornos por esta vía. No en vano, hay fondos de renta fija con rentabilidades de hasta el 40% y multitud de productos con rendimientos de dos dígitos este año.

“Todos estos bonos en negativo se compran no por su valor intrínseco, sino porque la gente está convencida de que va a haber alguien que se lo compre más caro”, alerta Daniel de Fernando, socio de MdF Partners, que ve por ello una burbuja en el mundo de los bonos, con títulos cotizando al 105% o 110%. “La gente compra un bono por el que no recibirá cupones en 10 años y a vencimiento le va a devolver un 5% o 10% menos de lo que puso”, agrega.

El problema es si esto será para siempre; si el ‘bund’ podrá alcanzar el -1% o el -2%, y si los bancos centrales podrán seguir apoyando esta tendencia, ya que el BCE apenas tiene margen para comprar bonos alemanes, con la locomotora europea en superávit fiscal, y en cualquier momento podrían cambiar las expectativas de inflación y, con ello, las dinámicas de tipos de interés, como ya ocurrió entre 2017 y principios de 2018.

La nueva realidad de los mercados echa por tierra una y otra vez las tesis de los manuales tradicionales de economía. Los profesores universitarios tienen que documentarse con artículos académicos recién publicados -o escribirlos ellos mismos- en vez de por los grandes genios de la ciencia económica para explicar a sus alumnos que multitud de inversores profesionales compran bonos con retornos en negativo. Es decir, títulos que dan derecho a recibir menos dinero del que se pone encima de la mesa.

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