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El veranillo de San Miguel va a ser un horno, según la Aemet: los datos de calor, lluvias y embalses que lo explican
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El veranillo de San Miguel va a ser un horno, según la Aemet: los datos de calor, lluvias y embalses que lo explican

La situación del campo y la naturaleza, especialmente en el bosque mediterráneo, está llegando a un punto límite. Los daños a los cultivos y el arbolado son ya irreparables

Foto: Árboles resecos en un bosque del Maresme, en Barcelona. (José Luis Gallego)
Árboles resecos en un bosque del Maresme, en Barcelona. (José Luis Gallego)

A tenor del pronóstico de la Aemet para los próximos días, más que de veranillo podríamos hablar de hornillo de San Miguel, pues los termómetros se situarán hasta 10 grados por encima de la media de este clásico periodo otoñal.

El ascenso de las temperaturas será especialmente significativo en el Cantábrico Oriental, donde se podrían llegar a superar los 30 grados en puntos del País Vasco. En el nordeste se alcanzarán los 32 grados en Zaragoza o Lleida, y hasta 35 en el valle del Guadalquivir, donde en Sevilla y Córdoba parecerá que el calendario retrocede a agosto en lugar de adentrarse en el otoño. Y todo ello con una situación de alta estabilidad atmosférica con cielos poco nubosos y sin mezcla de masas de aire, lo que garantiza una ausencia casi total de precipitaciones.

Foto: La situación de sequía se cronifica en España. (Reuters/Nacho Doce)

Todo ello mientras, a pesar de las abundantes lluvias registradas en la vertiente atlántica y puntos del Mediterráneo, que dejaron días atrás considerables precipitaciones en puntos muy localizados, las reservas de agua embalsada a nivel nacional siguen descendiendo. Según los datos más recientes aportados por las confederaciones hidrográficas, las reservas de nuestros embalses han vuelto a bajar un cuarto de punto esta semana para situarse en el 36,53%, 13 puntos por debajo de la media de la última década para esta época del año.

placeholder Los embalses siguen bajando, a pesar de las últimas lluvias. (EFE/J. Zapata)
Los embalses siguen bajando, a pesar de las últimas lluvias. (EFE/J. Zapata)

La situación se está tornando especialmente grave en Andalucía, donde los embalses de la cuenca del Guadalquivir han vuelto a descender hasta situarse al 18,4% de su capacidad, muy por debajo de la media de la última década para las mismas fechas (46,7%) e incluso peor aún que el año pasado, considerado muy seco, cuando en la misma semana estaban al 20,5%. Los embalses del Guadiana están al 23,8% cuando deberían situarse en el 47,5%.

En Cataluña los embalses siguen sin remontar y se mantienen al 22%, lo que supone cerca de 50 puntos por debajo de la media (deberían estar al 70%) e incluso peor de cómo estaban el año pasado, considerado muy seco, por estas mismas fechas (37%). En Aragón han subido apenas medio punto quedándose al 34,3% de su capacidad, cuando según la media ahora deberían estar a más de la mitad (54,7%).

Campos y bosques al límite

Más allá de la precaria situación de nuestras reservas de agua, la persistencia de la sequía y las altas temperaturas agrava cada día más la situación en el campo, donde la grave merma en el rendimiento de los cultivos amenaza con prolongarse hasta afectar a la cosecha de cereales de invierno, que según los cálculos de los sindicatos agrarios podría sufrir cerca de 10 millones de toneladas, lo que equivale a una reducción del 65% respecto al año pasado, considerado muy malo.

placeholder La sombra de un almendro sobre un campo reseco. (EFE/Morell)
La sombra de un almendro sobre un campo reseco. (EFE/Morell)

Pero la prolongación del calor y la ausencia de lluvias está causando también graves daños en los ecosistemas forestales, especialmente del Mediterráneo. Basta con dar un paseo por cualquier arboleda de nuestras serranías litorales para comprobarlo. Más allá de la ausencia de los frutos, bayas y setas otoñales, y de la persistencia del estiaje vegetal, el suelo cruje a cada paso por la hojarasca reseca y los árboles muertos, ya sea por la falta de agua o por la acción de las plagas, se cuentan por miles.

placeholder Las plagas forestales aumentan con la sequía. (EFE/A. Carrasco)
Las plagas forestales aumentan con la sequía. (EFE/A. Carrasco)

Tal y como informaba recientemente el CREAF, cuando las sequías extremas persisten en el tiempo, el agua deja de circular dentro del tronco y los tejidos (xilema) encargados de transportar el agua y los nutrientes desde la raíz se acaban resecando, provocando la muerte del árbol. Esta situación, vinculada a los efectos del cambio climático en el Mediterráneo, es irreversible y en los bosques del litoral peninsular se está dando de manera generalizada, afectando incluso a las especies mejor adaptadas al clima seco y al estiaje más severo.

Pantanos semivacíos, campos resecos y árboles muriendo de sed en los bosques. Si las lluvias de otoño no llegan pronto, el colapso de los cultivos y de los ecosistemas puede elevar los daños en el campo y en los bosques, afectando de forma todavía más severa a la economía y la vida rural, y a nuestra naturaleza y la biodiversidad que acoge.

A tenor del pronóstico de la Aemet para los próximos días, más que de veranillo podríamos hablar de hornillo de San Miguel, pues los termómetros se situarán hasta 10 grados por encima de la media de este clásico periodo otoñal.

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