Si te gusta tanto ir a buscar setas, ¿por qué no respetas el bosque?
El aspecto que ofrecen nuestros bosques durante la temporada de setas dice muy poco de quienes acuden a recolectarlas. El abandono de residuos y la alteración del entorno son una agresión directa al medio ambiente
Es un contrasentido total. Si acudes al bosque a buscar setas, se supone que amas la naturaleza, que amas el bosque, ¿no es así? Entonces: por qué andas levantando la hojarasca como si hubiera pasado un rastrillo, por qué levantas el musgo, por qué arrancas o pisas las setas que no vas a coger.
Por qué tiras al suelo esa lata vacía, el papel de aluminio del bocata, el pañuelo de papel, el paquete de tabaco o la colilla, dejando el suelo del bosque sembrado de ‘basuraleza’. Por qué no guardas el sonoro silencio de la arboleda y andas a gritos todo el rato. Si te gusta buscar setas, ¿por qué no respetas el bosque?
Con más de 80.000 especies diferentes, los hongos están considerados los mayores seres vivos del planeta
El suelo del bosque es uno de los ecosistemas más frágiles de la naturaleza, especialmente ahora, en otoño, cuando los hongos están floreciendo y el laboratorio de la vida está en plena ebullición bajo la hojarasca que lo cubre.
Los hongos son un organismo extraordinariamente complejo y singular. Tanto, que la ciencia tardó años en buscarles acomodo en la clasificación de los seres vivos. A caballo entre el reino animal y el vegetal, finalmente se decidió crear un reino aparte (fungi) junto a otros organismos, como los mohos y las levaduras, que cumplen una tarea fundamental en la naturaleza: la reconversión de la materia orgánica en nutrientes.
Ocultos bajo el subsuelo, estos curiosos seres vivos solo se hacen visibles cuando fructifican y emerge su órgano reproductor: la seta. Hasta ese momento, el micelio del hongo, una estructura formada por un enmarañado conjunto de filamentos llamados hifas, no ha hecho otra cosa que ir acumulando alimento: absorbiéndolo de los restos vegetales en descomposición o de cualquier otro desecho orgánico y extendiéndose bajo tierra.
Con más de 80.000 especies diferentes, los hongos están considerados los mayores seres vivos del planeta. Se han llegado a identificar especímenes con casi 1.000 hectáreas de extensión subterránea. Una existencia anónima que solo se hace visible cuando, ante las condiciones óptimas de humedad y temperatura, especialmente en primavera o en verano, se crea esa estructura carnosa llamada seta. Un fruto cuya misión es contener las esporas que, a modo de semillas, intentará esparcir por el derredor a fin de multiplicarse.
Sin embargo, todo ese esfuerzo puede verse arruinado ante el comportamiento irresponsable de quienes acuden estos días al bosque a recolectarlas. Porque cada vez que arrancamos una seta del suelo del bosque o la pradera (según prestigiosos micólogos como el profesor de micología de la UB Enric Gràcia, las setas se arrancan, no se cortan), estamos alterando profundamente la vida del hongo. Y en función de cómo lo hagamos esa alteración será o no catastrófica para su organismo. Por eso es necesario actuar como recolectores responsables y respetar el equilibrio del delicado ecosistema que forma el suelo del bosque.
Resulta desesperante salir estos días al bosque y verlo sembrado de setas volteadas y de todo tipo de residuos. Con la hojarasca arañada y las piedras y los troncos levantados, lo que supone la muerte del hongo. Por eso es necesario exigir al buscador de setas un poco más de respeto al bosque, al ecosistema que hace posible el desarrollo de su afición y que acoge a uno de los seres vivos fundamentales para el buen funcionamiento de la cadena trófica, es decir: de todo cuanto da forma al paisaje forestal. Porque sin ellos, sin los hongos, nada en el bosque sería posible.
Es un contrasentido total. Si acudes al bosque a buscar setas, se supone que amas la naturaleza, que amas el bosque, ¿no es así? Entonces: por qué andas levantando la hojarasca como si hubiera pasado un rastrillo, por qué levantas el musgo, por qué arrancas o pisas las setas que no vas a coger.
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