Audio | La suite del otoño que precede el 'cierre' de la estación invernal
En el norte de la península las noches de niebla pasan a ser de escarcha. Esto y los bramidos de los gamos marcan la llegada de esta estación
Una página escrita con las voces del otoño. Desde ahora y hasta fin de año, cuando la naturaleza se prepara para la pausa invernal, los acontecimientos se escalonan. Una característica de la estación, al menos desde la mirada de quien la escucha, es la concentración de griteríos. Así, al paso de las bulliciosas bandadas de aves migratorias, que anuncian la llegada del frío, por los campos se expande el silencio. Roto puntualmente por algunos de los episodios de celo más ruidosos del concierto natural.
En los campos, el otoño comienza, en realidad, varias semanas antes de la fecha oficial, al final del verano, cuando los ciervos de los montes de media España empiezan a bramar. Un mes más tarde, los gamos, parientes pequeños de los anteriores, entran también en celo. Si los ciervos braman, los gamos roncan. Es lo mismo, pero no es igual.
Todavía no acaba septiembre, pero en las montañas del norte las noches de niebla ya lo son de escarcha. En hayedos, castañares y robledales los lirones grises se hartan de comer bayas y frutos secos antes de aletargarse para dormir como tales. Sus grititos corren entonces por el dosel arbolado y contrastan con los aullidos lejanos de los lobos.
La página sonora recoge también el silencio en los bosques, solo pespunteado por los chasquidos de los petirrojos. Pero muy arriba, oídas antes que vistas, las bandadas de grullas surcan la península de norte a sur. Primer aviso de un frío por venir.
En noviembre ruedan los truenos en las montañas, restallan los testarazos de las cabras montesas en celo. El eco y la reverberación del valle amplifica retumbos y trallazos.
En noviembre, también, llega a su fin el viaje migratorio de los que vienen al sur huyendo del frío. El vocerío de decenas de miles de gansos silvestres y el trompeteo de otras tantas grullas animan los cielos y convierte a las lagunas de reunión en algunos de los enclaves más ruidosos de la naturaleza en todo el continente.
Pero el final del otoño es la época de tránsito al silencio invernal. Y ese es el momento elegido por los linces ibéricos para lanzar su llamada de celo, el mensaje más importante que se puede escuchar en el campo cuando, en puertas del invierno, ya todo está a punto de volver a empezar.
Una página escrita con las voces del otoño. Desde ahora y hasta fin de año, cuando la naturaleza se prepara para la pausa invernal, los acontecimientos se escalonan. Una característica de la estación, al menos desde la mirada de quien la escucha, es la concentración de griteríos. Así, al paso de las bulliciosas bandadas de aves migratorias, que anuncian la llegada del frío, por los campos se expande el silencio. Roto puntualmente por algunos de los episodios de celo más ruidosos del concierto natural.
- Audio: tiempo de berrea en el Parque Nacional de Cabañeros Carlos de Hita
- Audio | La tempestad y la calma: tormentas en la sierra de Guadarrama Carlos de Hita
- Campos agostados: los sonidos resecos de la canícula Carlos de Hita