"El gran cinturón de anticiclones se está desplazando. Hay que dejarse de tacticismos"

El año pasado fue el más caluroso y uno de los más secos de la historia. Pero es que este mes de abril va a batir todos los registros al respecto: ha llovido menos del 15% de lo normal, mientras que las altas temperaturas han pulverizado récords en buena parte de los observatorios, situándose hasta 10 grados por encima de lo habitual.

Así, con los embalses a la mitad de su capacidad, los pronósticos de lluvias abundantes y generalizadas cada vez más lejos y los mapas de temperatura transitando del rojo al granate oscuro, España se dispone a afrontar uno de los periodos estivales más inciertos, con buena parte de las cosechas perdidas y la amenaza de las restricciones acechando a varias comunidades.

No olvidemos que los embalses de las cuencas internas de Cataluña, de las que se abastece a cinco millones y medio de habitantes, y de la cuenca del Guadalquivir están a una cuarta parte de su capacidad, y bajando.

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Por todo ello resulta especialmente recomendable, en un momento tan delicado, alejar el debate del agua del ámbito político, donde los intereses partidistas priman sobre el interés general, y centrarlo en el científico para atender a los mensajes y las propuestas de los expertos en la materia en beneficio de todos.

Con ese afán, iniciamos en El Confidencial una serie de entrevistas con el agua y la sequía como protagonistas. Nuestro primer invitado es el prestigioso climatólogo Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, donde ha dirigido el Instituto de Investigación del Agua, y uno de los máximos expertos en cambio climático de nuestro país.

PREGUNTA. Cerramos el mes de abril más seco de la serie en España. Aquello de "En abril, aguas mil", ¿puede quedar como un recuerdo del pasado?

RESPUESTA. Existen un cierto número de refranes meteorológicos que tienen un marcado carácter climático, es decir, que se refieren al clima, aludiendo a lo que atmosféricamente es habitual en un lugar, una comarca o un país, como el citado refrán. Y lo que convendría señalar es que, siendo cierto que abril ha venido resultando relativamente lluvioso por comparación con los dos meses anteriores, también cabe anotar que cada vez tiende a serlo menos.

P. ¿Qué está pasando en la atmosfera, profesor?, dicen que la respuesta estaría en el cambio que estaría experimentando el famoso anticiclón de las Azores.

R. Lo que ocurre es que, al igual que en el pasado verano, especialmente seco y caluroso, estamos observando que el gran cinturón de anticiclones subtropicales en altura se está desplazando poco a poco hacia el norte, lo que da lugar a estabilidad y ausencia de lluvias en buena parte de nuestro país. Y lo que sabemos es que esa expansión de los anticiclones hacia el norte está directamente relacionada con el cambio climático.

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P. El tiempo en España siempre ha sido muy cambiante, pero en los últimos años, ¿estamos hablando de un cambio de tiempo o de un cambio de clima?

R. Antes de responder, sería pertinente aclarar la diferencia entre tiempo y clima. El tiempo hace referencia a las condiciones meteorológicas en un mismo lugar, y es efímero, fugaz, cambiante. Sin embargo, podemos caracterizar el estado de la atmósfera en cada lugar o región a partir de los valores medios de la temperatura, la humedad, la cantidad de lluvia, etc. Esto solo puede hacerse usando muchas observaciones del tiempo, día tras día, año tras año —30 años recomienda la Organización Meteorológica Mundial—. Y tiene la ventaja de que así resumimos el carácter esencial de la atmósfera en el lugar considerado, y eso nos permite determinar su clima. Por eso no tiene sentido preguntarnos "¿qué clima hará mañana en Valencia, en Sevilla o en cualquier otro sitio?". La respuesta es obvia: el mismo que ayer y que anteayer y que hace algunos años. Porque el clima es como una larga colección de tiempos. En una analogía cinematográfica, diríamos que el clima es la película y el tiempo son sus escenas.

Y lo que podemos concluir a partir del estudio de esas largas series de datos es que el cambio climático es inequívoco, se está produciendo a nivel global y en España. Su manifestación más visible es el aumento de la temperatura media, pero también está dando lugar al incremento de la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor, las sequías, los episodios de precipitaciones torrenciales, etc. En ese sentido, podemos afirmar con la suficiente solvencia científica que sí: el clima, en España y en todo el planeta, está cambiando.

P. En el caso de este periodo de sequía, parece ser uno de los más intensos y persistentes de la historia, ¿tiene fin a corto plazo? ¿Irá a mejor o a peor en los próximos meses?

R. Lo primero que hay que decir es que esta, de momento, no es la peor sequía de los últimos 100 años. La sequía de los años 1992 a 1995 en el cuadrante suroccidental de la península Ibérica fue especialmente rigurosa, y produjo restricciones muy severas en el suministro, incluso de agua de boca, en muchos municipios de Cádiz, Sevilla y otras provincias. La gran sequía de 1989 en el País Vasco aún se recuerda. La de 2008 en Cataluña obligó a traer agua en barco para asegurar el abastecimiento al área metropolitana de Barcelona. Pero es cierto que, si se cumplen las previsiones, la actual va camino de ser de récord.

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P. ¿Por qué cuesta tanto mantener un debate sereno sobre el agua en España?

R. Interesante pregunta. Pues te diría que esa falta de moderación y de búsqueda de consenso en un debate tan urgente y necesario como este obedece en muchos casos a estrategias y tactismos políticos, y en otros a intereses económicos y conflictos por el uso del agua. Pero también a la cerrazón de muchos ante la necesidad perentoria de seguir pautas de consumo más moderadas y ajustadas a la situación de escasez a la que nos vamos a tener que amoldar, y a la falta de compromiso general para actuar en línea con la sostenibilidad en nuestro día a día y a la falta de interés por la salud planetaria.

P. ¿Cree que nuestros políticos están preparados para atender un problema tan grave como este?

R. En mi opinión, deberían dejar a un lado el interés electoral y hacer más caso a los técnicos en la gestión del ciclo del agua, a los científicos y a los expertos, que podrían aportarles una visión mucho más amplia de la problemática. Y de manera muy significada a los geógrafos, que con su conocimiento contribuyen a afrontar la situación desde un enfoque integral, una perspectiva donde el binomio agua y territorio resulta indisoluble, y esa es sin duda una de las claves.

P. Por último, todo lo que no ha llovido en los últimos meses, ¿podría caernos de golpe en otoño? ¿Qué escenarios nos esperan?

R. De momento, las predicciones estacionales a tres meses vista no son esperanzadoras. Nunca hasta ahora se había dispuesto de tantos medios instrumentales y específicamente tecnológicos para el conocimiento del tiempo meteorológico y del clima. Y con los datos monitorizados que nos ofrecen, lo cierto es que no se ve el final de la sequía. Sin embargo, es preciso reseñar que, pese a estar bien fundamentadas, dichas predicciones tienen un nivel de confianza limitado. Por supuesto, son mucho más confiables que las cabañuelas y otros métodos sin ninguna clase de rigor ni base científica. En todo caso, ojalá estén equivocadas, pues, en caso contrario, nos abocan a una situación muy delicada. La llegada del verano, con sus altas temperaturas, y la avalancha de turistas, que consumen mucha más agua per cápita que los autóctonos, son variantes que elevan la incertidumbre y que auguran un verano digamos que inquietante.