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Del rey de Patones al rey de España: el pueblo de pastores que se libró de la invasión francesa (o eso cuenta la leyenda)
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Del rey de Patones al rey de España: el pueblo de pastores que se libró de la invasión francesa (o eso cuenta la leyenda)

Durante los siglos XVII y XVIII hubo en Patones una serie de hombres que se sucedieron con el apelativo de "reyes" y que eran los encargados de poner orden en la localidad

Foto: Patones de arriba en Madrid. (Alamy/Architect's Eye)
Patones de arriba en Madrid. (Alamy/Architect's Eye)

Esta es la historia de un pueblo que, desde su origen, supo entender que "más sabe el diablo por viejo que por diablo" y la de una dinastía de reyes que defendió hasta el último suspiro de su existencia los derechos de su territorio. El pasado de Patones de Arriba, un pequeño municipio situado a escasos 60 kilómetros al noreste de la capital, es una mezcla de mito y realidad. Desde el hombre que plantó cara al mismísimo Carlos III y que logró la independencia del pueblo frente a Uceda (Guadalajara) hasta la leyenda que cuenta cómo lograron eludir la cruenta invasión francesa a principios del siglo XIX. Un relato lleno de valentía, ingenio y perspicacia que ha permitido a esta localidad sobrevivir al paso del tiempo.

La historia de Patones comienza tiempo atrás, hace treinta mil años, cuando hombres y mujeres de la Edad de Piedra comenzaron a utilizar la Cueva del Reguerillo como refugio. Sin embargo, el origen de esta peculiar monarquía es mucho más reciente y tiene cierta relación con su localización geográfica. Para asegurar la ley y el orden y, sobre todo, las buenas relaciones con sus vecinos, los habitantes estaban gobernados por una persona, a la que se dirigían como rey.

La leyenda asegura que uno de los monarcas llegó a escribir a Felipe II y que este, al no saber dónde estaba la localidad ni quién era el susodicho rey de Patones, mandó a un emisario para que le contase la verdad. Al descubrir dónde estaba y ver que no corría ningún peligro, dejó a sus ciudadanos seguir con sus peculiares tradiciones.

Años más tarde, otro rey de Patones, mandó otra misiva a Carlos III. "Del rey de Patones al rey de España", defienden que comenzaba esta carta, de la que se desconoce su contenido. Al Borbón lo que realmente le importaba era los impuestos, así que pidió que le informasen de quién era este hombre. El mito, que se ha perpetuado con el paso de los siglos, decía que la dificultad para acceder a este recóndito lugar hizo imposible que encontraran al desconocido rey de esta localidad perdida en la Sierra de Guadarrama; algo que también le pasó al Ejército francés, que en plena invasión pasó por alto esta villa dejando a sus ciudadanos tranquilos.

placeholder El Rey de Patones. (Alamy/Carlos Dominique)
El Rey de Patones. (Alamy/Carlos Dominique)

"El rey de los Patones reinó durante el mandato de rey de toda España, Carlos III, y con su consentimiento durante la invasión napoleónica del año 1808. Fue el único pueblo de España que por estar oculto en esta inaccesible sierra se libró de los invasores franceses", reza en la actualidad una placa en uno de los restaurantes más característicos de este pueblo. En la fachada de otra casa se puede leer. "Patones. A semejanza de Itálica, has sido grande. Hasta un rey cuenta en tu historia. La dominación francesa te ignoró". Pero, ¿realmente fue así?

Los primeros documentos que mencionan esta localidad son del siglo XVI. En 1525, una familia de apellido Patón se asentó en esta región y años más tarde, en 1555, hay registro de una alquería de la villa de Uceda, denominada Hoz de los Patones, con siete habitantes.

Foto:  Mesón Cuevas del Vino, en Chinchón. (Foto: Andrés Arranz_Comunidad de Madrid)

No obstante, este pueblo estaba bajo la jurisdicción de la localidad guadalajareña, donde los ciudadanos tenían que ir a hacer trámites básicos como pagar sus impuestos o inscribirse en los registros censales. Lo cierto es que las dos poblaciones estaban muy mal comunicadas, por lo que se decidió designar a una persona, que solía ser anciano, para poner orden en las disputas y hacer pequeñas labores administrativas. Esta persona era denominada por los patoneros como rey, aunque podría haber sido llamado pacificador, alcalde o jefe.

Hay referencias a esa figura en la biografía de un religioso, el cardenal Baltasar de Moscoso, que decía, según recogen Marco y Peter Besas en su guía del Madrid Oculto, que mientras iba camino de Torrelaguna “tuvo noticia de que en el valle de los Patones, en la jurisdicción de Uceda, vivían diez o doce familias gobernadas por la sola autoridad económica de un anciano a quien sencillamente llamaban rey, que los mantenía en mucha paz. Dióle singular consuelo haber en su arzobispado aquella pequeña reliquia de la antigua simplicidad; y gustara visitar aquella buena gente: dificultando empero la entrada la aspereza del camino, envío un ministro que reconoció ser verdad, lo que habían referido al cardenal, y que les era de muy penosa incomodidad la falta de misa, por haber de ir, con grande trabajo, a oírla a Uceda, que por lo menos dista una legua del valle”.

En la actualidad solo se ha encontrado evidencia documental de cuatro reyes en este lugar y de algunos, como el que menciona el cardenal Moscoso, se desconoce incluso su nombre. El siguiente sería Pedro González, quien pagaba sus tributos a Uceda y al rey de España en 1684 y 1687. El tercero, llamado Juan Prieto, gobernó la localidad entre 1694 y 1700, estuvo casado con María González, la hija de Pedro. El último comparte nombre con su antecesor y fue el último rey patonero. Más allá de estos cuatro hombres, no se han encontrado datos sobre la forma de elección de estos monarcas, el tiempo de su mandato o las maneras en las que aplicaban su justicia.

Foto: Patones.

Olvido era la palabra que utilizaban los ciudadanos de Patones para referirse a la situación que estaban viviendo por parte de sus vecinos. Decidieron escribir su propio destino y redactar una carta a Carlos III en la que mencionaban uno por uno los perjuicios que suponían para ellos seguir bajo la potestad de Uceda. Finalmente, en el verano de 1769, el rey de España concede el título de lugar o aldea independiente de la Villa de Uceda, momento en el que presumiblemente desaparecía la figura del Rey de Patones.

El historiador Antonio Ponz habló de este pueblo en la obra Viaje de España, explicando que el rey de Patones “era pacífico y enemigo de chismes”. “Un reino hereditario de mil años por lo menos, gobernados en profunda paz, sin otras reglas que la razón natural; un pueblo conservado en medio de España, [...] sin dar entrada a otras costumbres, ni trajes, ni más idea que la de cultivar bien su estrecho territorio, ni más cuidado que los de sus colmenas y su ganado; los hijos de las familias sujetos a los padres, y todos ellos obedientes a su rey”, explicaba.

En cuanto a la invasión napoleónica, también se sabe que no fue todo tan bonito como dice la leyenda. Los franceses mandaron varios avisos a la autoridad de Patones para pedirles que rindiesen cuentas. "Según el repartimiento hecho en esta Torrelaguna de trigo, cebada, vino y carne para el mantenimiento de la columna establecida, ha tocado a esa comunidad una fanega de trigo, y veinte y dos libras de carne diariamente [...] pues de lo contrario pasará la tropa para exigir lo correspondiente a diez días", recogen Marco y Peter Besas.

Foto: Castillo de Manzanares El Real. (Cedida)

En el siglo XIX, con la nueva división administrativa, Patones se incorporó a la provincia de Madrid. En este mismo periodo, se acometieron en este municipio las primeras obras de canalización del agua. Una de ellas fue el canal de Cabarrús, que abastecía las huertas de Patones, Uceda, Torremocha y Torrelaguna; otra fue la presa del Pontón de la Oliva, ya en el reinado de Isabel II, cuando también se creó el canal que transporta agua hasta el centro de Madrid.

Los habitantes de Patones poco a poco fueron abandonando el espacio que habían habitado durante siglos. Pero no se fueron muy lejos, sino que se trasladaron a una zona un poco más llana, a la vega del río Jarama, hoy conocida como Patones de Abajo, donde se trasladó la gran mayoría del vecindario de la localidad superior tras la Guerra Civil.

Foto: Nuevo Baztán, uno de los pueblos recomendados para visitar en la Comunidad de Madrid (Madrid Turismo)

El rey de Patones de Arriba no desapareció para siempre, sino que regresó a su pueblo natal en la década de los 70. Manolo y Mari, tras viajar por todo el mundo, dedicados a la danza, decidieron retirarse en esta localidad. Durante décadas, han trasladado un poco de su sabiduría, como hacían los monarcas patoneros, a aquellos que se acercaban a su restaurante.

No son los únicos, años después llegó a esta aldea el francés François-Henry Fournier, quien quedó encandilado por la belleza de las desmoronadas casas de piedra y pizarra y se quedó a vivir allí, cuidando como si fuera suyo este pueblo de reyes, mitos y leyendas.

Esta es la historia de un pueblo que, desde su origen, supo entender que "más sabe el diablo por viejo que por diablo" y la de una dinastía de reyes que defendió hasta el último suspiro de su existencia los derechos de su territorio. El pasado de Patones de Arriba, un pequeño municipio situado a escasos 60 kilómetros al noreste de la capital, es una mezcla de mito y realidad. Desde el hombre que plantó cara al mismísimo Carlos III y que logró la independencia del pueblo frente a Uceda (Guadalajara) hasta la leyenda que cuenta cómo lograron eludir la cruenta invasión francesa a principios del siglo XIX. Un relato lleno de valentía, ingenio y perspicacia que ha permitido a esta localidad sobrevivir al paso del tiempo.

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