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El pueblo que viaja a los ochenta cada dos semanas: "Sin internet, estamos incomunicados"
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El pueblo que viaja a los ochenta cada dos semanas: "Sin internet, estamos incomunicados"

Torrelaguna sufre caídas del servicio constantes desde hace meses y paraliza toda la localidad. Los vecinos no pueden sacar dinero del cajero, pagar la compra con tarjeta o gestionar sus negocios con normalidad

Foto: Torrelaguna, a lo lejos, atravesada por cientos de cables. (A.F.)
Torrelaguna, a lo lejos, atravesada por cientos de cables. (A.F.)

Imagínese una tarde cualquiera yendo a hacer la compra a su supermercado habitual. Vive en una localidad de 5.000 habitantes, al norte de la Comunidad de Madrid, y no lleva dinero en efectivo. Llena el carro de alimentos y cuando llega a la caja, le es imposible pagar. No funciona el datáfono porque no hay internet. Tampoco puede sacar del cajero porque, sin red, no está habilitado. Le toca devolver toda la compra en sus lineales correspondientes y probar suerte otro día, cuando vuelva la conexión. Esta es la historia de María del Mar, de 57 años, vecina de Torrelaguna desde hace más de tres décadas. Y de todos los residentes del municipio que no pueden hacer vida normal cuando la red desaparece durante horas. “Es tercermundista”, explica a este diario. Un viaje de vuelta a lo analógico en un mundo que ya no se sustenta sin la red.

Por no funcionar, no funciona ni el sistema informático del centro de salud. Y el botón de emergencia de las personas mayores tampoco registra el aviso. “Solo funciona el 112, estamos incomunicados”, señalan fuentes del consistorio. María Dolores, otra vecina de Torrelaguna “de siempre, de padres y abuelos también”, señala que el teletrabajo se ve especialmente afectado. “Antes a veces se iba la luz, pero lo de ahora no había pasado nunca”, explica. Movistar, de quien depende la red, asegura que los problemas se deben al robo de cable de cobre.

placeholder Isabel y su hijo volviendo del cole. (A.F.)
Isabel y su hijo volviendo del cole. (A.F.)

Diversos municipios del norte de la Comunidad de Madrid están sufriendo cortes de internet que paralizan la rutina. Si bien ya estaban acostumbrados a problemas puntuales —falta de luz en días de lluvia y caídas de la red de tanto en tanto—, desde septiembre de 2022, la vida se para cada dos semanas. Los cortes han llegado a durar horas.

El municipio de Torrelaguna ha enviado una carta oficial a Movistar, la compañía que opera en la zona, para exigir soluciones. Además, el resto de localidades como Talamanca del Jarama, Valdetorres del Jarama, Valdepiélagos, Torremocha del Jarama, Patones y El Berrueco se han unido para presentar un escrito a la Secretaría General de Atención al Usuario y Telecomunicaciones y a la de Digitalización e Inteligencia Artificial. Por el momento, no hay certeza de que no se pueda volver a repetir.

placeholder La tienda de Carla, que pierde ingresos cada vez que se cae internet. (A.F.)
La tienda de Carla, que pierde ingresos cada vez que se cae internet. (A.F.)

Otros afectados son los comercios. Carla, de 42 años, regenta un restaurante y una tienda infantil en la localidad. La última vez que se produjo un corte, el 9 de abril, llegó a perder 500 euros. Explica que muchos vecinos son ancianos y llaman por teléfono para pedir a domicilio. Como su línea telefónica es de la misma compañía que la red fija, no le entraban las llamadas, ni los WhatsApp, ni los pedidos. Y Enrique, del hotel-restaurante Posada del Camino Real, señala que ponen un cartel en la puerta advirtiendo de que no se puede pagar con tarjeta. Si la persona es conocida, quizá les puede dejar que se vayan sin pagar y confiar en que vuelvan cuando vuelva la red.

No obstante, Isabel, una vecina que pasea con su hija tras salir del colegio, sostiene que ya no hay esa confianza en el pueblo. Al principio podían fiarse de que volviera la gente a pagar, pero ya no hace ninguna gracia. ¿El problema? Que su banco, Ibercaja, solo deja sacar dinero los martes y los miércoles en efectivo. Si uno de esos días es cuando no hay internet, debe esperar una semana para conseguir dinero.

Robos de cobre

La principal teoría de los cortes apunta al “vandalismo”. La explicación que ha dado Movistar al ayuntamiento de Torrelaguna, según ha podido comprobar este periódico, es que todo apunta que sean acciones intencionadas, aunque no han recibido respuesta de lo que ocurrió el 9 de abril.

Desde Telefónica confirman la caída de la red, pero aseguran que los inconvenientes se producen por “cortes de fibra en la zona” y “robos de cobre”. Detallan, además, que se han reparado y el servicio ha sido restablecido. El problema, defiende el ayuntamiento, es que aunque esa sea la causa, no se puede “caer internet en todo el pueblo por un solo cable en pleno 2023”.

placeholder Cables everywhere. (A.F.)
Cables everywhere. (A.F.)

La paradoja es que Torrelaguna es un pueblo en el que decenas de cables cruzan las calles: unos encima de otros, en estado decante, atraviesan cada esquina de la localidad. “Mi casa parece Vietnam”, explica Gema, otra vecina. La teoría que se escucha por las calles es que si Movistar empieza a distribuir cables por las fincas de los agricultores, es normal que se carguen alguno cuando trabajan con los tractores de gran tamaño. "Vienen, ponen sus instalaciones y se van, sin avisar", explica el consistorio. La sensación en el pueblo es de hartazgo; la dependencia a la red es un fenómeno global.

Imagínese una tarde cualquiera yendo a hacer la compra a su supermercado habitual. Vive en una localidad de 5.000 habitantes, al norte de la Comunidad de Madrid, y no lleva dinero en efectivo. Llena el carro de alimentos y cuando llega a la caja, le es imposible pagar. No funciona el datáfono porque no hay internet. Tampoco puede sacar del cajero porque, sin red, no está habilitado. Le toca devolver toda la compra en sus lineales correspondientes y probar suerte otro día, cuando vuelva la conexión. Esta es la historia de María del Mar, de 57 años, vecina de Torrelaguna desde hace más de tres décadas. Y de todos los residentes del municipio que no pueden hacer vida normal cuando la red desaparece durante horas. “Es tercermundista”, explica a este diario. Un viaje de vuelta a lo analógico en un mundo que ya no se sustenta sin la red.

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