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La ANC retoma el 'independentismo mágico' y descoloca a los partidos soberanistas
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Reflexión después de la Diada

La ANC retoma el 'independentismo mágico' y descoloca a los partidos soberanistas

La propuesta de Dolors Feliu de un referéndum en 2023 es improvisada y no figura en la hoja de ruta que la Asamblea aprobó en primavera. La entidad quiere volver a situarse como la organización de referencia para el secesionismo

Foto:  Manifestación de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) con motivo de la Diada del 11 de septiembre, este domingo en Barcelona. (EFE/Marta Pérez)
Manifestación de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) con motivo de la Diada del 11 de septiembre, este domingo en Barcelona. (EFE/Marta Pérez)

"Cataluña es un país imparable. Volvimos a las calles e hicimos historia. Somos la fuerza que todo lo mueve". La Asamblea Nacional Catalana (ANC) envió este mensaje a sus activistas el pasado jueves 15 de septiembre. El texto refleja la euforia que reina en la entidad con más carisma del espectro independentista. La reflexión se producía tres días después de la Diada. Para entonces, la presidenta de la organización, Dolors Feliu, ya se había reunido con el vicepresidente catalán, Jordi Puigneró, y con el propio ‘president’, Pere Aragonès. Ese mismo día, se veía con la cúpula de JxCAT, con Laura Borràs, Jordi Turull y Albert Batet a la cabeza, a la espera de poder reunirse en un breve plazo con ERC y la CUP. La maniobra dejó descolocadas al resto de actores soberanistas.

Foto: Aragonès, con los líderes ANC, Òmnium y AMI. (EFE)

¿A qué se debe este inusual dinamismo en el mundo independentista? Además de la cercanía del 1 de octubre, aniversario del referéndum ilegal, hay otro motivo de fondo: la intención de la ANC de posicionarse de nuevo como la organización independentista de referencia, la que domina las calles y fuerza las movilizaciones. Los primeros movimientos tras la Diada son la primera muesca en la culata de Feliu, que tomó el relevo de Elisenda Paluzie hace apenas cuatro meses.

Su propuesta es muy simple: mantener tensionado al activismo independentista significa darle esperanzas de que algo grandioso puede pasar. Y ese algo grandioso pasa por una declaración de independencia en el segundo semestre del año 2023, aprovechando que España presidirá el Consejo de la Unión Europea “y la gran visibilidad y presencia internacional que ello comporta y que dificulta la represión y la vulneración de los derechos fundamentales”.

Foto: Santi Vila, en la entrevista para El Confidencial. (Javier Luengo)
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En los sectores moderados, la propuesta de la ANC suena a ciencia ficción. Hay cosas que no pueden ser, y no porque sean imposibles, sino porque son irrealizables en una sociedad democrática. “Feliu ha enfocado mal su estrategia apostando todo a una carta. Hace tiempo que llegamos a la conclusión, y así se consensuó por todas las fuerzas, que no se pueden poner más plazos en el proceso de autodeterminación”, viene a decir un dirigente independentista moderado.

No está en su hoja de ruta

Hay un detalle importante. La ANC acaba de proponer a los partidos soberanistas y al Gobierno catalán la proclamación de la independencia en 2023, pero esa acción no figura en su hoja de ruta, aprobada esta primavera. Ello, a ojos de sus rivales, evidencia que es una propuesta improvisada, enfocada a llamar la atención o a extender una cortina de humo para marcar perfil y diferenciarse del resto de agentes independentistas.

placeholder Asistentes a la Diada reclaman al Govern una declaración unilateral de independencia. (EFE/Quique García)
Asistentes a la Diada reclaman al Govern una declaración unilateral de independencia. (EFE/Quique García)

No hay duda, en el mundo soberanista, de que el ofrecimiento de Feliu se enmarca en la nueva estrategia de la Asamblea, que tiene dos ejes básicos: marcar perfil y tener autoridad moral y política para manejar el nuevo ‘procés’. Otra cosa es que los partidos políticos se lo permitan. “Si se presenta a unas elecciones con una marca cívica, como amenaza, lo más probable es que se estrelle y no saque representación. O que ocurra lo que ocurrió en las últimas municipales: que impida a los partidos que ya juegan sacar mayor representación y ser una alternativa de gobierno. En las municipales de 2019, la presentación de su lista provocó que otros partidos quedasen fuera de los consistorios, como le ocurrió a la CUP en Barcelona, o que ERC perdiese unos votos fundamentales para no tener la alcaldía de la misma Barcelona”, razonaba hace pocos días un dirigente soberanista. Las cuentas que hacen desde algunos sectores de la ANC son que, en alianza con el núcleo duro de JxCAT que encabeza Laura Borràs, podrían obtener entre 15 y 20 diputados y, a partir de ahí, escalar posiciones y adueñarse del espacio político que antes tenía CiU.

Foto: Anc plantea al govern declarar la independencia el segundo semestre de 2023

Pero, de momento, la entidad cívica quiere ser la única voz autorizada y está dispuesta a dejar el camino sembrado de cadáveres. Sólo hay que fijarse en un detalle: ANC, Òmnium y AMI se reunieron con el vicepresidente, Jordi Puigneró, justo antes que con el ‘president’, Pere Aragonès. Eso es un error de cálculo garrafal. “Deberían haber acoplado su agenda a la reunión con el ‘president’ y luego seguir con quien quisiesen, aunque fuese por respeto institucional. Pero lo hicieron al revés. Ellos sabrán”. Fue, sin embargo, una respuesta muy visual a la decisión del líder de ERC de ‘descolgarse’ de la manifestación de la ANC. Porque el hecho de que la cúpula de Esquerra decidiese asistir a los actos organizados por Òmnium el 11 de septiembre y no acudiese a la manifestación para evitar ser abucheada es otra de las espinas clavadas en el corazón del radicalismo catalanista. Es una evidencia de que hay cisma en el independentismo.

Un ambiente envenenado

Desde los partidos parlamentarios, se acusa a la ANC de “envenenar el ambiente” con sus proclamas extremistas y de que con su actitud “deja en manos del unionismo las instituciones catalanas”, como dicen algunos mensajes intercambiados en foros secesionistas. Pero no solo incomoda a los partidos. Desde el Consell per la República, el órgano áulico que preside Carles Puigdemont, se mira con recelo el papel que se quiere arrogar la ANC. Ambas entidades pugnan por dominar el relato internacional y han movilizado a sus delegaciones exteriores en una carrera por copar el protagonismo político internacional del independentismo catalán. Desde el Consell, además, se ha filtrado la amarga queja de que Aragonès recibió sólo a ANC, Òmnium y la AMI, aunque esta iniciativa tiene un porqué: son las entidades que organizaron la Diada. Para los ultras catalanistas, sin embargo, ésa no es excusa, sino un argumento más para llenar el cesto de agravios de los sectores extremistas contra el independentismo moderado democrático que representa ERC.

Foto: JxCAT se reúne con la ANC para abordar la situación política. (EFE/Alejandro García)

En esta batalla sin cuartel, el exdiputado de ERC Joan Puig, una pieza clave en el ‘procés’, ha optado por una de las partes en litigio. “Todos criticando a la Asamblea y resulta que ha hecho posible que, como mínimo, se hablen los dos principales partidos del independentismo”, decía a las pocas horas de la reunión que mantuvieron las delegaciones de ERC y de JxCat encabezadas, respectivamente, por Pere Aragonès y Laura Borràs.

Puig apoya sin remilgos a la ANC, pese a las diferencias estratégicas con Esquerra. “Una de las grandes diferencias entre la ANC y Òmnium Cultural es que la primera es muy participativa y la segunda un verdadero búnker de la aristocracia independentista. Un socio de la primera puede hacer aportaciones, el de la segunda, no”. Es poner palos en las ruedas a los suyos, pero Puig siempre se ha caracterizado por ir por libre y, en los últimos años, de escorarse más hacia el lado de JxCat, con críticas a la dirección de ERC.

Foto: Gabriel Rufián, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Kiko Huesca)

La actitud de Puig coincide con la de algunos sectores de JxCAT, que celebran, como decía el empresario Ramir de Porrata (uno de los ‘gurús’ económicos de la posconvergència), que la ANC ha conseguido “que se vuelva a hablar de la independencia, que los políticos independentistas se reúnan y hablen sobre cómo avanzar hacia la independencia y que el Govern reciba a la ANC y escuche una propuesta”. En el mundo soberanista, pues, se ha instalado de nuevo el relato del 'independentismo mágico', el de las propuestas maximalistas. Nada nuevo bajo el sol: ya ocurrió en la pasada década. La historia se repite.

"Cataluña es un país imparable. Volvimos a las calles e hicimos historia. Somos la fuerza que todo lo mueve". La Asamblea Nacional Catalana (ANC) envió este mensaje a sus activistas el pasado jueves 15 de septiembre. El texto refleja la euforia que reina en la entidad con más carisma del espectro independentista. La reflexión se producía tres días después de la Diada. Para entonces, la presidenta de la organización, Dolors Feliu, ya se había reunido con el vicepresidente catalán, Jordi Puigneró, y con el propio ‘president’, Pere Aragonès. Ese mismo día, se veía con la cúpula de JxCAT, con Laura Borràs, Jordi Turull y Albert Batet a la cabeza, a la espera de poder reunirse en un breve plazo con ERC y la CUP. La maniobra dejó descolocadas al resto de actores soberanistas.

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