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La Generalitat de Aragonès se desliza hacia el colapso por la crisis en el Parlament
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Asediada por los escándalos

La Generalitat de Aragonès se desliza hacia el colapso por la crisis en el Parlament

A los contactos del entorno de Puigdemont con Rusia y las declaraciones de Rufián se suma, entre otras cuestiones, el juicio contra Laura Borrás por corrupción, que se espera para después de Semana Santa

Foto: Pere Aragonès. (EFE/Thomas Niedermüller)
Pere Aragonès. (EFE/Thomas Niedermüller)
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La Generalitat de Pere Aragonès quería ser distinta, volver al sentido institucional que históricamente había caracterizado al catalanismo. Y demostrarlo con un mandato largo que le permitiese consolidar ante el electorado su figura presidencial. Pero no va a poder ser. La pasada semana se ha dado una concatenación de factores que apuntan al colapso inminente de la legislatura, esa en la que se habían instaurado tres sistemas de seguimiento para que el acuerdo de coalición no acabase como siempre: con una gresca que se arrastra desde el primer Gobierno de JxSí en 2016. La crisis vendrá por diversas razones y cristalizará en la parálisis del Parlament por la apertura de juicio oral en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña a la presidenta de la Cámara, Laura Borràs, después de Semana Santa.

Los hechos son los siguientes. Primero está el apoyo de la CUP a la huelga de profesores, que en este momento supone la primera preocupación de la Generalitat. Segundo, el bloqueo de los anticapitalistas al intento de Borràs de modificar el reglamento del Parlament para no tener que dimitir cuando se le abra juicio. Tercero, el artículo de Carles Puigdemont en 'La Vanguardia' defendiendo al jefe de su oficina, Josep Lluís Alay, que en la práctica quiere decir que está en contra de que dimita o se marche del Ejecutivo. Y cuarto, pero no menos importante, Gabriel Rufián pidiendo disculpas. Estamos hablando del hombre que nunca se corrigió a sí mismo por el tuit de las 155 monedas, prueba del modo en que se ha cerrado en falso la última crisis en el Ejecutivo catalán.

Foto: La presidenta del Parlament, Laura Borràs. (EFE/Quique García)

En una sola semana se han puesto todos los cimientos para el desastre inminente. Cambios en la base de apoyo del Gobierno, la CUP jugando a la contra, un Ejecutivo en el que no se puede mover un alfiler, ni siquiera en el caso de que un alto cargo esté en contacto continuado con espías rusos, y una presidenta del Parlament acusada de trocear contratos públicos a favor de un traficante de drogas. Aragonès, pese a su semblante serio, es el capitán al timón del Titanic.

La huelga de maestros es muy importante. El principal sindicato de profesores es Ustec, que tradicionalmente ha formado parte de las principales bases de ERC. Pero el 'conseller' de Educació, el republicano Josep González Cambray, cometió el error de adelantar una semana las clases sin pactarlo con ellos. Ahora la CUP se ha infiltrado en la Ustec y ha aprovechado el cansancio del mundo de la educación, lastrado por la pandemia y sin haber recibido compensaciones por su esfuerzo. Tras tres días de huelga, la CUP tiene el control de la calle, con manifestaciones masivas. Ha asumido la intermediación con el Ejecutivo, de manera que Cambray está políticamente muerto. La ventaja es que si Alay no sale del Gobierno catalán, él tampoco lo hará.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)

Del Gobierno catalán no puede moverse nadie. Y eso deja al presidente de la Generalitat sin margen para manejar las crisis. Si Boris Johnson ha sobrevivido a sus fiestas en Downing Street es porque ha podido hacer cambios. Pero no es la situación de Aragonès. El presidente catalán no puede tocar nada, ya que se juega la estabilidad de toda la coalición, ya de por sí inestable. Está claro que no comparten nada, tampoco los planes de Puigdemont de que el Consell per la República coordine la política exterior de la Generalitat, una pretensión que el Govern ni asume ni comparte, y menos después de los aventurerismos de Alay. La Generalitat avala la posición de Rufián, pero no cesará al jefe de la oficina de Puigdemont a pesar de su evidente deslealtad y de que en términos de alto cargo es un personaje de tercer nivel.

Borràs, en El Álamo

Pero con este principio de la foto fija imperando en el Palau, fuentes parlamentarias apuntan a que Laura Borràs lo exportará a sus problemas legales. Si nadie se mueve de la Generalitat, tampoco del Parlament. Al fin y al cabo, Borràs es la segunda autoridad de Cataluña. Y ya está trabajando en dos líneas de defensa: una legal y otra institucional.

La institucional es que la comisión del Estatuto del Diputado, en manos de su amigo Jaume Alonso-Cuevillas, redacte un dictamen que mantenga que no se le puede aplicar el artículo 25.4 porque la causa contra ella tiene motivaciones "políticas" y no judiciales. Por tanto, buscar una 'excepción Borràs', que luego deberían avalar la Mesa, primero, y el pleno, después. Es de difícil encaje legal y sobre todo político, con una ERC que no quiere correr riesgos y una CUP resentida por el caso Juvillà.

La previsión de que Laura Borràs se atrinchere en el Parlament apunta a lo peor

La vía jurídica sería otro dictamen, también de la comisión del Estatuto del Diputado, defendiendo que a Borràs no se le puede aplicar el mencionado artículo del reglamento por las dudas jurídicas que pesan sobre este punto por un defecto de forma y que están recogidas en dos informes de los letrados de la Cámara catalana; uno de 2018 y otro de 2021. Pero de nuevo llevarán al bloqueo del Parlament, porque ni la Mesa ni el pleno la respaldarán. Borràs no querrá dimitir, y el ejemplo de su mentor, Quim Torra, desafiando al TSJC con un plante es otro augurio en el mismo sentido. Torra y Borràs tienen el mismo abogado, el omnipresente Gonzalo Boye.

Mensaje desde Waterloo

Y con el Parlament bloqueado, Aragonès no podrá legislar. El 'president' quería una legislatura larga, pero a lo mejor no tiene más remedio que adelantar elecciones para evitar coincidir con las andaluzas. La situación es tan grave, que los planes de JxCAT de llegar a las municipales con 200 cargos cobrando de la Generalitat peligran. Y el nuevo director de 'ElPunt-Avui', Joan Vall Clara, se ha estrenado con un artículo en el que le pide a Borràs que dimita por el bien de Cataluña, titulado “Déjalo ya, Laura”.

Ya lo ha demostrado manteniendo una secretaria general del Parlament que no quiere ni su partido. Además, hay cuentas pendientes con Puigdemont, que primero la relegó en la lista de JxCAT y luego la aparcó en la presidencia del Parlament. Ella y su grupo de fieles en el grupo parlamentario —Aurora Madaula, Alonso-Cuevillas, Francesc Dalmases— pueden ser suficientes para ejercer como minoría de bloqueo y que la legislatura colapse.

La Generalitat de Pere Aragonès quería ser distinta, volver al sentido institucional que históricamente había caracterizado al catalanismo. Y demostrarlo con un mandato largo que le permitiese consolidar ante el electorado su figura presidencial. Pero no va a poder ser. La pasada semana se ha dado una concatenación de factores que apuntan al colapso inminente de la legislatura, esa en la que se habían instaurado tres sistemas de seguimiento para que el acuerdo de coalición no acabase como siempre: con una gresca que se arrastra desde el primer Gobierno de JxSí en 2016. La crisis vendrá por diversas razones y cristalizará en la parálisis del Parlament por la apertura de juicio oral en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña a la presidenta de la Cámara, Laura Borràs, después de Semana Santa.

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