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20 años de la captura de Tony King: "No había nada que celebrar. Dos niñas habían muerto"
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CRÓNICA NEGRA

20 años de la captura de Tony King: "No había nada que celebrar. Dos niñas habían muerto"

El comisario principal Florentino Villabona estaba al frente por aquel entonces de la Comisaría Provincial de Málaga y, por primera vez, habla sobre cómo vivieron la caída del asesino en serie contemporáneo más mediático

Foto: El británico Tony Alexander King, a su llegada al Palacio de Justicia de Málaga en 2006. (EFE/M. G.)
El británico Tony Alexander King, a su llegada al Palacio de Justicia de Málaga en 2006. (EFE/M. G.)

El rostro de Florentino Villabona está unido a algunos de los casos más importantes de la crónica negra de España. Icónica es su instantánea con la pequeña Melodi Nakachian minutos después de ser liberada de un secuestro que conmocionó al país. Como las imágenes posteriores a la detención de dos menores por el crimen en Algeciras del niño de 10 años José Luis Moreno. O la resolución en Melilla del brutal asesinato de un matrimonio hebreo, cuya mujer estaba a punto de dar a luz, que supuso una catarsis. Pero pocas investigaciones marcan tanto como la captura del más mediático asesino en serie contemporáneo. Tony Alexander King, antes Tony Bromwich, El estrangulador de Holloway. Un depredador sexual que durante cuatro años hizo de la Costa del Sol su coto de caza. La persona que segó la vida de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes. Ese camarero guiri, divorciado y padre de una niña, con una pulsión criminal irrefrenable que explotaba con extrema violencia. El comisario que coordinó su caída habla por primera vez sobre cómo fueron unos días frenéticos que desembocaron en ese 18 de septiembre de 2003.

Han pasado 20 años, y en la memoria del veterano policía, ya jubilado, se aferran los sentimientos y sensaciones frente a las fechas, lugares u otros datos. Recuerda los "miles y miles" de gestiones que realizaron y esa emoción reprimida cuando escuchaba el relato que convirtió a Tony King en el sospechoso principal de las muertes de Sonia y Rocío. La misma alegría que contuvieron los investigadores del Grupo de Homicidios cuando el británico entraba esposado en los calabozos. "No había nada que celebrar nada. Dos niñas estaban muertas".

Foto: Investigadores señalan a Tony King como el único asesino de Rocío

Pero regresemos a donde todo comenzó sin que los protagonistas de esta historia lo supieran. A "un mes y medio antes" del testimonio clave. A una habitación del Hospital Regional de Málaga —antes llamado Carlos Haya—. En ella, malherida, una joven víctima de una agresión sexual. Con el rostro hinchado por los golpes, apunta Villabona, que no olvida la imagen de la madre de la chica sentada junto a ella.

El comisario principal, que durante un año fue director adjunto operativo (DAO) de la Policía Nacional, cuenta que en aquellas fechas "habíamos recibido varias denuncias en Torremolinos y Benalmádena, y creo que también en Fuengirola, que relataban ataques a mujeres muy violentos". Casos que no trascendieron públicamente y que se producían en un contexto policial marcado por las desapariciones de Rocío Wanninkhof, en La Cala de Mijas; María Teresa Fernández, en Motril, y Sonia Carabantes, en Coín. Tres chicas con un perfil similar y cuyo paradero se pierde en el marco de una feria.

La mayoría de los compañeros del Grupo de Homicidios tenía el pálpito de que podía estar implicado en alguno de los hechos

Esas violaciones "nos pusieron en alerta" y, "en los briefings y reuniones que se mantenían en las comisarías y brigadas de Málaga se trasladó que estuviesen atentos a este tema", ya que sopesaban la posibilidad de que pudiese haber alguna conexión con los casos que tenían sobrecogidos al país.

"Hicimos miles y miles de gestiones", cuenta Florentino, que detalla que se investigó a "feriantes, agresores sexuales, personas con tendencias necrófilas…". Pero estas líneas de trabajo se fueron cerrando conforme se comprobaban y las pesquisas parecieron entrar en una fase latente. Hasta que una llamada lo cambió todo.

La corazonada de una buena pista

Quien estaba al otro lado del teléfono era Manuel Pineda, "un compañero de la comisaría de Fuengirola". Explicaba que había contactado con ellos una mujer que "quería contarnos algo sobre su exmarido". "Me desplazo con Manolo para hablar con ella y durante la entrevista nos traslada sus sospechas de que pudiese estar implicado en la desaparición de Sonia". Una hipótesis que sustenta en que después de desaparecer la joven, cuando acudió a visitar a la hija que ambos tenían en común —falleció años después—, observó que "en el dorso de la mano tenía una herida bastante grande, y otra en una rodilla", que pudo detectar porque era verano y llevaba pantalón corto. Cecilia Pantoja, como se llamaba la testigo, aportó que su expareja vivía en Alhaurín el Grande, cerca de Coín, y ofreció un dato aún más inquietante. Relató que la noche que mataron a Rocío, llegó a casa nervioso. Había reventado el coche e hizo "lo que no había hecho en su vida, lavar la ropa toda la noche".

placeholder Rocío Wanninkhof, primera víctima mortal de King.
Rocío Wanninkhof, primera víctima mortal de King.

"En el momento que escuchaba a Cecilia, tuve la corazonada de que estábamos ante una buena pista", señala el mando policial, que reconoce que, "con la información que había en ese momento, no teníamos la certeza plena de que ese hombre fuese un asesino en serie, pero la mayoría de los compañeros del Grupo de Homicidios tenía el pálpito de que podía estar implicado en alguno de los hechos denunciados". Y estaban en lo cierto.

"Como estábamos investigando el caso de Motril [esta desaparición se produjo en demarcación de la Policía Nacional], así como las diferentes agresiones sexuales, nos pusimos a comprobar la veracidad de la información". Los investigadores partían de un nombre: Tony Alexander King. "Hablé personalmente con John, el enlace de la policía británica en la Costa del Sol, y le solicité información sobre el sospechoso". Al cabo de "un par de días" ofrecería datos inquietantes que reforzaron la creencia generalizada de que ese residente que trabajaba en un pub frecuentado por extranjeros, que vivía en la casa de un colegio y tenía una relación con una chica de Alhaurín el Grande, era un ser peligroso.

Foto: El jurado declara culpable a Tony King del asesinato de Rocío Wanninkhof

Tony Alexander King, en realidad, era Tony Bromwich. Más conocido como El estrangulador de Holloway. Un barrio del norte de Londres donde perpetró al menos cinco agresiones sexuales con un modus operandi muy definido. Se aproximaba por la espalda a sus víctimas y las estrangulaba con un cable o sus brazos hasta que perdían la consciencia. Después, abusaba de ellas.

King tenía 18 años cuando fue capturado. Era 1985 y un año después fue condenado a 10 de prisión, aunque en 1991 recuperó la libertad. Regresó a la cárcel tras cometer un robo a mano armada y en 1996 se asentó en la provincia malagueña con su nueva identidad. Las autoridades británicas lo definieron como "un peligro potencial para las mujeres".

El comisario desmiente que el ADN de Tony King se obtuviese de uno de sus calzoncillos

Los agentes, desde el mismo momento en que conocieron este historial, se centraron en seguir sus pasos. "Estuvo vigilado permanentemente. Imagina que hubiese huido de Málaga al sospechar algo; o aún peor, que hubiese atacado otra vez", afirma Florentino Villabona, que recuerda que ya había sido encontrado el cuerpo sin vida de Sonia Carabantes y que en sus uñas se hallaron restos biológicos de su posible atacante, de los que la Guardia Civil extrajo un perfil de ADN que compartió con el resto de cuerpos de seguridad.

La tarea de los agentes era lograr una muestra indubitada del sospechoso que poder cotejar para saber si estaban ante el asesino de la joven de Coín. Y así se hizo. En su momento, se especuló con que se obtuvo de unos calzoncillos de King, pero el comisario principal desmonta esta teoría. "Esa prenda interior se les entregó a los guardias civiles durante el registro que se hizo en la casa una vez detenido y al que fueron invitados", por lo que en ese instante ya existía una prueba científica que vinculaba al sospechoso con los crímenes de Sonia y Rocío.

placeholder Limpiadores de sangre que se hallaron en el coche de Tony Alexander King. (EC)
Limpiadores de sangre que se hallaron en el coche de Tony Alexander King. (EC)

El coordinador de la investigación relata que fue el entonces jefe superior de Andalucía Oriental, Víctor Olmo, el que "me llamó por teléfono y me dijo que era positivo". El análisis genético se hizo contra reloj. "No pasaron más de cinco días" desde que se tomó y envió la muestra de Tony Alexander King hasta que hubo confirmación.

Se vivieron momentos de "expectación", pero también de "mucha responsabilidad", porque "teníamos a un auténtico depredador deambulando por la Costa del Sol que ya arrastraba un largo historial en su país de origen". "Dos días después de saber la coincidencia de ADN, procedimos a su detención".

"Fue muy educado"

La mañana de ese 18 de septiembre de 2003, los agentes del Grupo de Homicidios, como en días anteriores, esperaban en las cercanías del colegio Emilia Olivares del municipio alhaurino. Cuando vieron salir al sospechoso de la antigua casa del conserje en la que vivía con su pareja y los hijos de esta, se activó el dispositivo que habían planificado. Esperaron que King se aproximara a su coche, un turismo de la marca Mazda con matrícula británica, para abalanzarse sobre él. "No se le dio ninguna posibilidad a que se revolviese", aclara el comisario, que apunta que gracias a las vigilancias que realizaron en los días anteriores "teníamos un gran conocimiento de su vida".

Foto: Dolores Vázquez, en una imagen del documental.

El detenido fue trasladado a la Comisaría Provincial, donde se le leyeron sus derechos, antes de ser llevado de nuevo a Alhaurín el Grande para que estuviese presente en el registro de su casa. Villabona recuerda que "estuve hablando con él y estaba bastante, bastante tranquilo". "Fue siempre muy educado, dirigiéndose a todos nosotros con un perfecto español y un 'por favor' siempre por delante", nada que ver con la violencia y saña que descargaba sobre sus víctimas.

"Declaró perfectamente el asesinato de Sonia, pero no le insistimos mucho por el caso de Rocío porque ya teníamos el perfil genético que lo situaba en la escena de la desaparición", y que se extrajo de una colilla de Royal Crown recogida por los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil.

Se comportó con total normalidad, tanto en el momento de la declaración como durante su estancia en la celda. "Hay delincuentes muy, muy agresivos que en los calabozos se muestran con mucha corrección hacia los agentes", sabe por su experiencia el mando policial, que rememora que el arrestado solía pedir "café o una botella de agua".

No hubo nada más que felicidad personal y profesional. “Solo nos quedó la satisfacción de retirar de la sociedad a un asesino”

La confesión obtenida por los responsables del caso fue reafirmada por el trabajo de lo expertos de la Policía Científica, que se centraron en el estudio del coche de Tony King desde el mismo momento en que hicieron un angustioso hallazgo en el maletero. "Al abrirlo, descubrimos dos botes pulverizadores para disolver manchas de sangre", lo que "decía mucho de lo que nos íbamos a encontrar". "Cuando levantamos los asientos traseros, y tras dejar actuar el luminol, vemos que hay muchísima sangre introducida a través de la tapicería". Restos que "habían tratado de limpiar", explica el comisario, que remarca que "las alfombrillas de los asientos traseros y del copiloto no estaban".

Villabona tiene la creencia de que la mañana en que fue detenido, el asesino en serie "iba a lavar de nuevo su coche". "De nuevo", porque después constataron que lo había limpiado en numerosas ocasiones. Supuestamente, con la intención de tratar de eliminar, sin conseguirlo, la sangre de Sonia.

placeholder Florentino Villabona, durante su nombramiento como DAO. (EFE)
Florentino Villabona, durante su nombramiento como DAO. (EFE)

Los agentes, que también demostraron la coincidencia entre un trozo de tulipa hallado en el lugar en el que se encontró el cadáver de la joven coineña y la rotura que presentaba uno de los juegos de luces del turismo, sabían que habían atrapado al criminal más buscado del país. Al entonces presunto asesino de Rocío y Sonia, y supuesto autor de una cadena de agresiones sexuales.

Pero no hubo nada más que felicidad personal y profesional. "No celebramos nada, porque no había nada que celebrar". "Habían muerto dos personas, dos niñas", remarca el comisario, quien añade que "solo nos quedó la satisfacción de retirar de la sociedad a un asesino".

Filtraciones y juicios paralelos

La investigación de todo este caso transitó durante un momento en que los sucesos eran un reclamo para la audiencia en las televisiones de todo el país. Mijas se convirtió durante meses en plató de directos en que se detallaba y analizaba cualquier dato. Un plató que después se trasladó a Coín. Y que antes saltó por los aires con la detención de Dolores Vázquez como presunta asesina de Rocío Wanninkhof.

Foto: Imagen promocional de 'El caso Wanninkhof-Carabantes'. (Netflix)

Condenada y encarcelada en una sucesión de errores judiciales, Dolores se convirtió en la acusada perfecta: rostro adusto, lesbiana y un supuesto móvil pasional. La madrastra a la que se enfrentaba una Rocío que supuestamente se negaba a que tuviera una relación con su madre. Alguien que merecía ser destruida y entregada al sacrificio.

La periodista Rosa Belmonte, en un artículo para ABC en el que profundizaba en la presencia de los sucesos en el medio televisivo, tiene claro que el caso Wanninkhof ha sido "el peor", porque la condena a Vázquez se sustentó, en principio, en el juicio paralelo de los medios. Ratifican esta sentencia diversos trabajos académicos en los que se analiza la influencia de la prensa en los procesos judiciales.

placeholder Coche de Tony Alexander King en el que se hallaron numerosos restos biológicos de Sonia Carabantes. (EC)
Coche de Tony Alexander King en el que se hallaron numerosos restos biológicos de Sonia Carabantes. (EC)

La tesis doctoral realizada por Guillermo Villalobos, por ejemplo, aborda la presunción de inocencia y los roles periodísticos profesionales a través de las figuras de Dolores Vázquez, Juan Enciso y Diego Pastrana. En ella, el autor señala que "el material visual adquiere un importante peso en el tratamiento informativo de las detenciones, especialmente cuando el sujeto es expuesto a la opinión pública, sobrexplotando el paseíllo o recreándolo". A esto "se suman imágenes que buscan crear un contexto tergiversado, generando en los supuestos descritos un grave perjuicio sobre el derecho fundamental a la presunción de inocencia".

Uno de los estudios académicos del caso: “Todo el mundo tenía una opinión y, desgraciadamente, la mayoría se inclinaba hacia su culpabilidad”

"Dolores ya estaba condenada aun sin pasar por un jurado popular", señala Raquel Ojeda en su investigación Análisis crítico del tribunal del jurado. Especial referencia al llamado caso Wanninkhof, en que hace hincapié en las dificultades para encontrar a personas no contaminadas en casos con tanta repercusión mediática. "Todo el mundo tenía una opinión y, desgraciadamente, la mayoría se inclinaba hacia su culpabilidad", afirma.

La propia víctima, en la primera sesión de trabajo del Observatorio de la Presunción de Inocencia y los Juicios Paralelos, que se celebró a mediados de abril de 2013, contó que "la presión mediática, judicial y social alcanzó tal magnitud que llegué a cuestionarme mi propia inocencia". Su abogado, Pedro Apalategui, resaltó en el mismo encuentro que "fue muy significativo que cuando la Guardia Civil fue a detener a Dolores, los medios ya estuvieran en su casa". No solo eso. Antes del arresto, se publicaron fotos de la entonces sospechosa haciendo la compra en un supermercado.

Florentino Villabona, preguntado por si en algún momento tuvo miedo de que se produjese una filtración que pusiese en riesgo la captura de King, responde que "tenía plena confianza en todas las personas que estaban al frente de este caso" y "sabía que nunca se iba a producir una fuga de información".

placeholder Dolores Vázquez.
Dolores Vázquez.

Y así sucedió. La detención trascendió una vez el sospechoso estaba bajo custodia policial y nada se supo durante la fase previa, en la que los agentes fueron haciendo gestiones y recopilando pruebas que desembocarían en una sucesión de condenas.

Demarcaciones y competencias

Este trabajo silencioso, realizado en un segundo plano, alejado del marcaje de los medios, no estaba exento de la tensión que generaba un caso de tal magnitud. "No recuerdo presiones, más allá de las que nos autoimponíamos para que todo saliera bien", afirma el comisario, que tiene claro que, "si se reciben, no se pueden trasladar a tus subordinados".

La investigación sobre Tony Alexander King también planteaba un dilema de competencias entre cuerpos. La Guardia Civil estaba al frente de los casos de Rocío y Sonia, por eso, cuando se produjo la detención del británico, hubo quien reprochó cierta deslealtad por parte de la Policía Nacional. Hasta se deslizó que era la manera de vengarse por la desarticulación del comando Madrid de ETA por parte del Instituto Armado.

Foto: Dolores Vázquez en el documental. (HBO Max)

Villabona defiende con rotundidad la legitimidad de la participación de sus agentes. En primer lugar, porque "había un asesino suelto, y cualquier miembro de las fuerzas de seguridad debía implicarse en su detención". Y en segundo lugar, porque "estaba abierto el caso de la desaparición en Motril de María Teresa Fernández, que se produjo en nuestra demarcación" y cuyas características eran muy parecidas a los de las jóvenes asesinadas en la provincia de Málaga.

El mando policial lamenta que se "tergiversaran" las cosas y que se quisiese enfangar con cuestiones de competencias un éxito de todos los cuerpos policiales que, en mayor o menor medida, participaron en la resolución del caso.

“La mejor medalla fue la satisfacción de quitar a un asesino de en medio”, señala el comisario principal

El comisario, así como los agentes del Grupo de Homicidios y de la Policía Científica, recibió muchas llamadas de felicitación esos días. Enhorabuenas que Florentino aún lanza para destacar "el excelente trabajo, dedicación y profesionalidad de todos los compañeros que participaron en esta investigación".

No sabe decir si les concedieron alguna condecoración. "Por aquel entonces, no se estilaban tanto", señala, antes de sentenciar: "La mejor medalla fue la satisfacción de quitar a un asesino de en medio. Porque si no lo hubiésemos arrestado, creo que hubiese vuelto a matar".

El rostro de Florentino Villabona está unido a algunos de los casos más importantes de la crónica negra de España. Icónica es su instantánea con la pequeña Melodi Nakachian minutos después de ser liberada de un secuestro que conmocionó al país. Como las imágenes posteriores a la detención de dos menores por el crimen en Algeciras del niño de 10 años José Luis Moreno. O la resolución en Melilla del brutal asesinato de un matrimonio hebreo, cuya mujer estaba a punto de dar a luz, que supuso una catarsis. Pero pocas investigaciones marcan tanto como la captura del más mediático asesino en serie contemporáneo. Tony Alexander King, antes Tony Bromwich, El estrangulador de Holloway. Un depredador sexual que durante cuatro años hizo de la Costa del Sol su coto de caza. La persona que segó la vida de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes. Ese camarero guiri, divorciado y padre de una niña, con una pulsión criminal irrefrenable que explotaba con extrema violencia. El comisario que coordinó su caída habla por primera vez sobre cómo fueron unos días frenéticos que desembocaron en ese 18 de septiembre de 2003.

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