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Ni girasol, ni arroz y con el olivar en peligro: los agricultores andaluces se preparan para lo peor
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Moreno reúne al comité de sequía

Ni girasol, ni arroz y con el olivar en peligro: los agricultores andaluces se preparan para lo peor

Las organizaciones agrarias reclaman la creación de balsas para contar con más agua en el año con menos recursos en décadas. Un estudio de la Universidad Loyola cifra la caída del PIB en el 7%

Foto: Una plantación de girasol en la localidad sevillana de Gerena. (EFE/Fermín Cabanillas)
Una plantación de girasol en la localidad sevillana de Gerena. (EFE/Fermín Cabanillas)

Con el agua que hay ahora mismo en los pantanos de la cuenca del Guadalquivir no se puede sembrar arroz en las marismas que quedaron inmortalizadas en La Isla Mínima, la película de Alberto Rodríguez. No hay suficiente para mantener este cultivo o, al menos, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) no garantiza que pueda haberlo, salvo que la situación meteorológica cambie y llueva en mayo todo lo que no ha llovido en febrero, marzo y abril. El arroz sirve como ejemplo icónico, pero la sequía que azota España, con Andalucía como epicentro, ha puesto en riesgo el cultivo de los cereales de secano, del girasol y amenaza con una segunda campaña desastrosa para el olivar.

El recorte del desembalse para la campaña de regadío, que se ha adelantado ya para intentar salvar algunos cultivos, es del 38%. Hay 385 hectómetros cúbicos para 345.000 hectáreas de cultivo. El año pasado, que ya fue rácano en agua, eran 600. Hay que tener en cuenta que Andalucía va a encarar el verano con solo 2.000 de los 8.000 hectómetros que pueden recoger los embalses de la cuenca del Guadalquivir, un 25%. Las cuencas más pequeñas, que dependen de la Administración autonómica, están mejor, pero no mucho. La del Guadalete-Barbate está al 28%, las mediterráneas están al 37% y solo la del Tinto-Odiel-Piedras presenta un buen estado, con el 69%.

Foto: El embalse de Sierra Boyera, en Córdoba, uno de los que nutren a la cuenca del Guadalquivir. (EFE / Salas)

El caso del arroz es paradigmático, sobre todo si se tiene en cuenta que casi el 40% del que se produce en España se siembra en los márgenes del Bajo Guadalquivir. “El girasol que ya está sembrado se va a ir”, avanzan desde Asaja Andalucía. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) cifra en 50.000 las hectáreas de esta oleaginosa, por lo que el aumento de producción que se derivó de la guerra de Ucrania ha quedado desactivado. “Muchos agricultores han decidido directamente no sembrar para no arriesgarse no solo a no tener beneficios, sino a sufrir importantes pérdidas”, admite Diego Bellido, de COAG a EFE.

La preocupación se extiende también a los cereales de secano y a los leñosos, los hortícolas y tubérculos, la remolacha y los cultivos forrajeros, según desgranan en esta entidad. Los leñosos son los árboles como los cítricos, los almendros o el olivar, para los que la CHG ha aprobado un desembalse extraordinario de 8 hectómetros cúbicos para mantener la “supervivencia” de las plantaciones. Entre esos árboles se encuentran los olivos, que este año también tendrán menos agua (400 metros cúbicos por hectárea) por el recorte aprobado en la Comisión de Desembalse de la CHG, que ha liberado la menor cantidad de agua para el Guadalquivir desde 1995.

Solo si llueve en mayo, algo poco habitual en Andalucía, podría abrirse la puerta a la plantación de arroz en el Bajo Guadalquivir

Esta situación es “mala”, sin paliativos, ha defendido Joaquín Páez, presidente del organismo que controla la cuenca que supone casi dos tercios del territorio andaluz y que depende del Ministerio de Transición Ecológica. Por eso, COAG ha reclamado a Junta y Gobierno que pongan dinero para dar “liquidez inmediata a los agricultores y ganaderos que han perdido sus cosechas, que no van a poder sembrar y, por tanto, no van a tener ingresos para sustentar a sus familias ni para hacer frente a las amortizaciones por las inversiones contraídas anteriormente”.

La frase es de Eduardo León, responsable de agua en COAG Andalucía, que insiste en el “gran calado social” que puede tener esta falta de agua por un efecto dominó que puede notarse en las cifras de empleo en las zonas agrarias de la comunidad y, a la postre, en los precios. En la organización ponen el foco en el efecto laboral que provoca que no se siembren cultivos como el citado arroz, o los tomates del Bajo Guadalquivir, variedades que generan gran cantidad de puestos de trabajo directos e indirectos. Además de las ayudas directas, la entidad aboga por la exención de la cuota de autónomos, la creación de nuevas deducciones fiscales o la reducción del IVA en determinados productos.

Foto: El embalse de Aracena, del que se nutre Sevilla y su área metropolitana, en una imagen de marzo. (Cedida)

En esta misma idea ponen el foco en Asaja, que alude a sectores auxiliares, como el de los fitosanitarios, la industria agroalimentaria o los talleres agrícolas. La entidad que dirige Ricardo Serra en Andalucía también mira al sector ganadero, ya que sin agua tampoco habrá pastos, forraje ni pienso para los animales. La Universidad Loyola Andalucía cifró la posible caída del PIB provocada por la sequía en el 7% para Andalucía, el estudio admite que con la puesta en marcha de obras hídricas se puede paliar esta caída de forma parcial.

“El agua que hay es la que hay”, apuntan desde Asaja Andalucía, donde el mensaje es de resignación, a pesar de que admiten que con más capacidad de almacenamiento de agua la situación sería mejor. En esta organización miran al país vecino o a Badajoz, lugares con una pluviometría similar a la que se ha registrado en la cuenca del Guadalquivir, pero que, aseguran, tienen más agua porque hay más embalses. “En Portugal tienen para dos campañas de riego y en Badajoz van a hacer una campaña prácticamente normal”, ilustran desde Asaja, entidad que remitirá al Gobierno andaluz algunas de sus reivindicaciones en el contexto de la reunión del comité de expertos de la sequía de la Junta, que se reúne este martes por segunda vez tras convocarlo de urgencia Juanma Moreno. Una de las propuestas de la asociación pasa por crear más balsas de riego en las explotaciones en lugar de grandes embalses. Esto, explican, permitiría a los agricultores tener el recurso más a mano y eliminar presión sobre el sistema general, además de los beneficios medioambientales que generaría.

Con el agua que hay ahora mismo en los pantanos de la cuenca del Guadalquivir no se puede sembrar arroz en las marismas que quedaron inmortalizadas en La Isla Mínima, la película de Alberto Rodríguez. No hay suficiente para mantener este cultivo o, al menos, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) no garantiza que pueda haberlo, salvo que la situación meteorológica cambie y llueva en mayo todo lo que no ha llovido en febrero, marzo y abril. El arroz sirve como ejemplo icónico, pero la sequía que azota España, con Andalucía como epicentro, ha puesto en riesgo el cultivo de los cereales de secano, del girasol y amenaza con una segunda campaña desastrosa para el olivar.

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