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Por qué España no necesita más residencias aunque cada vez esté más envejecida
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Uno de los países más envejecidos de Europa

Por qué España no necesita más residencias aunque cada vez esté más envejecida

Uno de cada 10 españoles tendrá más de 85 años en 2100, pero no es fácil estimar cuál será la demanda de plazas en residencias en un escenario donde crece la atención domiciliaria

Foto: Una mujer dependiente, junto a su cuidadora, en un parque. (EFE/Luis Tejido)
Una mujer dependiente, junto a su cuidadora, en un parque. (EFE/Luis Tejido)
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En la región griega de Euritania, en la zona central del país, apenas residen 17.000 habitantes y casi uno de cada 10 tiene más de 85 años. Desde 2016, este es el lugar de Europa más envejecido, superando a Zamora, que ostentaba hasta entonces el título y que ahora está en el segundo puesto, según cifras de Eurostat. El tercer puesto es para Ourense, y así, entre las 10 áreas con más población mayor de Europa, aparecen hasta seis provincias españolas, sumándose a las dos ya mencionadas Lugo, León, Soria y Salamanca.

En estas provincias, el principal factor que determina la dinámica demográfica son las migraciones. La falta de oportunidades laborales provoca que la población joven se vaya, reduciendo cada vez más el número de habitantes y elevando el peso de los mayores. Pero los motivos que explican la tendencia global del envejecimiento de la población son otros.

“La población del mundo cambia de estructura estrictamente por lo que está ocurriendo con la dinámica reproductiva: menos hijos que viven más años”, resume Julio Pérez, investigador del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC. “La explicación de lo que ocurre en Zamora no es la misma que la de China”, advierte.

Si quitamos la lupa de las regiones pequeñas, Italia, Grecia, Portugal y España son los países con mayor proporción de personas por encima de 85 años. Y a futuro, las proyecciones perfilan el nuestro como el país de la Unión Europea donde este grupo será más amplio. En 2100, uno de cada 10 habitantes va a tener más de 85 años, una tasa incluso superior a la que hoy en día tiene la provincia de Zamora.

“Las proyecciones son un ejercicio de ficción basado en tendencias muy elementales”, considera Pérez. Para el experto, es muy complicado estimar qué va a pasar con los movimientos migratorios, cada vez más importantes y sujetos a mayor incertidumbre. Aunque, por eso mismo, las estimaciones son más fiables si solo hablamos de la población mayor, ya que en esas edades el efecto de las migraciones es prácticamente nulo. “La gente que emigra es gente joven”, zanja el experto.

Existen además otras medidas, como la tasa de dependencia de la tercera edad, que consiste en calcular cuántas personas hay de 65 años por cada 100 que tienen entre 15 y 64. Esto sirve para medir el peso de los más longevos sobre la población en edad de trabajar. En España, esta ratio es de 30,5 por cada 100, pero si las proyecciones se cumplen, en 2100 podría ser de 64,3. De nuevo, esto convierte a nuestro país en uno de los que más rápido avanzan en envejecimiento de la población.

Si ha llegado hasta aquí con la sensación de que vamos a peor, quizá sea porque las noticias sobre el envejecimiento de la población vienen en muchas ocasiones acompañadas de análisis negativos y, en ocasiones, apocalípticos. El drama de la baja natalidad, la sostenibilidad de las pensiones… ¿son malas noticias?

Un cambio “muy feliz”

“El colapso por culpa de este cambio demográfico se viene prediciendo desde hace más de 100 años. Ya está bien de repetir la misma previsión que siempre falla, es muy cansino”, lamenta Pérez. “No solo no se ha hundido el mundo allí donde hay envejecimiento de la población, sino que ha prosperado enormemente”, añade.

Mayte Sancho, experta en planificación gerontológica, opina en la misma línea: “Que las personas podamos vivir más es una de las conquistas sociales más importantes de este siglo”. “No es discutible. Es un privilegio estar en un país donde se pueden vivir muchos años”, apunta quien, entre otros cargos, ha sido responsable del Observatorio del Envejecimiento y la Dependencia y participó en la elaboración de la ley de dependencia de Zapatero.

Foto: Una familia, en el parque del Retiro. (Europa Press/Eduardo Parra)

Para el demógrafo del CSIC, el envejecimiento de la población tiene unos desencadenantes “bastante convenientes” . “La baja natalidad forma parte de un cambio en la reproducción humana muy feliz”, opina. “Hasta hace unos años, la reproducción se conseguía teniendo muchos hijos porque duraban poco, y ahora no se tienen tantos como antes, pero viven tres veces más”, argumenta. “¿En qué país ha disminuido el ranking de bienestar o de riqueza por culpa del envejecimiento?”, pregunta con ironía.

Pero es un hecho que las sociedades van a tener una proporción mayor de dependencia de la tercera edad. En este contexto, en septiembre del año pasado la Comisión Europea presentó su Estrategia Europea de Cuidados, “para garantizar unos servicios asistenciales de calidad, asequibles y accesibles en toda la Unión Europea, y mejorar la situación tanto de los cuidadores (profesionales o informales) como de los receptores de cuidados”.

¿Faltan residencias?

Para la secretaria general de la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia (Aeste), Josune Méndez, uno de los principales retos del sector es solventar la falta de plazas. “El dato que manejamos es que, para 2030, puede haber una falta de 200.000 plazas de residencias”, asegura. Sin embargo, matiza que el crecimiento del sector debe ser coherente y sostenible. Ese cálculo sale de la estimación de una demanda de la dependencia de la generación del baby boom, que comienza ahora a jubilarse. “Ahora faltan plazas, pero después pueden sobrar si el crecimiento no es razonable”, advierte.

Esto, que puede sonar contradictorio después de conocer las tendencias sobre envejecimiento, cobra sentido cuando se atiende a las cifras de natalidad: cada vez nacen menos personas, por lo que a largo plazo no serán necesarias tantas plazas. “Este crecimiento de la población mayor que viene, que se plantea como una especie de plaga, tiene límite”, ironiza Sancho.

Y a las proyecciones demográficas, hay que sumar otros factores. “La disposición de la gente a ir a una residencia es decreciente”, advierte Pérez. En relación con esto, Sancho remite al último informe de la OCDE sobre salud, publicado hace unas semanas, donde se apunta que en la última década, el número de camas de cuidados de larga duración en hospitales y residencias ha disminuido en la mayor parte de los países, incluido España.

“La tendencia de la mayor parte de los países desarrollados es a descender en número de plazas residenciales y aumentar los servicios domiciliarios, que no solo son la atención en casa, sino la teleasistencia, los centros de día, los asistentes personales…”, cuenta la gerontóloga.

La base de datos de residencias que elabora de forma casi artesanal el CSIC, llamando una por una a cada institución, y en la que ha participado Pérez, cifra en 393.571 el número de plazas en residencias de mayores a cierre de 2022. Según esta recopilación, el 73% es de titularidad privada, siendo este porcentaje más alto en Murcia, donde se alcanza el 80%.

Hacia un modelo de ‘hogar’

Para Sancho, más que hablar de si sobran o faltan plazas, habría que hablar del modelo de cuidados. “Las personas quieren envejecer en su entorno cercano o en su casa. Y en muy último término, fuera del domicilio”. La experta menciona el acuerdo para la atención a la dependencia más reciente, vigente desde julio de 2022, como la referencia normativa que apunta hacia un cambio de modelo de cuidados centrados en la persona y la apuesta por la creación de unidades de convivencia en detrimento de las grandes residencias, entre otros aspectos.

“Abogamos por un nuevo modelo de cuidados”, dice la representante de Aeste, “pero nos cruzamos con la falta de recursos y de profesionales”, añade. Desde esta organización, que representa a varias empresas privadas del sector, lamentan la falta de flexibilidad y de presupuesto para adaptarse a las exigencias de la normativa.

Cuando se habla de un modelo que recuerde más a un hogar, la principal medida es la creación de núcleos de convivencia de un máximo de 15 personas. “La mayoría de las residencias no están adaptadas, e incluso hay algunas de nueva construcción que no cumplen con este modelo. Es bastante increíble”, denuncia Sancho. “Tenemos que intentar que las instituciones sean algo mucho más parecido a los hogares de las personas”, añade.

Para la gerontóloga, no se trata de “tirar” lo que existe, sino de “reformular” los espacios para que sean más habitables o agradables. Desde el sector, insisten en la falta de recursos para acometer estos cambios. Por otra parte, Aeste destaca la escasez de personal como uno de los principales retos del ámbito de los cuidados.

“Lo que está de fondo es la falta de reconocimiento social del sector”, dice Méndez. “Es un sector estratégico y esencial, y hay que darle el sitio que merece para que sea atractivo y los profesionales quieran venir a trabajar”, añade. Para la representante de Aeste, es importante agilizar la homologación de titulaciones, entre otras muchas medidas que se deben tomar con urgencia para abordar la problemática “grave” de la falta de personal.

Un perfil más exigente

Este cambio de modelo es además una demanda de la población mayor, que ya no es como antes. “El perfil de la persona mayor es cada vez más heterogéneo, diverso y exigente, porque ha vivido otras experiencias, tiene más formación, ha viajado, tiene otro tipo de inquietudes…”, señala Méndez.

Pérez advierte del cambio en el nivel de recursos. La actual generación de personas mayores de 65 años ya no es la que figura con los índices más altos de riesgo de pobreza, sino que su patrimonio y poder adquisitivo son mayores: “No tiene nada que ver con los que se jubilaban en los setenta y ochenta, que muchos eran trabajadores del campo que habían tenido que emigrar”.

Foto: Una familia pasea por la Ciudadela de Pamplona. (EFE/Jesús Diges)

“El cambio de perfil es claro y contundente”, resume Sancho, que apunta también al nivel formativo y la capacidad adquisitiva de los mayores. “Son personas que van a exigir más y no se van a conformar con estar en un pasillo con 50 personas o en una habitación de 12 metros compartida con otro”, argumenta la gerontóloga.

Desde Aeste, entienden quese ha pasado de un modelo en el que el objetivo era cubrir necesidades a otro en el que las personas quieren poder elegir y “no vale lo mismo para todos”. “Tenemos el reto de poder responder a estas demandas, y si no nos adaptamos a esto, no lo estaremos haciendo bien”, asegura Méndez.

En la región griega de Euritania, en la zona central del país, apenas residen 17.000 habitantes y casi uno de cada 10 tiene más de 85 años. Desde 2016, este es el lugar de Europa más envejecido, superando a Zamora, que ostentaba hasta entonces el título y que ahora está en el segundo puesto, según cifras de Eurostat. El tercer puesto es para Ourense, y así, entre las 10 áreas con más población mayor de Europa, aparecen hasta seis provincias españolas, sumándose a las dos ya mencionadas Lugo, León, Soria y Salamanca.

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