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¿Vivir peor que tus abuelos?: la brecha entre generaciones avanza desde los 2000
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Desigualdad a niveles de EEUU

¿Vivir peor que tus abuelos?: la brecha entre generaciones avanza desde los 2000

La precariedad laboral crónica y las dificultades al acceder a la vivienda incapacitan a los jóvenes para acumular riqueza y elevan la desigualdad con sus mayores a cotas sin precedentes

Foto: Una familia pasea por la Ciudadela de Pamplona. (EFE/Jesús Diges)
Una familia pasea por la Ciudadela de Pamplona. (EFE/Jesús Diges)
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Encuentra un trabajo, compra una casa, forma una familia. Este clásico itinerario está forjado a fuego en el imaginario de la sociedad y así se ha transmitido durante décadas de generación en generación. Pero lo que hacía la mayoría de los jóvenes en los años ochenta ya no es viable para aquellos que inician ese camino, habitualmente, cuando terminan sus estudios. En cambio, la aspiración de completar ese esquema vital se ha mantenido casi intacta a lo largo del tiempo, por lo que el resultado es, para muchos, la frustración.

Esa brecha de posibilidades entre los jóvenes del presente y los del pasado se ha convertido ahora una desigualdad insalvable de riqueza entre generaciones que se va ensanchando año a año. Si en 1999 los mayores eran cerca de dos veces más ricos que los jóvenes, en 2015 esta distancia se multiplicaba por cinco, según los datos que presentó la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia en el documento España 2050. Aunque esta brecha generacional es normal en las economías avanzadas, ya que las personas acumulan activos con el paso de los años, en España se ha acelerado hasta alcanzar a países muy desiguales, como EEUU. Así lo ha mostrado en sus investigaciones Clara Martínez-Toledano, profesora del Imperial College Business School y coordinadora del área de distribución de riqueza en WID.world, la base de datos abiertos sobre desigualdad más amplia disponible.

Foto: Dólares estadounidenses y euros. (Reuters/Dado Ruvic)

La Encuesta Financiera de las Familias, elaborada por el Banco de España, muestra también esta realidad. Hace 20 años, la diferencia entre la riqueza neta de los menores de 35 y la de los mayores de 75 apenas era de unos 50.000 euros. Ahora, esta distancia se ha ensanchado hasta más de 300.000. Esta variable no mide los ingresos anuales, sino el total del patrimonio acumulado por una persona, a través de sus ahorros, vivienda y otro tipo de activos. La evolución permite ver que la acumulación de riqueza entre los más jóvenes es ahora incluso menor que en 2002, cuando empieza la serie, mientras que los mayores de 75 son los que más incremento de su patrimonio han visto.

Daniel Fuentes, profesor de Economía en la Universidad de Alcalá, califica de "desproporcionado" el nivel de concentración de riqueza en la población de 65 en adelante. Para él, más allá del habitual debate sobre las pensiones o la deuda publica, el tema de la brecha en la acumulación de patrimonio merece más atención en el ámbito público: "Es normal que el ciclo vital te lleve a que cuando más años tienes más acumulas. Lo que no es normal es cómo ha evolucionado en los últimos 20 años". ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

La primera, en la frente: el paso inicial del esquema falla. "El sueño español de entrar en una empresa en los 80 y quedarte ahí a trabajar treinta años ahora es imposible", advierte Javier Soria, Investigador doctoral en la Paris School of Economics y Fellow en Future Policy Lab. Desde el estallido de la crisis de 2008, la tasa de paro juvenil no ha bajado del 30%, alcanzando en los peores trimestres cotas cercanas al 60%. A este mal dato de paro, uno de los peores de la Unión Europea, hay que sumar que los contratos de este sector de la población son menos estables y buena parte de ellos permanece años inmóvil en la temporalidad. Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa apuntan una tasa de contratos temporales para los jóvenes de 20 a 24 años que por primera vez desde los 2000 está un poco por debajo del 50%, pero continúa muy por encima de la media española, que se sitúa en el 17%.

"La precariedad juvenil tampoco es una novedad en España", explica Alessandro Gentile, profesor de Sociología en la Universidad de Zaragoza. "La diferencia es que antes duraba uno o dos años, en los 80 y 90, y después había una estabilización casi inmediata", recalca. Ahora, hay una espera de muchos años en las que se reproducen pautas de ir encadenando trabajos de corta duración o con salarios bajos. Además, la competencia laboral hoy en día es mucho mayor. "Ellos experimentaron el gran ascenso social de la transición hacia una economía moderna, cuando el mercado de trabajo estaba en plena expansión", cuenta Soria. "Ahora que muchísima más gente va a la universidad, la competición entre trabajadores por los empleos buenos que no se están destruyendo por el cambio tecnológico es mucho mayor", añade.

Pero hay otra cara de la moneda: "Estamos incidiendo en todos los factores que juegan en contra de los jóvenes", advierte Fuentes, que considera que hay elementos positivos de los que se habla menos. "La otra parte es que no van a vivir la masificación de servicios públicos ni de mercado laboral que han vivido otros", argumenta. El profesor explica que cuando él estudiaba, en las aulas eran 350 alumnos, mientras que él ahora tiene grupos de 40. "No tiene nada que ver con la educación que recibí yo. A la larga, estos chavales van a vivir en una economía con menos paro y mejores salarios, porque son menos y están más cualificados".

Antes que en la riqueza, las malas condiciones laborales tienen su reflejo en la renta de cada persona. Esta variable está más ligada a ingresos como el sueldo y otros rendimientos no laborales, como el cobro de un alquiler. Las últimas cifras de la Encuesta de Condiciones de Vida para 2022 muestran cómo la crisis de 2008 ahondó las diferencias entre las rentas de los menores de 30 años y los mayores de 65. De hecho, a diferencia del resto, los mayores apenas sintieron el efecto de la crisis en sus ingresos netos anuales. A día de hoy y desde hace ya una década, los nacidos antes de los 60 son la generación con ingresos más altos.

"A la larga, estos chavales van a vivir en una economía con menos paro y mejores salarios, porque son menos"

Para Gentile, "la crisis no ha sido igual para todos", y las diferencias han venido motivadas por dos sesgos: de clase y generacional. "La emancipación juvenil se ha estancado", advierte. "Los jóvenes ya no solo prolongan sus estudios, sino también su situación laboral. En los últimos años, la juventud se ha ido ensanchando, y a tanta precariedad laboral le ha seguido una precariedad vital de los jóvenes a la hora de emanciparse", añade el investigador.

Llegamos así al segundo paso: independizarse. En España, la vivienda es el factor que más peso tiene en la riqueza de las personas. Pero en 2007, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, comprar era cinco veces más caro que a mediados de la década de los 80, teniendo en cuenta el ajuste de la inflación. Aunque los precios bajaron, desde 2013 la inercia volvió al alza y en 2022 el índice de precios de vivienda estaba de nuevo en valores cercanos a los máximos históricos, según el INE.

Por tanto, a la combinación de peor sueldo y menor estabilidad se añade la imposibilidad de acceder a una vivienda, lo que es sinónimo de acceso a una riqueza que, en palabras de Soria, está "estancada" para los jóvenes. Este cocktail molotov que ha ido sumando ingredientes no ha terminado de estallar, para Gentile, gracias a las familias.

"España es un país familista, donde la solidaridad en los hogares ha reforzado redes mínimas de protección entre sus miembros", argumenta. "Cuando hablamos de mayores, hablamos de abuelos, de padres, que lo primero que hacen es ayudar a sus hijos. Esto es lo que ha permitido que muchas familias salgan a flote y que algunos jóvenes cumplan su proyecto de emancipación". El sociólogo desarrolla esta tesis en un artículo firmado junto a Francisco Javier Moreno-Fuentes (CSIC) y al también investigador, diputado socialista y ex director general de la Oficina del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, Pau Marí-Klose.

"Cuando hablamos de mayores, hablamos de abuelos, de padres, que lo primero que hacen es ayudar a sus hijos"

Esta forma de protección está a su vez reforzada por la transmisión de la riqueza entre generaciones a través de las herencias. En España, cerca del 70% de la desigualdad de la riqueza está asociada a las sucesiones. Sobre este asunto, el informe España 2050 presentado por el Gobierno en 2021 ya mencionaba la "herencia pública universal" como una propuesta "embrionaria". Hace pocos días, la vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, rescataba esta idea para el debate social.

Otra medida que da cuenta de cómo ha cambiado la desigualdad entre generaciones a lo largo del tiempo es el riesgo de pobreza. De nuevo, tras la crisis, esta tasa creció para los menores de 30 al tiempo que disminuía para los mayores de 65. Las últimas cifras apuntan que, en general, el riesgo de pobreza ha disminuido en nuestro país desde 2020 para todos los grupos de edad, pero los más vulnerables continúan siendo los jóvenes, si se atiende al cruce por edad.

Las dos caras de la desigualdad en Europa

En los países de nuestro entorno, la desigualdad en las rentas toma dos caminos. Los países mediterráneos, como Italia, Turquía o Grecia, van por una senda similar a la española y presentan una población que, en la última etapa de su vida, tiene más ingresos netos al año que aquella más joven. Un jubilado italiano, por ejemplo, tiene rentas un 16,7% más altas que los jóvenes de entre 18 y 24 años de la misma ciudad.

En algunos países, las generaciones que se incorporaron en las dos últimas décadas al mercado laboral han tenido menos oportunidades, mientras que en otros el acceso a las rentas medias es más rápido, afirman los investigadores Olga Cantó y Luis Ayala en un informe publicado a principios de 2022. Pero la explicación a estas diferencias, no obstante, es más compleja y depende de muchos factores. Al tratarse de rentas anuales y no de riqueza, entran en juego los sistemas de ahorro, la estructura de planes de pensiones o el propio sistema de jubilación dependiente de la seguridad social.

Foto: banana-azul-region-europa-mas-rica-industrial

Otro grupo de naciones presenta la situación inversa: ahí son los jóvenes los que superan en ingresos netos a sus mayores. En la mayoría de los casos, se trata de territorios con menor trayectoria dentro de la UE y que han experimentado en los últimos años un fuerte crecimiento económico. Es el caso de Letonia, donde la renta del grupo de edad más avanzada es un 34,7% menor que la del de edad más joven.

¿Es ya demasiado tarde?

Hay un último punto del esquema básico vital que incide de forma directa en la ampliación de la brecha intergeneracional: formar una familia. La demografía juega en contra de los intereses de los jóvenes que, a su vez, tienen cada vez menos hijos. "En 2050 habrá más canas que cunas", sentencia Gentile, advirtiendo que España está condenada al envejecimiento.

"Estamos haciendo trampas al solitario si dedicamos más atención a las pensiones"

Para Soria, debería existir una apuesta por política pública que ataque a esta desigualdad intergeneracional, redistribuyendo la riqueza hacia las rentas más bajas en lugar de priorizar a los mayores. "Cada vez habrá más gente mayor y habrá que financiarla de alguna manera", explica. "Nos estamos haciendo trampas al solitario si dedicamos cada vez más atención a las pensiones, que también es importante, pero al final es pan para hoy y hambre para mañana", añade. Para este investigador, de ese cambio de enfoque en las políticas públicas depende no solo la sostenibilidad de las pensiones, sino del estado de bienestar.

Foto: Imagen: Laura Martín.

La tendencia demográfica deja también en posición de desventaja a los jóvenes en términos de presión política. Para mejorar sus condiciones, este grupo de población tiene cada vez menos peso. "Son un abanico, también de votos, cada vez más minoritario", recuerda Gentile.

Solo se puede recurrir a la futurología para saber qué sucederá dentro de unos años. ¿Se reducirán las distancias entre la riqueza de jóvenes y mayores? "Si comparamos las oportunidades que tuvieron los jóvenes en los 80, en los 90 y ahora, la opción de acumular riqueza está disminuyendo", resume Soria, a quien la evidencia no le permite anticipar otro escenario. "A no ser que haya un cambio de paradigma, que no parece que sea el caso, la brecha no se cerrará", zanja.

Más optimista es, de nuevo, el profesor de economía de la Universidad de Alcalá. Aunque reconoce que la generación que ahora tiene entre 25 y 40 años solo ha conocido el estancamiento y la crisis de expectativas es inevitable, opina que los jóvenes de hoy "no vivirán peor que sus abuelos". A su juicio, el hecho de ser menos jugará a su favor en el acceso a la justicia, la sanidad y el mercado laboral.

Encuentra un trabajo, compra una casa, forma una familia. Este clásico itinerario está forjado a fuego en el imaginario de la sociedad y así se ha transmitido durante décadas de generación en generación. Pero lo que hacía la mayoría de los jóvenes en los años ochenta ya no es viable para aquellos que inician ese camino, habitualmente, cuando terminan sus estudios. En cambio, la aspiración de completar ese esquema vital se ha mantenido casi intacta a lo largo del tiempo, por lo que el resultado es, para muchos, la frustración.

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