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Por qué España se empobrece: el gran sorpaso de los países del este de Europa
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el poder de los tigres bálticos

Por qué España se empobrece: el gran sorpaso de los países del este de Europa

España pierde posiciones en el 'ranking' de PIB per cápita superada por el rápido crecimiento de los países del este de Europa y lastrada por sus propios problemas económicos

Foto: La capital de Estonia, Tallin.
La capital de Estonia, Tallin.
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Esto no es un chiste: ¿Qué hacen un empresario danés, otro sueco y tres ingenieros estonios en 2001? Fundar una startup. ¿Y dónde lo hacen? En Estonia, claro. El nombre de la empresa es mundialmente famoso: Skype. La decisión no es aleatoria, sino que, ya a principios de siglo, eligen Tallin para radicar la startup; una ciudad que ha apostado desde la independencia del país por el sector tecnológico. De hecho, no es la única empresa tech conocida en España: en los últimos meses ha entrado con fuerza Bolt en las grandes ciudades para hacer la competencia a Cabify y Uber.

Tallin ha sido bautizado como el Silicon Valley europeo por su capacidad para concentrar empresas tecnológicas. Bolt está valorada en más de 7.500 millones de euros; si cotizase en España, estaría en la mitad superior del Ibex, cerca de grandes empresas como ACS o Grifols. Estonia es el país más rico de los tigres bálticos, calificativo que se adoptó a principios de siglo para denominar a las tres ex repúblicas soviéticas durante los años del gran crecimiento económico. En el pasado verano superó en PIB per cápita a España y abre el camino a Lituania, que está a un paso de lograrlo en los próximos trimestres, ya que se sitúa a menos de un 3%.

Foto: Foto: EC/Diseño.

Prosigue así el sorpaso de los países del este de Europa a España en niveles de producción. Un proceso que no solo tiene que ver con el rápido crecimiento de estas repúblicas independizadas tras la caída de la Unión Soviética, sino también a los problemas propios de España. Probablemente, el gráfico que mejor recoja esta situación es el de la productividad por trabajador:

Desde 1995 la productividad real (descontada la inflación) ha aumentado un pírrico 8% en España. En el mismo periodo, en Estonia ha aumentado un 179%; en Lituania, un 206%, o en Eslovenia un 73%. Pero, si se compara con la eurozona de los 19, las cifras también dejan en muy mala posición a España, ya que la productividad en la eurozona ha aumentado un 17%, más del doble.

El estancamiento de la productividad impide a España conservar su posición en el ranking de producción por habitante. El país ha sido incapaz de competir en los sectores punteros y ha optado por un modelo de crecimiento basado en actividades de escaso valor añadido, intensivas en mano de obra y con salarios bajos. El boom de la construcción y del turismo son los dos mejores ejemplos de sectores potenciados por diversos gobiernos y que han resultado en un deterioro del valor añadido agregado.

Por el contrario, la industria ha sido la gran olvidada de las políticas públicas. El peso de la industria en el PIB español se sitúa en el entorno del 15%, muy por debajo del 23% de Eslovenia, el 19% de Lituania, el 17% de Estonia o el 18% del conjunto de la eurozona. Los países del este que ahora están adelantando a España en PIB per cápita han hecho un gran esfuerzo para liberalizar sus economías, manteniendo el peso de sectores estratégicos… o, incluso, aumentándolo.

Eslovenia es un caso de éxito en el que la industria sostiene el crecimiento de toda su economía, con un peso que casi alcanza el 25% del valor añadido. La república independizada de Yugoslavia en 1991 era ya uno de los territorios más prósperos de la órbita soviética, por lo que su posición de partida era más favorable. Su estrategia económica se centró en captar industria europea para exportar a sus vecinos más ricos, como Alemania, Italia, Austria o Suiza. Su posición geográfica privilegiada ha sido de gran ayuda, pero también su apuesta por manufacturas de más valor añadido. En esta transición ha jugado un papel clave la educación, ya que el nivel formativo de sus trabajadores ha permitido la incorporación de más tecnología para elevar la productividad. De hecho, el peso de los salarios de la industria en el PIB del país ha aumentado un punto en la última década, lo que evidencia que las ganancias de productividad se están trasladando en mejores retribuciones (que crecen más que el conjunto de su economía).

Los avances en el capital humano de Eslovenia se observan año a año en las estadísticas internacionales. Una de las más relevantes es el Índice de Desarrollo Humano que elabora anualmente las Naciones Unidas. Los países del este han escalado rápidamente, hasta el punto de que Eslovenia se sitúa por encima de España y Estonia está ya a la par, unos años por encima y otros por debajo.

Foto: Humo provocado por las protestas en la fábrica de Nissan de Barcelona. (EFE)

La empleabilidad de sus trabajadores se observa en los datos de desempleo. Tanto los tigres bálticos como Eslovenia, República Checa, Polonia, Hungría, etc., tienen tasas de paro más bajas que el conjunto de la eurozona. En Eslovenia el desempleo afecta al 4% de la población activa. Esto es, tres veces menos que España.

Las economías necesitan inversión para crecer. El ingrediente de la acumulación de capital es clave. Y aquí España vuelve a suspender. Si se observa la inversión en capital fijo durante las últimas décadas, se observa un déficit permanente respecto a los países del este. El peso en el PIB es del 19%, mientras que en Letonia y Lituania alcanza el 23% del PIB y en Estonia supera el 30%. Estas diferencias, acumuladas en el tiempo, provocan una acumulación de capital muy diferente en unos países y otros, determinando su potencial de crecimiento.

Los países del este se beneficiaron de los fondos europeos de las políticas de cohesión para invertir en sus infraestructuras, pero también hicieron un importante esfuerzo desde los años 90, en parte con los recursos de la privatización de sus industrias estatales. La mejora de las infraestructuras ha sido clave, pero también la apuesta por el clima de negocio. El caso de éxito de Estonia apostando por ser el Silicon Valley europeo es el mejor ejemplo. La liberalización de sus economías ha sido una historia de éxito, aunque no todas fueron al mismo ritmo.

En cuanto al peso del sector público, la mayor parte tienen una cuña fiscal inferior a la media europea. Destacan las repúblicas del Báltico, con niveles de recaudación inferiores al 40%, frente al 44% de España. Sin embargo, Eslovenia es uno de los países que más lento fue en la privatización de su sector productivo público y, a día de hoy, mantiene una presión fiscal de casi del 45% de su PIB. El crecimiento no responde tanto a las bajadas de impuestos como a la capacidad de cada país para explotar sus ventajas competitivas y tener una buena planificación económica.

Unos y otros están sufriendo una gran crisis inflacionista que amenaza la competitividad de sus sectores punteros

Los países del este tienen por delante meses complicados como consecuencia de la invasión de Ucrania. Algunos países conservan estrechas relaciones comerciales con Rusia y otros tienen una gran dependencia energética. Unos y otros están sufriendo una gran crisis inflacionista que amenaza la competitividad de sus sectores punteros.

Y esto del PIB per cápita ¿cómo te afecta? Fácil: cuando la tarta es pequeña, las porciones no pueden ser generosas. En este caso, la tarta de España por habitante en términos reales apenas ha crecido, por lo que hay casi la misma renta que repartir. Lo que sí ocurre es que va cambiando el reparto, beneficiando a unos grupos sociales u otros.

En España, la renta disponible de los hogares ha crecido un 13% en términos nominales en la última década, y es el cuarto peor país de la eurozona. En los primeros puestos se encuentran los tigres bálticos: en Estonia la renta disponible se ha disparado un 82% en este periodo; en Letonia, un 71%, y, en Lituania, un 62%. En España, la renta salarial ha crecido casi lo mismo que las prestaciones públicas (básicamente pensiones). Los salarios han contribuido a elevar la renta disponible un 8% en la última década, mientras que en Estonia la han elevado un 71%. Es la consecuencia evidente de que el PIB por habitante crezca a un ritmo más lento.

Esto no es un chiste: ¿Qué hacen un empresario danés, otro sueco y tres ingenieros estonios en 2001? Fundar una startup. ¿Y dónde lo hacen? En Estonia, claro. El nombre de la empresa es mundialmente famoso: Skype. La decisión no es aleatoria, sino que, ya a principios de siglo, eligen Tallin para radicar la startup; una ciudad que ha apostado desde la independencia del país por el sector tecnológico. De hecho, no es la única empresa tech conocida en España: en los últimos meses ha entrado con fuerza Bolt en las grandes ciudades para hacer la competencia a Cabify y Uber.

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