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Europa perderá 57 millones de personas en edad de trabajar hasta final de siglo
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PROYECCIONES DEMOGRÁFICAS

Europa perderá 57 millones de personas en edad de trabajar hasta final de siglo

La demografía se impone. Las últimas proyecciones sobre Europa prevén una fuerte caída del número de personas en edad de trabajar. Solo la inmigración podrá compensar el descenso de la fuerza laboral

Foto: Dos jubilados. (Pixabay)
Dos jubilados. (Pixabay)
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Los economistas suelen decir que la productividad, a largo plazo, lo es casi todo. Lo que no incorpora ese razonamiento para ser completo, sin embargo, es la población, además de los factores institucionales que siempre acompañan a las políticas públicas y privadas. Y lo que muestran las proyecciones demográficas que acaba de publicar Eurostat es que Europa tiene un problema para sostener su estado de bienestar a la vista de que los sistemas de pensiones son de reparto. Es decir, los ocupados pagan las pensiones de los jubilados.

La agencia de estadísticas de la UE, en concreto, estima que la UE perderá de aquí a finales de siglo 57 millones de personas en edad de trabajar. O lo que es lo mismo, la población en edad laboral —entre 15 y 64 años— pasará de 285 millones a 228 millones, lo que supone una caída del 19%.

España, en esas proyecciones, no sale especialmente bien parada. Al contrario. La mayor disminución de la proporción de la población en edad de trabajar se proyecta para Malta y Luxemburgo, mientras que la tercera posición la ocupa España. Las consecuencias de esta evolución no dejan lugar a dudas. Ya en 2050, las proyecciones indican que habrá menos de dos personas en edad laboral por cada persona mayor en la Unión Europea.

La causa de este declive, lógicamente, tiene que ver con el descenso de la población, que pasará de 447 millones en 2022 a 419 millones en 2100, tras alcanzar un pico de 453 millones en 2026. En el caso de España, la población pasará de los actuales 47,4 millones a 45,1 millones, lo que significa un descenso de algo más de dos millones de habitantes. La pérdida hubiera sido mucho mayor si no fuera por la entrada de inmigrantes, cuyo saldo vegetativo, la diferencia entre nacimientos y defunciones, seguirá siendo positivo.

Las consecuencias del envejecimiento

Menos nacimientos, como es lógico, significa mayor envejecimiento, y lo que sugieren las proyecciones de Eurostat es que la edad media de la población de la Unión Europea, que supone dividir la población total en una mitad más joven y una mitad más vieja, aumente de 44,4 años en 2022 a 50,2 años en 2100. Como consecuencia de ello, Europa contará al final del siglo con 64 millones de personas con 80 o más años, con lo que ello supone desde el punto de vista político y, sobre todo, económico y social. El envejecimiento, como se sabe, no solo afecta al sistema público de pensiones, sino que también determina el gasto público y privado en partidas como la sanidad, la educación o el ocio, y también la tasa de ahorro, ya que la propensión a consumir se reduce con la edad.

Foto: Macron durante una visita al mercado de Rungis a primera hora. (EFE/Benoit Tessier/Pool/Maxppp Out)

Según Eurostat, los únicos países que ganarán población serán Islandia, Luxemburgo, Malta y Suecia, en todos los casos por el aumento del número de inmigrantes. Letonia y Lituania, por el contrario, serán los más castigados en términos de pérdida de población, lo que los sitúa en una posición difícil en un contexto de fuertes tensiones geopolíticas en la zona. Se prevé que Suecia tenga la población más joven en 2100, con una mediana de edad de 48,2 años, seguida de cerca por Chequia y Eslovaquia. Por lo que respecta a España, tendrá la cuarta población más envejecida de Europa (54 años), por detrás de Malta, Italia y Lituania.

La política de inmigración, de hecho, se ha convertido en la clave de bóveda que explica la reciente revisión de las proyecciones demográficas en Europa, y en este sentido Ucrania juega un papel relevante debido a que Eurostat espera que la guerra acelere los flujos migratorios.

Hay que tener en cuenta que, según Eurostat, entre 2022 y 2100 se registrarán en Europa 291 millones de nacimientos, mientras que habrá 416 millones de defunciones, lo que significa un saldo negativo equivalente a 125 millones de personas. Ahora bien, al mismo tiempo se prevé que la inmigración neta sea equivalente a 98 millones de personas, lo que se traducirá en una disminución de 27 millones de personas en la población total de la UE. La parte positiva es que el hecho de que la mayoría de las personas migrantes estén en edad de trabajar tenderá a aliviar las presiones demográficas sobre la oferta de trabajo y sobre las cuentas públicas.

El alivio, sin embargo, será débil a la vista de las consecuencias adversas que para la economía tienen tanto el envejecimiento como el descenso de la población. Y que se manifiestan a través de varios canales, como ha recordado el último informe mensual del Banco Central Europeo (BCE).

En particular, sostiene, se espera que la acción combinada de ambos factores frene el crecimiento del producto interior bruto potencial, sobre todo a través de una disminución de la oferta de trabajo y, posiblemente, del "efecto de otros determinantes del crecimiento potencial, como el de la productividad". Según sus estimaciones, un aumento relativo del número de trabajadores de más edad en la población activa, unido a un perfil con forma de U invertida observado en la productividad por edades, "generaría un impacto a la baja en el producto potencial".

Tipos de interés

El BCE, incluso, estima que el envejecimiento tendrá impacto sobre la política monetaria a través de dos canales. Por un lado, el llamado tipo de interés natural y, por otro, por las presiones inflacionistas. El tipo de interés natural (o de equilibrio) tiene que ver con el que resulta coherente con el potencial de crecimiento de una determinada economía. Es decir, cuando todos los recursos están empleados a su máxima capacidad y la inflación se mantiene estable en el nivel objetivo. No es una cifra concreta ni es observable, lo que hace que su estimación sea muy compleja y dé lugar a intensas discusiones académicas. Un tipo de interés natural bajo significa que la economía tiene un crecimiento débil.

El informe de Eurostat, en todo caso, supone una mejora respecto de las proyecciones demográficas anteriores gracias, como se ha dicho, a la inmigración. En el informe de 2021, se preveía que el gasto relacionado con el envejecimiento —gasto público en pensiones, atención sanitaria, cuidados de larga duración y educación— aumente más de 2,4 puntos porcentuales, desde alrededor del 24,6% del PIB de la zona del euro hasta más del 27% en 2050.

El incremento se debe, principalmente, al aumento del gasto en atención sanitaria y en cuidados de larga duración, mientras que el aumento del gasto en pensiones está contenido como resultado de las reformas de los sistemas de jubilación aprobadas en los últimos años. Estas reformas —en España aumentó la edad de jubilación hasta los 67 años— incluían medidas para reducir la ratio de prestaciones.

El incremento se debe, principalmente, al aumento del gasto en atención sanitaria y en cuidados de larga duración

Ahora bien, como recuerdan los economistas del BCE, todo cambiará a partir de 2060, que es cuando desaparecerá la presión demográfica de la generación del baby boom. A partir de ese año, con el envejecimiento de los migrantes y la mayor relevancia de la disminución de las tasas de fecundidad, el impacto positivo revierte y todos los impactos cambian de signo, aunque de forma gradual.

Según las simulaciones del BCE, lo que se producirá es un aumento del crecimiento potencial de alrededor de 0,1 puntos porcentuales al año hasta 2050 con respecto a las proyecciones de 2019. La cara contraria es que la progresiva integración de los inmigrantes en el mundo laboral causará un impacto sobre el crecimiento de los salarios que el BCE considera mínimo.

Los economistas suelen decir que la productividad, a largo plazo, lo es casi todo. Lo que no incorpora ese razonamiento para ser completo, sin embargo, es la población, además de los factores institucionales que siempre acompañan a las políticas públicas y privadas. Y lo que muestran las proyecciones demográficas que acaba de publicar Eurostat es que Europa tiene un problema para sostener su estado de bienestar a la vista de que los sistemas de pensiones son de reparto. Es decir, los ocupados pagan las pensiones de los jubilados.

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