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¿Vuelven los locos años 20? El envejecimiento y el efecto precaución lastran el consumo
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Los hogares optan por la prudencia

¿Vuelven los locos años 20? El envejecimiento y el efecto precaución lastran el consumo

Las familias han elevado su consumo en esta fase de la recuperación, pero no están tirando de sus ahorros, y no prevén hacerlo a corto plazo, lo que enfría un posible crecimiento desbocado

Foto: Baile inaugural del presidente Herbert Hoover en el Hotel Mayflower de Washington en marzo de 1929, justo antes del final de los felices años 20. (Reuters)
Baile inaugural del presidente Herbert Hoover en el Hotel Mayflower de Washington en marzo de 1929, justo antes del final de los felices años 20. (Reuters)
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Las cifras sobre el ahorro de las familias se conocerán dentro de poco más de dos semanas, cuando Estadística publique los datos oficiales, pero a la luz de la información complementaria que ofrece el Banco de España, todo indica que la explosión de consumo derivada del dinero no gastado por la pandemia tendrá que esperar. O lo que es lo mismo, el ahorro embalsado se convertirá lentamente en gasto de los hogares.

¿Los motivos? A corto plazo, se impone la prudencia, y a largo, existen razones de más calado que tienen que ver con los cambios sociales y demográficos registrados en las últimas décadas en España y otras economías avanzadas. Desde luego, nada de un regreso a los 'locos años 20', como algunos habían pronosticado. Ni siquiera se observa un crecimiento desaforado del consumo al calor del levantamiento de las restricciones a la movilidad.

Foto: Foto: EFE.

Este moderado comportamiento del consumo se explica por causas coyunturales. Por ejemplo, por el efecto precaución de los hogares a la hora de tomar decisiones de gasto. Entre otros motivos poderosos, porque la pandemia sigue entre nosotros. Pero también porque existen razones estructurales vinculadas a fenómenos como el envejecimiento. O, incluso, a los nuevos hábitos de consumo derivados, en algunos casos, de la pandemia. Por ejemplo, el teletrabajo, que reduce la demanda de determinados servicios (restauración o transporte), muy frecuentes en una cultura del trabajo como la española.

Los hogares han reactivado su consumo hasta llegar casi a los niveles previos a la pandemia, pero no están gastando el ahorro que han acumulado. De hecho, a pesar de la mejora de la situación económica, los hogares todavía mantienen unas previsiones de ahorro altas para los próximos 12 meses. Así se desprende de la encuesta mensual de confianza que elabora la Comisión Europea. El saldo de hogares que prevén hacer un esfuerzo para ahorrar de cara al próximo año está 15 puntos por encima de la media histórica de los últimos 20 años.

No solo eso: la voluntad de ahorro no ha disminuido a pesar de la recuperación económica y la mejora de las expectativas de los hogares. Las familias tampoco prevén realizar grandes compras en el próximo año, lo que confirma que, por el momento, la opción preferida es la prudencia.

Los datos del Banco de España muestran que las familias no están utilizando sus ahorros. Entre abril y julio (últimos datos publicados), la liquidez de los hogares ha seguido creciendo de forma relevante. En concreto, en 31.425 millones de euros. O 46.762 millones si se tienen en cuenta los siete primeros meses del año. A ello hay que sumar el exceso de ahorro generado en 2020 como consecuencia de la pandemia en un contexto de reducción de la renta disponible de los hogares (ERTE o más desempleo). Si en los cuatro años anteriores a la pandemia el ahorro anual de los hogares se ha situado entre 40.000 y 50.000 millones de euros, el año pasado el dinero no gastado alcanzó los 108.844 millones, lo que significa un exceso de ahorro de unos 60.000 millones de euros, no todo derivado de la pandemia.

De manera intuitiva, se puede pensar que ese ahorro embalsado —en su mayoría forzado por las circunstancias— saldría de forma progresiva a medida que la pandemia fuera remitiendo en sentido inverso a la vacunación, pero nada indica que eso esté ocurriendo. Al contrario, como se ha dicho, la liquidez de las familias, el dinero que tienen en el banco a la vista, y del que pueden disponer de forma inmediata, no deja de crecer, un 10,2% en tasa interanual, todavía por encima de los niveles anteriores a la pandemia. En total, 909.633 millones de euros listos para ser gastados, pero que permanecen en las cuentas corrientes.

Un inmenso patrimonio que, al menos en teoría, debería ser destinado a financiar la recuperación, como suele suceder tras otras crisis económicas, pero que, en esta ocasión, cuenta con importantes matices. Como sostiene un reciente documento de CaixaBank Research, "el efecto de la demanda embalsada podría verse mitigado por el hecho de que parte del exceso de ahorro se conservará por motivos de precaución y, sobre todo, si dicho ahorro se ha concentrado en las rentas altas, ya que los colectivos con ingresos elevados tienen una menor propensión al consumo que los de ingresos bajos".

Y aquí está la clave. La dualidad del mercado de trabajo ha hecho descansar el ajuste —todavía faltan unos 720.000 empleos para recuperar los niveles de empleo prepandemia— en las rentas bajas, mientras que su impacto ha sido muy inferior en las más altas, cuya propensión al consumo es menor. No es que gasten menos, sino que en proporción a su renta disponible el gasto es inferior.

El envejecimiento

Otro factor, como ha explicado el Banco de España, puede explicar que el ritmo de recuperación del consumo sea más lento de lo que cabría prever a la vista del enorme ahorro embalsado. Una parte importante del consumo no satisfecho en los últimos trimestres, debido a las restricciones, tiene que ver con el gasto en determinadas actividades del sector servicios que, por lo general, no es aplazable. Es decir, no se puede demorar en el tiempo. Lo que no se ha gastado no tiene vuelta atrás. Esto sucede, por ejemplo, en la restauración, el ocio o los viajes que no pudieron hacerse durante la crisis. Algo que contribuye a que no se pinche el colchón de ahorro de los hogares al ritmo que marca la vacunación y la caída de los contagios.

La literatura económica ha identificado, igualmente, otras razones poderosas para explicar la prudencia a la hora de gastar el dinero ahorrado. Los hogares, después de una crisis, suelen anticipar futuras subidas de los impuestos, como ha anunciado Boris Johnson en el Reino Unido, para financiar los fuertes incrementos de deuda, lo que explicaría que muchos hogares se lo piensen dos veces a la hora de tomar decisiones de gasto, y mucho menos de inversión a largo plazo.

Sin olvidar, como sugiere el Banco de España, la existencia de cambios estructurales en la percepción de las crisis. Muchos hogares habrían modificado su patrón de comportamiento haciéndolo más propenso a ahorrar en la medida en que asignan una mayor probabilidad a la llegada de eventos como una pandemia.

Foto: Foto: Reuters.

El servicio de estudios del BBVA añade una hipótesis. Si el exceso de ahorro acumulado en 2020 desciende al mismo ritmo que el observado en anteriores episodios de acumulación de desequilibrios, "la tasa de ahorro debería retornar a su senda de equilibrio con celeridad (entre finales de 2021 y comienzos de 2022)". Ahora bien, matiza. En esta ocasión, la incertidumbre es "excepcionalmente elevada", tanto por la naturaleza del incremento del ahorro como por su concentración en los grupos de población de mayor edad y nivel de renta.

Es decir, el envejecimiento pasa factura, como ya indicó en otros trabajos el Banco de España. No solo en términos agregados, sino, también, con relación a los cambios producidos en los patrones de consumo, que difieren a lo largo del ciclo vital. Con la edad, aumenta el gasto en servicios sanitarios, pero disminuye, por ejemplo, en servicios de restauración o venta de combustibles, con un importante peso en el PIB. La parte positiva es que las presiones inflacionistas a largo plazo son menores.

Las cifras sobre el ahorro de las familias se conocerán dentro de poco más de dos semanas, cuando Estadística publique los datos oficiales, pero a la luz de la información complementaria que ofrece el Banco de España, todo indica que la explosión de consumo derivada del dinero no gastado por la pandemia tendrá que esperar. O lo que es lo mismo, el ahorro embalsado se convertirá lentamente en gasto de los hogares.

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