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Macarena Olona: "Vox es un plan privado de pensiones para Abascal e Intereconomía"
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Macarena Olona: "Vox es un plan privado de pensiones para Abascal e Intereconomía"

La exdirigente de Vox relata en su libro cómo el partido se ha convertido en un "chiringuito" para beneficio de su líder y el "clan de Intereconomía". Vaticina que la formación pondrá el foco en la cuestión migratoria en los próximos meses

Foto: Macarena Olona posa para El Confidencial. (O. C.)
Macarena Olona posa para El Confidencial. (O. C.)
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A Macarena Olona le ofrecieron escribir un libro en plena vorágine de las elecciones andaluzas, por eso asegura que Soy Macarena (La Esfera de los Libros) debió salir antes. Pero lo hace ahora, cuando Vox pasa por su mayor crisis política tras los éxitos de 2018 y 2019, empequeñecido ante un PP que se ha hecho con el liderazgo claro del bloque de centroderecha. La alicantina, abogada del Estado y candidata a las andaluzas en 2019, se abre en un relato del "cadáver político" del partido que la llevó a la vida pública. "Un chiringuitazo", asegura, para Santiago Abascal y "el clan de Intereconomía".

PREGUNTA. El libro nació casi con objeto propagandístico para ensalzar a Vox, pero ha acabado convirtiéndose en una confesión que lo destroza.

RESPUESTA. A la editorial le interesaba dar a conocer a la persona que está detrás del personaje, lo que incluía plasmar mi ideología y mis ideas. Yo sabía que mis ideas no concordaban al 100% con algunos postulados de Vox, por eso exigí por contrato que la última palabra en la redacción del libro que la tuviera yo.

P. ¿Cuáles eran esas diferencias ideológicas? ¿Cómo las obvia al entrar en Vox?

R. Santiago Abascal fue muy honesto conmigo el día que nos conocimos, en marzo de 2019. Me explicó que no exigía a nadie tener una concordancia al 100% con el proyecto. El Vox original no tiene nada que ver con este. Por eso yo hablo de una deriva de Vox, que hace que yo me aparte. Él me dice que lo normal, lo razonable, es que yo coincida en un 80% con las ideas que defiende Vox, que ni siquiera él está de acuerdo al 100% con las ideas de Vox.

Este libro no deja de ser una disección o una autopsia del cadáver político de Vox. Mi salida fue la primera señal de alarma y yo lo advertí. No soy la enfermedad de Vox, soy un síntoma, si acaso el más visible. Y esa gangrena va avanzando y se ha materializado con el tiempo. Por ejemplo, en la salida de Iván [Espinosa de los Monteros], la purga de los diputados nacionales y la salida de cientos de cargos por toda España. Cuando esa deriva fue incrementándose, mis choques ideológicos fueron mayores. Yo he representado una corriente interna de Vox. Tuve un gran poder, no orgánico, no de partido, pero sí de fijación de posiciones, porque el Congreso era el buque insignia del partido.

P. Es un poder simbólico.

R. Yo tenía el poder de firmar. Lo que yo no firmase no se registraba en el Congreso de los Diputados. Y he podido hacer proclamaciones en nombre de Vox en el Congreso. Como que la homosexualidad no es una enfermedad, algo que desde luego para mí es evidente y decir lo contrario me parece insultante. Pero dentro de Vox hay una corriente que no piensa lo mismo. Pude paralizar una proposición de ley de reforma del Código Civil en materia de adquisición y pérdida de nacionalidad española. Yo estoy de acuerdo en que la nacionalidad española es un bien preciado que hay que cuidar, pero no se te ocurra hablarme de la pureza de sangre, porque eso es ser nazi. Venía de Jorge Buxadé.

Foto: Santiago Abascal, junto a otros dirigentes de Vox, en la manifestación contra la amnistía en Barcelona. (Europa Press/Lorena Sopena)
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P. ¿Pureza de sangre?

R. Para no mentirte, te puedo asegurar que después de leer la exposición de motivos, concluí que se inspiraba en un rechazo al inmigrante porque atacaba la identidad del país por una cuestión de pureza de sangre. Son ejemplos concretos que explican por qué tenían que sacarme del Congreso de los Diputados para tomar el poder y el control interno dentro de Vox. Ejercía una resistencia interna y un poder que perdí por completo en el momento en que desembarqué en Andalucía.

P. ¿Qué hay de deriva ideológica y qué hay de lucha por el poder en esta pugna?

R. La lucha por el poder ocurre en todos los partidos, no nos engañemos. La lucha por los sillones y estar cerca del poder, de tomar las decisiones. Pero no estamos hablando de eso. Han conseguido que Vox se convierta en la caricatura que muchos intentaron hacer de nosotros cuando no era verdad. Había perfiles, como es mi caso, de personas que están absolutamente alejados de cualquier planteamiento extremista, ya sea de extrema derecha o extrema. A mí me calificaban de fascista, de nazi, de pertenecer a un partido de extrema derecha, pero me daba ni por aludida.

"Cuando yo entré en Vox no era un partido de extrema derecha"

P. ¿No veía esos posicionamientos extremistas?

R. No es que no me diera cuenta, es que no era así. Por eso te digo que hay una deriva. Cuando yo entro no era un partido de extrema derecha, aunque tenía en su seno distintas corrientes, algunas en el extremo de la derecha, que eran minoritarias. Algunas me negaban a mí la condición de familia por el hecho de ser familia monoparental, por ponerte otro ejemplo concreto. Pero que no era preocupante porque no era la corriente dominante.

P. ¿Cuándo se da cuenta de que ha roto con Santiago Abascal?

R. La deriva ha sido paulatina, pero ahora cualquier atisbo de los orígenes ha desaparecido. Y esto es un problema del bloque político del centro derecha al que yo particularmente pertenezco. La política va de bloques y esto es algo que la izquierda, y particularmente Pedro Sánchez, han entendido perfectamente. Hasta el punto de crear un producto de marketing como es Yolanda Díaz y Sumar, que es lo que le ha permitido acercarse a los números para gobernar. Por contra, la derecha, el bloque del centroderecha, tiene un problema gravísimo con la deriva de Vox, que no afecta exclusivamente a Vox, porque la realidad es que el PP está asentado sobre un auténtico polvorín.

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Foto: O. C.

P. Explíquese.

R. Vox es el mayor aliado para eso que se denomina el sanchismo. Y no va a ir a mejor. Si ahora mismo hubiera nuevas elecciones, no llegarían ni a la mitad de los 33 escaños. Vox sigue siendo la tercera fuerza de España y, sin embargo, cada vez mira a una España más chica que tiene una semilla de odio, que es la que está dentro de esa corriente ultra que hoy ha tomado por completo el poder. Ya no me puedes hablar de dos almas en Vox como sí lo podíamos hacer cuando yo salí. Los perfiles como Iván y como el mío eran un auténtico obstáculo para esta deriva empresarial e ideológica de Vox.

P. ¿A qué se refiere con la semilla del odio?

R. Esto es muy importante que se sepa. A la cuestión migratoria. Esto se ha hablado delante de mí.

P. ¿El qué?

R. Que la cuestión migratoria será lo que llevará Vox al gobierno de España. Es puro populismo. Toman un principio de verdad, de una realidad que es evidente, que es que tenemos un problema con los procesos de inmigración ilegal descontrolados. Y van a revolver el estómago del pueblo, le hacen creer que son el único partido que los entiende y les da soluciones. Y este partido lo van a ganar por incomparecencia del resto de formaciones políticas. La gente de la calle, que no es fascista en su inmensa mayoría, que no es facha; y especialmente las clases medias y las más humildes son las que sufren las consecuencias de esos procesos de inmigración ilegal descontrolada que estamos viviendo estos días en Canarias.

El problema es cuando ese mensaje muta. Y lo que señalan no son los procesos de inmigración ilegal, sino al inmigrante por ser incompatible con la identidad nacional de los españoles. El último ejemplo es el señalamiento directo a personas procedentes de cultura islámica. Eso es una barbaridad. Están señalando una persona por razón de su religión, algo que es inconstitucional. Y es muy peligroso porque es fácil de vender. Y los acerca al discurso de Le Pen en Francia y el que ha sostenido Giorgia Meloni en Italia.

Foto: Macarena Olona, acompañada por mujeres prostituidas en el arranque de campaña de las elecciones generales. (EFE/Miguel Ángel Molina)

P. ¿El sangrado va a seguir?

R. Sin lugar a dudas. Ellos están en el cuanto peor, mejor. Pero el Vox de antes sigue en el corazón de miles de afiliados y simpatizantes de esas bases. Cargos orgánicos en los ayuntamientos, comunidades autónomas que siguen viendo en Vox lo que yo vi en su día, un proyecto de esperanza para España. Pero se ha convertido un plan de pensiones privado para Santiago Abascal y el Clan Intereconomía. Esta es la gran estafa. Esto lo puedo decir yo porque tengo la luz pagada fuera de la política. No quise convertirme en la estatua que otros iban a hacer de mí misma.

"Vox se ha convertido en un plan de pensiones privado para Santiago Abascal y el Clan Intereconomía"

P. Cuenta en el libro que paró un posible caso de malversación de fondos. ¿Por qué no fue al juzgado?

R. Al juzgado uno va con indicios, no con sospechas. Lo que cuento es algo que han vivido otros compañeros míos en la periferia del Congreso, porque yo he vivido en una atalaya en los muros privilegiados del Congreso de los Diputados hasta que desembarque en Andalucía. Lo que yo cuento en el libro no es un delito. Es cómo evité que se cometiera lo que para mí a todas luces era un delito. Y así dice claramente y así consta en las actas que se escribieron en el Parlamento andaluz por parte de la dirección del grupo Parlamentario y que se enviaron a Madrid con un rastro muy claro de mensaje escrito. Pero han colocado a supuestos asesores que no son tales con unas retribuciones que eran de más de 60.000 € anuales y a los que no se les ha visto ni se les espera ver esos desplazamientos. Por eso, en la entrevista de Jordi Évole dije que yo nunca iba a permitir convertirme en un testaferro. ¿Tú te crees que por mantener una poltrona pública y un sueldo extraordinario de 90.000 € anuales en el Parlamento andaluz, me voy a convertir en aquello contra lo que llevo combatiendo toda mi vida?

P. Los informes del Tribunal de Cuentas apuntan a un trasvase de dinero público desde el partido a su fundación.

R. Yo no he estado nunca ni en las cuentas de Vox ni en las cuentas de Disenso. Los pagos que yo sí he realizado son los que se organizaban desde el Congreso de los Diputados. Por eso me sorprendió, extraordinariamente, que Santiago negara en septiembre de este año que cobraba un sobresueldo en el Congreso. Sobre todo porque lo pagaba yo de manera mancomunada con Iván [Espinosa de los Monteros] en el poder que teníamos. Porque es legal, claro. Respecto al informe del Tribunal de Cuentas sobre las cuentas de Vox en 2018 y 2019, me sorprendería mucho que en este momento no tenga abierto un expediente de fiscalización.

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Foto: O. C.

P. ¿En qué momento se da cuenta de todo esto?

R. Bastante tiempo después de mi salida. Yo debía explicaciones públicas, especialmente a los miles de andaluces que votaron una candidatura en la que yo estaba al frente. Pero también a los miles de ciudadanos, votantes o no votantes de Vox, que se han preguntado qué pasó. En el comunicado que emití de manera coordinada con Santiago Abascal había un principio de verdad indudable y de valor. Pero no es menos cierto que aproveché el golpe de oportunidad que me dio la salud para marcharme. Dejó de cogerme el teléfono el día siguiente de las elecciones andaluzas, cuando estábamos al teléfono vía WhatsApp de manera permanente, casi a diario.

Cuando estuve en el 31 de julio en la sede de Bambú, antes de emitir el comunicado, yo llevaba sin verle desde las elecciones andaluzas. Y, sin embargo, en ese abrazo reflejado en las fotos, te puedo asegurar que yo seguía sintiendo que abrazaba a Santi. No me di cuenta de que era Santiago Abascal, el político de cuna, el cachorro de Esperanza Aguirre, el Bruto de Alejo Vidal-Quadras, el superviviente durante 30 años de la teta pública, el hombre atrapado, la marioneta por el poder. Básicamente ese es el problema de Santiago Abascal. Es un esclavo porque no tiene forma de ganarse la vida al margen de la política. Y esta es una realidad que explica muchos comportamientos. Nunca es sencillo aceptar que te han traicionado, que la persona en la que confías te ha defraudado. De hecho, yo me he resistido hasta que ya la evidencia era abrumadora.

Hay declaraciones mías posteriores a mi salida en las que sigo hablando de él como el líder querido, el líder que a mí me inspiró, por el que yo di un paso al frente de la comodidad de mi toga rigurosa para saltar a la arena política. Pero yo creo que esto es algo que la gente puede entender muy fácilmente. A todos nos cuesta asumir un fracaso. Y da igual el tipo de relación que sea sentimental, de amistad, profesional, de confianza. Yo he necesitado un tiempo para dar las explicaciones que debía. En primer lugar, porque yo misma no tenía todas las respuestas. Y por otro lado, estaba secuestraba moralmente en un secuestro que mantengo y que espero que no se pierda nunca, por la que yo sigo considerando mi familia: las bases de Vox. Me pedían. Macarena, por favor, no hagas daño al proyecto porque nos estás haciendo daño a nosotros mismos.

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Foto: O. C.

La campaña andaluza

P. ¿No tiene más papel en la campaña andaluza por ese convencimiento respecto al partido?

R. Tienes que pensar que mi confianza en Santiago Abascal y Kiko Méndez Monasterio fue absoluta y ciega hasta el día de la emisión del comunicado de mi marcha. En el libro, de alguna manera, entono un mea culpa. Yo nunca he sido una cobaya en un laboratorio de marketing. Yo siempre he sido yo misma. He intentado hacer las cosas de la mejor manera que sabía. En este último año, una campaña de acoso feroz ha hecho que yo pueda sufrir en mis propias carnes algo que te aseguro que desconocía. Ese comportamiento del clan que dirige Vox propio de los matones que gobiernan el patio de colegios que acaban con cualquier tipo de disidencia y que, por supuesto, han aniquilado la democracia interna en el partido a base de reformas estatutarias.

P. Siempre fue un partido muy vertical.

R. Yo no hice parvulitos de Vox, como dice Víctor Sánchez del Real. Pero las personas que sí que llevan trabajando por ese proyecto desde su fundación ven cómo ha evolucionado esa deriva y esa falta de democracia interna dentro del partido. En el manifiesto fundacional se fijaba como un aspecto esencial la participación de los afiliados y la libertad de expresión. La última reforma estatutaria, aprobada hace escasos meses, ha determinado que se sancionara a aquellas y aquellos afiliados de Vox, sean o no cargos orgánicos o institucionales, que puedan dañar la reputación del partido con sus manifestaciones. Se concibe la discrepancia como deslealtad y al disidente se le aniquila, se le cancela. Es algo que yo estoy viendo.

P. Volvamos a la campaña andaluza.

R. En el libro relato de manera detallada cómo se produce la preparación de esos debates con Kiko Méndez Monasterio y con Tizona Comunicación. Me aprendí de memoria cada uno de los bloques de esos debates, lo que tenía que decir. Incluido ese gesto con el que me he reído a nivel personal, cuando le ofrecí la mano a Juanma Moreno y le dije si quería ser mi vicepresidente. Es de puñetera vergüenza. Lo que sí fue responsabilidad exclusiva mía es que no fui capaz de romper el techo de cristal. Piensa que el miedo fundamental con el que yo fui a esos debates era el desconocimiento que tenía de Andalucía y era incapaz de solucionarlo en las dos semanas que tuve de margen. Mi mayor miedo en ese debate era que me preguntasen dónde estaba un pueblecito recóndito de Andalucía que pusiese de manifiesto mi desconocimiento de la tierra.

P. ¿No le hizo dudar de presentarse?

R. Es que yo soy una persona que sirve al proyecto. Como cuando estoy en una empresa, sirvo a mi organización, como ahora que estoy en la Audiencia Nacional, sigo a la mía. Si mi superioridad determina que lo mejor para el proyecto es que yo esté destinada en una u otra posición, yo no soy nadie para cuestionar.

A Macarena Olona le ofrecieron escribir un libro en plena vorágine de las elecciones andaluzas, por eso asegura que Soy Macarena (La Esfera de los Libros) debió salir antes. Pero lo hace ahora, cuando Vox pasa por su mayor crisis política tras los éxitos de 2018 y 2019, empequeñecido ante un PP que se ha hecho con el liderazgo claro del bloque de centroderecha. La alicantina, abogada del Estado y candidata a las andaluzas en 2019, se abre en un relato del "cadáver político" del partido que la llevó a la vida pública. "Un chiringuitazo", asegura, para Santiago Abascal y "el clan de Intereconomía".

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