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Vox pedirá el Ministerio de Cultura a Feijóo si logra firmar una coalición con el PP
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PARA COMBATIR EL "DIRIGISMO PROGRE"

Vox pedirá el Ministerio de Cultura a Feijóo si logra firmar una coalición con el PP

Abascal sitúa la cultura como prioridad política para combatir lo "woke" desde las instituciones. La exaltación de la identidad nacional, las ayudas a la tauromaquia y la protección de las "tradiciones" son los ejes de su programa

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal, durante un acto sobre la situación de la cultura en España. (EFE/Borja Sánchez)
El líder de Vox, Santiago Abascal, durante un acto sobre la situación de la cultura en España. (EFE/Borja Sánchez)
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"Si queremos ser dueños de nuestro futuro, hemos de cuidar la cultura como el que más". La frase podría haber salido perfectamente del acto con representantes del mundo de la cultura —en un intento de activar la revolución de la ceja bis— al que acudió Pedro Sánchez este viernes. Pero no. Su autor es el poeta y escritor Enrique García-Máiquez, que combina las letras con la política como representante de Vox al Senado. Fue uno de los invitados a un particular evento protagonizado por Santiago Abascal en la Fundación Carlos de Amberes de Madrid. El acto, celebrado en la tarde-noche del lunes, intentó contraprogramar al cara a cara entre Sánchez y Feijóo. Vox eligió la cultura como elemento diferencial, y la situó como punto central de su acción política. El partido ultraconservador eleva la apuesta. Si logra firmar un pacto de coalición tras el 23-J —un extremo al que Feijóo se resiste—, una de sus exigencias será la de ocupar el Ministerio de Cultura.

Frente a un imponente cuadro de Rubens, Santiago Abascal calificó la cultura como "alta política" y advirtió que, en su opinión, no es un ámbito que pueda cubrirse con una dirección general o una secretaría de Estado dentro de un Gobierno. Tampoco cree que debería diluirse con otra cartera. La cultura, dijo, ha de tener rango ministerial. En el fondo de esa convicción subyace una visión alejada de la "cultura woke" y de la "política de cancelación" del "consenso progre". Para Vox, la base de la cultura es la exaltación de la identidad nacional, del español y su legado, de las tradiciones patrias por encima del multiculturalismo. Es la defensa de la tauromaquia, de las "fiestas populares", del cine español alejado de las "trincheras", de la historia de España como parte de la educación básica.

Foto: Jóvenes se concentran en las inmediaciones de Matadero, Madrid. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
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Vox entiende que en la batalla política la cultura juega un papel clave. Trascendental. Es un ideal que salpica casi cada discurso de los principales portavoces del partido. Abonarse a lo políticamente incorrecto. Rebelarse contra la izquierda que trata de "pastorear" al pueblo y que lleva años ganando esa batalla cultural. "¡Qué importa el bando que eligieran Quevedo, Galdós o los hermanos Machado si ahora podemos leerlos!", clamó Santiago Abascal el pasado lunes. Entre los asistentes, Miguel Ángel Quintana Paz, Marcos de Quinto, Juan Carlos Girauta o Vicente Barrera, torero y vicepresidente de la Comunidad Valenciana.

El plan es ambicioso y en absoluto cortoplacista. Se trata de tejer desde estratos de poder una influencia con la que cambiar mentalidades. Ideas que van calando en la sociedad sobre las que, a la vez, se asienta su partido. Principios que blindan su trayectoria. Su futuro. Y sobre todo los votos. "Los sumos sacerdotes de la cultura progre patria se pusieron hace décadas a cancelar lo que no les gustaba. Un dirigismo cultural para ampliar sus parcelas de influencias e invadirlo todo de política", incidió Abascal, que llamó a dar un golpe sobre la mesa contra la "patología social de la izquierda" que "trata a los adultos como menores de edad y a los niños como adultos degenerados".

Foto: El candidato por el PP a la presidencia, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Morell)

La cultura, insistió, "es la base más firme sobre la que reconstruir nuestra nación". En su entorno, reiteran que, en caso de que sus votos sean necesarios para investir a Alberto Núñez Feijóo, pedir un asiento en el Ministerio de Cultura será una de las prioridades, sin descartar más carteras. Hace unos días, el líder del PP presidió en Madrid un acto similar al de Vox, salvando las distancias y los matices discursivos, dedicado a la cultura. Allí se comprometió a que habrá una cartera única dedicada a este ámbito dentro de su futuro y aún hipotético Ejecutivo. El maestro de ceremonias fue Borja Sémper, uno de los ministrables de Feijóo que, en caso de pacto PP-Vox, pugnaría de forma directa con los de Abascal por esta cartera. Importante recordar que el político vasco se ha erigido en una especie de bestia negra para el partido ultra.

Vox ya ha demostrado su interés por manejar desde la política las cuestiones culturales. Lo hizo en Castilla y León. Fue una de las consejerías que Juan García-Gallardo pidió a Alfonso Fernández Mañueco, y que ocupa en la actualidad junto a Industria y Empleo y Agricultura. Y algunas propuestas no estuvieron exentas de polémica, como premios de estudio de la tauromaquia o la protección de simbología de la Guerra Civil y del franquismo como "testimonio histórico" de España.

Foto: Jaime M. de los Santos, secretario general de Cultura del Partido Popular, durante la entrevista con El Confidencial. (Diego Crespo)

Pero los casos se han multiplicado. En la Comunidad Valenciana, Vicente Barrera no solo ostenta la vicepresidencia, sino también la consejería de Cultura. Y en Extremadura, la tercera autonomía donde existe, hasta la fecha, un pacto de coalición PP-Vox, también exigieron la citada consejería. En este caso, María Guardiola —previa intervención de Génova— solo cedió la de Gestión Forestal y Mundo Rural. En distintos ayuntamientos, como Valladolid, Vox ocupa también la cartera de Cultura. Fruto de ello, se han disparado las polémicas en municipios donde gobiernan los de Abascal.

La cancelación de obras teatrales —como Orlando, de Virginia Woolf, en Valdemorillo—; las críticas a la proyección de la película infantil de Lightyear en Bezana (Cantabria), donde aparecen dos mujeres besándose; o la anulación de la suscripción municipal a varias revistas en catalán en Burriana (Castellón) son algunos ejemplos. Abascal no tardó en justificarse con un "aviso a navegantes": "No aceptaremos acusaciones de censura de aquellos que han hecho de la censura y la cancelación un modus vivendi en un enfermizo juego de autoprotección".

El programa cultural de Vox

Las líneas maestras del programa con el que Vox se propone "rescatar" a la cultura "secuestrada" durante décadas por el wokismo pasan, en primera instancia, por cortar de raíz las ayudas a "los profesionales de la subvención", especialmente en el ámbito del cine. No proponen recortes, sino reutilizar las partidas de Cultura a su forma. Entre los puntos que recogen las 178 páginas de su programa electoral, Vox propone invertir en la restauración y promoción de museos, archivos y bibliotecas o rebajas fiscales a la creación de contenidos audiovisuales.

Los de Abascal destacan como prioridad la "protección de las tradiciones populares, eventos religiosos y festejos taurinos frente a los ataques del progresismo y el globalismo". Vox se vuelca en esta última cuestión, con el compromiso no solo de promocionar la tauromaquia, sino apoyar al sector con "medidas fiscales y crediticias". El partido ultraconservador aboga por incentivar también "el conocimiento de las manifestaciones culturales propias de nuestra nación", e incluir en los currículos educativos contenidos "sobre la historia de España, la identidad nacional y la aportación de España a la civilización y a la historia universal".

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Nacho Gallego)

En este punto, el partido de Abascal hace un énfasis especial en las "gestas y hazañas de nuestros héroes nacionales", y se propone combatir el "borrado del legado español" y la "leyenda negra" respecto a "la labor civilizadora de España en América". Dentro de la protección y promoción de los símbolos nacionales, Vox asegura que garantizará la celebración "sin excepción" de actos de homenaje a las FFAA y FCSE y una difusión de la "cultura de Defensa", para que la sociedad, dicen, "valore e identifique su historia".

Subrayan, además, la batalla contra el "multiculturalismo" con el refuerzo del Instituto Cervantes para blindar la lengua española y propone atender de forma prioritaria a "las naciones que comparten idioma y lazos de amistad con la cultura de España". Incluyen, además, el cierre de mezquitas o centros de culto cuyas ideas sean "contrarias a nuestra identidad y costumbres". Las palabras "cine" o "teatro" no aparecen ni una sola vez en su programa electoral. Pero Abascal se reafirma: "Con nosotros el telón no caerá nunca. El espectáculo continuará".

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"Si queremos ser dueños de nuestro futuro, hemos de cuidar la cultura como el que más". La frase podría haber salido perfectamente del acto con representantes del mundo de la cultura —en un intento de activar la revolución de la ceja bis— al que acudió Pedro Sánchez este viernes. Pero no. Su autor es el poeta y escritor Enrique García-Máiquez, que combina las letras con la política como representante de Vox al Senado. Fue uno de los invitados a un particular evento protagonizado por Santiago Abascal en la Fundación Carlos de Amberes de Madrid. El acto, celebrado en la tarde-noche del lunes, intentó contraprogramar al cara a cara entre Sánchez y Feijóo. Vox eligió la cultura como elemento diferencial, y la situó como punto central de su acción política. El partido ultraconservador eleva la apuesta. Si logra firmar un pacto de coalición tras el 23-J —un extremo al que Feijóo se resiste—, una de sus exigencias será la de ocupar el Ministerio de Cultura.

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