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El 'indomable' y discutido vicepresidente de Castilla y León que trae de cabeza al PP... y Vox
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Juan García-Gallardo

El 'indomable' y discutido vicepresidente de Castilla y León que trae de cabeza al PP... y Vox

El inflamado perfil político de García-Gallardo exaspera a Mañueco, pero también a sectores del partido de Abascal, que asumen cierto desgaste por las continuas polémicas procedentes del único territorio donde ostentan cuota de poder

Foto: El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (d), y el vicepresidente regional, Juan García-Gallardo. (EFE/R. García)
El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (d), y el vicepresidente regional, Juan García-Gallardo. (EFE/R. García)
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Los exabruptos protagonizados por Juan García-Gallardo Frings, vicepresidente de Castilla y León, han situado en una posición incómoda al Partido Popular, que siempre ha buscado un perfil bajo de su primer gran pacto con Vox. La última gran polémica protagonizada por el dirigente, que llegó a situar a Pedro Sánchez como "líder de una banda criminal", llegó al Congreso de los Diputados. El PSOE no duda en utilizar las continuas salidas de tono del político burgalés para arremeter contra Alberto Núñez Feijóo en sus debates parlamentarios, pero la dirección de su propio partido también se ve forzada a salir al paso de los charcos en que les mete su líder en Castilla y León, hasta el punto de que ya hay voces en la formación dirigida por Santiago Abascal que opinan que el inflamado perfil político de Gallardo no les beneficia. Más bien todo lo contrario.

En líneas generales, el mensaje que trasladan en el cuartel general de Vox en Madrid es que el pacto con el PP, pese a las polémicas que rodean el acuerdo, funciona correctamente. De lo que presumen especialmente en el partido ultraconservador es de haber logrado mantener la autonomía política respecto a los populares y configurar su propia estrategia de gobierno, un extremo que exaspera al PP. "No puedes hacer lo que te da la gana, como te da la gana y cuando te da la gana", reiteran en el Ejecutivo regional.

Pero también hay sectores de los verdes que en privado asumen que el rédito que debía aportarles su primera entrada oficial en un Gobierno autonómico no está siendo el esperado, sino que más bien genera algo de desgaste a Abascal, que debe justificar cada dos por tres la brusquedad de su joven vicepresidente. En la última polémica, fue Iván Espinosa de los Monteros el que dio la cara por el vicepresidente de Castilla y León en la Cámara Baja. "Que el partido socialista tiene un pasado criminal no lo pone nadie en duda, nadie que conozca la historia", alegó frente a María Jesús Montero, que solicitó al portavoz de Vox que pidiese "disculpas" por las declaraciones de García-Gallardo.

Foto: El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo. (EFE/Nacho Gallego)

Pero, si hay un partido en el que persiste el malestar por el lenguaraz político, es el PP, que sigue sin acostumbrarse a los exabruptos de Gallardo. La firma del acuerdo con Vox, que se produjo en mitad de la crisis del PP por la salida de Pablo Casado, garantizó a Alfonso Fernández Mañueco su asiento al frente de la Junta tras romper con Ciudadanos y convocar elecciones anticipadas. Pero el precio no está siendo menor. Dirigentes de la confianza del barón popular no dudan en tildar la coalición con García-Gallardo de "castigo", hasta el punto, aseguran, de que se les acelere el pulso cada vez que su micrófono se enciende en las Cortes. "Paciencia, mucha paciencia", receta una voz autorizada del PP en la región.

Los populares asumen que el pacto con Vox les pasa factura, aunque limitan el desgaste a la figura de Alfonso Fernández Mañueco. El dirigente autonómico ha tenido que disculparse en varias ocasiones por las declaraciones de su nuevo compañero de viaje. En el primer pleno de la legislatura, Gallardo se estrenó diciendo a una procuradora socialista con discapacidad que no le trataría "con condescendencia", sino como "una persona como las demás", lo que engordó la lista de argumentos del presidente del Gobierno, aunque no tanto contra Vox como contra Feijóo. En el último episodio, el líder de Vox en Castilla y León censuró la "banda criminal" encabezada, según dijo, por Pedro Sánchez y acusó a los procuradores del PSOE de ser "esclavos al servicio del dueño".

"No me gustan las descalificaciones, vengan de donde vengan. Por eso, tengo autoridad moral para pedir que bajemos el tono", respondió Alfonso Fernández Mañueco al ser preguntado de nuevo por la prensa por las salidas de tono de Gallardo. Sí reprendió al consejero de Empleo —de Vox— de la región, Mario Veganzones, que aseveró la pasada semana que en Castilla y León "no faltan trabajadores", sino "ganas de trabajar". Con estas palabras se defendió el dirigente en respuesta a una pregunta del procurador de Ciudadanos, Francisco Igea, sobre el nuevo Reglamento de Extranjería.

El exvicepresidente regional también ha sido objetivo de las ofensas de Vox en Castilla y León, aunque Igea no duda en denunciar este tipo de exabruptos siempre que tiene ocasión. En declaraciones a El Confidencial, el dirigente asegura "sufrir mucho" a García-Gallardo —y sus tres consejeros— en las Cortes. El vicepresidente llegó a tildar al dirigente de Ciudadanos de "imbécil" y de "presunto delincuente" en el pleno regional, convertido en escenario de una bronca constante.

"Gallardo es, básicamente, un adolescente malcriado. Cero tolerancia a la frustración y la soberbia propia de quien no ha conocido la contrariedad. El pacto está funcionando a la perfección para los intereses de Vox, porque todas las provocaciones refuerzan a sus votantes más ultras y el silencio de Mañueco le convierte en un cobarde y no en un moderado", se despacha Francisco Igea, dolido aún por la "traición" del dirigente popular que le despojó de la vicepresidencia regional sin previo aviso. "El daño que están haciendo a esta comunidad no va a ser fácil de reparar. Van a surgir partidos y candidaturas locales como setas", pronostica.

Foto: Juan García-Gallardo (i), junto al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. (EFE/Nacho Gallego)

El culmen del malestar en el PP viene también por la frustración que genera el hecho de que sus socios de coalición carezcan de "experiencia de gestión" y desarrollen una agenda marcada por la ideología. Vox logró tres de las 10 consejerías regionales —Agricultura, Empleo y Cultura—, pero Juan García-Gallardo no ocupa ninguna cartera al margen de la función de vicepresidente y portavoz regional. Como se puede comprobar en el Portal de Transparencia de la Junta, en los últimos meses el dirigente ha llenado su agenda de actos religiosos y taurinos, en ocasiones enmarcados como visita institucional. Una de sus banderas políticas es el recorte de las ayudas a los agentes sociales o su lucha contra la "ideología de género".

Mientras Feijóo ignora el asunto a nivel nacional para evitar dar foco a una controvertida coalición que, sin embargo, podría replicarse en otras comunidades autónomas, el PP de Castilla y León limita su enfado y hartazgo al ámbito privado. La ruptura de la coalición y la convocatoria de unos nuevos comicios para hacerlos coincidir con las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo es un escenario que no está encima de la mesa. La máxima es aguantar, pese a todo. El coste electoral para Mañueco y para el PP, sugieren, sería del todo inasumible.

Los exabruptos protagonizados por Juan García-Gallardo Frings, vicepresidente de Castilla y León, han situado en una posición incómoda al Partido Popular, que siempre ha buscado un perfil bajo de su primer gran pacto con Vox. La última gran polémica protagonizada por el dirigente, que llegó a situar a Pedro Sánchez como "líder de una banda criminal", llegó al Congreso de los Diputados. El PSOE no duda en utilizar las continuas salidas de tono del político burgalés para arremeter contra Alberto Núñez Feijóo en sus debates parlamentarios, pero la dirección de su propio partido también se ve forzada a salir al paso de los charcos en que les mete su líder en Castilla y León, hasta el punto de que ya hay voces en la formación dirigida por Santiago Abascal que opinan que el inflamado perfil político de Gallardo no les beneficia. Más bien todo lo contrario.

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