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El día en que el PP voló por los aires: "Casado y Ayuso morirán matando"
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EL PARTIDO, ABIERTO EN CANAL

El día en que el PP voló por los aires: "Casado y Ayuso morirán matando"

El partido se sume en una crisis sin precedentes que podría acabar con la líder madrileña expulsada de la formación. Sol y Génova se arman para una guerra por el poder

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (i), y el presidente del PP, Pablo Casado (d). (EFE/Chema Moya)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (i), y el presidente del PP, Pablo Casado (d). (EFE/Chema Moya)

Llamadas, suspiros, carreras y mucho, mucho tabaco. La guerra ha estallado en el PP, pero esta vez no habrá fotografía planificada ni campaña electoral que pueda unir un partido completamente roto. Los teléfonos en Génova y en la Puerta del Sol siguen echando humo, pero Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado no se han llamado. La batalla orgánica que ambos líderes mantenían soterrada desde hace al menos seis meses ha reventado de la peor manera posible: con una guerra sucia y con acusaciones cruzadas de "espionaje" y "corrupción". El PP se ha abierto en canal, y cada bando busca ya soldados para su particular guerra por el poder.

Ayuso se enfrenta al aparato del partido con pocas alforjas. Su apoyo está en la calle y en las bases, pero no a nivel orgánico. Sobre ella pesa además un expediente informativo que podría terminar incluso con su expulsión del partido. Casado, por su parte, cuenta con el pesado lastre de haber urdido una operación de espionaje contra la presidenta madrileña para investigarla tanto a ella como a su entorno familiar, y no solo a su hermano, sino también a antiguas parejas de Ayuso, según ha podido saber El Confidencial. Si Génova demuestra que hubo corrupción en Sol, Ayuso saldrá malparada. Y si esta convence de que Casado y Egea conspiraron contra ella para derribarla, sus días también podrían estar contados en el PP.

Foto:  La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Javier Lizón)

La operación, por tanto, conlleva importantes riesgos. Tanto para Ayuso como para Casado. La reflexión que hacen algunos dirigentes del partido, aún perplejos y reticentes a posicionarse en la nueva batalla fratricida del PP, es que ninguno de los dos protagonistas saldrá indemne. "No gana nadie", cavilan en algunos sectores del partido, incluidos cargos experimentados en antiguas contiendas internas. Los dos "pueden perder", los dos han preferido "morir matando" y los dos podrían haber "cavado su propia tumba", aventuran.

"El daño es tremendo"

El impacto de la información adelantada en exclusiva por este medio es aún inconmensurable. El PP tardará en recuperarse de la afrenta, y "el daño es tremendo", según coinciden diferentes cargos del PP consultados, desde diputados en el Congreso a dirigentes autonómicos, aún perplejos de que el partido se haya hecho el harakiri en menos de 24 horas. Las agendas comenzaron a moverse en la noche del miércoles. Génova canceló las agendas públicas de sus principales espadas, y solo José Luis Martínez-Almeida asumió la responsabilidad de dar las explicaciones pertinentes sobre los testimonios que advertían de que cargos municipales en contacto directo con Génova habían iniciado una investigación secreta contra Isabel Díaz Ayuso.

El regidor asumió el mandato de la dirección, pero se distanció de Casado todo lo que pudo. En su intervención, evitó responder a preguntas "en calidad de portavoz nacional", y se limitó a hacerlo como alcalde de la capital. Dejó en la picota a Ángel Carromero, uno de los principales señalados en el espionaje contra la presidenta madrileña y pieza clave en la dirección de Génova. Era un primer aviso a Pablo Casado, que ejecutó horas después.

El coordinador de la Alcaldía dimitió de sus funciones en el ayuntamiento poco antes de las 18:00h del jueves, pero no de sus responsabilidades en el partido como encargado del comité electoral del PP de Madrid. Almeida se sacude así de la polémica, evita tomar partido y se deshace de una de las piezas clave de Génova pese a su defensa de que no encontró pruebas que incriminasen a Carromero en la ejecución de una campaña de espionaje contra Isabel Díaz Ayuso.

La "crueldad" de Casado

La mañana fue avanzando en un halo de tensión sin precedentes, pero Isabel Díaz Ayuso no canceló su agenda ni se ausentó del pleno ordinario en la Asamblea de Madrid, donde ya lanzó el primer dardo a Casado. "Van a por lo más importante para una persona, su familia", se lamentó. La presidenta madrileña se ausentó de la Cámara regional tan pronto como pudo para trazar en Sol el discurso que haría saltar por los aires el PP.

Mientras tanto, y a la espera de la hecatombe, los pasillos de Vallecas ardían. "La que se ha liado", comentaba alarmado algún diputado popular que desaparecía entre la multitud con paso apresurado. "No nos pueden hacer elegir entre papá o mamá", recelaba algún consejero madrileño, con claros signos de nerviosismo. Pero lo peor estaba aún por venir.

El reloj marcaba las 13:32 cuando Ayuso compareció en la Puerta del Sol, rodeada de una maraña de cámaras y vestida con una americana blanca, similar a la vestimenta que empleó Cristina Cifuentes el día en que anunció su dimisión. El blanco, que simboliza pureza o perfección, fue el color escogido por Isabel Díaz Ayuso para admitir que su hermano actuó de intermediario con la empresa adjudicataria de un contrato de mascarillas por valor de 1,5 millones de euros, actividad por la que se embolsó 280.000 euros. Sin embargo, desmintió tajantemente que ella o cualquier miembro de su Gobierno interviniesen en la adjudicación. "Nunca le he ayudado en su vida laboral", reiteró.

Zanjado ese asunto, al menos en apariencia, Ayuso lanzó un misil contra Casado y contra toda la dirección nacional, planteando veladamente un desafío que trasciende lo verbal y que le ha costado a la presidenta madrileña la apertura de un expediente informativo. "Nunca pude imaginar que la dirección del PP actuara de forma tan cruel e injusta contra mí", lanzó. Ayuso pidió cabezas, y acusó a la séptima planta de Génova de trabajar en secreto para anularla. "Nunca pensé que pronunciaría estas palabras, pero espero que la dirección nacional del PP pruebe que ha habido tráfico de influencias, que ha habido algo irregular, que yo no soy honrada", desafiaba.

El congreso del PP, en el aire

La intervención de Teodoro García Egea terminó de prender la hoguera en el PP. El secretario general del partido anunció la apertura de un expediente informativo para "recabar información" sobre el presunto tráfico de influencias en el seno de la comunidad, así como las procedentes acciones legales ante las "gravísimas acusaciones, casi delictivas", vertidas por Ayuso contra Casado y el resto de la dirección nacional.

La guerra está servida, y los congresos, en el aire. El foco ya no está en el PP de Madrid, la punta de lanza con la que Ayuso ha hostigado a la cúpula de Génova durante meses. La dirección nacional negó una y otra vez la prerrogativa de adelantar el congreso regional con distintas excusas, pero "la verdad", como reconocen en Génova, es que Pablo Casado no activó la celebración del cónclave por las presuntas irregularidades que marcaban el mandato de la presidenta regional. Egea acusa a Ayuso de negar colaboración a la cúpula para esclarecer los hechos y de desplegar, por contra, una campaña de "ataques y calumnias" contra Casado. "Sol decidió que la mejor decisión era quitarnos de en medio", lamentan.

Los ojos se ponen ahora en el congreso nacional del PP. Hasta hace dos días, fuentes de la Secretaría de Organización del PP aseguraban que el calendario no se había movido un ápice y que el cónclave se celebraría en julio, coincidiendo con el cuarto aniversario de Pablo Casado al frente del PP. Ahora todo está en el aire. Al congreso para hacerse con las riendas del partido podrían presentarse los dos, uno o ninguno. Nada es seguro. Ni la supervivencia de Génova, ni tampoco la de Ayuso.

Llamadas, suspiros, carreras y mucho, mucho tabaco. La guerra ha estallado en el PP, pero esta vez no habrá fotografía planificada ni campaña electoral que pueda unir un partido completamente roto. Los teléfonos en Génova y en la Puerta del Sol siguen echando humo, pero Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado no se han llamado. La batalla orgánica que ambos líderes mantenían soterrada desde hace al menos seis meses ha reventado de la peor manera posible: con una guerra sucia y con acusaciones cruzadas de "espionaje" y "corrupción". El PP se ha abierto en canal, y cada bando busca ya soldados para su particular guerra por el poder.

Isabel Díaz Ayuso Partido Popular (PP) Pablo Casado Teodoro García Egea
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