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La España donde solo caben dos partidos: todos estos votos se van a ir a la basura
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La España donde solo caben dos partidos: todos estos votos se van a ir a la basura

En 2019, más de 2,5 millones de votos fueron a partidos y circunscripciones que no optaron a conseguir un escaño. En varias provincias de España vuelve a ser casi imposible sortear el bipartidismo

Foto: Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, en la sesión de control al Gobierno, en mayo de 2023. (EFE/J.J. Guillén)
Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, en la sesión de control al Gobierno, en mayo de 2023. (EFE/J.J. Guillén)
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Después de una semana de negociaciones, Podemos cedió el viernes para integrarse en la candidatura de Sumar, el partido liderado por Yolanda Díaz. Ante el chaparrón que pronostican las encuestas, la izquierda a la izquierda del PSOE eleva así las opciones de conseguir más apoyos y traducir sus votos en escaños de cara a la convocatoria adelantada de elecciones generales el próximo 23 de julio.

Las expectativas demoscópicas de la izquierda mejoran con el acuerdo, pero los sondeos publicados hasta la fecha otorgan a la suma de PP y Vox una mayoría absoluta en el Congreso. Lo cierto es que el reparto de escaños del sistema electoral español complica mucho la vida a los partidos pequeños que no concentran el voto en determinadas zonas geográficas. Es más, en algunas provincias es necesario obtener más del 25 por ciento de los votos para lograr un escaño.

Esta batalla se juega en las circunscripciones pequeñas, aquellas que reparten cinco puestos o menos, pero entre las que hay en juego 109 escaños. Para que un partido que se presenta en una provincia tenga representación en el Congreso de los Diputados, tiene que lograr al menos el 3% de los apoyos sobre el voto válido, esto es, contando los blancos pero no los nulos. Cada vez que hay elecciones, son muchas las formaciones que no llegan a superar este límite. Pero pasar del 3% ni siquiera es suficiente para conseguir un escaño dependiendo de la circunscripción. El siguiente gráfico muestra, por un lado, todos los votos que suelen quedarse sin escaño en cada provincia y, por otro, cuál fue el porcentaje de votos del último partido que consiguió entrar. Es decir, qué porcentaje deberían rondar los partidos que aspiren a lograr un diputado.

En las últimas generales, hasta en seis provincias hubo cuatro o más partidos que, con más del 3% de los votos, se quedaron fuera del Parlamento. Y más allá del número de formaciones que se quedan fuera, el porcentaje de votos que no se tradujeron en escaños es mucho más elevado en las provincias menos pobladas. En total, 2.576.302 papeletas no consiguieron representación en las distintas circunscripciones, lo que supone el 10,7% de los votos recibidos por las distintas candidaturas.

El más perjudicado fue Ciudadanos, donde 771.095 de más de 1,65 millones de votos, casi la mitad, fueron papel mojado. El top 3 lo completan Podemos y Vox, con cientos de miles de papeletas inútiles. Aunque todo varía en función de la provincia. Por ejemplo, en Soria, el 30% de los sufragios de noviembre de 2019 se tradujeron en la nada. Y en otras 19 provincias la proporción de votos sin escaños superó el 20%. "Son votos que se cuentan, pero no cuentan", explica Fernández-Vázquez, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid.

Foto: Yolanda Díaz y José María González, 'Kichi', en Cádiz hace unas semanas. (EFE/Román Ríos)

Huesca, Burgos, Soria, Cuenca, Palencia, Lugo y Ourense están entre los lugares donde el voto útil cobra más sentido. En Ceuta y Melilla, donde solo se escoge un diputado, se da el caso más extremo. Allí, ni siquiera el 31,6% de los votos cosechados por el PSOE sirvió para sumar una asiento, que fue para Vox, con el 35,5%. Pero, al final, es la suma de los resultados en las provincias pequeñas la que tiene el poder de inclinar la balanza del poder en un sentido u otro, a izquierda o derecha.

En Madrid y Barcelona, las dos provincias que más diputados tienen, no hay muchos cálculos que hacer. En las últimas cuatro elecciones, todos los partidos que han logrado superar la barrera impuesta por la ley electoral han conseguido algún asiento en el Congreso de los Diputados.

El 10-N, la estrategia de Más País, el partido liderado por Íñigo Errejón, tuvo en cuenta este hecho y decidió presentarse solo en 18 de las 52 provincias del país, con estrepitoso resultado. "No sé si, por exceso de optimismo o por otra razón, él presuponía que Más País se iba a llevar todos los votos de Podemos en esas 18 provincias, pero evidentemente no iba a ser así ni en el mejor escenario". Al final, solo tres de sus candidatos llegaron al Congreso, dos por Madrid y uno por Valencia, donde fueron en coalición con Compromís. Lo que sí consiguió Errejón con esa decisión fue no entorpecer el camino de Podemos, que logró escaño en todos los sitios donde Más País se presentó.

Cuatro años antes, en 2015, fue el líder de Podemos, Pablo Iglesias, quien rechazó un acuerdo para ir con Izquierda Unida a las generales. Ambas formaciones se quedaron fuera en 14 provincias en las que concurrieron por separado, aunque en casi todos los casos ambos partidos superaron la barrera del 3%. De haber ido juntos, habrían sumado 14 escaños más de los que tuvieron y se habrían quedado a tan solo cinco del PSOE. Hasta aquí los precedentes. Comienza ahora la política ficción.

¿Y si...?

En la repetición electoral de 2019, con un escenario muy igualado entre bloques, el entonces líder del PP, Pablo Casado, tenía claro que era mejor restringir las opciones. Para ello, pidió a Vox, su rival dentro del espectro ideológico, que se abstuviera de presentar listas en las provincias más pequeñas para no dividir el voto.

Si los de Abascal le hubiesen hecho caso —y suponiendo que todos sus votos, sin fugas ni abstenciones, fuesen para los populares—, habrían cambiado las tornas en Álava, Cuenca, Castellón, Huelva, Huesca y Jaén, donde los populares no solo sumarían los diputados de la formación de ultraderecha, sino que cambiarían la composición del tablero. Así, ambas formaciones —sin contar con Ciudadanos—hubieran alcanzado los 147 escaños, seis más que los que obtuvieron en las urnas, y PSOE, Unidas Podemos y los comunes hubiesen sumado 150 diputados, cinco menos que lo conseguido en 2019.

"La vía Casado es una demanda de rendición, en la que no estás respetando a tu adversario", opina Lluís Orriols, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid. Para la formación que no participa en las provincias pequeñas, por contar con menos opciones de conseguir un escaño, supone, por un lado, invisibilizar a la marca y, por otro, obligar a sus votantes a elegir otro partido, según Orriols. "Es una estrategia muy torpe a largo plazo", apostilla. "Otra cosa es la vía Frutos", desliza el politólogo, en referencia al acuerdo del año 2000 entre la Izquierda Unida de Francisco Frutos y el PSOE capitaneado por Joaquín Almunia. Entonces, decidieron no competir entre sí en algunas circunscripciones por razones de eficiencia electoral.

En el espacio de la izquierda, el tándem electoral Sánchez-Díaz se materializó en la moción de censura propuesta por Vox y que fracasó el pasado mes de marzo. Presidente y vicepresidenta escenificaron que su bipartito podía superar el envite y que eran capaces de trabajar por la continuidad. Pero de ahí a que Sumar nazca sin una propuesta que abarque todo el territorio para favorecer al bloque de la izquierda, hay un largo trecho.

"La vía Casado es una demanda de rendición, en la que no estás respetando a tu adversario"

"Tenemos un proyecto de país y, por lo tanto, vamos a presentarnos en todas las circunscripciones", afirman desde el equipo de comunicación de Sumar. "No es una conversación que hayamos tenido con el PSOE. No tendría mucho sentido. Tenemos un proyecto de país y dos formas diferentes de hacer política", zanjan.

Sigamos jugando a imaginar. Pongamos que, en los comicios de noviembre de 2019, el PSOE y Podemos hubieran llegado a un acuerdo sobre dónde presentar sus listas. Si los de Iglesias hubiesen pedido el voto para Sánchez —o hubiesen ido en coalición— en las provincias con cinco o menos diputados, el bloque de izquierdas se habría reforzado y robado escaños a la derecha en Cantabria, Ciudad Real, Palencia, Salamanca, Segovia, Zamora y Ceuta.

El resultado de esta simulación, con sus limitaciones, arroja 162 diputados para los partidos del Gobierno de coalición y 134 para el tique PP-Vox. En este escenario, por ejemplo, las negociaciones del actual Ejecutivo en el Congreso habrían sido más sencillas.

"Aquí hay dos planos: el aritmético y el político", distingue Fernández-Vázquez. "Aritméticamente, es bastante claro que si juntásemos los votos de PSOE y Sumar en Lugo, Ourense o Salamanca, seguro que tendrían más diputados", afirma. "Pero políticamente es muy difícil. Es asumir que eres el segundo. Yolanda Díaz dice que aspira a ser la primera presidenta de España, ¿con qué cara sales a decir eso si no te presentas en todo el país?", valora.

De vuelta a las simulaciones con los datos de 2019, estaría la opción de que ambos bloques optasen por coaligarse en las provincias más pequeñas. En este bipartidismo suavizado, serían los socialistas y sus aliados los perjudicados, bajando a 146 diputados, aunque PP y Vox solo sumarían un nuevo escaño, hasta los 142.

Estos escenarios no dejan de ser simulaciones y, como tales, tienen sus limitaciones, ya que parten del supuesto de que todo el electorado de un partido pasaría de forma íntegra al otro. Es decir, no se tienen en cuenta posibles fugas de votos a otras formaciones —de votantes de Podemos que se nieguen a votar al PSOE, por ejemplo— o la abstención. Esto, como se ha visto en anteriores experiencias, es bastante frecuente: ante una coalición, uno más uno no siempre suma dos. Eso sí, para que este efecto huida tenga cierto impacto, el número de personas que no apuesten por este sistema de bloques debería ser elevado, dado el sistema de reparto de escaños de D'Hondt.

A poco más de 40 días para las elecciones, el interés se ha centrado en las coaliciones, las listas y los nombres. Unos deberes que, de cara a unas generales, ya deberían tener hechos, critica Lluís Orriols. "Es una estrategia errónea por dejación de funciones de la propia izquierda", valora el politólogo, pese a que "se hicieron las cosas como debían hacerse, que es anticipar un agotamiento del liderazgo, del proyecto", en alusión al cese de Pablo Iglesias y el relevo de Díaz. Y sentencia: "El proyecto ahora simplemente es salvar los muebles".

Después de una semana de negociaciones, Podemos cedió el viernes para integrarse en la candidatura de Sumar, el partido liderado por Yolanda Díaz. Ante el chaparrón que pronostican las encuestas, la izquierda a la izquierda del PSOE eleva así las opciones de conseguir más apoyos y traducir sus votos en escaños de cara a la convocatoria adelantada de elecciones generales el próximo 23 de julio.

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