"Cuando digo que soy infértil, me tratan como si fuera una víctima"

Carmen Romero, de 30 años, siempre tuvo el presentimiento de que nunca podría ser madre. El motivo es que, a pesar de que alguna vez olvidó tomar sus pastillas anticonceptivas, nunca tuvo ningún susto. Pasado un tiempo, al tener una pareja estable, decidió dejar de tomarlas y ver qué pasaba. Nunca se quedó embarazada.

Hace unos meses, fue al ginecólogo y le dijeron que sus niveles de ovocitos (la célula germinal que participa en la reproducción) eran muy bajos, lo que quería decir que iba a ser muy difícil que se quedara embarazada si algún día quería ser madre.

Una vez recibió la confirmación médica, lo habló con su pareja: dejaría de tomar pastillas definitivamente y, si quedaba embarazada, lo tendrían aunque no se sintieran preparados para ello porque, muy probablemente, aquella sería su última oportunidad. “Cada vez me estoy convenciendo más de que quiero hijos”, afirma Romero.

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Reconoce, por otra parte, que le da pereza tener que contar su historia. La reacción es siempre la misma: la lástima: “Ser infértil no está socialmente aceptado. Cuando le cuento a la gente, se compadecen. No somos víctimas”.

Romero forma parte del 17,5% de la población adulta a nivel mundial que es infértil, una de cada seis personas, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado este martes y que ha analizado a su vez 133 estudios publicados en los últimos 31 años.

La OMS ha puesto cifras a lo que cataloga como “un importante problema de salud pública” que afecta a todo el mundo y cuyas causas no están claras.

Una cifra alarmante, sobre todo en países con una natalidad baja como España, en donde la media de hijos que tiene una mujer es de 1,23. La alternativa más usual en estos casos es que las parejas se sometan a ciclos de fecundación in vitro que tratan de unir óvulo y espermatozoide bajo la blanca luz de un laboratorio.

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Según los datos disponibles de la Sociedad Española de Fertilidad, de las 22.667 pacientes tratadas con fecundación in vitro, solo nacieron 5.852 niños, en 2019. Esto es un 13,6% de éxito en los tratamientos. La mayoría de las veces este procedimiento se aplicó a mujeres entre los 35 y 39 años.

En total, en España ya han nacido más de 37.094 niños por fecundación in vitro desde que hace 39 años nació el primer bebé de un óvulo donado que permaneció congelado en una clínica esperando destino. Ese óvulo se convirtió a su vez en una mujer y demostró que había alternativas para parejas que vivían ya convencidas de que no podrían ser padres por nacimiento natural.

Gitau Mburu, experto en salud sexual y reproductiva de la OMS, explicó en rueda de prensa que no se tiene evidencia de que la infertilidad haya aumentado "Las estimaciones anteriores realizadas por la OMS en 2012 no mostraron ninguna tendencia hacia un aumento de las tasas de infertilidad. Así, basándonos en los datos que tenemos, no podemos decir que la infertilidad está aumentando o que sea constante".

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La doctora Onica Armijo, médica adjunta de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital La Paz, recalca la importancia de hacer pedagogía: “La infertilidad se vive con estigma. Veo a muchos pacientes que hablan de su situación como si fuera un tabú”.

Según el estudio, muchas mujeres sufren “estigma social” y “alteraciones emocionales”. “Esto es especialmente acusado para las mujeres de ciertos países, que suelen ser culpadas de la falta de fertilidad de la pareja, lo que también repercute en aumento de la violencia de género”, reza el estudio.

El objetivo de la organización, afirma Mburu, era cuantificar el problema de la infertilidad, entendida como no lograr el embarazo después de 12 meses de relaciones sexuales sin métodos anticonceptivos en personas de entre 15 y 49 años. Sin embargo, en países como España, después de los seis meses, cuando la mujer tiene más de 35 años, ya se empiezan a hacer estudios médicos, como recomienda la Asociación Española de Fertilidad.

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“Entender su magnitud es crítico para monitorear, evaluar y mejorar el acceso equitativo a servicios de atención de la fertilidad de calidad, así como para abordar los factores de riesgo y las consecuencias que traen consigo”, señala el estudio.

Sin duda, uno de los factores más claros a ojos de los expertos es el hecho de que la edad de ser madre se está retrasando. Hoy, la media en España está en 32,6 años, según datos del INE de 2021, lo que condiciona mucho la calidad de los ovocitos y disminuye la probabilidad de quedar encinta. En 1980, la media estaba en 25 años.

“Sabemos que a partir de los 35 años se produce una caída en picado de la fertilidad, y cada vez hay más mujeres que superan esta edad o incluso que se aproximan a los 40”, explica Armijo.

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Además, existen otros factores como la falta de una buena dieta, la contaminación y el estrés, lo que ha hecho que también la calidad del esperma de los varones haya bajado a la mitad en los últimos 50 años.

Ayudas a la natalidad

La Seguridad Social en España cubre los tratamientos de fertilidad en mujeres hasta los 40 años. No obstante, algunas comunidades como Madrid han elevado la edad a los 45 para incentivar la natalidad.

A esta medida, Madrid ha añadido el aumento de tres a cuatro el número de intentos completos para llevar el embarazo a término. Además, ahora se permite también el acceso al sistema a mujeres que ya tienen un hijo.

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Por su parte, el Ministerio de Sanidad, en 2021, incluyó en la cartera de servicios de la gestación asistida a todas las mujeres, independientemente de su orientación sexual y de su estado civil, así como a las personas trans con capacidad gestante.

En muchos países, sin embargo, estos procedimientos son muy costosos y mucha gente no se lo puede permitir. “Las personas de los países más pobres gastan una mayor proporción de sus ingresos en atención de la fertilidad en comparación con las personas de los países más ricos. Los altos gastos frecuentemente impiden que las personas accedan a tratamientos de infertilidad o, alternativamente, pueden catapultarlas a la pobreza como consecuencia de la búsqueda de atención médica”, denuncia el estudio de la OMS.