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“Te podemos contratar, pero no de cara al público”. La realidad laboral de las personas ‘trans’ en España

Por Sandra Carbajo

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El desconocimiento de la realidad ‘trans’, sumado a la falta de preparación en los entornos laborales, provoca unas tasas de desempleo que rozan el 80%. Estas son las iniciativas que en España ayudan a la inserción laboral de este colectivo.

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“¿Por qué tienes esa voz?” “¿Eres un chico o una chica?” “¿Estás operada u operado?” “Te podemos contratar, pero no de cara al público” Estos son solo algunos ejemplos de las situaciones a las que se enfrentan las personas transexuales en sus entornos laborales. Una discriminación que se traduce en unas cifras de desempleo que rozan el 80%; el 77%; en las mujeres, de acuerdo con un estudio de FRA (European Union Agency for Fundamental Rights) y denuncias de sindicatos como UGT. Además, según una encuesta realizada por la Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGTBI (REDI), tardan una media de tres años y medio en encontrar un trabajo.

“Uno de los principales problemas es el desconocimiento de la realidad ‘trans’ en el ámbito laboral: no solo hay hombres y mujeres, sino también no binarias. Esto supone que muchas personas cuando van a una entrevista estén descartadas, porque simplemente no saben cómo tratar con ellas, qué género utilizar, qué nombre…”, explica Niurka Gibaja, portavoz de la FELGBT+ (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más). También el no tener el ‘cispassing’, el cual conlleva cumplir con los estándares binarios (hombres y mujeres) de la sociedad, desencadena en un mayor riesgo de transfobia.

Velas en La Coruña para exigir a instituciones compromiso contra la lgtbifobia
Foto EFE/Cabalar

Velas en La Coruña para exigir a las instituciones compromiso contra la lgtbifobia.

Esto provoca que muchas personas sean apartadas simplemente por su identidad, no por sus capacidades, formación o experiencia. “En mi último trabajo no pasé el periodo de prueba, porque no cumplía con el perfil de mujer que estaba buscando mi jefe. Yo estaba consiguiendo los objetivos. Solo me estaban negando un trabajo por algo que yo no había podido decidir. Eso es muy duro y la herida que te deja, muy profunda”, reconoce Adriana, una joven madrileña de 24 años.

Una experiencia similar a la de Jeysi Carolina, que además cuenta con el hándicap de ser migrante. Esta colombiana llegó a España pidiendo asilo y sin la documentación modificada, lo que implica que el nombre, género y sexo que aparecen en sus papeles sean los de su nacimiento y no con los que ella se identifica: “Genera confrontación. Los empleadores no te toman en serio o ni siquiera te dan la oportunidad de evaluarte”.

Carli Robles, una mujer transexual

“Al principio colocaba en mi currículum que era una persona ‘trans’ para evitar el disgusto de enfrentarme a que no me valoraran por mis aptitudes y profesionalidad”. Jeysi es ingeniera de Minas y, además, tiene formación en seguridad laboral, asesoramiento comercial y auditorías internas. “Creo que si mis documentos hubieran estado cambiados, me hubiera ayudado mucho a no recibir tanta negativa”, apunta.

Todas ellas coinciden en que el punto más duro a nivel emocional es la invasión de la privacidad y de la intimidad; el hecho de que les pregunten cosas que solo le pertenecen a ellas mismas. Y a nivel económico, al no tener acceso a un empleo, no se percibe un sueldo y, por ende, existe una inestabilidad que no permite desarrollarse como persona. “Si no tienes dinero, no puedes vivir en sociedad; si no puedes vivir en sociedad, te recluyes, y si te recluyes, volvemos a la marginalidad. Es un círculo del que no sales si no tienes una oportunidad laboral real”, puntualiza Adriana.

Si no tienes dinero, no puedes vivir en sociedad; si no puedes vivir en sociedad, te recluyes, y si te recluyes, volvemos a la marginalidad

Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, la sociedad española de 2022 no es la misma que la de hace 40 años. “Yo siempre miro la vida con ojos de esperanza y creo que estamos yendo a mejor. El grado de discriminación de una persona de 20 años comparado con el de una de 40 o 50 años es muy diferente”, afirma la portavoz de la FELGTBI+.

Una opinión compartida por María Ortuño, dirección de REDI, “afortunadamente estamos evolucionando y ahora hay una visibilidad que genera unos referentes que antes no existían, ayudando a que más personas ‘trans’ se vean identificadas, acompañadas y empoderadas para ser ellas mismas dentro y fuera de sus entornos laborales”.

No obstante, cada generación tiene sus blancos y negros. En el caso de las personas con más edad, desde la federación estatal reconocen que probablemente hayan realizado el proceso de visibilización más tarde que un ‘millennial’. “Esto conlleva a que pueda tener una serie de características externas que les exponen todavía más a la transfobia y discriminación”. De hecho, en este punto, Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de diciembre, considera que “las personas mayores ya están fuera de juego y muy dañadas emocionalmente. Las tasas de fracaso escolar son altas y para muchas, especialmente para las mujeres ‘trans’, su escuela ha sido la calle”. Sin embargo, la edad también implica que el recorrido profesional de aquellas que han podido estudiar sea más amplio.

Las más jóvenes, en cambio, han recibido generalmente aceptación familiar y han podido hacer el cambio legal más rápido. Precisamente, gracias a la legislación, aprobada en junio de 2021, ya no es necesario presentar un informe médico para que se haga efectivo el cambio en los documentos de identidad. “Hace 30 años, se estimaba que en 400 años lograríamos vivir en una sociedad realmente inclusiva. Hoy se calcula que en 150”, apunta el presidente de la Fundación 26 de diciembre.

Falta de preparación de las empresas

“Quizá el problema también sea que no estamos preparados para esa diversidad, porque no nos han educado para ello”, añade Federico. En palabras de Adriana, “es cuestión de educación emocional: cómo nos relacionamos, cómo desarrollamos la empatía o cómo educamos a los niños para desarrollarla es la parte más relevante, porque tú no tienes que entender algo para respetarlo”.

De hecho, Niurka considera que otra de las barreras que contribuyen al desempleo del colectivo es que “las empresas no están del todo preparadas. No tienen protocolos para las personas ‘trans’ y esto hace que muchas compañías no se arriesguen a la contratación”.

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Foto Carmen Castellón

En este contexto, Ortuño reconoce que “la discriminación muchas veces es provocada por el miedo que produce el desconocimiento. Por eso es tan importante sensibilizar y formar a la población en general, y a las plantillas en particular”. Y, precisamente, no solo apunta a acciones formativas, sino también a profesionales especializados en diversidad e inclusión LGBTI y asesoramiento específico a los departamentos de Recursos Humanos para que puedan desarrollar políticas corporativas de respeto.

En este aspecto, además de la red empresarial REDI, la cual tiene asociadas 160 compañías de tamaño y sectores diversos (95 grandes empresas como BP, públicas como Correos y 57 pymes e instituciones), juegan un papel fundamental programas como ‘We Trans’ de la FELGBTI + o ‘Ámbar’ de la Fundación 26 de diciembre que ayudan a la inserción laboral de las personas transexuales y la formación de las empresas.

El primero, estatal, nació formalmente en noviembre de 2020 como “puente que une a quien busca trabajo con quien lo ofrece”. Ahora mismo cuentan con unas 36 empresas adscritas y centenares de personas inscritas en la bolsa de empleo de perfiles variados. “Esto demuestra que hay talento y capacidad. Tenemos que abrir puertas para que puedan tener la oportunidad”, explica Niurka, quien además indica que “debe de ser un proceso bidireccional, en equipo y sinergia. El miedo de muchas personas ‘trans’ que han participado en otros proyectos de inserción laboral es que cuando acaban, se les lanza al vacío a buscar empleo, sin ninguna orientación, volviendo de nuevo a una situación de vulnerabilidad y desempleo”.

Vamos por el buen camino, pero mientras que las cifras de desempleo sean las actuales, seguiremos necesitando ecosistemas de apoyo

Ámbar, por su parte, nació en 2019. En palabras de Federico, “la gran labor que hemos tenido en el programa es esa formación integral. Primero formamos y luego, la intermediación con las empresas para que comprendan que las personas ‘trans’ formadas son tan válidas como cualquier otras”. En este camino cuentan con el apoyo y ‘expertise’ de REDI, a través de una estrategia conjunta que consiste en un servicio de acompañamiento y formación, además de una plataforma que conecta a estas personas con oportunidades vacantes en empresas inclusivas. A día de hoy son más de un millar de personas las que han participado en este proyecto. También realizan otras acciones como 'Transparentes', en las que además de la red empresarial, participa la Fundación LLYC, con la que quieren concienciar sobre la exclusión sociolaboral de las personas 'trans'.

Adriana
Federico
Foto Carmen Castellón

Un ejemplo es Adriana quien reconoce que Ámbar le ha ayudado a no sentirse sola en ese abismo que supone buscar trabajo siendo joven, mujer y trans: “El hecho de que la fundación y el proyecto Ámbar existan, te ayuda, sobre todo, a hacer el camino lo más acompañada posible. Nos da cierta seguridad y amparo para poder crecer como personas. Son como una madre que te guía, apoya, ofrece formación y orientación”. La madrileña se ha iniciado en el mundo del maquillaje, habiendo conseguido una beca en NYX; y el próximo curso va a comenzar su formación en estilismo y vestuario escénico.

Jeysi Carolina llegó a ‘Yes We Trans’ tras una experiencia laboral marcada por el hostigamiento y las irregularidades: “El programa desde que comenzó nos ha dado posibilidades de formación y becas en compañías como Google, además de hacernos de conexión con las diferentes empresas y organizaciones para solicitar plazas laborales ‘trans’”. Después de postularse a varios puestos, Jeysi entró a trabajar en ACNUR. “Fue gratificante, me sentí muy cómoda. Además, se notaba que habían formado a estas personas para tratar al colectivo”.

Estas vivencias muestran que, como reconoce María Ortuño, “vamos por el buen camino, pero mientras que las cifras de desempleo sean las actuales, seguiremos necesitando ecosistemas de apoyo para continuar potenciando la integración socio-laboral de las personas ‘trans’”.

La sociedad necesita ponerse las gafas de la diversidad para comprender que vivimos en un mundo heterogéneo donde las personas no sean juzgadas por el género con el que se identifiquen, sino por su talento, experiencia y capacidades. Para ello, la labor de iniciativas y programas como ‘Yes We Trans’, ‘Ámbar’ o REDI son fundamentales en ese (aún) largo, pero esperanzador camino hacia la inclusión real.

Créditos
  • Reportaje

    Sandra Carbajo

  • Fotografía

    Carmen Castellón

  • Diseño y dirección de arte

    Fernando Puente

  • Maquetación

    María del Mar Pérez

Arcadia

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