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"Si estalla horas antes la guerra de Ucrania, Casado seguiría de presidente del PP"
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Un año después de la crisis

"Si estalla horas antes la guerra de Ucrania, Casado seguiría de presidente del PP"

En el equipo de Casado, existe la convicción de que hubiera resistido si la noticia de la invasión rusa se hubiese precipitado. Feijóo convocó la comida para frenar la 'victimización' del exdirigente popular

Foto: Alberto Núñez Feijóo (i) saluda a Pablo Casado en el XX Congreso Nacional del PP. (EFE/Julio Muñoz)
Alberto Núñez Feijóo (i) saluda a Pablo Casado en el XX Congreso Nacional del PP. (EFE/Julio Muñoz)
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Alberto Núñez Feijóo y Pablo Casado compartieron mesa este miércoles, un año después de lo que los casadistas llaman el 23-F del PP. Aquella noche también estaban sentados juntos. Entre ellos, los presidentes del partido en Ceuta y Melilla. Casado presidía y Feijóo escuchaba los argumentos de sus homólogos en los territorios para forzar a dimitir al entonces líder. Hasta ese día, solo le habían exigido la cabeza del secretario general, Teodoro García Egea. En el entorno del exdirigente popular aún se preguntan si hubiese resistido el envite de Isabel Díaz Ayuso de haber sacrificado a su número dos.

En el PP, hay teorías que defienden lo uno y lo contrario, pero con un denominador común: si la guerra de Ucrania hubiese estallado unas horas antes, Casado no hubiese entregado la presidencia del partido. Así se lo trasladó a sus colaboradores él mismo en esos días e incluso hasta hoy. Llegó a casa de madrugada. Había decidido acudir al Congreso al día siguiente para despedirse. Preparaba su intervención, pero los digitales ya recogían como primera noticia la invasión de Ucrania por parte de Putin. La crisis se hizo pequeña informativamente. Casado se hubiese puesto el traje de hombre de Estado. "Nadie se hubiese movido ante un acontecimiento de ese calibre", mantienen en su equipo.

Foto: Casado, junto a sus más fieles colaboradores. (EFE/Víctor Lerena)

En la taberna junto al Senado, en la que almorzaron Casado y Feijóo, no se habló de esa noche. Es pasado. Más doloroso para el primero que para el segundo, aunque según recuerdan varios de los asistentes, hubo un momento en que la tensión pudo con la templanza del gallego, que abroncó a los asistentes. Algunos cuentan que llegó a amagar con marcharse y recordó que él no había formalizado aún su paso al frente. Incluso, añade un veterano del partido, llegó a romper un bolígrafo. En ese momento hubo un presidente del PP, que hoy tiene galones en el organigrama de Génova, que acusó al equipo de Casado de estar grabando la reunión con cámaras y micrófonos en el techo de la sala para filtrarlo a los periodistas.

Del encuentro de un año después no ha trascendido poco más allá del ambiente de “cordialidad”. La relación entre Pablo Casado y Alberto Núñez Feijóo siempre ha sido de respeto. Incluso en los peores momentos, recalca un estrecho colaborador de Casado. Como el resto de barones, Feijóo tenía su bestia negra en García Egea, que intentó crearle fisuras en el PP gallego para restarle peso como contrapoder. La cita llevaba en el aire desde las navidades y los viajes de Casado al extranjero habían dificultado cuadrar las agendas.

Foto: El presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; y el líder de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE/Miguel Ángel Molina)

El pasado lunes, el exdirigente popular regresaba a España y en 48 horas se cerró la cita. Se mostraba sorprendido por la “atención” que le dedicaban los medios. El País filtraba los mensajes de apoyo que esos días había recibido de la hoy secretaria general, Cuca Gamarra, y del portavoz en el Senado, Javier Maroto. Ambos le felicitaban por su entrevista con Carlos Herrera y su contundencia contra Isabel Díaz Ayuso. Días después, le dejaban caer bajo el argumento del gran “error” que había sido hacer esas declaraciones. Casado no entra a valorar estas informaciones cuando se le pide una reacción. No habla con los medios. “Es mejor expresidente que presidente”, apostilla un dirigente de la formación, que pone en valor su “elegancia” en el adiós.

“A Pablo le han tratado peor que a un corrupto”, lamenta uno de sus fieles, que enmarca la comida de este miércoles como un “desagravio” tras el feo que supuso que no fuese invitado al acto de Valencia, donde se escenificó la reconciliación entre Mariano Rajoy y José María Aznar. En el partido van más allá y justifican que se haya decidido hacer coincidir el almuerzo con el aniversario de la caída en una “rectificación” de Génova. “Se estaba trasladando la imagen de un maltrato a Casado y eso perjudica a Feijóo”, reflexiona un diputado, que alerta del riesgo de que en la opinión pública cale el mensaje de que a Casado se le echó por “un exceso de vigilancia de la corrupción”.

Foto: La sala donde tuvo lugar la reunión en Génova. (Reuters/Jon Nazca)

En esta estrategia está la Moncloa. Pedro Sánchez lleva días azotando al líder del PP usando el argumento de la conspiración. “Vigile su espalda”, le espetó en la sesión de control del Senado ante un Maroto señalado como “traidor”. En los corrillos populares no pasó desapercibido el hecho de que el reencuentro con Casado se hiciese en la semana en que se habían publicado los mensajes que dejaban en “mal lugar” a los protagonistas. Feijóo quiere atar todos los cabos sueltos. Su antecesor busca cerrar una etapa. No volverá a la política ni participará en ningún acto de campaña. Como adelantó El Confidencial, está volcado en la puesta en marcha de un fondo de inversión de defensa.

Tras la comida, salieron por separado del restaurante. Hace un año, también de Génova. Al acabar el aquelarre, los barones dejaron solo a Casado. Ni siquiera pasaron por su lado para ir a felicitar a Feijóo, pese a estar casi pegados. Daban la vuelta a la mesa como símbolo del cambio de poder. Hubo cola para abrazar al gallego. Desde ese momento, Pablo fue el innombrable. Algunos, desde ayer, han vuelto a marcar su teléfono.

Alberto Núñez Feijóo y Pablo Casado compartieron mesa este miércoles, un año después de lo que los casadistas llaman el 23-F del PP. Aquella noche también estaban sentados juntos. Entre ellos, los presidentes del partido en Ceuta y Melilla. Casado presidía y Feijóo escuchaba los argumentos de sus homólogos en los territorios para forzar a dimitir al entonces líder. Hasta ese día, solo le habían exigido la cabeza del secretario general, Teodoro García Egea. En el entorno del exdirigente popular aún se preguntan si hubiese resistido el envite de Isabel Díaz Ayuso de haber sacrificado a su número dos.

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