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Así pasó Casado de verdugo a mártir: "¿Qué ha hecho Pablo para que le traten así?"
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Los ocho días de la crisis del PP

Así pasó Casado de verdugo a mártir: "¿Qué ha hecho Pablo para que le traten así?"

Sus más fieles le abandonaron ante el envite de los barones, que vieron la oportunidad de vengarse de García Egea. Su soledad ha sido el principio para cambiar la historia de su final

Foto: Foto: Reuters/Juan Medina.
Foto: Reuters/Juan Medina.

Los despachos de Génova llevan días vacíos. Algunos colaboradores ya habían recogido antes de que el miércoles, el todavía presidente del PP, Pablo Casado, acordase con los barones su salida tras la celebración de un congreso extraordinario el primer fin de semana de abril. "En política todo cambia muy rápido, incluso las lealtades", señala un veterano que ya vivió la abrupta salida de Mariano Rajoy tras la moción de censura. No había transcurrido ni una semana desde que se desatase la crisis que acabó con la "era Casado". Todavía está en shock. Sereno, pero sin asimilar lo que ha pasado, señala un miembro de su equipo de confianza que aún se pregunta: "¿Qué ha hecho Pablo para que le traten así?". Ahora quiere estar con su familia y empezar a pensar qué hará de aquí a un mes. Antes de coger las riendas del partido en 2018 tenía una oferta de una multinacional. Llegó a plantearse irse a vivir a Francia, pero lleva toda su vida preparándose para ser presidente. Los que le han tratado hace años le describen como un "apasionado de la política" e incluso los que creen que llegó demasiado pronto a un cargo "que le quedaba grande" reconocen que no era el mejor candidato, pero que hubiera sido un "excelente presidente". Detractores y seguidores coinciden: "Tiene el Estado en la cabeza y un proyecto de país". De nada le ha servido. La política es cainita.

Miércoles 16. El Confidencial publica que desde el Ayuntamiento de Madrid se había hablado con un detective para que buscase información sobre posibles irregularidades de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. "Nos ha estallado todo", fue lo que se escuchó en Génova, donde llevaban meses con una bomba de relojería entre manos. Se organiza un gabinete de crisis formado por Isabel Gil, María Pelayo, José Arce, Pablo Montesinos y Diego Sanjuanbenito. García Egea está allí y Casado en su despacho. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, acude a la sede. Se acuerda que hará una rueda de prensa al día siguiente desvinculando a la institución de cualquier trama de espionaje.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado, junto a Isabel Díaz Ayuso (EFE/Nacho Gallego)

En septiembre llegó un dosier con documentos en los que se apuntaba a una presunta comisión irregular que habría cobrado el hermano de Ayuso. Casado cita a su baronesa para que le dé explicaciones. Ella mantiene que todo es legal. No hay nada de lo que preocuparse. Se informará y le informará. El presidente del PP deja el asunto en manos de su hombre de confianza y secretario general del PP, Teodoro García Egea. A partir de aquí se desata una lucha por proteger a sus jefes entre García Egea y el jefe de gabinete de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez. Desconfianza, cruce de acusaciones, filtraciones interesadas y un combate sin tregua del que solo quedará uno. Casado ha perdido, pero la figura de Ayuso también sale tocada. Ha surgido un ganador inesperado que estaba al acecho de una oportunidad. Lo de que los trenes solo pasan una vez no es aplicable al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.

Jueves 17. Casado empieza a pulsar a su equipo. En ese momento nada hace sospechar que los miembros del Comité de Dirección, su núcleo de confianza, desertarían en unos días. El presidente del PP organiza una reunión. Todavía resuenan las palabras de Ayuso en Sol con las que ha acusado a Casado de intentar destruirla de forma "cruel". Quiere conocer la opinión de cada uno de ellos. Convoca a Ana Beltrán, Antonio González Terol, Elvira Rodríguez, Ana Pastor, Pablo Montesinos, Jaime Olano, Andrea Levy, Belén Hoyo, Javier Maroto y Cuca Gamarra. También está Teodoro García Egea. Lo primero que recibe Casado es el reproche por no haberles informado de lo que estaba pasando desde hace meses con Ayuso. Él argumenta que, como en otras ocasiones, cuando se abre una investigación a un miembro del partido se hace con total discreción y que lo comparte con el secretario general porque de él dependen también los servicios jurídicos del PP. A partir de este momento, viene el balance de daños. La primera en intervenir es Ana Beltrán, presidenta del PP de Navarra. Las noticias no son buenas. Ni ella, que ha estado con Casado hasta el final, era capaz de ser optimista. "El partido está fatal. Están revolucionados". El siguiente en tomar la palabra es el diputado Antonio González Terol, que constata que el partido en Madrid está perdido. "Todos están con Isabel". Ha estado todo el día llamando a concejales y alcaldes y algunos ya ni cogen el teléfono, relata. Solo habían pasado 48 horas y el PP empezaba a abandonar a Casado. La diputada Elvira Rodríguez no tiene mejores noticias que dar. En su teléfono se agolpan los mensajes de "¿qué estáis haciendo?".

El presidente del PP oye, pero no escucha. Repite que él no ha hecho nada malo y que en los próximos días se verá, porque la Fiscalía abrirá una investigación. Elvira Rodríguez tira de su experiencia para hacer ver a Casado que es muy difícil con lo que saben que se pueda demostrar que la presidenta de la Comunidad de Madrid ha cometido un delito. "¿Te parecen pocos indicios?" le interrumpe García Egea. Ella insiste: "No tenemos pruebas". Lo siguiente es el debate en torno a que "la mujer del César no solo debe ser honrada, sino parecerlo". Aquí tampoco hay acuerdo. El muro está en el estado de derecho y la presunción de inocencia. La concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Madrid, Andrea Levy, se queja del expediente que se ha abierto contra Ayuso. Ella preside el Comité de Garantías. La ya famosa entrevista de Casado con Carlos Herrera es otro de los puntos. La mayoría coincide: "Ha sido un error". Hoy el equipo de Casado la repetiría, aunque reconoce que el discurso sería diferente.

Casado oye, pero no escucha. Repite que él no ha hecho nada malo y que en los próximos días se verá, porque la Fiscalía abrirá una investigación

Viernes 18. Los barones empiezan a mover ficha. En privado todos han transmitido a Casado que debe entregar la cabeza del secretario general. En público, Alberto Núñez Feijóo ya ha hablado. Ha pedido a Casado que arregle "cuanto antes" la situación y que se siente a solas con Ayuso. El presidente del PP lo hace esa misma tarde. Se encuentra en Génova con la que será su verdugo. La conversación es "cordial", según relata Casado a los suyos. Le informa de que tras la documentación que ha presentado la Comunidad de Madrid sobre el contrato de mascarillas en el que Tomás Ayuso ha participado como intermediario, el PP cerrará el expediente. Se dan por buenas las explicaciones. La presidenta no se muestra tan condescendiente con el tema del presunto espionaje y se niega a retirar las acusaciones contra la dirección del partido. Finalmente, logran pactar un comunicado conjunto que nunca verá la luz. Ella se va y queda en llamar para pactar cuándo dar la información. No hay más comunicación. El equipo de Génova lo achaca a que "ella, cuando está sola, es una persona diferente. Luego, Miguel Ángel Rodríguez es el que da las instrucciones".

Sábado 19. ¿Por qué se ha retirado el expediente a Ayuso? Esa tarde se filtra desde Génova la reunión del día anterior. Se intenta que se interprete como un gesto conciliador. Casado necesita frenar la sangría. El problema en ese momento ya no es Ayuso. Son los presidentes autonómicos, hay que ofrecerles algo. Han empezado a moverse. Desde la Puerta del Sol se desmiente que el tono del encuentro fuese bueno y se habla de "chantaje". Casado quería que se retirasen las acusaciones de espionaje a cambio de retirar el expediente. Génova lo desmiente. Sol va más allá y deja caer en algunos medios que el presidente había planteado que convocaría el congreso del PP a cambio de que Ayuso le apoye en el congreso nacional. Génova lo vuelve a desmentir. Pero el mensaje, dentro y fuera del partido, cala: la guerra Casado-Ayuso es insalvable.

Lejos de Madrid, los barones de peso preparan su estrategia. Feijóo mantiene hilo directo con Casado estos días e incluso se plantea una comida con el presidente de la Junta, Juanma Moreno, para el martes. Nunca se celebrará. Ese día, Casado ya era un cadáver para los suyos. El dueto Feijóo-Moreno está recabando apoyos. La única condición que encuentran para seguirles en los otros territorios es que el gallego esta vez sí se presente. En privado, Feijóo ya se lo ha garantizado a Moreno y al presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. En público, lo hará tras la Junta Directiva Nacional de este lunes. Paralelamente, el secretario general está también llamando a los presidentes. Ya no le contestan al teléfono. Los que lo hacen no están siendo francos. Ya se han cambiado de bando. "Era imposible aguantar el clamor de las bases. Los concejales llamaban amenazando que se irían a Vox", justifican.

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Foto: Reuters/Juan Medina

Domingo 20. Miles de personas se manifiestan ante la puerta de Génova exigiendo la dimisión de Casado y en apoyo de Ayuso. El PP nunca ha vivido algo semejante. Ningún dirigente sale a respaldar a la dirección nacional y criticar lo que desde Génova califican de "trumpismo". "Los que criticaron los escraches a Soraya Sáenz de Santamaría ¿dónde están ahora?", lamentan los pocos "casadistas" que quedan. El partido ya tiene otro referente. Todos esperan a Feijóo. Él se deja querer. Por fin puede desembarcar en Madrid por aclamación y sin rival. Habla con Ayuso, que le garantiza que no competirá con él por liderar el PP nacional, su futuro (por ahora) está en la Comunidad de Madrid. A partir de ese momento nace el tándem Ayuso-Feijóo. "La autoridad dentro del PP está garantizada y son dos ganadores", destacan fuentes cercanas a la presidenta de la Comunidad. Otro acuerdo que se cierra es que ya no es suficiente la dimisión de García Egea. Quieren más. A lo largo del día se van sumando Juanma Moreno, Alfonso Fernández Mañueco o Alejandro Fernández, presidente del PP de Cataluña.

Lunes 21. Casado ha convocado a su Comité de Dirección. Los mismos con los que el jueves ya tuvo diferencias. La mañana empieza con unas declaraciones de Ayuso y Feijóo en perfecta sintonía. Empiezan a enseñarle la puerta a Casado. "La situación es insostenible. Cada día que pasa, vamos a peor. Hace falta un giro absoluto por el bien de España", declara la baronesa en un acto entre gritos de "presidenta". El gallego también insiste en la celeridad. El presidente del PP empieza su reunión con la cúpula. El secretario general también está presente. Como ocurrió el jueves, no hay nada positivo en sus reflexiones, pero ahora la crispación es mayor. En las intervenciones piden que se convoque la Junta directiva Nacional y se plantee un comité extraordinario. Hay subidas de tono, amenazas, y acusaciones de "traición". García Egea sale y entra de esta reunión porque él ha montado la suya. Ha convocado en Génova a presidentes provinciales para atar su futuro al de Casado. Deben ser leales y demostrar que se puede torcer el brazo a los barones. El Comité de dirección hace un descanso para comer. Algunos de sus miembros, como Ana Pastor, Cuca Gamarra, Andrea Levy o Javier Maroto almuerzan juntos.

Por la tarde se reanuda la reunión con Casado. García Egea no está. La tensión es mayor y salvo Ana Beltrán y Pablo Montesinos, el resto ya tienen un guion pactado. Tras la comida actúan en bloque. Andrea Levy y Olano amenazan con dimitir. Sobre la mesa, la exigencia de que se anuncie una Junta Directiva Nacional inminente para convocar un congreso extraordinario cuanto antes. También debe dimitir el secretario general. Tras una fuerte discusión, Casado les da su palabra de que hará lo que se ha acordado. El presidente se va con la constatación de que está solo. A última hora de la noche, sus colaboradores más cercanos le piden que se rinda. Que la batalla está perdida. Su número "dos" ve aún posibilidades.

Foto: Teodoro García Egea, exsecretario general del PP. (EFE/Pepe Torres)
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Martes 22. El Casado que entra por la puerta de Génova poco tiene que ver con el que se fue la noche anterior. Está abatido, pero sereno. Después de hablar con su familia ha llegado a la conclusión de "no sufrir más". Habla con García Egea y le comunica que no hay nada que hacer. Los suyos le han abandonado y los barones quieren "dar un golpe". Casado y Egea discuten por primera vez. Siempre han estado en sintonía. Casado dejó el partido a García Egea. El secretario general impuso su poder, pero también se ha granjeado muchos enemigos. "Le han dado una patada a Teo en el culo de Pablo", resume un líder territorial. Se plantea que el secretario general debe dimitir esa misma tarde. García Egea se va molesto. Casado come con su jefa de Comunicación, María Pelayo. A primera hora de la tarde vuelven a reunirse Casado y Teo y se acuerda la dimisión. El grupo popular en el Congreso ha firmado un documento exigiéndola. Están presionando, pese a que Casado les había dado su palabra el día anterior. García Egea se va y pide que le dejen gestionarlo a su manera. Lo siguiente, una entrevista en el programa "El Objetivo" de La Sexta. El secretario general muere matando. Defiende su actuación, ataca a Ayuso y deja abierta la opción a que en el congreso haya más candidaturas que la de Feijóo. También Almeida ha presentado su dimisión como portavoz del PP.

Miércoles 22: "Querían que Casado dimitiera esa noche y saliera en el coche con las cajas". Así resume uno de los pocos que quedan en Génova la reunión con los barones. La entrada era premonitoria. Al llegar a la sede, en las declaraciones a los periodistas, la mayoría pedía sangre. Llamaba la atención la claridad del presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, que pese a haber sido colocado por Casado tras la defenestración exprés de Alfonso Alonso, ya se había puesto la camiseta de Feijóo. El encuentro duró más de cuatro horas. Como adelantó El Confidencial, la intención era hacer dimitir a Casado esa misma noche. El ánimo cambió cuando el presidente hablo: "No me merezco dimitir hoy. No he hecho nada malo, quizás algo mal". Los barones sin poder fueron los más duros. Especialmente el presidente del PP de Extremadura, José Antonio Monago. Más de uno traía la lista de agravios del secretario general en el bolsillo. Feijóo no confirmó que daría un paso al frente por miedo a las filtraciones. Fue duro, pero conciliador. Se había reunido con Casado antes a solas y habían acordado dejar el partido en manos de Cuca Gamarra y Esteban González Pons hasta la celebración del congreso, que se convocaría para el 2 y 3 de abril. Hasta ese día, Casado sería presidente del PP. Era la primera batalla que ganaba en siete días.

Por la mañana, había estado en el Congreso y se había despedido. Utilizó su pregunta en la sesión de control al presidente como adiós. Los diputados le aplaudieron sin demasiado entusiasmo y sus leales Montesinos, Beltrán y Terol le escoltaron para salir del hemiciclo entre lágrimas. A primera hora de la mañana, Cuca Gamarra y Ana Pastor habían ido a recogerle a su despacho al Congreso para recorrer con él el pasillo. La imagen de un Casado abatido y rodeado de unos pocos fieles conquistó las redes y a buena parte de la opinión pública. Había un punto de inflexión. Casado pasaba de villano a mártir. La Fiscalía había abierto diligencias para investigar el contrato del hermano de Ayuso. En los móviles empezaban a llegar por primera vez en días mensajes de apoyo. Ya era tarde. Casado había caído. Dejará su escaño mientras sopesa si seguir en política. Ya solo quiere que en su epitafio se escriba que es un hombre bueno, de principios y que si se equivocó, lo hizo desde la convicción. Seguro que será así porque en España enterramos bien, también metafóricamente.

Los despachos de Génova llevan días vacíos. Algunos colaboradores ya habían recogido antes de que el miércoles, el todavía presidente del PP, Pablo Casado, acordase con los barones su salida tras la celebración de un congreso extraordinario el primer fin de semana de abril. "En política todo cambia muy rápido, incluso las lealtades", señala un veterano que ya vivió la abrupta salida de Mariano Rajoy tras la moción de censura. No había transcurrido ni una semana desde que se desatase la crisis que acabó con la "era Casado". Todavía está en shock. Sereno, pero sin asimilar lo que ha pasado, señala un miembro de su equipo de confianza que aún se pregunta: "¿Qué ha hecho Pablo para que le traten así?". Ahora quiere estar con su familia y empezar a pensar qué hará de aquí a un mes. Antes de coger las riendas del partido en 2018 tenía una oferta de una multinacional. Llegó a plantearse irse a vivir a Francia, pero lleva toda su vida preparándose para ser presidente. Los que le han tratado hace años le describen como un "apasionado de la política" e incluso los que creen que llegó demasiado pronto a un cargo "que le quedaba grande" reconocen que no era el mejor candidato, pero que hubiera sido un "excelente presidente". Detractores y seguidores coinciden: "Tiene el Estado en la cabeza y un proyecto de país". De nada le ha servido. La política es cainita.

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