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Los pactos cruzados de Sánchez incomodan a PNV y Ciudadanos
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LAS CONSECUENCIAS POLÍTICAS DE LA PANDEMIA

Los pactos cruzados de Sánchez incomodan a PNV y Ciudadanos

El presidente recupera su sueño de la transversalidad con acuerdos puntuales entre diferentes partidos y con contradicciones entre todos

Foto: Pedro Sánchez e Inés Arrimadas. (EFE)
Pedro Sánchez e Inés Arrimadas. (EFE)
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En una de sus vidas políticas anteriores, Pedro Sánchez ya tuvo el sueño de la transversalidad, es decir, el sueño de poder encajar a Unidas Podemos con Ciudadanos, de hacerlos compatibles bajo un mismo techo político, con el argumento principal de evitar un mal mayor. Entonces no le salió bien.

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Fue el 1 de marzo de 2016, cuando subió a la tribuna del Congreso de los Diputados con un acuerdo programático con Albert Rivera y pretendía que Pablo Iglesias se sumara y apoyara su investidura, encajando a martillazos los programas de cada uno.

“Le tiendo la mano para hacer aquí juntos lo que estamos de acuerdo y que está incorporado en el pacto con Ciudadanos, le tiendo la mano para poner en marcha en este Congreso de los Diputados todo aquello en lo que ustedes y nosotros estemos de acuerdo y no esté incluido en ese acuerdo con Ciudadanos”, le dijo Sánchez a Iglesias ese día. Aquello no funcionó porque el líder de Podemos no aceptó apoyar la investidura desde fuera del Gobierno y, sobre todo, con un programa ya pactado con Ciudadanos.

Sánchez intentó algo parecido en la investidura fallida de 2019, intentando que le votaran Unidas Podemos y Ciudadanos para un Gobierno en solitario. Tampoco le salió y el agua y el aceite volvieron a no mezclarse.

Han pasado tres legislaturas breves y una montaña rusa de acontecimientos políticos e institucionales, además de una catástrofe en forma de pandemia que ha cambiado radicalmente las circunstancias y nos ha llevado a una situación límite. Sánchez vive estos días la segunda parte del sueño de la transversalidad: su Gobierno sobrevive y ha superado dos votaciones clave gracias a que ha unido los votos de Unidas Podemos, con quien comparte Consejo de Ministros, y los de Ciudadanos. No es una investidura, ni una moción de censura como han explicado Sánchez y Edmundo Bal, pero pretende ser el principio de una larga amistad en la que incluso se ha mencionado el horizonte de los Presupuestos para 2021.

La ecuación de los pactos cruzados del momento se completa con el PP aislado en el no a todo y con ERC orillada y agraviada.

Es sobradamente conocida la capacidad de Sánchez de adaptarse a los contextos y a la realidad de cada día. Hace pocos meses, fue investido presidente del Gobierno gracias a los independentistas y ahora prescinde de ERC y se agarra a Ciudadanos como a un clavo ardiendo, sin dejar de estar coaligado con su izquierda (Unidas Podemos) y firmando por sorpresa pactos con Bildu, lo que no había hecho nunca un Gobierno.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso. (EFE) Opinión
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Ese día de 2016, dijo desde la tribuna del Congreso: “No voy a permitir, con todos los respetos hacia los votantes de Esquerra Republicana, que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas”.

Luego lo hizo, pactó con ERC y lo justificó, y ahora de nuevo se apoya en Ciudadanos y orilla a los independentistas catalanes en un momento límite y lo justifica también con igual énfasis. Y lo hará con su pacto con Bildu.

“Los decretos sociales los pactan con nosotros y la prórroga con Ciudadanos, porque es una medida reaccionaria. Han escogido a la derecha”, le ha dicho este miércoles Gabriel Rufián a Sánchez para resumir la estrategia del presidente para intentar hacer compatibles todas las opciones políticas, según su interés en cada momento y en cada votación.

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Iglesias y Ciudadanos, ahora liderado por Inés Arrimadas, siguen siendo igual de incompatibles y mantienen el mismo recelo mutuo, pero las extraordinarias circunstancias les han unido, aunque sea momentáneamente. Y la geometría variable y la transversalidad es más complicada y extraña aún con el acuerdo de última hora entre el Gobierno y Bildu para derogar la reforma laboral del PP, algo que no comparte el partido de Arrimadas. Supone pactos parciales del Ejecutivo a la vez con Ciudadanos, con Bildu y con PNV.

Si para Ciudadanos no eran fáciles esos pactos con Sánchez y le habían provocado tensiones internas, justo después de la votación de la prórroga, los de Arrimadas se encuentran por sorpresa con un pacto del PSOE y Unidas Podemos con Bildu, firmado apresuradamente y pese a que la abstención de estos ya no era necesaria. Y el acuerdo además incomoda al PNV, el socio más fiel, aunque exigente, del Gobierno. Es decir, justo al acabar el pleno, el Gobierno incomoda a los dos partidos que le salvaron la vida en la votación.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Efe)

Sánchez sabe de primera mano que el líder de Unidas Podemos no está cómodo con el apoyo de Ciudadanos y el papel protagonista de Arrimadas en la nueva realidad de la pandemia. La diferencia es que ahora no tiene más remedio que aceptarlo porque le va su supervivencia en el Gobierno, porque no hay alternativa parlamentaria viable y porque necesita que le salga bien la apuesta de Gobierno de coalición. En ello está Sánchez, pactando las ayudas sociales con unos y las prórrogas con otros, como le dice Rufián.

Al presidente le vale todo eso para saber que Unidas Podemos aguantará, además de que legalmente no puede haber elecciones hasta enero de 2021. Y busca ganar margen de maniobra con Ciudadanos y Bildu, con la idea de que si hay varias alternativas, 'se abarata' la negociación.

placeholder Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en el Congreso. (EFE)
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en el Congreso. (EFE)

Para eso, Sánchez desarrolla toda su enorme capacidad para el contorsionismo y el malabarismo político. Y el mejor ejemplo es lo que ha ocurrido en la negociación de estos días. Ciudadanos sostiene que Sánchez le ha garantizado que no habrá reuniones por el momento de la mesa de diálogo de Cataluña. El Gobierno niega públicamente que haya pactado eso, pero lo cierto es que se negó a acceder a la petición de ERC de ponerle una fecha siquiera aproximada a la nueva reunión.

Sostienen los independentistas que solo lograron que el Gobierno pusiera por escrito algo así como que “siempre cumpliremos nuestros compromisos de la investidura”. Por cierto, la misma frase que con toda intención ha repetido Sánchez desde la tribuna del Congreso en su réplica a Rufián.

Y fuentes de la Moncloa explican que están estudiando la posibilidad de hacer en los próximos días un anuncio genérico que sea algo así como que la mesa de diálogo con Cataluña volverá a reunirse antes de verano. Se trata de recuperar a ERC para cuando haya que votar decretos sociales para los que no pueda contar con Ciudadanos. La cuadratura del círculo será la mesa de diálogo con ERC mientras Ciudadanos le salva en votaciones clave.

Foto: El portavoz de ERC, Gabriel Rufián (EFE)

Otra pata de esa negociación ha sido la del PNV, que tampoco ha estado exento de fricciones con el sector de Unidas Podemos del Gobierno. El Ejecutivo sostiene que los nacionalistas vascos pedían que se retrase la entrada en vigor en el País Vasco del ingreso mínimo vital hasta después de las elecciones del 12 de julio.

Fuentes del PNV responden que lo que plantean es que antes de aprobarlo tenían que hablar con la consejería del Gobierno vasco que, desde hace muchos años, implementa una renta parecida, llamada renta de garantía de ingresos. Funciona perfectamente, y no entendían que no se pusieran en contacto. Además de ajustar la medida para que no hubiera problemas de gestión y para evitar colisiones y problemas jurídicos.

El PNV, socio fiel del Gobierno siempre a cambio de reivindicaciones, es a la vez víctima de la transversalidad, porque el Gobierno concedió este miércoles a Bildu reivindicaciones tradicionales de los nacionalistas vascos sobre el déficit del País Vasco y Navarra y lo anunció justo después de la votación de la alarma. Hay que recordar que PNV y Bildu se enfrentan el 12 de julio en las elecciones vascas, con potenciales votantes compartidos.

Y en el medio plazo se adivina un horizonte en el que se pondrá a prueba la pretendida transversalidad: el momento en que estalle la crisis social y Europa establezca condiciones a la economía española, es decir, cuando llegue el momento de los recortes.

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Ana Oramas, diputada de Coalición Canaria, ha empezado este miércoles una de sus intervenciones con esta terrible frase sobre lo que viene para las islas: “Dicen que los condenados a muerte empiezan a morir la noche antes. Así nos sentimos algunos”.

Cuando llegue ese momento, Sánchez tendrá que pactar con unos (incluido Bildu) las medidas sociales y con otros los recortes, aunque está por ver que Iglesias quiera asumir ese coste. Para entonces, tendrá que poner a prueba la transversalidad para intentar aprobar unos Presupuestos para 2021 que sustituyan la obra de Cristóbal Montoro, los más longevos de la historia.

Aquel 1 de marzo de 2016, Sánchez dijo esto para intentar aunar a Podemos y a Ciudadanos bajo el mismo voto: “Creo sinceramente que para millones de españoles un cambio en el funcionamiento de la vida política es que entendamos este Parlamento como un Parlamento donde se acaben las imposiciones y los frentismos, que abramos las puertas y las ventanas para permitir que los ciudadanos puedan participar en la vida política y para que nuestro trabajo esté siempre centrado en la eficacia y marcado por la transparencia para que reconozcamos, señorías, los problemas reales de los ciudadanos y aportemos soluciones indispensables. El vehículo del acuerdo se acelera con la capacidad de ceder, con el espíritu del entendimiento y, sobre todo, con la ilusión por el cambio. Así que no nos valen la imposición, el chantaje o el abandono, necesitamos ceder para sumar, entendernos”.

Su sueño ahora puede ser su pesadilla y corre el riesgo de enfadar a todos, incluso a los que están dispuestos a ayudarle. Y quién sabe lo que ocurrirá si necesita otra prórroga del estado de alarma. Entre otras cosas, porque para negociar y pactar necesitas crear confianza previa.

En una de sus vidas políticas anteriores, Pedro Sánchez ya tuvo el sueño de la transversalidad, es decir, el sueño de poder encajar a Unidas Podemos con Ciudadanos, de hacerlos compatibles bajo un mismo techo político, con el argumento principal de evitar un mal mayor. Entonces no le salió bien.

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