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El viaje institucional de Pedro Sánchez
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el frente común de los socialistas con el gobierno por el 1-o

El viaje institucional de Pedro Sánchez

Los atentados del 17-A y, sobre todo, el avance imparable de los independentistas hacia la desconexión han afianzado estas semanas el rol de hombre de Estado del secretario general del PSOE

Foto: Pedro Sánchez (d), junto a Mariano Rajoy, el pasado 7 de septiembre entrando juntos en La Moncloa. (Reuters)
Pedro Sánchez (d), junto a Mariano Rajoy, el pasado 7 de septiembre entrando juntos en La Moncloa. (Reuters)

¿Es él? ¿El mismo Pedro Sánchez? ¿El que entonaba 'La Internacional' incansablemente tras cada acto de comunión con la militancia socialista y levantaba el puño en alto? ¿El mismo que ahora se alinea sin fisuras con el presidente del Gobierno y acude a su llamada a La Moncloa? Es, es él. El mismo Pedro Sánchez con unas circunstancias bien distintas. Incluso distintas a las que le rodeaban tras las primarias que le devolvieron a Ferraz y tras el 39º Congreso Federal que acabó de coronarle. Al ejercicio diseñado desde su equipo de pulir su perfil se han agolpado, en las últimas semanas, dos acontecimientos excepcionales —los atentados de Barcelona y Cambrils, y la aceleración de los intentos de ruptura de los independentistas catalanes—, que no han hecho sino forzar un rápido viaje institucional. Una trayectoria no exenta de complicaciones y que también ha obligado al secretario general del PSOE a guardar ciertos equilibrios: al lado de Mariano Rajoy, sí, para afrontar el 1-O, pero sin despegarse de Pablo Iglesias, "socio preferente".

"Lo que no te mata te hace más fuerte", decía Sánchez el pasado martes en un desayuno informativo en Madrid. No fue una frase colada de rondón, o que soltara a humo de pajas. La llevaba escrita en su discurso inicial para resumir cuánto había "reflexionado" y cambiado en el último año, desde aquel infausto 1 de octubre, en el que cayó abatido por sus contrarios en un histriónico comité federal. "Como saben, el acero se forja a base de golpes, y me siento ahora más y mejor templado", seguía. Sánchez había madurado consecuencia de las magulladuras que sufrió en su agónica última etapa como secretario general y de su empeño por resucitar como líder del PSOE pese a las adversidades y la sensación de que las primarias ya estaban sentenciadas a favor de su eterna rival, Susana Díaz. Había crecido. Ese fue el argumento al que tuvo que aferrarse para construir un relato eficaz y salvar las inconsistencias de su discurso, su flanco más débil y por el que le atacaban sus contrarios.

"Lo que no te mata te hace más fuerte", decía él mismo esta semana para resumir su evolución. Ha crecido desde su caída como ariete contra el PP

El exdiputado madrileño hizo campaña presentándose como el candidato de las bases llamado a cambiar el PSOE, el socialista íntegro que prefirió dejar su escaño antes que facilitar, con su abstención, el Gobierno a Rajoy, el aspirante que representaba la izquierda pura del partido y sin las ataduras del 'establishment', el opositor concienzudo cuyo reguero de militantes-fans iba subiendo como la espuma, a los que emocionaba con una arenga muy combativa contra el PP, con un anclaje "de izquierdas" y con el rescate de 'La Internacional', himno de limitadísimo uso en la cultura reciente del PSOE.

Foto: Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, durante su reunión de urgencia en La Moncloa este 7 de septiembre. (Reuters)

Sánchez ganó el 21 de mayo de forma irrefutable. 50,26% de los votos de los afiliados, por el 39,90% de Susana Díaz y el 9,84% de Patxi López. Victoria en todas las federaciones, salvo las de origen de sus contrincantes, Andalucía y Euskadi.

Él fue quien levantó el teléfono

En su equipo recuerdan que fue tras su triunfo cuando evidenció que no haría de Cataluña materia de oposición al Gobierno, "como no lo había hecho antes". Llamó a Rajoy para trasladarle el apoyo del PSOE a la respuesta legal frente al desafío secesionista y a la vez advertirle de la necesidad de diálogo. Poco a poco, Sánchez fue acomodándose a las hechuras de su nuevo-viejo traje, el de secretario general. Con una diferencia: esta vez, en este mandato, las costuras, indican sus colaboradores, no le apretaban tanto: ya no era un líder aupado por los aparatos, como en 2014, sino el David que se había impuesto con autoridad a la presidenta mimada por todos los poderes del PSOE y al que habían dado manos libres para confeccionar la ejecutiva que quisiera. El segundo Sánchez podía disfrutar de una tranquilidad orgánica que no encontró en su primer mandato.

Sánchez, con Cataluña, enmendó la postura clásica de su partido, al intentar distanciarse algo más del Ejecutivo y haciendo hincapié en su tancredismo

El secretario general fue distanciando sus apariciones públicas. Se reservó para la puesta de largo del 39º Congreso Federal, a finales de junio. Resuelta la pugna orgánica, Sánchez se marcó como objetivo construir una mayoría alternativa —con Podemos y Ciudadanos, partidos que son como el agua y el aceite— para echar lo antes posible al PP de La Moncloa e impulsar una reforma de la Constitución que diese cabida a la España "plurinacional" que los derrotados en las primarias asumieron a regañadientes. Inauguró entonces lo que llamó "oposición de Estado": oposición feroz al Ejecutivo en los asuntos en los que discrepaban pero sin perder el sentido de Estado, apoyando al presidente en las materias sensibles, como el freno al referéndum del 1-O. Para el cónclave estrenó lema, 'Somos la izquierda', que sigue en Ferraz. 'La Internacional' volvió desde entonces a su uso habitual, bastante restringido.

placeholder Pedro Sánchez, en el mitin de cierre de las primarias, el pasado 20 de mayo en Madrid. Su 'claim', 'Aquí está la izquierda', lo decía todo. (EFE)
Pedro Sánchez, en el mitin de cierre de las primarias, el pasado 20 de mayo en Madrid. Su 'claim', 'Aquí está la izquierda', lo decía todo. (EFE)


Sánchez dejó ver enseguida que su prioridad sería destensar las relaciones con Podemos, convencido de que solo "si la izquierda se une, puede haber un cambio político" en España, aunque sin ganarse la hostilidad de Albert Rivera. Y, dada la cercanía del 1-O, trasladó Rajoy en su tardía entrevista en La Moncloa en que el PSOE no se quedaría de brazos cruzados si él no actuaba para atajar el conflicto con Cataluña y persistía en su actitud "inmovilista". A los pocos días, de la mano del PSC, alumbró la 'Declaración de Barcelona', un texto heredero del pactado por los socialistas en Granada en 2013 pero que incorporaba la aspiración de la España "plurinacional" y prometía la presentación de una subcomisión de reforma constitucional para el otoño. Sánchez había enmendado la postura tradicional de su partido, al intentar distanciarse algo más del Ejecutivo, haciendo hincapié en su tancredismo y anunciando la carta de la modificación de la Carta Magna.

Foto: Pedro Sánchez, flanqueado por Cristina Narbona y Adriana Lastra, este 4 de septiembre en la reunión de la ejecutiva del PSOE. (EFE)

El paréntesis por Gürtel

Los terribles atentados yihadistas del 17 de agosto hicieron a Sánchez aparcar sus diferencias con el Gobierno. Se puso a su lado —y al lado de la Generalitat— desde el primer momento y proclamó que no utilizaría los ataques de forma partidista. El perfil de los socialistas en los días siguientes fue bajo, hasta que el duelo se rompió con la manifestación en Barcelona, en la que arreciaron los abucheos al Rey y al Ejecutivo, gestos que Ferraz reprobó.

El PSOE ha pasado ahora a prestar "todo el apoyo", sin fisuras, al Ejecutivo frente al 1-O, aunque le pide "mesura y proporcionalidad" y también diálogo

El PSOE apenas pudo coger unas cuantos días el látigo contra el PP: los que rodearon a la comparecencia en pleno de Rajoy sobre Gürtel, una sesión fruto de la acción conjunta de socialistas y Podemos y respaldada por la mayoría de los grupos. España estaba a las puertas del acelerón soberanista.

Foto:  El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (c), acompañado por los miembros de la Mesa durante la declaración institucional tras la firma de la convocatoria del referéndum. (EFE)

Y eso ocurrió esta semana. Junts pel Sí y la CUP sacaron del cajón la Ley del Referéndum primero, y después, la Ley de Transitoriedad Jurídica —una 'miniconstitución' de la hipotética República catalana—, y no tuvieron empacho en alterar el orden del día del pleno en el Parlament y atropellar de paso los derechos de las minorías, privándoles incluso de la potestad de acudir al Consell de Garanties Estatutàries. Los secesionistas daban vida a un andamiaje ilegal que la Fiscalía y, a instancias del Gobierno, el Tribunal Constitucional, comenzaron a desmontar en apenas unas horas.

Sánchez no dudó en situarse junto al Ejecutivo para prestarle "todo su apoyo" en la "defensa de la democracia", validando el uso de todas las herramientas del Estado de derecho a su alcance para detener la ruptura. El secretario general insistía en la necesidad de diálogo —y para eso registró la propuesta de creación de una comisión para revisar el Estado autonómico, una versión rebajada de la subcomisión constitucional—, en la petición de "mesura y proporcionalidad", pero evitaba los reproches directos al Gobierno y toda tentación de equidistancia. La dirección no ahorró ataques a los independentistas: "Mascarada", "burla", "atropello", "autoritarismo", "mala fe", "lesión de la democracia", "espectáculo lamentable". Sánchez acudió a La Moncloa este jueves para visualizar ese frente común con Rajoy, que repitió ese gesto horas después con Rivera.

Así han sido los dos días más convulsos que se recuerdan en el Parlament

Un contexto en evolución

En su equipo reconocen que Sánchez se ha tenido que poner ese traje más institucional. En primer lugar, porque ya no está en la refriega orgánica. "En las primarias, era lógico que el perfil fuera el de un resistente / resiliente, enfrentado con personas de mucho peso en el partido y en los poderes fácticos... Ahora esa batalla está ganada, y hay que ganar la siguiente batalla, la de recuperar la credibilidad de tantos exvotantes o votantes potenciales", comenta una dirigente de su ejecutiva con mucho peso. "Y si centrarse significa defender el Estado de derecho, la sensatez y el diálogo, por supuesto", continúa esta fuente, "pero no si lo entendemos como centrarse ideológicamente". "No es lo mismo un candidato que un secretario general ya en el cargo. Y su situación ahora dentro de la dirección es muy buena. Estamos a su lado la gente que él ha elegido, que hizo la campaña con él —abunda otra integrante de su equipo—. Él puede hacer lo que quiere hacer, no como antes. Hay coordinación en su ejecutiva, un trabajo eficiente. Yo creo que tiene por primera vez sensación de normalidad en la política. Por eso está muy tranquilo".

En el equipo de Sánchez señala que ayuda que ahora se encuentre cómodo con su ejecutiva, no haya elecciones a la vista ni pugna interna por librar

Dirigentes y colaboradores que trabajan con Sánchez a diario coinciden en esa visión: está más "relajado" y "seguro" de sí mismo, con confianza en los que le rodean, por lo que opera sin ataduras. "Más templado", como decía él mismo. Con la cabeza más fría. Ayuda el momento de la legislatura actual, sin la tensión de unas elecciones a la vista y con las encuestas sonriendo al PSOE y saludando su vuelta.

placeholder El rey Felipe saluda a Pedro Sánchez, durante la manifestación contra el terrorismo yihadista en Barcelona, el pasado 26 de agosto. (EFE)
El rey Felipe saluda a Pedro Sánchez, durante la manifestación contra el terrorismo yihadista en Barcelona, el pasado 26 de agosto. (EFE)

Pero otros dos elementos han coadyudado a esa imagen más institucional de Sánchez. el 17-A y Cataluña, situaciones excepcionales "que refuerzan a quien esté" al frente de Ferraz, a la fuerza, porque el PSOE "tiene muy claro su papel", su rol de Estado. Pero el reto soberanista ya estaba sobre la mesa en mayo, en junio, en julio, y entonces atacaba más a Rajoy. "Es que el 'procés' se ha acelerado, se ha intensificado el desafío", resumen un miembro de su ejecutiva. "Hace dos meses no sabíamos si se trataba de una bravata de los independentistas, ahora ya sabemos que no era así y no nos ha faltado ni un minuto para ponernos del lado del Gobierno", añade otra dirigente.

Foto: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante su última reunión en La Moncloa, el pasado 6 de julio. (Reuters)


Sánchez está dispuesto a reunirse con Rajoy tantas veces como haga falta. La comunicación, como reconoció este jueves su número dos, Adriana Lastra, es "constante" entre los dos líderes. Y apoyará al presidente en las medidas que vaya adoptando, incluso si tiene que sacar las urnas del 1-O y "garantizar la legalidad". En su partido respiran tranquilos. Sus antes contrarios reconocen que ha sabido estar "a la altura", aunque deslizan que tenía que haber comparecido en las dos jornadas más complicadas, el miércoles, en medio del debate de la Ley de Referéndum, y el jueves, tras verse con el presidente.

El líder socialista está dispuesto a verse con Rajoy por Cataluña las veces que haga falta, pero no ve la oportunidad de una foto a tres con Rivera

¿Habrá incluso foto a tres, como pide Rivera? "Yo creo que el momento no es de foto, sino de actuar con todas las armas que nos pone la Constitución y el Estado de derecho para preservar la democracia", defendía este viernes la número cuatro de la ejecutiva, Carmen Calvo, incidiendo en que el PSOE tiene "rumbo propio" y "sabe lo que tiene que hacer en este momento".

El PSOE critica la posición de Pablo Iglesias en Cataluña pero pide a Rajoy que le reciba

Dos jornadas en Barcelona esta semana

En Ferraz aseguran que desde La Moncloa no se solicitó esa instantánea "inocua" de Rajoy, Sánchez y Rivera juntos, y advierten de que quedaría coja pues, como ha insistido su jefe esta semana, hay que incluir como poco a Unidos Podemos, ya que es otro "partido constitucionalista" más, al respetar las reglas del juego democrático. De hecho, Sánchez quiere que Rajoy llame a Iglesias y cuente con él, porque todas formaciones "suman" frente al desafío del 1-O. No obstante, el PSOE no comparte el análisis de Podemos al "separar la legitimidad de la legalidad" para justificar el referéndum, pues esos conceptos en democracia "no son separables", subrayó la exministra.

El líder intenta cuidar los equilibrios: describe a Podemos como su "socio preferente" y se reúne con Iglesias esta semana para "intensificar" su relación

La cúpula pone cuidado en sus críticas a la formación morada y camina en un difícil equilibrio. Esta misma semana, compensó esa vertiente más institucional, del lado del Gobierno, con la reunión privada pero publicitada posteriormente de Sánchez e Iglesias, de la que salió el compromiso de ambos de "intensificar" el trabajo parlamentario, objetivo que estuvo no obstante vacío de elementos concretos, con la moción de censura que reclaman los morados tan fuera de la agenda socialista como antes. Además, el jefe socialista recalcó que Podemos es su "socio preferente" y que con él quiere acordar las propuestas socioeconómicas, mientras que con C's ve más sencillo el acercamiento en cuestiones de regeneración democrática.

El PSOE promoverá una ley de igualdad que obligará a empresas a publicar sueldos

Sánchez no podrá colgar el traje institucional al menos hasta el 1-O. La tensión con Cataluña irá a más. El lunes se celebra la Diada, mientras el TC preparará la suspensión inmediata de la Ley de Transitoriedad. El martes, el secretario general viaja a Barcelona, a un coloquio informativo organizado por 'El Periódico' por la mañana y a un contacto con alcaldes y ediles socialistas por la tarde, en Santa Coloma. Y el domingo 17 volverá a Cataluña, a la Fiesta de la Rosa en Gavà. Pero su agenda estará abierta y disponible para cualquier emergencia relativa al órdago secesionista. Una vez que pase el 1-O, será su momento. Para entonces, podrá ponerse en marcha la comisión sobre el modelo territorial, apoyada incluso por el PP. Tendrá a mano apuntarse el tanto. Pero quedan aún tres semanas de gravísimo incendio en medio de una incertidumbre total y la amenaza de un choque de trenes de fatales consecuencias.

El PSOE quiere que las empresas publiquen los sueldos de sus trabajadores por ley

Los socialistas son plenamente conscientes de que la actualidad está centrada en Cataluña. Pero también creen que pese a todo deben seguir haciendo propuestas. Este viernes presentó, tal como había anticipado el martes Pedro Sánchez, su propuesta de un nuevo pacto de rentas en España. 

El documento [aquí en PDF] contempla la propuesta de redacción de una Ley de Igualdad Laboral que sea capaz de atacar la brecha salarial entre hombres y mujeres. La dirección propone que en cada empresa, en aras de una "mayor transparencia", sea obligatorio que se publiquen los sueldos de todos los empleados, junto a la modalidad de contratos a los que se corresponden. Los socialistas consideran que la transparencia es la "mejor arma" para detectar las pautas de desigualdad entre sexos. 

El PSOE, para abrir boca, intentará promover la publicación de las tablas de retribuciones en las empresas "como una buena práctica de responsabilidad empresarial", pero advierte de que muchas no lo harán si no es legal

El texto completo comprende diez medidas, y fue presentado este viernes por los secretarios de Política Económica y Empleo y de Igualdad, Manu Escudero y Carmen Calvo. El documento, que el PSOE quiere abordar con el Gobierno y los agentes sociales, plantea subidas salariales de entre un 2% y un 3% en 2018 y de entre un 2,5% y un 3,5% entre 2019 y 2021

El PSOE quiere que se llegue a un salario mínimo de 1.000 euros en 2020, y para conseguirlo cree que hay que ir aumentándolo desde los 707 actuales a razón de 98 € en cada uno de los tres próximos ejercicios. 

La iniciativa defiende la derogación de la reforma laboral para recuperar la negociación colectiva o la necesidad de que se refuerce el principio de causalidad como única justificación de los empleos temporales. Para los funcionarios, se pide que la subida salarial para 2018 se iguale a la inflación real, y puedan ir recuperando poder adquisitivo. Se propone generalizar las 35 horas semanales para ellos sin recorte de sueldo. Además, se exige acabar con los falsos autónomos y se anticipa que el partido detallará un plan de choque para los jóvenes. Será el mes próximo, según dijo Sánchez

¿Es él? ¿El mismo Pedro Sánchez? ¿El que entonaba 'La Internacional' incansablemente tras cada acto de comunión con la militancia socialista y levantaba el puño en alto? ¿El mismo que ahora se alinea sin fisuras con el presidente del Gobierno y acude a su llamada a La Moncloa? Es, es él. El mismo Pedro Sánchez con unas circunstancias bien distintas. Incluso distintas a las que le rodeaban tras las primarias que le devolvieron a Ferraz y tras el 39º Congreso Federal que acabó de coronarle. Al ejercicio diseñado desde su equipo de pulir su perfil se han agolpado, en las últimas semanas, dos acontecimientos excepcionales —los atentados de Barcelona y Cambrils, y la aceleración de los intentos de ruptura de los independentistas catalanes—, que no han hecho sino forzar un rápido viaje institucional. Una trayectoria no exenta de complicaciones y que también ha obligado al secretario general del PSOE a guardar ciertos equilibrios: al lado de Mariano Rajoy, sí, para afrontar el 1-O, pero sin despegarse de Pablo Iglesias, "socio preferente".

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