Herrera-Oria, un adalid de la vieja guardia para el primer pelotazo de la nueva era
El fundador de Axiare ha vuelto a demostrar su habilidad para hacer operaciones tan rápidas como suculentas, una virtud que, además, le ha convertido en el ejecutivo mejor pagado del año
Unos lo critican por excesivo, otros lo alaban por merecido, pero nadie se ha quedado indiferente ante los más de 40 millones de euros que Luis López de Herrera-Oria, 'alma mater' de la socimi Axiare, habría embolsado en el último año entre sueldo (929.000 euros), venta de sus títulos (26,14 millones) y el bonus extraordinario de 36,4 millones de euros en acciones que, junto a otra veintena de directivos, se ha llevado con la opa de Colonial, y del que, según las fuentes consultadas, le correspondería en torno a la mitad.
Dicho en plata, es el primer gran pelotazo de la nueva era inmobiliaria, esa que activaron las socimis Merlin Properties, Hispania, Axiare y Lar en la primavera de 2014, cuando la mayoría desconfiaba todavía del ladrillo español, y que, cuatro años después, ha coronado a los impulsores de estos vehículos como visionarios del cambio de ciclo.
El primero en poner todos los números de su cuenta corriente a ese esfuerzo ha sido Herrera-Oria, un profesional que forma parte de la vieja guardia inmobiliaria, ya que lleva tres décadas en el sector, durante las cuales ha vivido de cerca los peligrosos años de la ‘beutiful people’, la conversión del inmobiliario en motor económico nacional, el estallido de la burbuja, la fiesta de los fondos oportunistas y, finalmente, esta última recuperación, que le ha regado a él, y a su equipo, con decenas de millones de euros.
Quienes le conocen destacan de él su empatía y buen humor, así como una capacidad innata para soltar la broma adecuada en el momento preciso. Campechano en el trato y educado en las formas, nunca duda en tomar la iniciativa, tanto en los negocios como a la hora de guiar al grupo de españoles en busca de un buen local en el más recóndito de los países al que han viajado en busca de inversores dispuestos a apostar por la recuperación de España.
Tablas y experiencia le sobran. Cuando empezó en Prima Inmobiliaria, donde fue director entre 1986 y 2002, ésta pertenecía al Grupo KIO, el mismo que durante la década de los noventa protagonizó todo tipo de titulares por el escándalo Urbanor.
En medio de la tormenta, Herrera-Oria y su equipo, una parte del cual volvió a trabajar con él años después en Axiare, lograron mantener a flote la inmobiliaria, que en 2000 se integró con Vallehermoso y puso la semilla de la actual Testa, la mayor empresa de alquiler residencial de España, que prepara su vuelta al parqué para la próxima primavera.
Con más de tres décadas de experiencia, quienes le conocen destacan tanto su conocimiento del sector inmobiliario como de los inversores y el mercado
Tras esta operación, Herrera-Oria se hizo con Rodex Asset Management, proyecto en el que le acompañó Guillermo Fernández-Cuesta, con quien ya había coincidido en Prima y que también le siguió en Axiare como director inmobiliario y adjunto al consejero delegado. En esta nueva aventura, también sumó fuerzas con IVG Inmobilien, fondo junto al que creó una sociedad conjunta para invertir en el mercado de oficinas de Madrid y Barcelona y en naves industriales, idea que una década después fue también el esquema de Axiare.
En paralelo a Rodex, en 2007, Herrera-Oria se unió a Tomás Alarcón en Alza Real Estate, aventura en la que también estaba José Manuel Arrojo, un viejo conocido del parqué por sus aventuras en chicharros como Amper, Avanzit o ServicePoint. Y es que una clave del éxito de Herrera-Oria en Axiare, según afirman quienes le conocen, es que domina tanto el negocio inmobiliario como las operaciones del mercado o, mejor dicho, las motivaciones de los inversores que dan lugar a esas operaciones.
Todo ello, sumado a la agilidad que sus competidores le reconocen como otra de sus virtudes, sobre todo a la hora de intermediar operaciones tan rápidas como suculentas, le permitió protagonizar dos importantes traspasos en los peores años de la crisis, esos en que los fondos buitre se comieron el mercado. La más importante fue, probablemente, la operación Copérnico, cartera compuesta por seis edificios de oficinas y surgida de la liquidación del banco malo alemán Eurohypo, que adquirió para los fondos Värde y Anchorage por 100 millones.
En apenas 13 meses, vendió tres de estos edificios y, poco después, hizo lo mismo con un cuarto. Los dos restantes, Príncipe de Vergara 112 y Estébanez Calderón 3-5, aspiraba a transformarlos en residencial pero, curiosidades del destino, terminaron siendo adquiridos por Colonial en 2015, es decir, dos años antes de que pudiera acariciar la idea de hacerse con Axiare.
Su otro gran movimiento en esta época fue la compra del complejo Castellana 200, la joya de la Corona de Reyal Urbis, en la que a través de Rodex actuó de intermediario en favor del consorcio formado por el fondo de pensiones canadiense PSP Investment y Drago Capital, que se hicieron con el activo por unos 140 millones. En este triunfo, hay quienes dicen que jugaron un papel fundamental sus buenas relaciones con otro peso pesado de la vieja guardia, Rafael Santamaría, entonces presidente de la quebrada inmobiliaria.
Entre sus 'amistades peligrosas' figura José Luis Zanetty, ex director general en España de Eurohypo, que fue condenado por el Supremo a cuatro años de cárcel por uso de información privilegiada y blanqueo de capitales en la compra de Parquesol por parte de Grupo Sanjosé. Herrera-Oria compartió con él durante años mesa de consejo en Alza Real Estate, hasta que tuvo que abandonarla para centrarse en Axiare, aunque mantuvo una participación accionarial.
Esta compañía es propietaria de la constructora Alza Obras y Servicios, una de las pocas supervivientes de la crisis, y accionista de Urbas, inmobiliaria que también acaba de ser puesta en entredicho por la Justicia por presuntos delitos de estafa, relativos al mercado, y societario de administración desleal.
Sus participaciones en Alza y Rodex permiten a Herrera-Oria seguir ligado al negocio al que ha dedicado las tres últimas décadas cuando culmine su salida de Axiare. Y, quién sabe, quizás vuelvan a servirle de trampolín en su próxima aventura.
Unos lo critican por excesivo, otros lo alaban por merecido, pero nadie se ha quedado indiferente ante los más de 40 millones de euros que Luis López de Herrera-Oria, 'alma mater' de la socimi Axiare, habría embolsado en el último año entre sueldo (929.000 euros), venta de sus títulos (26,14 millones) y el bonus extraordinario de 36,4 millones de euros en acciones que, junto a otra veintena de directivos, se ha llevado con la opa de Colonial, y del que, según las fuentes consultadas, le correspondería en torno a la mitad.