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Dentro de la máquina de crear altos funcionarios: "Algo así solo existe en Madrid"
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EN LA RESIDENCIA DE OPOSITORES

Dentro de la máquina de crear altos funcionarios: "Algo así solo existe en Madrid"

En la Pío XI y la León XIII, casi 200 veinteañeros pasan las 24 horas del día viviendo por y para las oposiciones. En unos años se convertirán en la élite del empleo público español

Foto: Sala de estudio de la residencia para opositores Pío XI. (J. I. R.)
Sala de estudio de la residencia para opositores Pío XI. (J. I. R.)
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Cuando la granadina Cristina Hernández (25 años) ingresó a la residencia León XIII, solía hacer una pregunta a sus compañeros, fruto de su extroversión: "¿Cuánto tiempo llevas aquí?" Pronto le avisaron que era mejor no preguntar, especialmente si el rostro del opositor en cuestión denotaba cierta edad. Una de las reglas no escritas de las residencias de opositores es no sacar el tema del tiempo. De media, los opositores pueden pasar en el centro tres o cuatro años desayunando, comiendo y cenando oposiciones A1, las más exigentes del Estado, pero hay casos de estudiantes que han llegado a los diez años.

Las otras reglas, las que sí están escritas negro sobre blanco, pueden leerse en la puerta que da la entrada a las habitaciones femeninas. "Normas del pasillo: 1) No dar portazos. 2) No hablar en voz alta. 3) No andar en tacones". Hasta hace diez años, chicos y chicas convivían en una misma residencia, la Pío XI, pero la necesidad de mayor privacidad de ellas provocó su separación.

"Ni me planteé estudiar en Orihuela, ¡necesitas hacerlo rodeado de gente como tú!"

Para llegar en ascensor al piso que alberga los dormitorios femeninos, donde viven 85 opositoras del más alto nivel, hace falta girar una llave en el cuadro de mandos que solo ellas tienen. En el edificio de enfrente, cien varones ocupan un edificio construido en los años setenta, después de que el cardenal Ángel Herrera Oria pusiese en marcha la Fundación Pablo VI con el objetivo de entrenar a los principales cuerpos del Estado que iban a protagonizar la transición de la dictadura a la democracia.

A simple vista, el edificio que alberga a los altos funcionarios del futuro no destaca entre otras residencias de la madrileña Ciudad Universitaria. Su interior, no obstante, se parece más a un monasterio o un convento donde se vive la full experience del opositor: las salas de estudio se ordenan por nivel de concentración y en las más rigurosas, hacer ruido al pasar una página puede hacerte recibir miradas de furia. También, hay salas insonorizadas para que los opositores "canten" en voz alta sus temas cada viernes sin molestar a sus compañeros. El silencio es sepulcral.

Cualquier cosa con tal de acortar la estancia en la residencia y ocupar, por fin, uno de esos codiciados puestos en la Administración General del Estado, que cada vez más se concentran en Madrid. Como bromea la opositora andaluza, es preferible "ser cuatro años un Darth Vader" y poder sacar la oposición pronto, que pasar años y años a medio gas, porque "ni disfrutas de la vida ni consigues tu objetivo".

Madrid concentra tres de cada cuatro empleos creados por el Estado en los últimos cuatro años. De las 60.000 plazas que han salido desde el verano de 2019 Madrid ha copado algo más de 45.000. Son además, empleos de los niveles más altos de la Administración, lo que supone la captación de jóvenes altamente cualificados que tendrán salarios elevados. Estos puestos de trabajo dinamizan toda la economía de la región, estimulando a su vez al sector privado. De esta forma, Madrid se beneficia del efecto capital frente al resto del territorio nacional.

placeholder Vista exterior de la residencia para opositores Pío XI. (J. I. R.)
Vista exterior de la residencia para opositores Pío XI. (J. I. R.)

Fernando Costa es de Orihuela (Alicante), tiene apenas 22 años y dedica diez horas diarias a preparar las oposiciones de Notaría que se esperan para dentro de dos. "Ni me planteé estudiar en casa, necesitas estudiar rodeado de gente que esté pasando por lo mismo que tú", explica. Su jornada diaria es la habitual entre los muros de la Pío XI. Se levanta a las ocho de la mañana y a las 8:45 ya está sentado delante de los apuntes. Hace un pequeño descanso a mediodía y baja al comedor a las dos de la tarde, donde se junta con los otros casi doscientos opositores. Ambos centros están llenos, así que para entrar hace falta apuntarse a la cola de espera… y rezar para que los inquilinos aprueben sus oposiciones cuanto antes.

Sigue estudiando entre 15:45 y 20:30, momento en el que baja al gimnasio para desfogarse. Los opositores asienten cuando se les pregunta por la importancia del ejercicio. Es la única manera de relajarse. Después, la cena y, para terminar, "a lo mejor una serie". Su objetivo a medio plazo es llegar a las oposiciones de 2025 con garantías de poder aprobar, pero sabe que tal vez no sea así. La residencia juega un doble papel: no es tanto que le ayude a aislarse como, sobre todo, permitirle estar en contacto con otras personas que estén en su misma situación, esos mismos que en el futuro serán los altos funcionarios del Estado. La vida del opositor es solitaria y convivir con otros como tú contribuye a normalizar la situación, añade Hernández.

Un tercio de los nuevos registradores han pasado por el centro

Teresa Palmero (25 años), de Herencia (Ciudad Real), estudia ocho horas de reloj diarias: si se levanta para ir al baño, detiene el cronómetro. Lleva ya dos años y medio así. Sus oposiciones son las de Hacienda y se metió en la residencia tanto para encontrar "apoyo emocional", lejos de su hogar, como por las comodidades que ofrece. Aunque los precios oscilan entre los 1.251,25 euros mensuales y los 1.344,28, que incluya manutención, limpieza, gimnasio y comidas facilita la vida de unos opositores que tienen un único día de descanso a la semana. Generalmente, el sábado. El domingo a las ocho de la mañana, el despertador vuelve a sonar.

Madrid, paraíso opositor

Los responsables de la fundación y la residencia presumen de resultados. En junio, los trece opositores al cuerpo de Registradores que vivían en el centro obtuvieron su plaza de entre las cuarenta ofertadas. Eso quiere decir que alrededor de un tercio de los nuevos registradores han salido del Pío XI y el León XXI. Son, desde hace décadas, una máquina de generar altos funcionarios, como confirma Jesús Avezuela Cárcel, director de la fundación y letrado del Consejo de Estado.

placeholder Fernando Costa, Cristina Hernández (c) y Teresa Palmero, opositores de las residencias Pío XI y León XIII. (J. I. R.)
Fernando Costa, Cristina Hernández (c) y Teresa Palmero, opositores de las residencias Pío XI y León XIII. (J. I. R.)

No es causalidad que la mayoría de residentes provengan del resto de España: no hay ningún centro así en el resto del país. "Ni en Barcelona", añade Palmero. Como hay más oferta, también hay más competencia y bajan los precios: en Granada, un preparador sale más caro porque hay menos, y como añade Castro, "los mejores preparadores están en Madrid". La capital ha generado una industria del empleo público que se retroalimenta a así misma.

Se trata de empleo financiado principalmente por el Estado. Solo en cuatro años el número de efectivos ha aumentado en casi un 30%, según los registros de afiliaciones a la Seguridad Social. Es la provincia en la que más ha crecido el empleo estatal, la siguiente es Soria, con un aumento que no llega al 19% (once puntos menos). Por el contrario, la Comunidad de Madrid no ha sido tan ambiciosa a pesar de las protestas sociales de los últimos años para mejorar la atención sanitaria, la educación y el cuidado de los mayores. Desde 2019 ha elevado su plantilla en un 14%, lo que supone tres puntos menos que la media nacional.

El director del centro sonríe cuando se le pregunta por Madrid como la Disneylandia del opositor. "Ha creado un ecosistema, ¿no?", valora. "En Madrid hay una gran tradición de opositores, como ocurre en Valencia, no tanto en otras partes como País Vasco o Cataluña". No falta, de todas formas, el residente madrileño que se mete al monasterio-opositor para poder estudiar en mejores condiciones que en su hogar.

Avezuela también fue uno de esos opositores migrantes. A finales de los noventa, pasó cuatro años en las habitaciones del Pío XI, de donde aún conserva a sus mejores amigos con los que sigue hablando cada día. Son también altos funcionarios como él. "Yo soy valenciano y cuando me quise preparar las oposiciones para el Consejo de Estado, el sitio era Madrid", recuerda. "Podría haberlo hecho en otro lugar, pero ¿qué me aportaba una residencia? La vida del opositor es dura, no, lo siguiente. El hecho de estar en un ambiente donde todo el mundo esté pasando por ese peregrinaje da una paz y tranquilidad enormes".

"Un alto porcentaje de la Administración General del Estado ha pasado por aquí"

La otra razón es que, como en la cárcel donde se celebra la liberación del reo veterano, ver obtener su plaza a un opositor con el que has convivido resulta muy motivador. "Ver que el de la habitación de al lado ha aprobado, alguien que habla como tú y que vive como tú, es muy importante porque el aspecto psicológico en una oposición es esencial", explica Avezuela. "Eso genera un ambiente que favorece mucho a la oposición, junto con el acompañamiento de la dirección de la residencia, la alimentación, el deporte, etc.". Su proyecto más inmediato es la creación de una Escuela de Opositores donde ellos mismos preparen a los candidatos.

placeholder Jesús Avezuela Cárcel, director de la Fundación Pablo VI y letrado del Consejo de Estado. (J. I. R.)
Jesús Avezuela Cárcel, director de la Fundación Pablo VI y letrado del Consejo de Estado. (J. I. R.)

Por las habitaciones del Pío XI ha pasado gente como Jorge Moragas, exdiputado del Partido Popular y embajador de España en Tanzania, Fernando Ledesma, ministro de Justicia con Felipe González o Landelino Lavilla, ministro de Justicia y Presidente del Congreso de los Diputados. Sin embargo, para su director, lo más importante son todos esos nombres que no suenan tanto y que conforman la élite del sector público español: jueces, registradores, fiscales, notarios, abogados del Estado. "Si coges la Administración General del Estado, verás un alto porcentaje de opositores que pasaron por aquí", recuerda. Su gran competidor es el colegio César Carlos, la otra gran residencia de opositores de Madrid, apenas unos metros más allá.

¿Son centros elitistas? "Las interpretaciones desde fuera son muy libres, pero primero, si lo llevamos al terreno económico, las residencias están llenas porque no compensa vivir en un piso, el mercado inmobiliario tiene precios tan elevados que es más rentable económicamente venirse a una residencia", responde el director. "Me parece injusto decir que es un sistema elitista, porque hay que hacer un esfuerzo familiar, no solo por lo que vale, porque tenemos becas, sino también por el tiempo que tienes que dedicarle sin trabajar".

¿Quién puede sacarse un A1?

Cristina Hernández lleva tatuada en el brazo la palabra "resiliencia", uno de los términos más recurrentes en la vida del opositor. En las paredes de su habitación, mensajes como "sin fracaso no hay éxito", "no me rindo porque tengo la gracia", "lo ideal es enemigo de lo bueno", "quiero aprender a tolerar la frustración" o "el amor dota de sentido al sufrimiento".

"Estar cinco años preparando oposiciones no es algo que pueda permitirse cualquiera"

También hay en su cuarto imágenes enmarcadas de la virgen, algo muy común entre los opositores, incluso entre los ateos. La Pablo VI es una Fundación Episcopal, pero los residentes no tienen por qué ser creyentes, aunque como se cuenta, muchos ateos vayan a ver al sacerdote para recibir consuelo, y de paso, un poco de apoyo psicológico. Toda ayuda es poca para evitar la enfermedad del opositor veterano, que ve cómo pasan los años sin conseguir su objetivo mientras cae en la desesperación. Son los menos, pero en la residencia circula la historia de esos vecinos de planta que, diez años después, piden que les lleven la comida a su habitación porque ya no pueden permitirse perder ni un segundo.

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placeholder Una de las habitaciones de la residencia Pío XI. (J. I. R.)
Una de las habitaciones de la residencia Pío XI. (J. I. R.)

Una exigencia absoluta que aumenta en cuanto que los inquilinos conocen el precio (económico y temporal) que están pagando, porque lo suyo es una dedicación exclusiva a preparar algunas de las pruebas más difíciles de España. "Es un dineral, pero eso te sirve de motivación, porque cada minuto es oro", reconoce Hernández. Es consciente de que si no corresponde con su esfuerzo la inversión que su familia están realizando, puede perder su apoyo y verse obligada a volver a Granada.

Hace una década, Berta Esteve-Volart y Manuel Bagüés publicaron un estudio llamado Altos funcionarios: ¿una nobleza de estado? en el que señalaban que ser hijo o sobrino de un miembro de los cuerpos de la administración multiplica por 40 la probabilidad de presentarse a una oposición en cuyo tribunal tiene representación el cuerpo al que pertenece su pariente, y también aumenta la probabilidad de aprobar, especialmente en las oposiciones en las que existe una prueba práctica. Los mecanismos en funcionamiento, señalaban los autores, podrían ser "una transmisión de preferencias ocupacionales o de capital humano directa o indirecta, por ejemplo facilitando el acceso a preparadores cualificados o transmitiendo habilidades orales que resultan útiles en pruebas prácticas".

placeholder La opositora Teresa Palmero estudia en su habitación de la residencia Pío XI. (J. I. R.)
La opositora Teresa Palmero estudia en su habitación de la residencia Pío XI. (J. I. R.)

El padre de Castro no proviene de la empresa pública, sino de la construcción, y afirma que su vocación nace de verle tratar todos los días con notarios. En su opinión, la clase de oposición a la que se enfrenta no es para todos. "Hoy por hoy, un estilo de vida en el que una persona pueda estar cinco o seis años dedicándose exclusivamente a preparar oposiciones no es algo que cualquiera se pueda permitir" reconoce. Hernández lo matiza, recordando que hay muchos tipos de oposiciones.

"Por mucho que tengas facilidades, si no te pones, no vas a conseguir nada"

Palmero concluye aludiendo al mérito, que sobre el papel es el principio que debería decidir quién es funcionario y quién no, junto a la igualdad y la transparencia: "Por mucho que tengas facilidades, si no te pones, no vas a conseguir nada". En menos de un lustro, probablemente todos ellos formarán parte de los cuerpos principales del Estado. En Madrid, dónde si no.

Cuando la granadina Cristina Hernández (25 años) ingresó a la residencia León XIII, solía hacer una pregunta a sus compañeros, fruto de su extroversión: "¿Cuánto tiempo llevas aquí?" Pronto le avisaron que era mejor no preguntar, especialmente si el rostro del opositor en cuestión denotaba cierta edad. Una de las reglas no escritas de las residencias de opositores es no sacar el tema del tiempo. De media, los opositores pueden pasar en el centro tres o cuatro años desayunando, comiendo y cenando oposiciones A1, las más exigentes del Estado, pero hay casos de estudiantes que han llegado a los diez años.

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