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El 'escudo social' deja atrás a los más pobres: un 50% más de hogares en pobreza severa
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Sí evita que la pobreza se extienda

El 'escudo social' deja atrás a los más pobres: un 50% más de hogares en pobreza severa

Aunque la tasa de riesgo de pobreza se mantuvo estable en el 21% de la población, un 7% de los hogares tuvieron carencias severas en 2020. Una subida del 50% y que fue única en Europa

Foto: Imagen de las 'colas del hambre' en Toledo durante la pandemia. (EFE)
Imagen de las 'colas del hambre' en Toledo durante la pandemia. (EFE)
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La respuesta de los países desarrollados a la crisis del coronavirus fue proteger las rentas de trabajadores y empresas. Esta política consiguió contener el impacto de la crisis y estimuló la posterior recuperación con un fuerte rebote de la demanda. El despliegue del escudo social en España, así como en el resto de los países europeos, sirvió para evitar que la pobreza se propagara durante la peor recesión vivida en tiempos de paz. Las ayudas cubrieron a las clases medias y bajas para evitar que entraran en riesgo de pobreza, pero no consiguieron llegar a las clases más populares, las cuales empeoraron su situación cayendo en carencias materiales severas.

La tasa de riesgo de pobreza en España se mantuvo sin cambios en el año 2020 en el 21%, apenas tres décimas peor que en 2019 y mejor que en los años anteriores de la recuperación. Las transferencias sociales evitaron que la pérdida de masa salarial se convirtiera en un aumento de la pobreza, conteniendo así el ‘perímetro’ del grupo social en una situación delicada.

Foto: Varias personas caminan por una popular calle comercial en Zaragoza. (iStock)

La situación de España no es extraordinaria, ya que todos los países pusieron en marcha mecanismos de protección de rentas similares. El resultado es que la contención de la pobreza fue generalizada en todo el continente. Y, como las tasas de partida eran menores que las de España, la salida de la crisis está siendo más inclusiva.

Sin embargo, en España el escudo social no protegió a todos por igual. Las ‘colas del hambre’ mostraron con crudeza cómo una parte de las clases populares sufrió una pobreza severa durante todo el año 2020. Las ayudas sociales no llegaron a estas familias, sencillamente, se quedaron al margen y tuvieron que recurrir a la caridad.

Las estadísticas publicadas en las últimas semanas empiezan a reflejar esa situación. El porcentaje de hogares en España que sufrió carencia severa alcanzó en el año 2020 el 7%. Se trata de un aumento de 2,3 puntos porcentuales, esto es, un incremento de la pobreza severa de casi el 50%.

Este es el peor registro de la pobreza severa desde el final de la crisis financiera. Es casi una de cada 10 personas en una situación muy delicada. En esta estadística, España es la excepción de Europa, ya que los países del continente sí consiguieron evitar el aumento de la carencia severa, según los datos de Eurostat. Tal es el caso, por ejemplo, de Francia, donde se mantuvo estable por debajo del 5%.

Otros países consiguieron incluso reducir la pobreza severa gracias a las ayudas extraordinarias concedidas durante el año 2020. En los Países Bajos, este porcentaje se redujo en casi medio punto, bajando hasta el 2%, o de Bélgica, que cayó por debajo del 4%.

Estos datos confirman lo que hacían presagiar las imágenes de las colas del hambre: durante meses el sistema de protección de rentas diseñado por el Gobierno dejó a las clases más populares al margen de las ayudas públicas. El resto de países fueron más eficaces a la hora de proteger a estos grupos, de modo que no hubo tal aumento de las situaciones de severa dificultad.

Una de las causas que explican este comportamiento diferencial de España respecto al resto de países del continente es el tamaño de la economía sumergida. Cuando estalló la pandemia se destruyeron más de 200.000 empleos en negro en España. Este dato se obtiene a través de la discrepancia entre la caída de ocupación que refleja la afiliación a la Seguridad Social y la EPA. Mientras la primera recopila todos los trabajadores con contrato, la segunda es una encuesta que incluye todo tipo de empleos, también los irregulares.

Foto: Baile inaugural del presidente Herbert Hoover en el Hotel Mayflower de Washington en marzo de 1929, justo antes del final de los felices años 20. (Reuters)

La discrepancia entre ambos indicadores evidencia, 'grosso modo', el empleo sumergido en España. La destrucción de tal número de empleos, en torno al 1,5% del total, explicaría que los ERTE y la protección extraordinaria para desempleados aprobados al inicio del estado de alarma no llegara a todos los hogares. Estos trabajadores se quedaron, de la noche a la mañana, sin empleo ni protección social.

Durante las semanas más duras de la pandemia, el Gobierno tuvo una fuerte discusión interna sobre las ayudas excepcionales para evitar estas escenas de pobreza. De este debate en el seno de la coalición nació el ingreso mínimo vital, una prestación encaminada a conceder una protección social a las capas más bajas de la sociedad que no tienen trabajo ni derecho a otras prestaciones. Finalmente, el Ejecutivo optó por un diseño de la medida con un alto grado de detalle que requiere de un proceso burocrático exigente para la concesión definitiva de la ayuda. En consecuencia, la aprobación del IMV se retrasó hasta el verano de 2020 y la implementación fue muy lenta, dejando sin protección a estos hogares más necesitados.

Este comportamiento disfuncional de la economía española, sumado a las grietas en el escudo social, explicaría el aumento de la pobreza severa a lo largo del año 2020. La creación de empleo a partir del año 2021 deberían rebajar este porcentaje rápidamente hacia los niveles precrisis. Y el despliegue del ingreso mínimo ayudará a esta capa más baja de la población.

La respuesta de los países desarrollados a la crisis del coronavirus fue proteger las rentas de trabajadores y empresas. Esta política consiguió contener el impacto de la crisis y estimuló la posterior recuperación con un fuerte rebote de la demanda. El despliegue del escudo social en España, así como en el resto de los países europeos, sirvió para evitar que la pobreza se propagara durante la peor recesión vivida en tiempos de paz. Las ayudas cubrieron a las clases medias y bajas para evitar que entraran en riesgo de pobreza, pero no consiguieron llegar a las clases más populares, las cuales empeoraron su situación cayendo en carencias materiales severas.

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