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La pandemia destruyó más de 200.000 empleos en negro en España
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Los despidos fueron masivos

La pandemia destruyó más de 200.000 empleos en negro en España

En el segundo trimestre de 2020, prácticamente desapareció la divergencia entre EPA y afiliaciones. Por el contrario, el paro registrado aumentó por encima del desempleo de la EPA

Foto: Una mujer espera ante una oficina de empleo en Madrid. (EFE)
Una mujer espera ante una oficina de empleo en Madrid. (EFE)
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La pandemia del coronavirus provocó un duro golpe sobre el empleo que fue especialmente grave en España. En apenas unas semanas, se destruyeron más de un millón de empleos y otros tres millones fueron protegidos por ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo). La pérdida de empleo fue tan intensa en España por dos motivos: la cantidad de empleo temporal que existe en el país y el elevado volumen de la economía sumergida.

Con el inicio del confinamiento, los despidos de trabajadores en negro fueron fulminantes. Este empleo no cuenta con ningún tipo de protección legal y tampoco tiene una indemnización, es sencillamente despido libre. Además, no pudieron acogerse a ERTE al no estar cotizando, y tampoco tuvieron derecho a cobrar una prestación por desempleo. Esta destrucción de empleo negro explica por qué España es uno de los países europeos donde más cayó la renta disponible de los hogares y anticipa un importante incremento de la pobreza entre los grupos sociales más desfavorecidos.

Foto: El turismo de playa vuelve a tirar del empleo. (EFE)

Siempre es difícil poner números a los datos de la economía sumergida, precisamente porque no está registrada. Sin embargo, existen aproximaciones que permiten hacer un análisis relativamente certero de la situación. En el caso del empleo, la aproximación al empleo negro lo marca la brecha entre la ocupación de la Encuesta de Población Activa y las afiliaciones a la Seguridad Social. Las afiliaciones recogen solo el empleo registrado, mientras que la EPA, al ser una encuesta, recopila todo tipo de empleos, ya sean en blanco o en negro. La diferencia entre ambas marca, 'grosso modo', es el empleo negro*.

Antes de la pandemia, la brecha entre el número de ocupados EPA y de afiliados a la Seguridad Social superaba el medio millón de personas después de casi una década a la baja. Esto significa que la economía sumergida se iba reduciendo lentamente cada año. Sin embargo, cuando estalló la pandemia, la brecha entre ambos indicadores se redujo bruscamente como consecuencia de la destrucción de empleos negros.

[Panel: los principales indicadores económicos]

Hay dos agravantes que aceleraron la destrucción del empleo sumergido. El primero es que este se concentra en los sectores más afectados por la pandemia y las restricciones: empleadas del hogar, hostelería, comercio y ocio. El segundo es que son empleos en los que no se puede realizar teletrabajo, de modo que se vieron totalmente interrumpidos por el confinamiento. Como consecuencia, de la noche a la mañana, desaparecieron casi todos los empleos en negro.

La brecha entre afiliaciones y ocupación del segundo trimestre de 2020, el del ‘gran confinamiento’, se redujo a apenas 60.000 personas. Esto es, en apenas unas semanas desapareció prácticamente todo el empleo sumergido, una situación inédita en la historia de España.

Tras la reapertura, se recuperó una parte, pero un año después todavía sigue por debajo de los niveles previos a la pandemia. De media, en el primer año de pandemia (desde el primer trimestre de 2020 hasta el primero de 2021), la brecha entre afiliaciones y ocupación se redujo a 270.000 personas. Eso significa que en el acumulado de los meses de pandemia se destruyeron algo más de 200.000 empleos de la economía sumergida.

En el segundo trimestre de 2021 se ha reactivado el empleo y, con él, ha vuelto a crecer la economía sumergida. Es comprensible que así sea, ya que las actividades que están tirando de la ocupación son precisamente la hostelería, el ocio y el comercio. Sin embargo, la brecha entre ocupación y afiliaciones sigue siendo reducida, de menos de 400.000 personas.

Es comprensible que la economía sumergida vuelva a crecer, ya que no se han producido cambios estructurales en la economía española durante estos meses como para pensar en un cambio brusco. A medida que el sector servicios se vaya recuperando, el empleo negro irá volviendo a los niveles precrisis. La clave está, por tanto, en recuperar la tendencia existente hasta 2019 de lenta reducción de la economía sumergida.

¿Hay más paro?

La crisis también ha dejado una divergencia interesante entre el paro registrado en las oficinas de empleo y el paro de la EPA. Estos dos indicadores también tienen metodologías diferentes. En el caso del paro registrado, contabiliza a todas las personas que estén apuntadas en los registros. Por el contrario, en la encuesta de la EPA, se consideran parados aquellos desempleados que están buscando activamente un empleo y están dispuestos a trabajar si les llega una oferta de trabajo.

Foto: Vuelven las aglomeraciones a las playas españolas. (EFE)

Habitualmente, hay más parados en la EPA que en los registros, ya que muchos desempleados no renuevan su demanda de empleo cuando no cobran una prestación. Sin embargo, en esta crisis se ha roto esta correlación, con un crecimiento de los parados registrados superior al de la EPA. Se trata de una situación que no se veía en España desde hace casi dos décadas.

Hay dos motivos que explican este cambio. El primero es que el Gobierno ha puesto en marcha prestaciones de desempleo extraordinarias como consecuencia de la pandemia y que forman parte del llamado 'escudo social'. Por ejemplo, todos los trabajadores de temporada que no hayan sido contratados tienen derecho a una prestación. Además, aquellos que fueron despedidos al inicio de la pandemia y que no tuvieran derecho a una prestación también están cobrando el paro. Y, por último, se mantiene el contador a cero, de modo que ningún parado agota prestación. Esto explica que la mayoría de los parados siga renovando periódicamente su demanda de empleo para seguir cobrando una prestación.

Por el contrario, en términos de la EPA, un trabajador que cobra una prestación de desempleo no se considera un parado si no está buscando trabajo activamente. De hecho, al inicio de la pandemia no se contabilizaron a muchos desempleados porque, al estar confinados, no pudieron buscar un empleo y, por tanto, se consideraron inactivos. Esto explica que en el primer trimestre de pandemia (el segundo de 2020) el paro registrado se disparara en más de medio millón de personas, mientras que el paro EPA apenas se incrementara en 55.000 personas.

Esta diferencia se corrigió en la segunda mitad del año 2020, pero ha vuelto a crecer en 2021, lo que indica que las prestaciones extraordinarias siguen siendo determinantes para que el paro registrado se mantenga en niveles tan elevados, por encima de los 3,7 millones de personas.

* En este informe del INE, se explican las diferencias entre los registros de la EPA y la Seguridad Social y se muestra que el grueso de la divergencia no explicada se centra en los sectores en que existe mayor economía sumergida. Hay tres sectores que destacan por encima del resto: empleo del hogar, hostelería y comercio.

La pandemia del coronavirus provocó un duro golpe sobre el empleo que fue especialmente grave en España. En apenas unas semanas, se destruyeron más de un millón de empleos y otros tres millones fueron protegidos por ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo). La pérdida de empleo fue tan intensa en España por dos motivos: la cantidad de empleo temporal que existe en el país y el elevado volumen de la economía sumergida.

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