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El paro oculto que altera las estadísticas: 300.000 personas salieron de la actividad
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No contabilizan como desempleados

El paro oculto que altera las estadísticas: 300.000 personas salieron de la actividad

En el primer trimestre del año, las estadísticas registraron una gran salida de trabajadores a la inactividad sin pasar por el desempleo, lo que permitió moderar el alza del paro

Foto: Colas en una oficina de empleo en Bilbao. (EFE)
Colas en una oficina de empleo en Bilbao. (EFE)

En solo 15 días del estado de alarma, la economía española sufrió la mayor caída desde que existen registros. El desplome del PIB del primer trimestre del año llegó al 5,2% y generó también un duro golpe sobre el mercado laboral, lo que provocó un aumento de la tasa de paro hasta el 14,4%, un 5,6% más que en el cuarto trimestre de 2019, y eso a pesar de que la pandemia del covid-19 solo afectó a las dos últimas semanas de marzo.

Los datos fueron indudablemente malos, sin embargo, las cifras de destrucción de empleo no se reflejaron con toda la crudeza en la subida del paro. En concreto, en el primer trimestre del año se destruyeron casi 300.000 empleos, sin embargo, el número de parados apenas aumentó en 121.000 personas, menos de la mitad. Esta divergencia se ha repetido en los datos de otros países europeos muy afectados por la pandemia, como son Italia o Francia. Finalmente, los datos publicados por Eurostat de flujos de la población activa resuelven la brecha entre los dos indicadores.

Foto: Delegación de Hacienda en Madrid. (EFE)

En el primer trimestre del año, se produjo un flujo masivo de trabajadores y parados hacia la inactividad, de modo que no contabilizaron como desempleados. En total, salieron 318.000 personas de la actividad, un dato que habría elevado la tasa de paro por encima del 15,5%. Esta transición no es habitual en el mercado laboral, y menos en una situación de crisis en que la incertidumbre empuja a los desempleados a buscar otro trabajo. De hecho, lo que ocurre normalmente al inicio de las crisis es lo contrario: muchos inactivos deciden empezar a buscar un empleo ante las dudas sobre la evolución futura del mercado laboral.

España e Italia han registrado justo el movimiento opuesto: muchos de los trabajadores que perdieron su trabajo en el primer trimestre pasaron directamente a la inactividad. Esto es, no buscaron otro empleo. De modo que no figuran en las estadísticas del paro. En el caso de España, por ejemplo, fueron casi 660.000 trabajadores quienes pasaron a la inactividad, lo que supone un aumento del 27% respecto al mismo periodo del año anterior. En Italia, la situación es incluso más clara: el flujo de trabajadores a la inactividad se disparó en un 30%. Una situación que parece muy poco racional: ¿realmente un trabajador que ha sido despedido por la pandemia no quiere encontrar otro trabajo?

Este tratamiento estadístico ha permitido que las cifras del paro hayan sido mucho menos dramáticas que las de destrucción de empleo. Sin embargo, no es que exista una manipulación de las cifras oficiales, sino que la discrepancia procede de la metodología empleada a nivel internacional (impulsada por la Organización Internacional del Trabajo). A nivel estadístico, un parado debe cumplir tres requisitos: no tener empleo, estar disponible para trabajar en los 15 días siguientes y haber buscado empleo de forma activa durante las cuatro semanas anteriores.

En la coyuntura de la pandemia del coronavirus, muchos trabajadores que perdieron su empleo rehusaron hacer una búsqueda activa por las restricciones de movilidad, por el cierre de empresas o por tener que asumir cuidados de familiares dependientes. De ahí que, al no buscar empleo, no se les considere parados sino inactivos. En una situación normal del mercado laboral, es lógico que no se considere activa a una persona que no tiene trabajo y tampoco lo busca, pero en el contexto del estado de alarma, la diferencia es mucho más difusa. Un trabajador que no puede buscar un empleo no significa que no quiera trabajar. De ahí que, en ese momento de estado de alarma, las estadísticas consideraran inactivos a muchos parados.

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De hecho, los registros de los flujos de población activa también detectaron un fuerte trasvase de parados a inactivos. Esto es, trabajadores que sí estaban haciendo una búsqueda activa de empleo de pronto no pudieron hacerlo y pasaron a engrosar la lista de inactivos, dejando de figurar en las estadísticas del paro.

En España, nada menos que 740.000 parados pasaron a la inactividad en el primer trimestre del año, según recogen los datos de Eurostat obtenidos a partir de la Encuesta de Población Activa. Esto significa un aumento del 17,5% respecto al mismo trimestre del año anterior. Este salto ‘borró’ de golpe a más de medio millón de parados de las estadísticas.

En total, la suma de trabajadores y parados que pasaron a la inactividad en el primer trimestre del año ascendió a 1,4 millones de personas. Se trata del registro más alto desde que existen datos de Eurostat y, según los registros de la EPA, es el dato más elevado desde 2009.

Durante el primer trimestre, no solo se produjo una transición desde la actividad a la inactividad, también se produjo el flujo contrario, aunque fue mucho más débil. En concreto, 378.000 inactivos pasaron a tener un empleo y 701.000 inactivos se apuntaron en el paro. Ambos datos fueron menores de los del trimestre anterior y su suma muestra que menos de 1,1 millones de inactivos pasaron a la actividad.

El saldo de las dos estadísticas refleja que en el primer trimestre del año hubo nada menos que 318.000 personas que pasaron a la inactividad, descargando así las listas del paro. Esto, unido a que los trabajadores con el contrato suspendido aún no figuran como desempleados, permitió mostrar unas cifras de paro más benignas. Tanto, que en Italia la tasa de desempleo oficial incluso bajó tras el estallido de la pandemia, pasando del 9,4% de finales de 2019 al 8,2% de marzo y al 6,6% de mayo. Una incongruencia que vuelve a poner sobre la mesa que el mejor indicador para medir la salud del mercado laboral no es el del paro, sino el del empleo.

En solo 15 días del estado de alarma, la economía española sufrió la mayor caída desde que existen registros. El desplome del PIB del primer trimestre del año llegó al 5,2% y generó también un duro golpe sobre el mercado laboral, lo que provocó un aumento de la tasa de paro hasta el 14,4%, un 5,6% más que en el cuarto trimestre de 2019, y eso a pesar de que la pandemia del covid-19 solo afectó a las dos últimas semanas de marzo.

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