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Los malos datos del empleo anticipan una caída del PIB del 1% en el inicio del año
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Frenazo a la recuperación

Los malos datos del empleo anticipan una caída del PIB del 1% en el inicio del año

El mes de febrero fue uno de los peores de la historia, si no el peor, y eso que viene de un año largo muy malo para la economía. Las restricciones dejan la recuperación en pausa

Foto: Ya hay más de cuatro millones de desempleados en España. (EFE)
Ya hay más de cuatro millones de desempleados en España. (EFE)

Cuando la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, anticipó que los datos de afiliación de febrero no serían buenos, nadie pensó que serían tan malos. En términos desestacionalizados, se destruyeron 30.000 empleos a lo largo del mes, y eso gracias a que los ERTE sostuvieron nada menos que 91.500 puestos de trabajo. En total, el empleo efectivo se redujo en más de 70.000 personas, lo que supone el peor mes de febrero desde que existen datos. Por su parte, el número de parados registrados en las oficinas de empleo aumentó en 44.000 personas y son ya más de cuatro millones los que esperan encontrar un empleo.

Si los datos de enero anticiparon un parón de la recuperación, los de febrero dejan una clara recaída de la actividad. La recuperación desapareció a mediados de diciembre, con el inicio de la tercera ola, y desde entonces la economía se encuentra en terreno contractivo. Funcas ha realizado el cálculo de evolución real del mercado laboral en el inicio del año descontando de los afiliados a los trabajadores en ERTE y a los autónomos en cese de actividad. Aunque no todos ellos están sin trabajar, es la mejor aproximación disponible a la evolución real del empleo. Posteriormente, ha desestacionalizado las cifras, ya que tradicionalmente la cuesta de enero deja cifras de empleo muy malas. Los datos obtenidos por Funcas revelan que entre enero y febrero se perdieron 370.000 empleos.

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Este dato muestra con nitidez el golpe de las restricciones sobre la actividad económica. Al contrario de lo que ocurrió durante la segunda ola, cuando las compras navideñas evitaron la recaída del PIB, en esta ocasión la temporada de rebajas no ha conseguido animar al consumo. La incertidumbre sobre la situación sanitaria y los problemas de la campaña de vacunación llevaron a los hogares a elevar su ahorro, agravando así la crisis.

Tras conocerse las cifras de afiliación y ERTE, la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) anticipó una contracción todavía más severa. Con los datos de enero, la Autoridad Fiscal ya anticipaba una recaída del PIB, aunque moderada, en ningún caso del 1%. En esa dirección apuntaban los datos de afiliación, los de producción industrial o los del consumo de energía. Sin embargo, las cifras de febrero empeoraron significativamente y ahora la AIReF prevé que la caída del PIB podría llegar al 1,3%. Este dato procede del modelo ‘nowcast’ (previsión económica en tiempo real a medida que se publican los datos macro), con el que la institución mide la evolución de la economía española. Aunque todavía queda por delante un mes completo y muchos indicadores están pendientes de publicación, las cifras conocidas hasta la fecha ya han sentenciado el primer trimestre.

Los datos de comercio del inicio del año revelan cómo los hogares han optado por recortar su consumo y construir una base de ahorro para el futuro. Las ventas minoristas de las grandes empresas fueron un 17% inferiores a las de enero de 2020 y los registros de compras con tarjetas de crédito muestran una caída próxima al 10% en el acumulado de enero y febrero.

El parón del consumo afectó gravemente al empleo en el sector, que destruyó algo más de 20.000 puestos de trabajo, casi el doble que en febrero de 2020, y eso a pesar de que este año las empresas contaron con el recurso de los ERTE para evitar destruir empleos. Pero la debilidad económica no solo pasó factura a los sectores afectados por las restricciones, sino que se contagió a los más resistentes.

Es el caso de la industria, actividad que ha sido el motor de la recuperación desde el verano. Entre enero y febrero, destruyó casi 8.500 empleos, más del triple que en el mismo periodo de 2020. Lo mismo ocurre con la construcción, que es un sector que se incorpora tarde a las crisis porque tiene una gran inercia, ya que los proyectos de inversión son siempre de medio plazo. Entre enero y febrero, la construcción destruyó 13.800 empleos, mientras que en el mismo periodo de 2020 creó 17.400 empleos. También los servicios profesionales están en una situación delicada, ya que perdieron casi 2.000 empleos en enero y febrero de este año, mientras que hace un año crearon 1.800 puestos.

Los datos de afiliación han terminado por inclinar la balanza de las previsiones hacia la recaída. Evitar la contracción del PIB en el mes de marzo será una misión imposible, y eso a pesar de que los datos van en clara mejoría desde la segunda mitad de febrero con el inicio del levantamiento de las restricciones. Sin embargo, el Gobierno ha reiterado su voluntad de mantener las medidas de distanciamiento para evitar una cuarta ola, lo que anticipa semanas complicadas.

La recaída del PIB en el inicio del año no entraba en los planes del Gobierno y desbaratará sus planes de recuperación. Los problemas del proceso de vacunación retrasarán la desescalada. Todo apunta a que las restricciones se mantendrán durante toda la primavera y eso significa que las dificultades económicas se prolongarán y también la presión financiera sobre las empresas. El paso de las semanas empieza a presionar ya la campaña de verano, que será clave para recuperar los sectores devastados por la pandemia.

Cuando la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, anticipó que los datos de afiliación de febrero no serían buenos, nadie pensó que serían tan malos. En términos desestacionalizados, se destruyeron 30.000 empleos a lo largo del mes, y eso gracias a que los ERTE sostuvieron nada menos que 91.500 puestos de trabajo. En total, el empleo efectivo se redujo en más de 70.000 personas, lo que supone el peor mes de febrero desde que existen datos. Por su parte, el número de parados registrados en las oficinas de empleo aumentó en 44.000 personas y son ya más de cuatro millones los que esperan encontrar un empleo.

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