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Las dudas de los hogares sobre la recuperación congelan el consumo y agravan la crisis
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Optan por acumular ahorro

Las dudas de los hogares sobre la recuperación congelan el consumo y agravan la crisis

El inicio de año deja los peores datos de compras desde el confinamiento. El comercio y la hostelería ven agravada su situación y las dudas del proceso de vacunación no ayudan

Foto: Tiendas cerradas durante la campaña de rebajas. (EFE)
Tiendas cerradas durante la campaña de rebajas. (EFE)

El inicio del año está dejando una debilidad económica inesperada. Las familias hicieron un importante esfuerzo durante la campaña navideña, lo que permitió una recuperación asombrosa del consumo. Sin embargo, tras las vacaciones, la situación se agravó rápidamente. Aunque el principal culpable de este deterioro fue el aumento del número de contagios, no fue el único. La campaña de vacunación rápidamente empezó a mostrar todos los problemas que enfrenta, desde la producción hasta la logística. Además, las restricciones impuestas por las comunidades autónomas multiplicaron los trabajadores en ERTE hasta alcanzar nuevamente los 900.000 trabajadores.

En este escenario, se produjo una recaída de la confianza de los hogares. Si bien a finales de diciembre esperaban una recuperación rápida a partir de la primavera, ahora ya temen que España vuelva a perder la temporada turística. Y esto supondrá un gravísimo golpe para la economía del país. Solo en el verano de 2020, la economía española perdió algo más de 27.000 millones de euros en ingresos procedentes del turismo internacional. El retraso en la campaña de vacunación amenaza con dejar otro verano de bajos ingresos en el sector, lo que significa centenares de miles de puestos de trabajo en riesgo, esto es, asalariados que hoy están en ERTE y que en el futuro podrían estar en el paro.

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En este contexto, los datos de consumo de enero y febrero están siendo mucho peores de lo esperado. Aunque el INE todavía no ha publicado los datos oficiales del comercio minorista ni del consumo de las familias, ya existen numerosos indicadores de alta frecuencia que muestran la magnitud de la caída sufrida desde la segunda semana de enero.

El primero de ellos es el de las ventas de las grandes empresas en el mes de enero, dato que procede de las declaraciones mensuales a la Agencia Tributaria. Las ventas minoristas de la gran empresa se desplomaron un 18% en enero en comparación con el mismo mes de 2020. Se trata de la mayor caída registrada desde abril y la segunda peor de toda la pandemia. Este tipo de compañías tiene en el mes de enero uno de los picos de ventas del año gracias a la temporada de rebajas de invierno, pero este año ni siquiera los descuentos han conseguido movilizar el consumo.

Los hogares han optado por acumular ahorro hasta que la situación sanitaria mejore. Si el proceso de vacunación está avanzado ya para el verano, podrán aprovechar este colchón para las vacaciones. En el caso contrario —que el proceso de vacunación se retrase y no pueda celebrarse la temporada turística—, el riesgo de que la crisis genere efectos persistentes se multiplica. Así, si las cosas van mal, contarán con una reserva para afrontar ese escenario que cada día adquiere más posibilidades.

Los indicadores de confianza también muestran la vuelta del pesimismo ante los reiterados problemas de la vacunación. El mejor indicador de expectativas de las familias es el de la Comisión Europea. Si bien en diciembre mostró una intensa recuperación, en enero y febrero ha perdido casi todo el terreno ganado. El saldo de expectativas de crecimiento para los próximos 12 meses (optimistas menos pesimistas) sigue siendo negativo y, aunque no ha vuelto a los niveles del confinamiento, se sitúa en niveles históricamente bajos, en un -35%.

España se sitúa en el grupo de países con mayor pesimismo, un vagón que está compuesto por los países de sur de Europa, muy desindustrializados y altamente dependientes del turismo. Grecia ocupa el último lugar, con un saldo del -66%, y en situación similar se encuentran Francia, Italia o Chipre. Todos ellos están sufriendo una crisis más profunda y, además, ven que el próximo verano también está en riesgo.

La recaída del consumo se ha prolongado durante todo el mes de febrero, con datos muy negativos al inicio del mes y algo mejores hacia el final, cuando comenzó una leve desescalada de las restricciones. En este caso, los datos proceden de las compras con tarjetas de crédito, datos que incluyen tanto grandes empresas como pequeñas, pero que no contabilizan el consumo con dinero efectivo.

Según los registros de CaixaBank (primer operador del mercado nacional), las ventas de los establecimientos de restauración y ocio (no incluye al turismo) sufrieron un desplome interanual superior al 40% durante las últimas semanas de enero y el principio de febrero. Se trata de la mayor caída desde mediados de mayo, antes de entrar en la 'nueva normalidad'. Los datos fueron algo peores para el turismo nacional, con una caída de las ventas superior al 50% durante el mes de febrero. Y eso que se trata de plena temporada baja, esto es, que en febrero de 2019 tampoco hubo mucho turismo. Pero este año las cifras son mucho peores, ya que se ha perdido la mitad de la facturación.

También el comercio minorista (excluidos los bienes de primera necesidad) está en una situación dramática. A finales de enero y principios de febrero, la caída de la facturación llegó a superar el 30% respecto de las mismas semanas del año anterior. A partir de mediados de febrero, las cifras mejoraron con el levantamiento de las restricciones, pero, aun así, las ventas siguen lejos de los niveles del año anterior.

Foto: La tradicional cafetería Hontanares (Madrid), que ha cerrado definitivamente forzada por la crisis del coronavirus. (EFE)

El consumo por internet no fue un alivio para el comercio. Durante la segunda ola del virus (meses de noviembre y diciembre), las ventas 'online' se dispararon con crecimientos que llegaron a superar el 20%. Muchas familias realizaron sus compras navideñas por este canal para evitar el riesgo de contagios, pero con el inicio de la 'cuesta de enero', volvió el ahorro y los datos empeoraron rápidamente.

En enero, las ventas por internet registradas con tarjetas y TPV de CaixaBank apenas crecieron un 9%. Y en febrero los datos empeoraron, sobre todo en los primeros días, hasta que empezaron a mejorar las cifras de contagios. En las tres primeras semanas del mes, las ventas apenas han crecido un 7% respecto al mismo periodo del año anterior. Un balance muy pobre que no puede compensar el fuerte desplome del consumo presencial.

También han sufrido un fuerte desplome las retiradas de efectivo en los cajeros automáticos, dato que muestra que la caída del consumo es incluso superior a la que muestran las ventas con tarjetas. Según los registros de CaixaBank, los reintegros sufrieron un descenso del 22% en enero y del 21% en las tres primeras semanas de febrero. Son también los peores datos desde mayo, durante la desescalada, y confirman que el inicio de año está siendo dramático para el consumo.

El inicio del año está dejando una debilidad económica inesperada. Las familias hicieron un importante esfuerzo durante la campaña navideña, lo que permitió una recuperación asombrosa del consumo. Sin embargo, tras las vacaciones, la situación se agravó rápidamente. Aunque el principal culpable de este deterioro fue el aumento del número de contagios, no fue el único. La campaña de vacunación rápidamente empezó a mostrar todos los problemas que enfrenta, desde la producción hasta la logística. Además, las restricciones impuestas por las comunidades autónomas multiplicaron los trabajadores en ERTE hasta alcanzar nuevamente los 900.000 trabajadores.

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