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Trump calienta el G-7 y aboca al mundo a una crisis económica
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CUMBRE EN BIARRITZ

Trump calienta el G-7 y aboca al mundo a una crisis económica

Los líderes de EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá deberán buscar otra ocasión para rebajar tensiones: a unas horas de la cumbre saltó todo por los aires

Foto: Donald Trump y Xi Jingping. (Reuters)
Donald Trump y Xi Jingping. (Reuters)

Donald Trump volvió a sacar la bazuca tuitera este viernes para atizar con dureza a China y "ordenar" a las empresas estadounidenses que busquen "alternativas" al país asiático y vuelvan a fabricar en EEUU. Y lo hizo justo en la víspera de una reunión del G-7 en Biarritz que cuenta entre sus objetivos el de mitigar y reconducir las tensiones comerciales. ¿El resultado? Un desplome generalizado de las bolsas estadounidenses, con el S&P 500 despeñándose un 2,6% en la sesión.

"El encuentro [el G-7] será una oportunidad para intercambiar puntos de vista sobre posibles maneras de desescalar las actuales tensiones comerciales", aseguraba a mediados de semana el 'briefing' preparatorio de la Unión Europea para la cumbre. Pero el viernes todo saltó por los aires. Los líderes de EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, que estarán en Francia hasta el lunes, tendrán que esperar a una mejor ocasión.

Si lo que quisiese matar Trump fuesen moscas, solo habría que distanciarse un poco de los cañonazos y preocuparse por su puntería. El problema es que el presidente de la Casa Blanca apunta más alto: quiere dinamitar las relaciones económicas con su segundo socio comercial, o el primero, si solo se tienen en cuenta países y no entidades supranacionales como la Unión Europea.

La tormenta de tuits de Trump fue la reacción del presidente de EEUU al anuncio previo de China, solo unas horas antes, de imponer aranceles a exportaciones 'made in USA' por valor de 75.000 millones de dólares. Y estas, a su vez, eran una respuesta a los aranceles anunciados por Trump a las exportaciones chinas a su país. Cosas de las guerras comerciales.

El mercantilismo proteccionista de Trump parte de un desequilibrio real en las relaciones comerciales entre Washington y Beijing: China vendió a EEUU muchos más bienes y servicios que a la inversa. 336.000 millones de dólares en 2017 (unos 300.000 millones de euros). Pero se basa en la dudosa hipótesis de que las exportaciones son buenas y las importaciones malas.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (EFE)

La estrategia de Trump obvia, entre otras cosas, que buena parte de las exportaciones de alto valor añadido de un país necesitan importaciones de bajo valor añadido de otras. Si uno bloquea estas últimas, se encarece toda la cadena logística y, en última instancia, haces más caros (y menos competitivos) tus productos. Sin ir más lejos, los aranceles al acero extranjero, por ejemplo, uno de los primeros caballos de batalla comerciales de Trump, han hecho menos competitiva a la industria del automóvil estadounidense.

El inquilino de la Casa Blanca ha logrado lo que hace apenas unos años parecía impensable: EEUU se ha erigido en adalid del proteccionismo y en el principal riesgo para el sistema de gobernanza global multipolar cuya construcción lideró tras la II Guerra Mundial. Su lugar lo ha ocupado China, cuyo sistema político dictatorial y comunista ha visto las bondades del comercio para crear riqueza.

Las tensiones comerciales, bien derivadas de las luchas arancelarias o de decisiones políticas como el Brexit, son ya la principal preocupación de los grandes bancos centrales. Ayer mismo, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de EEUU, utilizó buena parte de su discurso en el simposio anual de Jackson Hole para hacer hincapié en ese riesgo para la economía.

Foto: Jackson Hole, cuando Jean-Claude Trichet (centro) era presidente del Banco Central Europeo, junto con Masaaki Shirakawa (izquierda) al frente del Banco de Japón y Ben Bernanke liderando la Reserva Federal. (Reuters)

El gran problema para Europa es que es una economía que basa buena parte de su riqueza en el comercio global. Y, en consecuencia, es la que más tiene que perder de este tipo de enfrentamientos. De hecho, Alemania ya ha registrado una fuerte caída de los indicadores de actividad económica y su economía se ha contraído en el segundo trimestre del año. Otros tres meses a la baja y la locomotora europea entraría en recesión técnica. Tan mal tienen que ver las cosas en Berlín que el Gobierno ha reconocido estar barajando un plan de gasto público y romper así con la ortodoxia fiscal de los últimos años.

Agenda

Los líderes del G-7 llegarán esta noche y en principio lo tienen todo organizado. Celebrarán una cena de trabajo en la que se hablará de Política Exterior y Seguridad. Aquí entran asuntos como el pacto nuclear con Irán, Ucrania, Libia, Siria y Oriente Medio, Corea o Venezuela.

La agenda económica no se abordará hasta el desayuno. Y aquí es donde estaba previsto abordar la cuestión del desescalamiento de las tensiones comerciales. Pero para ser justos, Trump no es el único que ha echado leña al fuego. Este mismo viernes, Emmanuel Macron, anfitrión de la cumbre del G-7, amenazó con tumbar el acuerdo comercial entre la Unión Europea y las economías sudamericanas de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay (Mercosur), que se aprobó hace unas semanas.

¿El motivo? Que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no está haciendo lo suficiente para combatir el cambio climático y desde la firma del Acuerdo por el Clima de París, el compromiso con el medioambiente es una condición 'sine qua non' para que Francia firme acuerdos comerciales.

La amenaza, realizada a través de 'briefings' a la prensa que ha acudido a Biarritz, llega en pleno enfrentamiento público entre el presidente francés y el brasileño por los incendios del Amazonas. Macron acusa a Bolsonaro de pasividad y este le ha respondido que se meta en sus asuntos. Pero en la práctica, bien podría tratarse de una excusa. El comercio de la UE con el Mercosur supondría la entrada de productos agrícolas y ganaderos sudamericanos a Europa, algo que aterra a los 'lobbies' agrícolas del continente. Entre ellos, los franceses, pero también los españoles. Por ello París ha sido históricamente uno de los principales lastres para el acuerdo y lo ha acabado aprobando a regañadientes.

Foto: El presidente francés, Emmauel Macron. (Reuters)

A partir del sábado a las 13h se abordará la cuestión de la desigualdad, con la presencia de líderes de economías emergentes y en desarrollo, además de representantes de organizaciones no gubernamentales. Y el lunes por la mañana se destinará al cambio climático y los riesgos para el medioambiente. A las 15 horas están previstas las respectivas ruedas de prensa de los líderes.

No habrá comunicado formal. Ya lo ha avisado Macron. Se trata de un formato de cumbre diferente. ¿Para qué gastar esfuerzos en buscar eufemismos y diluir mensajes para consensuar un texto conjunto sobre asuntos en cuestiones en las que realmente hay grandes discrepancias? El problema es que esas discrepancias serán probablemente las que aceleren o agraven la próxima crisis económica.

Donald Trump volvió a sacar la bazuca tuitera este viernes para atizar con dureza a China y "ordenar" a las empresas estadounidenses que busquen "alternativas" al país asiático y vuelvan a fabricar en EEUU. Y lo hizo justo en la víspera de una reunión del G-7 en Biarritz que cuenta entre sus objetivos el de mitigar y reconducir las tensiones comerciales. ¿El resultado? Un desplome generalizado de las bolsas estadounidenses, con el S&P 500 despeñándose un 2,6% en la sesión.

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