El comercio mundial se ralentiza y amenaza ya el cuadro macro de Sánchez
El nuevo cuadro macro del Gobierno comienza a sufrir tensiones. Tanto la OMC como la AIReF han previsto una ralentización de la economía. ¿La causa? La evolución del comercio
Los vientos de cola continúan amainando. En particular, el comercio mundial. Las últimas previsiones de la OMC (Organización Mundial de Comercio) estiman, en concreto, que durante el tercer trimestre de este año el crecimiento del tráfico de bienes continuará ralentizándose.
Así lo refleja el último Indicador de Perspectivas del Comercio Mundial (WTOI) de la OMC publicado este jueves, en el que se sitúa este indicador en 100,3 puntos, por debajo de los 101,8 puntos de la medición anterior. Es decir, se sitúa justo por encima del valor de referencia de 100 para el índice, “lo que indica”, asegura la OMC, “una disminución del crecimiento del comercio en los próximos meses en línea con las tendencias a medio plazo”. Un nivel por debajo del 100 significa que el comercio mundial crece por debajo de su tendencia.
La organización achaca esta pérdida de impulso a la debilidad de los pedidos de exportación y a la producción y venta de automóviles, “que pueden estar respondiendo al aumento de las tensiones comerciales”, sostiene la OMC. China y EEUU, como se sabe, han anunciado la imposición recíproca de aranceles en el marco de una guerra que inició la Administración Trump. Esta desaceleración, en todo caso, es compatible con las últimas previsiones de la propia OMC, que había revisado a la baja el crecimiento del volumen de comercio de mercancías del 4,7% en 2017 al 4,4% en 2018.
Menor crecimiento de lo esperado
El propio Gobierno español ha asumido en sus últimas previsiones macroeconómicas —del mes de julio— esta ralentización del comercio mundial, pero los indicadores más recientes amenazan con que los efectos sean todavía mayores a esas dos décimas (del 4,7% al 4,5%) que ha estimado el Ministerio de Economía para el aumento de las exportaciones en 2019.
El efecto de la desaceleración de las exportaciones, de hecho, ya se está notando en el PIB. Durante el segundo trimestre de este año, el sector exterior volvió a drenar crecimiento, lo que no sucedía desde la segunda mitad de 2015.
O lo que es lo mismo, la contribución de la demanda externa (saldo entre exportaciones e importaciones) al crecimiento interanual del PIB ha pasado de suponer dos décimas positivas de producto interior bruto a dos décimas negativas, fundamentalmente por una ralentización de las exportaciones de bienes y servicios superior a la de las importaciones, registrando tasas del 1,2% y 2,1%, respectivamente, inferiores en dos puntos y siete décimas a las del trimestre precedente.
Indicadores recientes
La AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), de hecho, acaba de advertir sobre la desaceleración de la actividad a la luz de los indicadores más recientes.
En concreto, el último termómetro de la economía española —una herramienta que utiliza la AIReF para estimar el avance del PIB en tiempo real— recoge numerosas “sorpresas negativas”, como lo denominan sus técnicos.
Inicialmente, se partía de un avance del PIB intertrimestral (tercer trimestre frente al segundo) del 0,74%, pero los últimos indicadores muestran que esa tasa está sobreestimada a la luz de los últimos indicadores. Algunos de ellos tan relevantes como la afiliación a la Seguridad Social, la producción industrial, el índice PMI de servicios o el consumo de energía eléctrica. La desaceleración, según esos cálculos, sería de alrededor de una décima de PIB.
Hay que tener en cuenta que ya en el segundo trimestre, según reveló Estadística, la economía española se ralentizó hasta el 0,6% intertrimestral, lo que supone que en el último año el crecimiento del PIB se ha situado en el 2,7%, tres décimas por debajo del nivel anterior.
Hace pocas semanas, con ocasión de la actualización del Programa de Estabilidad, el Gobierno mantuvo la previsión de crecimiento del PIB real para 2018 y 2019 respecto de lo estimado por el anterior Ejecutivo. Es decir, un 2,7% este año y un 2,4% el próximo, aunque introduciendo cambios en su composición.
El Gobierno, sin embargo, incluía los efectos del mayor margen presupuestario que espera tener si, finalmente, el Congreso da vía libre a la nueva senda de reducción del déficit público comunicada (aunque todavía no formalmente aprobada) a Bruselas. Ese mayor margen representa cinco décimas de PIB, unos 6.000 millones de euros, lo que sugiere que si no se aprobara, la desaceleración de la actividad económica podría ser más pronunciada.
Según las últimas estimaciones del Gobierno, el ritmo de crecimiento del consumo público real se situará en el 1,5% en 2018, y en el 1,4% en 2019, tasas superiores en cuatro y dos décimas a las que el anterior Ejecutivo proyectó en abril. Esta revisión al alza es consecuencia de que ya este año (en el que se incumplirá el objetivo de déficit) el consumo público crecerá más de lo previsto, lo que tendrá un efecto arrastre sobre la segunda parte de este año y el conjunto de 2019.
Los vientos de cola continúan amainando. En particular, el comercio mundial. Las últimas previsiones de la OMC (Organización Mundial de Comercio) estiman, en concreto, que durante el tercer trimestre de este año el crecimiento del tráfico de bienes continuará ralentizándose.