La 'edad de oro' de la industria: vive su mejor momento desde el año 2000

La industria española está viviendo unos 'meses de oro'. En la recta final de 2017 fue el sector que mostró más dinamismo y se presenta como uno de los principales motores de la economía para el próximo ejercicio. Los datos no dejan lugar a dudas: la producción industrial crece a su mayor ritmo en casi dos décadas. En diciembre creció un 6,6% interanual, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el mayor ritmo de crecimiento desde el año 2000, unas cifras que muestran el momento dulce que vive la industria.

Las ganancias de competitividad de la economía española conseguidas durante la crisis permiten al sector industrial competir a nivel internacional. De esta forma, el país se está beneficiando del buen momento que viven las economías desarrolladas, inmersas en un círculo virtuoso de crecimiento y confianza de los agentes. En este contexto, la industria española es capaz de pelear por la demanda exterior y entrar cada vez en más mercados.

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Esto ha permitido a España, y particularmente a Cataluña, superar unos meses complicados con unos datos de crecimiento económico muy positivos. Tal es así, que los primeros indicadores recogidos en 2018 apuntan hacia una cierta aceleración de la actividad económica, lo que contrasta con los malos augurios que lanzaban los analistas hace solo unos meses. La industria tiene mucho que ver en este repunte de la economía.

Al inicio de 2017 el crecimiento de la producción industrial era mucho más moderado y muy desigual por sectores. En concreto, el Índice de Producción Industrial, que elabora el INE, crecía a ritmos del 2,7%, muy lejos del 6,6% de crecimiento que alcanza en la actualidad después de cinco meses consecutivos acelerando (datos corregidos de efectos estacionales y de calendario para evitar oscilaciones relacionadas con las distintas temporadas del año).

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El sector que más rápido crece es el de los bienes de equipo, esto es, la industria que produce maquinaria para otras industrias. Esto refleja hasta qué punto la demanda procede de la propia industria para seguir elevando su producción. La actividad en las fábricas de bienes de equipo crece a ritmos próximos al 10% anual. La producción energética también ha repuntado en los últimos meses, aunque en su caso responde también a una subida de los precios respecto al mismo periodo del año anterior.

La industria también está liderando la creación de empleo en España en el último año, lo que supone una gran noticia para el país. En concreto, el ritmo de la ocupación lleva tres trimestres consecutivos con un crecimiento superior al 5% interanual, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), lo que le convierte en el único sector que registra estas cifras. En el último año se han incorporado 132.000 nuevos trabajadores a la industria, lo que supone algo más del 26% del empleo creado en toda la economía en 2017.

Lejos de la burbuja

La intensa recuperación que está viviendo la industria, con tasas de crecimiento que no se habían visto en casi dos décadas, no impide que los niveles de producción estén todavía muy lejos de los que se vieron antes del estallido de la crisis económica. En concreto, la producción industrial a día de hoy sigue en torno a un 22% por debajo de la que llegó a alcanzarse en el año 2007, mientras que Europa ya está en niveles precrisis.

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En España hay una idea generalizada de que la industria es el sector que mejor soporta los ciclos económicos porque es muy estable. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La industria fue, tras la construcción, el sector que más rápido destruyó PIB y empleo tras el pinchazo de la burbuja, con un descenso de la producción del 30%. El hundimiento de la demanda global arrastró consigo el cierre de fábricas y la cancelación de todos los proyectos industriales. A día de hoy, los niveles precrisis todavía son un sueño que tardará varios años en conseguirse. Y eso pese al buen ritmo de crecimiento que vive el sector.

El mayor desplome se produjo en el sector de bienes de consumo duradero, que incluye todo tipo de productos electrónicos de consumo, electrodomésticos, motocicletas y bicicletas, muebles y joyería. Esta industria produce en la actualidad aproximadamente un 60% menos de lo que llegó a generar en el momento cumbre de la burbuja inmobiliaria. Este descenso tiene sentido, ya que la mayor parte de estos productos tienen un ciclo muy vinculado a la vivienda: habitualmente, una familia que compra una vivienda, la tiene que equipar con muebles y electrodomésticos.

En los últimos meses, el sector de los bienes de consumo duradero se está recuperando, siguiendo el ritmo del mercado inmobiliario. Sin embargo, todavía sigue muy retrasado, ya que su producción estuvo cayendo hasta mediados de 2016, por lo que apenas lleva un año y medio de recuperación.

Por el contrario, la producción de bienes de consumo no duradero, que son el resto (desde alimentos, hasta ropa, bienes de ocio o farmacia) se ha recuperado mucho más rápido. Las compras de este tipo de productos por parte de las familias llevan varios años creciendo a buen ritmo, generando una demanda que la industria se está encargando de satisfacer. De ahí que actualmente la producción de este sector esté apenas a un 6% de los niveles previos a la crisis.

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Pero si hay un sector que destaca por encima de los demás, ese es el del automóvil, en el que España es una potencia mundial. La industria del motor ha sido uno de los principales pilares de la economía durante los años más complicados de la crisis, conservando el empleo de miles de trabajadores y las rentas de miles de familias. Ahora, en la recuperación, también es uno de los sectores que mejor se está comportando y su producción crece a ritmos del 13,9% interanual.