Europa entra en un círculo virtuoso: logra los mejores datos de PIB sin inflación
Europa se recupera y obtiene los mejores datos en una década. Ha entrado en un círculo virtuoso: fuerte crecimiento sin inflación. La subida de tipos de interés será muy gradual
La noticia buena es que la economía europea se fortalece; la menos buena, que los estímulos que explican una parte muy relevante de la recuperación tienden a diluirse. En particular, el precio del petróleo y, más a medio plazo, los tipos de interés. En el primer caso, el crudo ya ha traspasado fugazmente la barrera de los 71 dólares, mientras que, en el segundo, el BCE ya ha dado señales de que comienza a normalizar la política monetaria.
Aunque esa normalización será muy gradual —el BCE se ha comprometido a mantener su política de compra de deuda hasta septiembre—, lo que parece cada vez más claro es que el proceso será más rápido de lo inicialmente previsto. Precisamente porque los vientos de cola que han empujado la economía en los últimos tres años han dado sus frutos, y hoy la eurozona está creciendo a un ritmo anual del 2,6%, el nivel más elevado desde la crisis. Según Reuters, los mercados descuentan que las probabilidades de que el BCE eleve los tipos a finales de este año —apenas 0,10 puntos porcentuales— han crecido hasta el 70%.
Esta percepción tiene que ver con las actas de la última reunión de los banqueros de Fráncfort, en las que se prevé la posibilidad de revisar a principios de este año las señales que lanza mensualmente Mario Draghi a los mercados sobre la estrategia de tipos de interés. En particular, con la orientación de la política monetaria en caso de que la economía continúe su expansión y la inflación tienda a converger hacia el objetivo compatible con la estabilidad de precios.
La inflación continúa muy lejos del objetivo del Banco Central Europeo, lo que explica que la retirada de los estímulos vaya a ser muy suave
En todo caso, y por el momento, la única tensión —y moderada— se está produciendo en los mercados secundarios de deuda, donde las expectativas de normalización de la política monetaria, el creciente nivel de endeudamiento soberano y la posibilidad de que China esté pensando en cambiar su estrategia actual de compra de bonos de EEUU han supuesto un aumento moderado de las rentabilidades. Aun así, el rendimiento del bono alemán se situó el viernes en el 0,52%, mientras que la prima de riesgo de España permanece en el entorno de los 100 puntos básicos.
Sin embargo, y pese a la aceleración en el crecimiento —mejora del empleo y la confianza de los agentes económicos—, la inflación continúa muy lejos del objetivo del BCE, lo que explica que la retirada de los estímulos vaya a ser muy suave.
La inflación subyacente —sin energía, alimentos no elaborados, tabaco y alcohol— cerró el año pasado en el 0,9%, por debajo del 1,4% que creció incluyendo todos los productos de la cesta de la compra. En ambos casos, muy lejos del 2% que define el BCE como estabilidad de precios. Esta tasa, sin embargo, puede estar en revisión, ya que refleja análisis de otra época. Hoy, ese 2% es una tasa demasiado elevada en un contexto económico de muy baja inflación por causas estructurales vinculadas a la globalización y a los avances tecnológicos.
Estabilidad política
Lo singular es que esta baja inflación está siendo compatible con un descenso continuado de la tasa de paro en la UE, lo que sugiere un contexto de elevada moderación salarial. El desempleo, en concreto, se sitúa en la Unión Europea (UE) en el 8,7% de la población activa, lo que representa el menor nivel desde enero de 2009. Es decir, que la región está ya cerca de alcanzar los niveles de desempleo previos a la crisis. Y lo que no es menos relevante, en un contexto de estabilidad política, una vez que la amenaza de los populismos se ha disipado. Sobre todo, después de que los dos principales partidos de Alemania —junto a los socialcristianos de Baviera— hayan alcanzado un principio de acuerdo para renovar la gran coalición.
El hecho de que la inflación siga en tasas muy moderadas también tiene que ver en parte con la fortaleza del euro, apreciado por el enorme excedente exterior de la UE y por el pacto en Alemania. Si el euro se consolida por encima de los 1,20-1,22 dólares, amortiguará en parte la subida del petróleo y, por ende, la inflación. La subida del crudo, de cualquier forma, está más vinculada a razones coyunturales (descenso de la producción en EEUU por razones climatológicas o caída de existencias) que puramente estructurales.
Según los datos publicados por el BCE, el superávit por cuenta corriente del tercer trimestre del año 2017 casi alcanzó los 125.000 millones de euros
Los datos más recientes de coyuntura muestran que la recuperación no es flor de un día. El Indicador de Sentimiento Económico (ISE) de la zona euro mostró en diciembre un avance de 1,4 puntos respecto del mes anterior, hasta situarse en el nivel 116, lo que significa el mejor dato desde octubre del año 2000. Es decir, incluso antes del estallido de la burbuja de crédito. Eso supone que el diferencial “desfavorable para España”, como sostienen los técnicos del Ministerio de Economía, se ha ampliado hasta los seis puntos.
La pujanza de la economía europea está avalada, además, por un hecho histórico. Según los datos publicados por el Banco Central Europeo (BCE), el superávit por cuenta corriente del tercer trimestre del año pasado casi alcanzó los 125.000 millones de euros, lo que supone un incremento de nada menos que el 42% respecto del mismo periodo del año anterior. Este superávit genera cada mes una gran entrada de divisas a la región que sirven para reducir su deuda externa e incluso acumular activos en algunos países. La balanza por cuenta corriente, como se sabe, incluye las exportaciones de bienes y servicios, el saldo de las rentas del trabajo y del capital y las transferencias.
La noticia buena es que la economía europea se fortalece; la menos buena, que los estímulos que explican una parte muy relevante de la recuperación tienden a diluirse. En particular, el precio del petróleo y, más a medio plazo, los tipos de interés. En el primer caso, el crudo ya ha traspasado fugazmente la barrera de los 71 dólares, mientras que, en el segundo, el BCE ya ha dado señales de que comienza a normalizar la política monetaria.