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Vivir dos vidas en el Dakar o cuando cumples el último sueño de tu hermano gemelo
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Una odisea deportiva y, sobre todo, humana

Vivir dos vidas en el Dakar o cuando cumples el último sueño de tu hermano gemelo

Carlos Llibre perdió en 2017 a su hermano gemelo. Eran uña y carne. Un día descubrió la lista de deseos de Álex, el hermano fallecido. Competir en el Dakar era uno de los primeros

Foto: El equipo All1, en la salida del Dakar. (All1)
El equipo All1, en la salida del Dakar. (All1)

"La vida no vivida es una vida de la que se puede morir", dijo en su día el psicoanalista Carl Jung. Esta es la historia de dos hermanos gemelos, Álex y Carlos. Inseparables hasta vivir identidades casi indisolubles. Nadie distinguía a uno del otro. Quiso el destino cruel que Álex falleciera en un accidente de moto. Carlos se quedó perdido sin su otra mitad, sin identidad. Sin embargo, vivió la vida en el Dakar que su hermano no pudo vivir y, en el proceso, se sintió más vivo que nunca.

Deportistas y amantes de la moto, los dos hermanos emprendían todo tipo de aventuras como un solo cuerpo y mente. Un día, Carlos le sugirió a Álex que redactara una lista de sueños. Tiempo después de su fallecimiento, Carlos la encontró en la habitación. Ignoraba que Álex finalmente la había escrito. Su quinto deseo: competir en el Dakar. Carlos decidió materializar ese sueño.

Carlos y un grupo de amigos crearon un proyecto para conquistar la prueba más dura del mundo. Por el camino, todos entrarían en otra dimensión vital. El pasado viernes 19 de enero, cuatro de los seis que salieron subieron al podio del Dakar, fundidos entre sí tras una experiencia transformadora. Todos, con la medalla de finishers en el pecho y el espíritu de Álex junto a ellos. Su odisea confirma que los sueños se cumplen cuando se persiguen, y que el ser humano se realiza cuando comparte.

placeholder El equipo All1, antes de partir al Dakar. (All1)
El equipo All1, antes de partir al Dakar. (All1)

La primera proeza

Álex se había inscrito en el medio IronMan de Barcelona antes de fallecer. Indistinguibles físicamente, Carlos tomó su puesto y acabó la prueba. La empatía y la solidaridad hacia Carlos crearon un proyecto humano que cogió forma y nombre: All1. Las iniciales de su hermano y el todos para uno como espíritu.

"La base de todo fue la pérdida de Álex, mi hermano gemelo, que fue muy dura. Crecí toda mi vida con un hermano gemelo, compartíamos todo, viajes en moto, aventuras deportivas, todo", explica Carlos Llibre, quien relata a El Confidencial su singular experiencia personal.

"El proceso del duelo es algo muy individual. Dejé a mi pareja de 11 años y mi trabajo después del IronMan y me fui 10 meses a cruzar Sudamérica de punta a punta. Al ser gemelos, mi identidad era compartida, la gente no sabía quién era Álex y quién Carlos. Busqué redefinir mi identidad incluso con mi familia, para construir por primera vez las relaciones que nunca se habían dado antes, porque éramos dos", apunta.

placeholder Carlos Llibre, hermano gemelo de Álex. (All1)
Carlos Llibre, hermano gemelo de Álex. (All1)

"Fieles a lo que nos enseñó la marcha de Álex, tienes que lanzarte a por los sueños, y si no llegas, eso que te llevas". Ocho pilotos, ocho amigos, se pusieron manos a la obra. Seis fueron los que quedaron en la lista final: Fernando Conde, Xavi Pes, Xavi Amat, Pepe Martí, Josep Pedro y el propio Carlos Llibre.

Tenían que encajar toda la compleja planificación para un Dakar en sus ya ajetreadas vidas cotidianas. El primer gran reto: tres sesiones de gimnasio semanales, salidas en moto los fines de semana, organización logística, económica... "Cada uno con sus responsabilidades, optimizando el tiempo invertido". Y hasta tirando de créditos personales para poder afrontar la aventura.

En Marruecos se clasifican cinco de siete, entre otras razones, porque Carlos sufre un accidente. El hermano de Álex se puede quedar fuera del Dakar. "En la cuarta etapa me rompí la clavícula y la mano: dos cirugías, 15 tornillos en el cuerpo y rehabilitación. La organización me dice que tengo que ir a Argentina para clasificar, si no, el sueño se acaba. Imagina el riesgo de perder todo, pasar por el quirófano e irme a Argentina con todo el esfuerzo económico sin saber si vas a clasificarte". Pero lo logró. Estar en la línea de salida de la edición 2024 ya fue una proeza de por sí.

La primera, en la frente

Pero el Dakar les espera con una dimensión inimaginable para el grupo de All1. Desde el comienzo de la conversación, Carlos no oculta el impacto que supuso afrontar semejante dureza. "Teníamos un nivel de preparación por encima de un piloto amateur, porque hemos entrenado como bestias. El nivel de cabeza de los pilotos del grupo es muy potente, lo ves en su día profesional y personal. Pero el Dakar te supera física y mentalmente en todos los sentidos". Desde el primer día.

placeholder Los miembros de All1 lograron superar la durísima etapa de 600 en dunas. (All1)
Los miembros de All1 lograron superar la durísima etapa de 600 en dunas. (All1)

Todo un parte de guerra. "La primera etapa fue demoledora. Llegué de noche, a mitad de clasificación. Los últimos kilómetros fueron horribles, con piedras volcánicas. Muchas motos ya se retiraron el primer día. Había inmediatamente un punto de acojone, de ver el riesgo a tu salud en un Dakar mucho mas significativo de lo que pensabas. Te jugabas la vida de forma considerable. Le coges rápido respeto al Dakar, hay que usar mucho la cabeza. O eso, o te vas a casa con el riesgo".

Fernando se rompe una mano en esa primera jornada. Xavi llega muy tarde por la noche, con muchas contusiones por varias caídas. "Queríamos acabar los seis y el primer día habíamos perdido a un integrante y medio del equipo. Emocionalmente, me planteaba la dureza ya el primer día de acabar aquello, tras tantos kilómetros y dureza, el Dakar se te come. Yo me veía con capacidad de sobrevivir, pero Xavi me dice la primera noche que creía que no iba a poder acabar".

La proeza de Xavi

Entonces, el espíritu por el que nació el proyecto All1 entra en juego. Carlos decide quedarse con Xavi para las siguientes etapas. "Empezamos a ir a un ritmo que él pudiera seguir. Llegamos bien en la segunda etapa. Iba aguantando, pero con mucho dolor físico. Le costaba seguir incluso el ritmo lento. En la tercera etapa se rompió la costilla. En los enlaces, por las pastillas para el dolor casi perdía la conciencia y se desmayaba, se encontraba de repente fuera de la pista".

Por delante de Xavi y Carlos, la etapa de 48 horas, dos días y 600 interminables kilómetros de dunas. "Tirando de cabeza, porque físico no tenía, Xavi logró completarla entera. Solo 80 de los 144 motoristas la terminaron completa. Fue algo admirable. Iba con la costilla rota. Cada vez que tenía que levantar la moto de la arena, tardaba 10 minutos por el dolor y el cansancio".

placeholder En la salida del Dakar. (All1)
En la salida del Dakar. (All1)

Xavi llegó a la jornada de descanso, pero decidió dejar la carrera allí. En sus condiciones, podría haber sufrido un grave accidente. Seguía en el Dakar Experience, destinado a quienes quieren acabar la carrera, pero a otro ritmo y fuera de la clasificación.

"Tomamos la decisión de no depender unos de otros. Cada uno su carrera, nos dijimos. En ese momento, mi Dakar cambia. Incluso me siento liberado, porque cada día hacía dos horas más de moto para ayudarle. Un día estuvimos una hora más desmontando depósitos".

El destino o Álex, el último día

Empezaba la segunda semana. "Ya pude estar mejor, sobrevivir, ir a mi ritmo, eran muchas horas, pero en mejores posiciones. Iba con Xavi Amat, hicimos cinco etapas juntos. Aquí se veía de nuevo el espíritu de equipo, la navegación, la ayuda. Siempre tuvimos a Pepe Martí y a Josep Pedro, que iban con muy buen ritmo, clasificados por delante, uno en la posición 45 y el otro en la 35". Pero quedaba la última etapa, con la meta a la vista, solo 170 kilómetros. Llegó lo inesperado.

"Pepe [clasificado en torno al puesto 45, magnífico para un debutante] nos dice que quiere ir con nosotros el último día, todos juntos para llegar a la meta del Dakar. Pero le decimos que siga y luche por su posición. No sé si fue mi hermano o el destino, pero hubo que hacer equipo, el plan original de salir juntos. Porque es precisamente a Pepe a quien se le rompe el motor en el km 25". Hay que terminar como sea. Deciden remolcar con eslingas a Pepe hasta la meta, 155 kilómetros. Quien haya montado en moto conoce la enorme peligrosidad de tal maniobra.

"Nos ayudó Javi Vega, con todos sus dakares de experiencia, que también se entregó a ayudarnos. Nos quedamos sin agua cuatro personas, a 35 grados, levantando la moto una y otra vez. Si la etapa se hacía en dos horas, íbamos a tardar más de siete, y temíamos quedar fuera de carrera el último día. Llegó un momento en que no me importaba perderme los últimos kilómetros y la medalla de finisher, me daba igual. La experiencia ya la teníamos, pero queríamos llegar todos a la meta, también con Pepe", explica Carlos.

"Fue un sufrimiento extremo. Llegamos y el Dakar nos consideró finishers. Podíamos celebrar que todos lo éramos. Volvimos con cuatro medallas de los seis pilotos de All1. De los 21 españoles en moto, solo seis completaron todo el recorrido completo, incluida la sexta etapa. Cuatro eran de All1, cuatro debutantes". Todos juntos posaban orgullosos en el podio del Dakar.

"Un sueño que también se lleva a gente"

Luego, la segunda parte de tan brutal experiencia en el Dakar. Asimilar, reposar, digerir, llenar la mochila con las lecciones aprendidas y llevarla encima para el resto de tu vida. La experiencia vital de Carlos desde que falleció su hermano Álex le ha proporcionado las herramientas emocionales y psicológicas para exprimir el mejor zumo vital.

"Cada día hablas en el Dakar con gente muy experta, pero sales y un día no está, por un accidente, una avería. El Dakar es serio, temes por tu salud. Reflexionas sobre la dificultad de hacer un Dakar por Álex, la razón de estar allí, pero también que la gente muere, como ocurrió con Carlos Falcón. He estado durante años luchando por cumplir un sueño por la muerte de Álex, pero ese sueño también se lleva gente".

"Cuando te la juegas, reflexionas que lo verdaderamente importante es tener salud, una familia, un trabajo que te llene. La felicidad no radica en salir en los telediarios y en hacer un reto como el Dakar, sino en las pequeñas cosas, es la rutina del día a día. Yo me decía en el Dakar que tengo un trabajo que me encanta, una familia, una pareja que me encanta. Tío, lo que no quiero es estar aquí jugándome la vida, lo que quiero es volver a casa y levantarme junto a mi pareja".

placeholder En la meta como 'finishers', con Javi Vega, que tanto los ayudó el último día. (All1)
En la meta como 'finishers', con Javi Vega, que tanto los ayudó el último día. (All1)

"Aprendes a normalizar las dificultades, y aprendes que todas se justifican cuando consigues lo que quieres. Aprendes a no tirar la toalla, a tener la confianza de que cuando vienen mal dadas, si el motivo para hacer las cosas es tan fuerte como el de cumplir este sueño, tiras adelante, que los sueños se cumplen".

"Aquí, la palabra clave aquí es relativizar, y relativizas todo de forma muy significativa, porque si coges el sufrimiento y la dureza del Dakar y aplicas esa relativización en la vida, te das cuenta de que hay mucha paja. Esto me ha recordado mucho a los primeros momentos del duelo de mi hermano. Cuando tu vida carece de sentido porque le has perdido, el preguntarte por qué te pasa esto a ti, te radicalizas en relativizar. Todo tiene que tener entonces mucho sentido. Esto lo aplico desde que falleció Álex, pero el Dakar te vuelve a traer a esta otra dimensión".

El mayor regalo de todos

El relato de Carlos también condensa otra de las facetas más profundas del ser humano: trascendiendo a uno mismo y en la entrega al prójimo se alcanzan, paradójicamente, la felicidad y la realización personal."El vínculo del grupo es brutal, precioso. Solo en contextos tan extremos llegas a entender la definición del máximo exponente de la amistad. Lo que tenía claro con la experiencia de Pepe [el piloto lesionado el primer día] es que nunca le hubiera dejado atrás. Dos, sabiendo el sufrimiento por el que pasé, volvería a hacerlo mil y una veces más".

"Y cuando lo hablas con el resto del equipo, el sentimiento es el mismo. Igual es el mayor regalo que te llevas de este proyecto de dos años. Es fácil decirlo, pero no tan evidente ante las penalidades que hemos pasado juntos. Este vínculo, esta capacidad de responder por otro miembro del equipo, vale mucho más que la medalla definisher".

"Para mí, el sentido de un Dakar no es simplemente hacerlo, no lo hubiera hecho solo. El sentido era sacar ese espíritu de compañerismo. El sentido para mí en el Dakar ha sido compartir el sufrimiento para luchar con ellos. Son las relaciones personales, relativizar en equipo le da todo el sentido. Asumir tal nivel de dureza por lograr algo individual no tiene sentido. Sí, relativizo en la vida, pero el sentido de la vida es la relación con las personas como algo muy importante en tu vida".

Por encima de cualquier otra experiencia, lección o enseñanza recibidas desde que descubrió la lista de su hermano Álex, el Dakar culmina un capítulo en el libro de la vida de Carlos, y cierra con broche único un ciclo vital marcado por la marcha de su otra mitad en 2017. Carlos vivió el Dakar de su hermano y, por el camino, completaba esa autorrealización a la que se refería Carl Jung. Ahora empieza otra etapa en su vida, con la plenitud interior de quien siente que ha cumplido una misión y se abre ante otro ciclo vital.

"He aprendido también, emocionalmente, a cerrar una etapa de juventud, donde tus sueños con tu hermano estaban marcados por hacer una Titan, un Dakar... Pero cuando has conseguido aquello con lo que has soñado desde pequeño, llegas a una edad madura, en la que el sueño es ahora construir una familia, construir un legado con tus hijos". Sin duda, Álex estará muy orgulloso de Carlos. Ha vivido dos vidas en una.

"La vida no vivida es una vida de la que se puede morir", dijo en su día el psicoanalista Carl Jung. Esta es la historia de dos hermanos gemelos, Álex y Carlos. Inseparables hasta vivir identidades casi indisolubles. Nadie distinguía a uno del otro. Quiso el destino cruel que Álex falleciera en un accidente de moto. Carlos se quedó perdido sin su otra mitad, sin identidad. Sin embargo, vivió la vida en el Dakar que su hermano no pudo vivir y, en el proceso, se sintió más vivo que nunca.

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