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Carlos Martínez cierra el debate: "No es la primera vez que he estado cerca de no narrar la Liga"
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Carlos Martínez cierra el debate: "No es la primera vez que he estado cerca de no narrar la Liga"

El veterano narrador, voz autorizada en las retransmisiones de cada fin de semana, analiza su carrera y el revuelo formado por los rumores que lo colocaban fuera de la televisión

Foto: Carlos Martínez, en la presentación de una temporada en Movistar. (Movistar Plus)
Carlos Martínez, en la presentación de una temporada en Movistar. (Movistar Plus)

El fútbol español empezó a televisarse con regularidad en la década de los sesenta. A lo largo de los años, las transmisiones han sido acompañadas por las voces de narradores con evidente talento para su oficio. Sin ir más lejos, en la actualidad hay no menos de una decena cuyo relato sobre el partido roza la perfección. Sin embargo, parece unánime que en la historia de la narración futbolística televisada ha habido tres voces españolas cuya trayectoria las convierte en verdaderamente destacadas. Matías Prats Cañete fue la voz de los abuelos y José Ángel de la Casa, la de la Transición. Tomando el testigo en plena modernidad y hasta el presente, la referencia de los narradores contemporáneos es indudablemente Carlos Martínez.

Con la reciente adjudicación de derechos televisivos por parte de LaLiga, en junio distintos medios anunciaron que se quedaría fuera de los micrófonos por primera vez desde que, en 1990, se estrenase con Canal+. A través de las redes sociales, el mundillo puso el grito en el cielo por esa decisión. Finalmente, el supuesto final no llegó. El 27 de julio fue confirmado que, a sus 58 años, Carlos Martínez seguirá a la cabeza de la narración liguera.

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Foto: DAZN grabará las reacciones de sus narradores. (EFE/Riccardo Antimiani)

PREGUNTA. ¿De verdad ha estado cerca de no narrar la Liga?

RESPUESTA. No ha sido esta la primera vez que ha habido circunstancias difíciles de gestionar. Aunque va a ser mi 33ª temporada, en cada final de ciclo de contrato ha sido verdaderamente difícil prever qué iba a pasar. Por ejemplo, yo me he comido dos guerras del fútbol o la competencia de la ley en abierto. Distintas vicisitudes que, con el paso de los años, se nos van olvidando, pero que yo he vivido en primera persona. Esta temporada ha sido una más, que finalmente se ha resuelto.

P. ¿Seguirá como hasta ahora?

R. Este año seguiré haciendo el primer partido, entre comillas, porque este tipo de etiquetas en el fútbol no suele funcionar. Aunque esta temporada será diferente a las anteriores, dado que una semana será Movistar Plus quien tenga la primera elección y otra será DAZN, al ser compartidos los derechos. Yo haré siempre la primera elección semanal del plus.

P. ¿Hay que ser el mejor para mantenerse tanto tiempo en la cima o depende de otros factores?

R. Yo no creo que hablar en términos de mejor y peor funcione, puesto que siempre eres el mejor para alguien y no para el de al lado. La verdad no es única. De las pocas cosas que te enseñan las redes sociales a nivel de sentimiento es que la misma narración puede parecerle a alguien que le han narrado el gol de su vida y al siguiente del 'timeline' parecerle un horror. Fuera de eso, creo que la única manera de enfrentarte al oficio de narrador y que vaya bien es tener presente que el fútbol es magia y que no puedes conocer qué pasará en el siguiente instante. No caer en la rutina y vivir cada partido como si fuera nuevo.

Foto: Miguel Ángel Gil Marín es el vicepresidente primero de la Liga. (EFE/Miguel Núñez)

P. ¿Cuáles son el mejor y el peor momento que recuerda de sus narraciones?

R. Mi narración preferida es, evidentemente, el gol de Iniesta en la final del Mundial de Sudáfrica. Por todo lo que significa. Fue algo histórico en nuestras vidas y la gente lo guarda como una fotografía en su memoria. Por otra parte, el momento que más me ha dolido narrar es el no gol de Riquelme en el penalti contra el Arsenal, en las semifinales de la Champions.

P. ¿Es usted un narrador vocacional?

R. Mi vocación es de periodista deportivo. Esta es la profesión que de verdad elegí. Digamos que no fui un niño predestinado a la narración, de los que van con un magnetófono grabándose narraciones para escucharse. Yo empecé a narrar ya a nivel profesional. Primero en la Cadena SER y luego, con el nacimiento de Canal+, ya aquí de manera ininterrumpida. Probablemente haber acabado como narrador ha sido una sorpresa.

Foto: Javier Tebas en un desayuno informativo. (EFE/Emilio Naranjo)

P. ¿Cuáles fueron sus referentes en el oficio?

R. Al principio, el referente claro fue José Ángel de la Casa. Primero, porque era la voz del fútbol cuando yo empecé. Luego, porque tuve la oportunidad de conocerle de manera personal, donde también es una referencia. De hecho, cuando surgió la televisión de pago por Canal+, era la persona elegida para narrar los partidos de la Liga. Sin embargo, la excedencia que pidió en Televisión Española, donde era funcionario, no llegó. En su lugar, tuve que empezar a narrar los trofeos de verano.

P. ¿Cómo fue aquello?

R. Fue en una comida entre Alfredo Relaño, entonces director de Canal+, Jorge Valdano y el propio José Ángel de la Casa, donde Alfredo me comunicó que narraría. Lo supe dos horas antes del partido. Así hice el primer partido de la historia del canal, en un trofeo Colombino. Hasta hoy, no me he perdido más que un par de la temporada pasada, a causa del coronavirus, que se me llevó por delante un Clásico.

"Particularmente, en la narración de fútbol, se trata de ver, ver y ver fútbol"

P. ¿No hubo ningún otro referente en sus primeros pasos?

R. El otro referente particular, del mundo de la radio, fue Gaspar Rosety, que me parecía un narrador brutal. A él lo tomé de referencia también como límite de lo que se podía hacer en la radio pero no en la televisión. Pasar el ritmo radiofónico de aquella época a la tele quedaría raro y poco creíble. A día de hoy, esto es distinto, porque el ritmo televisivo ha ido aumentando de manera paulatina. Ya es prácticamente homogéneo, salvo que en televisión pueden permitirse silencios y cadencias que en la radio no son posibles.

P. Entonces no es necesario nacer narrador, sino que cualquiera se puede formar incluso sin tener madera.

R. Por supuesto que la narración se puede aprender y mejorar. Siempre me ha extrañado que, con la afición al fútbol y la cantidad de narradores que hay en este país, no haya habido estudios formales sobre el oficio. De hecho, para combatir esto, actualmente estamos sacando con 'Marca' una serie de cursos sobre narración deportiva. Hay técnicas y ejercicios para mejorar de todo tipo, desde fraseo, vocalización, respiración… Particularmente, en la narración de fútbol, se trata de ver, ver y ver fútbol. También se trata de escuchar a muchos narradores diferentes para ir formando lo que uno debe formar, que es su propio estilo.

placeholder José Ángel de la Casa, en una entrevista en su casa. (EFE)
José Ángel de la Casa, en una entrevista en su casa. (EFE)

P. ¿Cuáles son las claves para la buena narración de un partido?

R. Primero, es imprescindible que la narración acompañe a la realidad. Los narradores tenemos que transmitir emociones. Podemos aumentarlas o subrayarlas, pero no engañar al telespectador. Si el partido no es lo suficientemente bueno yo no puedo contarle a la gente que es una borrachera de arte, pero sí debo hacer el esfuerzo por que se lo pase lo mejor posible. Cuando el partido es soso, hay que acompañarlo e intentar generar expectativas de que pueda pasar algo que merezca la pena.

Por otro lado, hay que valorar lo positivo y no subrayar lo negativo. Por ejemplo, sí hay que ponerse de pie con un regate extraordinario. Por el contrario, cuando haya una acción del juego que no sea loable, solo hay que contarla, pero sin grandes alharacas condenatorias que hagan hincapié y den importancia a ese tipo de cosas. Digamos que hay que hacer de lo bueno muy bueno y de lo malo, menos malo.

P. Y dejar fuera la opinión.

R. También se debe de ser riguroso con lo que ocurre en el partido y hacer pocos juicios de valor. Y lo demás tiene que ver con llevar un ritmo adecuado, tener un vocabulario amplio y acompañar al telespectador intentando generarle imágenes y experiencias lo más positivas posibles, que le enriquezcan.

"Si se está preparado para narrar, se puede narrar casi cualquier cosa"

P. Para narrar fútbol, ¿hay que saber de fútbol o solo hay que saber narrar?

R. Para saber narrar solo hay que saber narrar. Yo he narrado desde el récord de la hora de Induráin, que es un señor dando vueltas a un anillo 144 veces con una variación ridícula entre la vuelta más rápida y la más lenta, hasta 'rallies', boxeo, atletismo, baloncesto o balonmano. Porque, si se está preparado para narrar, se puede narrar casi cualquier cosa. De hecho, un ejercicio fantástico para mejorar la capacidad de narración es hacerlo de cosas que no sabes. Sin embargo, cuando se va a narrar un deporte de forma profesional, no solamente conviene, sino que es totalmente necesario saber mucho de ese deporte. Porque saber de algo te preparara para intuir qué situaciones pueden pasar. Así, aunque no las sepas, estás preparado mentalmente para reaccionar.

P. Desde que usted empezó, ¿ha cambiado el fútbol y, con ello, la manera de narrarlo? Parece que la emoción ha dado demasiado paso al análisis.

R. El fútbol no ha perdido pasión, sino que incluso se ha incrementado. Igualmente, creo que ahora es mucho más analítico. Hay que atender a las estadísticas, los datos y el análisis del juego. La incorporación de los datos al periodismo tiene un papel relevante y muchas veces ayuda a entender el juego. Todo esto son tendencias que, evidentemente, se trasladan e incorporan a nuestras narraciones. Lo verdaderamente importante es saber usar esos datos, saber discriminar; saber qué dato es sustancial y sirve para explicar algo del juego a la hora de narrarlo. Porque contar datos a la buena de Dios es convertir la narración en farragosa y confundir al telespectador, no aclararlo.

Foto: Bosco Aranguren, director general de DAZN España. (EFE / Javier López)

P. ¿La narración puede crear conceptos y terminología relacionada con los partidos o se limita a describirlos?

R. La creación de conceptos futbolísticos surge de distintas fuentes. Durante mucho tiempo estaban lo que conocemos como 'auctoritas', personas que por haber ganado un par de Copas de Europa ya tenían permitido decir cosas del juego más o menos obvias y que fueran tenidas en cuenta. Sin embargo, sobre todo en la última década, todo comentarista se acerca al juego con la intención real de explicar cosas. En la actualidad, muchos conceptos surgen también de los analistas. Estos cada vez son mejores y se preocupan en describir el juego de una manera interna y precisa.

P. Usted siempre ha tenido buenos acompañantes en las retransmisiones.

R. Yo me precio de tener los oídos abiertos para escuchar a cualquiera que pueda enriquecerme. Y no necesariamente a personas que respeto muchísimo. Por ejemplo, desde el puesto de comentarista, Michael Robinson tenían una manera acojonante de explicar lo esencial. Podía estar un rato callado en la retransmisión, pero cuando hablaba, clavaba lo que había pasado en la jugada.

P. Michael Robinson decía que "si no iba a aportar nada, no hablaba".

R. Pero no todo tiene por qué llegar de una persona tan lúcida como Michael. Si el concepto o el término que surge de alguien es feliz, estamos obligado a incorporarlo a la narración. Porque una de las problemáticas que tenemos los narradores es que cada vez el juego va más rápido y hay que ser capaz de describirlo en el menor tiempo posible. La clave está en seleccionar todo aquello que sirva para describir, explicar o ilustrar mejor lo que ocurre en el partido. Por ello, si puedo decir enganche en lugar de decir que es un jugador que permanentemente se mueve entre líneas, he de decirlo. Y a la quinta o sexta vez el oyente ya se habrá educado para saber qué quiere decir que un jugador ejerce de enganche.

placeholder Mural de Michael Robinson en Pamplona (Navarra). (EFE/Villar López)
Mural de Michael Robinson en Pamplona (Navarra). (EFE/Villar López)

P. Veo que, pese a ser considerado ya un narrador clásico, usted no es reaccionario, sino alguien en constante actualización.

R. Es cierto que no soy de los primeros narradores en incorporar los modismos. Suelo ser prudente y esperar a que los términos formen parte del discurso general de la gente. Sobre todo, trato de esperar que encajen, que de verdad expliquen la situación. Esta es la clave. Por ejemplo, el uso actual de las expresiones bloque medio o bloque bajo es claramente identificativo de una situación. Por mucho que mi padre, que tiene 86 años, no esté acostumbrado a escucharlo, él sabrá inmediatamente que al hablar de bloque bajo nos estamos refiriendo a cuando, en su época, se decía que el entrenador Maguregui ponía el autobús delante de la portería.

"No soy de los primeros narradores en incorporar los modismos"

P. ¿Ha apreciado tabúes o fronteras a la hora de narrar?

R. Los tabúes dependen de la evolución de la sociedad. En general esa evolución es positiva. Hace tiempo, se permitían chistes agresivos sobre condición sexual o nacionalidad. Y es bueno que ahora tengamos más cuidado al referirnos a cualquier cosa que sea despreciativa. En lo referente a los tabúes en el fútbol, pasa algo similar. Por ejemplo, nadie reparte carnets sobre qué es jugar bien o jugar mal. Sin embargo, hay gran tensión en la comunidad futbolística a la hora de hablar sobre ello. O si hay que ser discípulo de Guardiola como si fuese un apóstol y huir de Bordalás porque juega a lo que toda la vida se ha llamado el otro fútbol.

P. Las posturas opuestas conviven.

R. Así es. Hay maneras de jugar académicas, posicionales, en zona o al ataque que son extraordinarias; maneras de jugar más defensivas que merecen el mismo aplauso. Todos los sistemas, los modelos o las propuestas pueden estar bien hechos o mal hechos, y no hay ninguno más o menos importante. Como el fútbol es la actividad humana más transversal e internacional que existe, por encima de la economía, de los países o de las culturas, es imposible que no genere polémicas y sesgos entre unos y otros. Eso es parte de su grandeza, ya que cabe todo.

Foto: Nuevo patrocinio del Camp Nou. (EFE/Alejandro García)

P. ¿El narrador debe ser siempre imparcial y no mostrar su preferencia?

R. No, porque lo que sí hay son gustos. Yo suelo ser muy abierto y no hacerlo notar, pero evidentemente tengo mis preferencias. Yo creo que la gente sabe que me gusta más el fútbol de toque que el de desplazamientos largos o el de marcajes al hombre, por ejemplo. En la narración se puede notar el gusto de cada uno, pero no debe notarse ninguna falta de respeto hacia la persona que entienda o disfrute el fútbol de manera diferente. No puede dar la sensación de que el narrador del partido es el único que te sabe contar el juego. Por la sencilla razón de que, en fútbol, eso no es verdad. Yo he visto llegar a dos finales de Champions al Valencia de Cúper mandándole balones larguísimos al Piojo y he visto al Barça de Guardiola ganar un 'sextete' hartándose a hacer progresiones en rondo.

P. La última pregunta es la del millón: ¿de qué equipo es Carlos Martínez?

R. Soy exactamente siempre del equipo contrario del de la persona que me examina. Porque en 30 años de experiencia nunca se me ha acercado alguien a decirme que soy de su equipo, sino siempre del de enfrente. De todos modos, aunque dijera de equipo soy o era de pequeño, igualmente no se lo creería nadie, así que no aportaría nada. Lo único que de verdad cuenta es que yo no hago mi trabajo en función de qué equipo veía cuando era pequeño. Lo hago profesionalmente y he intentado que quede lo mejor posible, sin nada que afecte en absoluto el teórico equipo del que pueda ser.

El fútbol español empezó a televisarse con regularidad en la década de los sesenta. A lo largo de los años, las transmisiones han sido acompañadas por las voces de narradores con evidente talento para su oficio. Sin ir más lejos, en la actualidad hay no menos de una decena cuyo relato sobre el partido roza la perfección. Sin embargo, parece unánime que en la historia de la narración futbolística televisada ha habido tres voces españolas cuya trayectoria las convierte en verdaderamente destacadas. Matías Prats Cañete fue la voz de los abuelos y José Ángel de la Casa, la de la Transición. Tomando el testigo en plena modernidad y hasta el presente, la referencia de los narradores contemporáneos es indudablemente Carlos Martínez.

Alfredo Relaño
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