El carrerón, con golazo, de Fede Valverde: va a ser verdad que el 'tiki-taka' pasa de moda

Carlo Ancelotti prefiere el gol del carrerón de Fede Valverde al de los 33 toques con el que Hazard hizo el tercer tanto del Real Madrid al Celtic. El Madrid juega a las dos cosas. Pero entre las largas posesiones y la verticalidad, Ancelotti se queda con lo segundo. "El fútbol está cambiando. Hay más verticalidad. El fútbol de posesión no está tan de moda como hace unos años", es la sinceridad con la que se manifestó el italiano tras la victoria en Celtic Park.

Fede Valverde es la antítesis del fútbol de posesión. Es el prototipo del futbolista moderno. El uruguayo es fuerza y energía en el juego de las transiciones, verticalidad, juego directo. Está lejos de los que aman el 'tiki-taka'. El golazo contra el Mallorca lo tiene todo para los defensores de las acciones rápidas, de cómo se tiene que jugar al fútbol con el menor número de pases para llegar a la portería contraria. Es una demostración de que la garra, el empuje, también tiene su lado estético.

El Real Madrid es un equipo versátil, con una amalgama de centrocampistas que pueden tener una propuesta diferente del juego. Lo que hace Fede Valverde está catalogado como un 'todocampista'. El golazo contra el Mallorca es impresionante por los 52 metros que recorrió desde área a área, por la potencia de la zancada para eliminar adversarios, la conducción con las dos piernas y la definición con la izquierda, la pierna mala, para poner el balón en la escuadra. Es más que un gol. Es el manual más completo para sacudir al fútbol combinativo.

Un jugadón de barrio

No hay secretos ni tácticas en el gol de Fede Valverde. Hay una acción que no se prepara en la pizarra. Una arrancada de futbolista de barrio que no se entrena durante la semana. Es el juego bruto y primitivo del futbolista que toma decisiones por encima de los sistemas. Lo marcó en un momento crítico para su equipo, en la derrota, en el descuento de la primera parte. Un gol psicológico. Otra vuelta de tuerca a la épica del Real Madrid que nunca se rinde y que pelea hasta el final. Al que no se le puede dar por muerto y tiene jugadores, como el uruguayo, con alma y carácter, que dejan jugadas que para otros equipos parecen imposibles.

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El madridismo quiere once Fede Valverdes. Como en su día quería once Juanitos. Son los que enamoran al Bernabéu. Los que el público jalean y les apasionan. Los auténticos. Los que besan el escudo de verdad. Futbolistas raciales, que pelean, bregan, se dejan la piel en el campo, comprometidos, guerreros y madridistas. Es el futbolista al que no le hace falta ser un jugón para enamorar, asombrar y convertirse en un indiscutible en las alineaciones de Carlo Ancelotti.

¿Se está extinguiendo el 'tiki-taka'? ¿Es más letal el juego directo? Es una cuestión de estilo y de jugadores. También de gustos. Pero hasta los más apasionados por mantenerse fieles a tener la posesión giran a la verticalidad. Entre ellos está Xavi. "Ahora es robo de balón, transición, uno contra uno de Dembélé. Tenemos que aprovecharlo. Esto claro que es ADN Barcelona", decía el entrenador azulgrana hace unos días para explicar el juego de su equipo y el buen rendimiento de Ousmane Dembéle. Lo dice Xavi, que años atrás, era un defensor a ultranza de un estilo de posesión en el Barcelona, del que comentaba que "no se negocia".

El giro al fútbol directo

El fútbol cambia con jugadores que cada vez son más físicos y los entrenadores necesitan en el juego de ida y vuelta, en las transiciones para robar y contragolpear. Es una bendición ver a tipos como Fede Valverde y Dembéle que rompen los esquemas tácticos con su verticalidad o a otros como Vinícius, Rodrygo, Rapinha o Carrasco que encaran y rompen en el uno contra uno. Es la vía más rápida para llegar al gol.

Fede Valverde lo ha vuelto a hacer con el carrerón contra el Mallorca. Es el triunfo del fútbol directo y desequilibrante. Fue clave en la jugada del gol de Vinícius contra el Liverpool en la final de la Champions. Sprint por la banda derecha, centro tenso al segundo palo y remate del brasileño. La misma jugada y los mismos protagonistas que en el primer tanto contra el Celtic en el estreno de la Champions. La diferencia contra el Mallorca es que se guisó y comió toda la acción del gol con una galopada de 52 metros por todo el centro del campo.