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Carlos I, rey de Nueva York y del tenis: Alcaraz conquista el US Open y el número 1 del mundo
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Por 6-4, 2-6, 7-6 y 6-3

Carlos I, rey de Nueva York y del tenis: Alcaraz conquista el US Open y el número 1 del mundo

El español hace historia como el número 1 más joven de toda la historia e iguala la marca de Rafa Nadal, que conquistó su primer Roland Garros con los mismos 19 años. Ruud le puso contra las cuerdas en un tercer set de infarto

Foto: Alcaraz celebra su victoria en el US Open. (EFE/Jason Szenes)
Alcaraz celebra su victoria en el US Open. (EFE/Jason Szenes)

Todavía era agosto cuando Carlos Alcaraz tenía la etiqueta de ser una promesa del tenis. ¿La mayor promesa? La mayor promesa en décadas. Pero había que demostrar todo lo que apuntaba. Dos semanas después, es el nuevo número 1 del mundo tras conquistar el US Open, su primer Grand Slam. Nunca antes alguien de 19 años había liderado el ránking ATP. El español sucede a Daniil Medvedev tras imponerse a Casper Ruud por 6-4, 2-6, 7-6 y 6-3 en tres horas y 20 minutos de juego. El noruego también habría sido Nº1 de haber logrado la victoria, demostrando que el torneo neoyorquino es el aperitivo del tenis que degustaremos los próximos años. El partido fue vibrante e igualado, de esos que el espectador disfruta mientras los familiares de los tenistas se muerden las uñas. Mucho sufrimiento y mucho tenis, y justo de eso va sobrado Alcaraz. Supo apretar los dientes cuando Ruud volaba y él solo mandaba bolas malas. Se rehizo, conquistó el tercer set en el Tie-Break y enloqueció al Arthur Ashe Stadium con triunfo para la historia. Con esta victoria iguala la marca de Rafa Nadal, que también tenía esa misma edad cuando ganó su primer grande, Roland Garros, allá por el 2005.

"El cariño que he recibido desde primera ronda ha sido increíble. Ha sido el público y el ambiente que más he disfrutado", afirmó Alcaraz, todavía nervios, pero enamorado de Nueva York, instantes antes de recibir su primer título de Grand Slam de las manos de una leyenda como John McEnroe. En la grada, Juan Carlos Ferrero y el resto de su equipo se emocionaban con una victoria que se escribe en las grandes gestas deportivas de España. "Conseguí sacarme los nervios y centrarme en mi juego. He sabido sufrir", admitió para los micrófonos de Eurosport.

El nacido en El Palmar llegaba como gran favorito para la cita. No era cuestión de ir sobrado, sino de hacer caso a las sensaciones. Casper Ruud, un tenista mayúsculo, de los que veremos cada dos por tres siendo protagonista en Grand Slam, alcanzó la final con un cuadro relativamente cómodo por derrotas sorpresivas como las de Daniil Medvedev. Alcaraz, por su parte, consiguió su pase imponiéndose a Frances Tiafoe, la gran sorpresa del torneo e ídolo local, y a Yannik Sinner, en un encuentro que era una final anticipada en los cuartos. Carlos ya sabía lo que era ganarle a Ruud, lo había hecho en sus dos únicos encuentros. El más reciente, la final del Masters 1.000 de Miami, donde solo necesitó dos sets para despedir al noruego.

En Nueva York, apenas unos minutos sirvieron para ver la realidad: Alcaraz le tiene cogida la medida a Ruud. El finalista es un tenista completo, rápido de piernas y con clase en la muñeca. Su servicio no es demoledor y sus segundos saques son más que aprovechables para sus rivales. El estudio previo del equipo del español hizo su efecto y Carlos utilizó estas ventanas para castigar con un resto ganador.

placeholder El abrazo de Alcaraz y Juan Carlos Ferrero. (Danielle Parhizkaran/USA TODAY Sports)
El abrazo de Alcaraz y Juan Carlos Ferrero. (Danielle Parhizkaran/USA TODAY Sports)

Alcaraz se anotó el primer set de la noche con un sólido 6-4. Lo más destacable de esta manga llegó con un extraño error del árbitro, que no vio el segundo bote (bastante claro) de una dejada del español. Ruud se quedó inmóvil al devolver la pelota y Alcaraz, entre aspavientos, intentó devolver la volea, pero está acabó en la red. Pidió explicaciones el murciano y, antes de que llegase a más, el noruego confirmó las sospechas: “Es punto para ti”. Gesto de clase y de compañerismo, ‘fair play’ sin postureos que se ganó la ovación del público estadounidense y del propio Alcaraz, que agradeció la sinceridad de su rival.

Foto: Alcaraz, en plena final del US Open. (Reuters/Mike Segar)

Una vez consiguió confirmar el break, el set se había terminado. Los únicos momentos de duda llegaron con dos bolas de rotura para Casper Ruud. ¿La respuesta de Alcaraz? Anotar cuatro puntos consecutivos con su servicio, ace incluido, y dejar la pájara para otro momento. Si el español todavía deja dudas en pista por ciertos momentos de desconexión (propios en un deportista de 19 años, no lo olvidemos), su torneo en Nueva York demuestra que el rango de mejora es inabarcable.

Fue precisamente esa capacidad para sabotear su propio juego la que permitió a Ruud meterse en el partido. Había comenzado bien la segunda manga Carlos, a base de castigar errores y penalizar los intentos de correr del noruego. Todo ello en constante conexión con su profe, Juan Carlos Ferrero, quien sufre infinitamente más en la grada que cuando él era el protagonista. Pero Casper olió sangre, se llevó uno de esos puntos largos de PlayStation que Alcaraz ofrece una o dos veces por partido, y acabó por llevarse el set en un abrir y cerrar de ojos. Un 6-2 engañoso, no había habido tanta diferencia en la pista, pero Ruud jugó sus cartas y Alcaraz se dejó llevar por una inercia negativa.

placeholder Alcaraz y su flamante trofeo de campeón del US Open. (Reuters/Mike Segar)
Alcaraz y su flamante trofeo de campeón del US Open. (Reuters/Mike Segar)

Que nadie se engañe. Ganar una final del US Open con 19 años no podía ser tarea sencilla. Reseteó la cabeza Alcaraz, resopló, bebió agua y a continuar. La respuesta en pista fue inmediata para dar inicio a la tercera manga, esencial para la mente del tenista: break a la primera, acabando con una dejada desde el fondo de la pista. La bola le empezó a correr, con sus derechas tocando línea ante la desesperación de Casper Ruud. El murciano confirmó la rotura con un juego sencillo, creciendo en su servicio y sobreponiéndose a dos dejadas delicatessen del noruego.

A su mejor nivel, Carlos es desesperante para el rival. Pero cuando la ansiedad le ataca, se convierte en su peor enemigo. Sin motivo demasiado aparente, el murciano entró en crisis cediendo dos juegos consecutivos. En su saque, Alcaraz forzó pelotas para intentar cerrar puntos rápidos. No había necesidad y Ruud notó su inquietud. Listísimo, el noruego jugó con su mente, optando por peloteos largos, de lado a lado. El coche deportivo que era Alcaraz se caló. Casper se vino arriba, cogiendo confianza con su derecha, mientras que Carlos cometía errores no forzados. Había que sufrir y remar.

Del sufrimiento al éxtasis

El tenis es un deporte cíclico. Si la confianza está de tu parte, tus derechas golpean con violencia la bola y siempre va a la línea. Si estás frente al muro, la pista apenas mide dos metros y tu rival ocupa toda. En un partido del más alto nivel, es imposible no entrar en barrena. La cuestión es dar un paso al frente y salir antes de que sea demasiado tarde. En esas estaba Alcaraz, que sacó adelante su servicio con relativa comodidad, pero que concedió el resto de igual manera. Había que encontrar sensaciones al coste que fuera.

"¡VAMOS!", gritó Alcaraz en su servicio. Se había puesto 15-30 para Ruud y la cosa pintaba mal… Apretó los dientes y se concentró en devolver las pelotas con su derecha. El ejercicio de concentración sirvió y remontó el juego, celebrado con efusividad, como si se tratase de un punto de set. Quizás era aún más importante. Su nivel crecía, pero el de Casper no bajaba. El noruego planteó una partida de ajedrez donde lo importante era castigar el fallo del rival. Se vivió aquí el gran punto del partido: un intercambio de golpes en los que Alcaraz salvó hasta dos voleas desde la línea de fondo. Fue todo corazón y el público de Nueva York lo agradeció, aunque se lo llevase Ruud.

placeholder Alcaraz sufrió para hacerse con el partido. (Danielle Parhizkaran/USA TODAY Sports)
Alcaraz sufrió para hacerse con el partido. (Danielle Parhizkaran/USA TODAY Sports)

Toda la presión sobre los hombros de Carlos con 4-5 en contra y el servicio en su lado. ¡Qué paralelo sacó el español! Aceptó el reto de Ruud de peloteos largos, a ver qué derecha se equivocaba primero. Necesitaba meterse en el partido y creérselo. Nada mejor que estos puntos. Otra vez el grito, otra vez el puño cerrado. Empate a cinco juegos y Alcaraz ‘on fire’. La crisis no le llegaba a Ruud, que aseguró el Tie-Break con un servicio impecable y un juego en blanco. Tuvo una pelota de set el noruego, pero Alcaraz tiró de valentía con un saque y red impecable; tuvo una segunda pelota de set, pero Alcaraz respondió de idéntica forma. Un juego larguísimo, de más de cinco minutos, donde se estaba decidiendo el partido. La resolución estuvo a la altura: puntazo del español que tuvo que hacer una dejada de lujo y dos voleas consecutivas para forzar el Tie-Break.

En la muerte súbita, Ruud dio síntomas de que su hasta el momento inquebrantable confianza empezaba a crujir. Alcaraz dominó con consistencia, mientras que el noruego enganchó dos cañas casi consecutivas. Todo el sufrimiento mereció la pena: Carlos arrasó en el Tie-Break con un 7-1 para ponerse por delante 6-4, 2-6 y 6-7.

Un set para celebrar

Ruud negaba con la cabeza. Cómo se le podía haber escapado este set, se preguntaba el noruego. El pupilo de Rafa Nadal (participó en la Academia del balear con el fin de mejorar su tenis) trató de mantener el nivel para no dejarse llevar por la nueva dinámica del partido. La cuarta manga comenzó con un intercambio de golpes donde ambos tenistas mantenían su servicio a raya. Especialmente suelto con su saque se le vio a Alcaraz. El marcador no se despegaba para ninguno, pero las sensaciones habían dado un giro de 180 grados y todo parecía estar de cara al murciano.

El break llegó en el segundo servicio de Ruud. El tenis de Alcaraz estaba en un momento imparable. "No bajamos, seguimos apretando", le gritaban desde su equipo. Una tímida sonrisa se asomaba en el rostro del murciano, que empezaba a ser consciente de lo que le iba a suceder. No hubo mucho más que contar. Casper aceptó su destino, el primer Grand Slam para un noruego tendría que esperar. A esas alturas, Nueva York ya tenía un rey. Carlos I, el niño de El Palmar se cuelga de la gloria y hace historia. Perdonó una pelota de partido. A la segunda fue la vencida.

Todavía era agosto cuando Carlos Alcaraz tenía la etiqueta de ser una promesa del tenis. ¿La mayor promesa? La mayor promesa en décadas. Pero había que demostrar todo lo que apuntaba. Dos semanas después, es el nuevo número 1 del mundo tras conquistar el US Open, su primer Grand Slam. Nunca antes alguien de 19 años había liderado el ránking ATP. El español sucede a Daniil Medvedev tras imponerse a Casper Ruud por 6-4, 2-6, 7-6 y 6-3 en tres horas y 20 minutos de juego. El noruego también habría sido Nº1 de haber logrado la victoria, demostrando que el torneo neoyorquino es el aperitivo del tenis que degustaremos los próximos años. El partido fue vibrante e igualado, de esos que el espectador disfruta mientras los familiares de los tenistas se muerden las uñas. Mucho sufrimiento y mucho tenis, y justo de eso va sobrado Alcaraz. Supo apretar los dientes cuando Ruud volaba y él solo mandaba bolas malas. Se rehizo, conquistó el tercer set en el Tie-Break y enloqueció al Arthur Ashe Stadium con triunfo para la historia. Con esta victoria iguala la marca de Rafa Nadal, que también tenía esa misma edad cuando ganó su primer grande, Roland Garros, allá por el 2005.

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