Es noticia
La herida es tan profunda en el Sevilla que no se cura con el despido de Lopetegui
  1. Deportes
  2. Fútbol
guerra institucional y social

La herida es tan profunda en el Sevilla que no se cura con el despido de Lopetegui

El clima de tensión se instala en el Sevilla, con la pérdida de confianza de los aficionados por la gestión de José Castro, y ya salpica a Monchi. Con Lopetegui, se activa la cuenta atrás

Foto: Lopetegui da instrucciones durante un partido del Sevilla. (Reuters/Paul Childs)
Lopetegui da instrucciones durante un partido del Sevilla. (Reuters/Paul Childs)

Julen Lopetegui es un entrenador poco respetado y hasta maltratado. No tiene suerte. La cuenta atrás para su despido del Sevilla ha empezado. Es imposible creer que recupere el crédito de los aficionados tras la bronca que se vivió en el Sánchez Pizjuán con la derrota contra el Manchester City. Lo sorprendente es que la grada apuntó al palco, al grito de "Pepe Castro, dimisión". Indultaron a Monchi e ignoraron al entrenador. El silencio hacia Lopetegui es la demostración de que los seguidores lo dan por finiquitado.

Con Lopetegui, queda la compasión. Es el entrenador que ha ganado la última Europa League y ha cumplido el objetivo de clasificar al equipo para la Champions desde que se hizo cargo de un banquillo que es una silla eléctrica. Ni le respetan, ni le valoran. Es prescindible. En la bronca, en el estadio Sánchez Pizjuán tenían la oportunidad de apuntar a Monchi y cargaron contra José Castro. Monchi es el que fichó a Lopetegui, contra la opinión de la mayoría de directivos y un clamor social entre los aficionados, que no le querían para el banquillo. Antes de ser presentando, a Lopetegui le pusieron la cruz en Sevilla. Su trabajo no ha sido fácil. Le han 'apuñalado' desde el primer minuto. No hay un motivo claro. Puede ser porque venía de dos despidos (España y Real Madrid). Así es muy difícil trabajar.

placeholder Lopetegui, José Castro y Monchi, en la sala de prensa.
Lopetegui, José Castro y Monchi, en la sala de prensa.

El caso es que Lopetegui era un cadáver desde el primer día que pisó Sevilla. La presión que ha sufrido escapa a los límites de lo racional. Se le llegó a criticar por no decir que el Sevilla podía ganar la Liga cuando competía arriba con el Real Madrid. La prudencia del entrenador guipuzcoano era vista como un acto de cobardía. Con esto ha tenido que convivir un entrenador que hizo un equipo sólido y competitivo que acabó la temporada pasada como el menos goleado. Nada ha sido suficiente para valorar a Lopetegui, que ahora se juega su cargo en el partido contra el Espanyol. Salvarse del despido sería un milagro y solo lo podría conseguir Monchi, si no se aparta para dejar de ser su escudo.

La responsabilidad de Monchi

En Sevilla tienen claro que el principal culpable de la crisis no es Lopetegui, pero no soportan al entrenador. Entre Monchi y Lopetegui, eligen que es mejor echarle la culpa al que hace las alineaciones. A pesar de que el director deportivo dijera, antes del partido contra el City, que él es el máximo responsable porque tiene toda la autonomía para confeccionar la plantilla. Monchi tiene el respaldo que le falta a Lopetegui. Es intocable, pero le tocará echar a Lopetegui para tapar una pobre gestión de altas y bajas en el mercado de verano. Con la complicidad, por supuesto, del presidente, José Castro.

Foto: Eden Hazard, sonriente, en el partido contra el Celtic. (Reuters/Russell Cheyne)

El club priorizó hacer caja, tener un superávit de más de 50 millones de euros, y debilitó la plantilla. Hizo más vulnerable a Lopetegui. Los fichajes de Dolberg y Januzaj han llegado tarde. En baja forma. La salida de Ocampos al Ajax ha sido un esperpento. Una síntoma de debilidad del club, de poca transparencia y bandazos. Con el dinero de las ventas de Koundé y Diego Carlos se esperaba que el 'mago' Monchi sacara de su chistera futbolistas de nivel. Lopetegui, que se salió con la suya de traer a Isco, pinta muy poco en la planificación. Un punto de 12 en la Liga, junto con la sensación de impotencia y mediocridad que dio el equipo en los partidos contra el Barcelona y el Manchester City, provoca que veamos la imagen de un entrenador que es un muerto en vida.

En esta atmósfera de crispación hay más gente que 'apuñalar' que al indefenso Lopetegui. El "me siento más fuerte que nunca" del técnico guipuzcoano tras la goleada del Manchester City es la manera más evidente que tiene Lopetegui de pedir respeto y mantenerse digno en un clima de histeria y lucha de poder en el club. El problema es más gordo.

La herida en el Sevilla es más profunda que echarle la culpa a Lopetegui. Las imágenes del expresidente José María del Nido, a escasos metros del palco, exaltado, con la vena hinchada, vociferando el cántico de "Pepe Castro dimisión" dan vergüenza. La guerra en el accionariado se recrudece. Pese a que el expresidente, tras la imagen tan bochornosa que dio, haya pedido perdón en un comunicado alegando que se dejó llevar por la pasión. No ceja en su empeño de dinamitar a Castro (su mandato expira en diciembre de 2023), a su propio hijo José María del Nido Carrasco, que ocupa la vicepresidencia, y a otros accionistas como Rafael Carrión, a los que increpó en los pasillos del estadio señalándolos como cómplices y culpables de la crisis. La táctica de Del Nido es la de 'divide y vencerás' y busca desestabilizar a Monchi.

En un escenario de chiflados, el más sereno es Julen Lopetegui. Probablemente, también el menos culpable. Lo habitual en estos casos es despedir al entrenador, distraer con otro candidato que pueda sacar partido a lo que hay, pero la guerra por el poder va en aumento y hay que esperar a la junta de accionistas del mes de diciembre. Si antes no hay más tensión en un estadio en el que los aficionados se agolpan en las puertas para mostrar su malestar. El Sevilla trabaja en tener comprometido a un entrenador y algunos de los nombres que se manejan son Marcelino, Sampaoli y Pochettino.

Julen Lopetegui es un entrenador poco respetado y hasta maltratado. No tiene suerte. La cuenta atrás para su despido del Sevilla ha empezado. Es imposible creer que recupere el crédito de los aficionados tras la bronca que se vivió en el Sánchez Pizjuán con la derrota contra el Manchester City. Lo sorprendente es que la grada apuntó al palco, al grito de "Pepe Castro, dimisión". Indultaron a Monchi e ignoraron al entrenador. El silencio hacia Lopetegui es la demostración de que los seguidores lo dan por finiquitado.

Julen Lopetegui
El redactor recomienda