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Álvarez Tardío y Del Rey: "Lo peor del Frente Popular en el 36 fue no cortar la violencia de todos por igual"
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Álvarez Tardío y Del Rey: "Lo peor del Frente Popular en el 36 fue no cortar la violencia de todos por igual"

‘Fuego cruzado. La primavera del 36’ (Galaxia) es un exhaustivo estudio basado en más de 1000 fichas que arroja nuevos datos sobre los meses que abocaron a la Guerra Civil

Foto: Tropas nacionalistas capturan a republicanos durante la Guerra Civil. (Keystone/Getty Images)
Tropas nacionalistas capturan a republicanos durante la Guerra Civil. (Keystone/Getty Images)

Para acabar con la bronca guerracivilista a cuenta de la historia sólo cabe una respuesta: la investigación exhaustiva y científica de los hechos sin posicionamiento ideológico. Parece una perogrullada, pero resulta que parecemos haber olvidado que conocer la verdad de lo que ocurrió es muy importante más allá de las ideas y filias y lo es especialmente en un país en el que se ha tratado de manipular la realidad, tanto del periodo de la II República en su totalidad, como más concretamente los meses transcurridos entre febrero y julio de 1936 que desembocaron en el golpe de Estado de los rebeldes militares.

Esa manipulación la acometió la historiografía franquista y lo está haciendo ahora un gobierno empeñado en colocar un relato de la II República y la Guerra Civil con su Memoria Histórica —después renombrada como democrática— que es directamente falso. ¿Por qué es importante? Salvando las distancias, resulta que nos encontramos en la actualidad con reminiscencias guerracivilistas a menudo que son bastante reales y de las que deberíamos haber aprendido si no se intentara manipular una y otra vez el relato.

Primero, un sector de la población vinculado a posiciones de derecha ultra se manifiesta durante meses en la sede del partido del gobierno en Ferraz ilegalmente y es por tanto desalojado por la fuerza en varias ocasiones por las fuerzas del orden. Después, esta misma semana, se produce otro "asedio", esta vez a la sede del PP en Génova, —según el término usado por los miembros del PSOE—, siguiendo la maldita dinámica acción-reacción, pero en esta ocasión la manifestación ha sido autorizada por el delegado del Gobierno —que es del PSOE— y como no se considera ilegal, las fuerzas del orden no intervienen.

Nos encontramos en la actualidad con reminiscencias guerracivilistas que son bastante reales y de las que deberíamos haber aprendido

Para aprender sobre la verdad del pasado trágico del 36 El Confidencia entrevista a los historiadores Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío que publican ahora, en un momento crucial para el devenir democrático del país: Fuego cruzado. La Primavera del 36 (Galaxia-Gutenberg) y en el que analizan, con nuevos datos y fuentes primarias inéditas, la escalada de violencia de unos y otros y la respuesta que dio el gobierno y los políticos de la oposición.

Una de las particularidades del nuevo estudio reside en que se exponen las decisiones y acciones de personajes clave de ese periodo sin tener en cuenta su comportamiento posterior al 18 de julio, que para Fernando del Rey es absolutamente clave: «ha sido un experimento metodológico que hemos aplicado y que a nosotros mismos nos ha cambiado la percepción del periodo (…) no se puede juzgar la actuación de los protagonistas de antes de la guerra, aplicando lo que hicieron después del 18 de julio».

placeholder Portada de 'Fuego cruzado'.
Portada de 'Fuego cruzado'.

La comparación con las broncas en Ferraz y Génova ahora y la actuación de las fuerzas del orden no la hacen ellos, pero es inevitable no pensarlo cuando Manuel Álvarez Tardío explica: «Lo que más daño hizo al gobierno del Frente Popular fue no tomarse en serio, ni cortar la violencia de todos por igual además de ir por detrás de las exigencias de sus socios, sencillamente parecía que no tenía agenda y que ésta le veía marcada desde fuera, lo que sin duda le debilitó». Ambos dejan claro además, por si existe alguna tentación, que su historia difiere totalmente de la visión franquista del caos y anarquía que trató de imponer a su vez como relato para justificar el golpe pero tampoco eluden señalar la «aberración» que ha supuesto el otro relato a la sombra de la Memoria Histórica, «poner el trabajo de los historiadores al servicio de una determinada política del poder», como explica Fernando del Rey.

PREGUNTA. En el libro explicáis que ese periodo de la Primavera del 36, es curiosamente el peor estudiado de toda la II República. A mí me viene a la cabeza Cifras cruentas de Eduardo Calleja en el que se apuntaba a las fuerzas del orden como las que más ejercieron la violencia o El Camino al 18 de julio de Stanley G. Payne, en el que ya se discutía el relato, por ejemplo de que existiera una trama civil relevante en el golpe militar ¿Qué datos y cifras son la novedad frente a la violencia? ¿Qué de verdad hay en cuanto a la trama civil?

MANUEL ÁLVAREZ TARDÍO. Bueno, el libro de Stanley G. Payne sí se corresponde exactamente con el periodo que nosotros estudiamos, aunque es todo a base de fuentes secundarias y nosotros hemos recabado información de más de 1.000 fichas personales, así como prensa local y archivos regionales inédita. El libro de Eduardo Calleja abarca todo el periodo de la Segunda República, pero en cuanto a los meses del 36 a nosotros nos salen unos número muy diferentes ya que hemos introducido una categoría, que es una novedad, y que responde a que no nos conformamos sólo con ver quién disparó o quién agredió, porque lo importante muchas veces es ver quién había empezado. Esa categoría es clave porque en ese momento te das cuenta que la policía hacía lo que le ordenaban las autoridades. No se puede proyectar hacia la Guardia Civil y hacia la Guardia de Asalto porque su acción se debe a lo que pedían los gobernadores —había alguna excepción— y en términos generales era bastante leal.

"La policía cuando interviene causa bastantes víctimas pero nunca provocan ellos los actos"

Así que nos salen datos distintos y esa es una aportación importante del libro. La policía cuando interviene causa bastantes víctimas pero claro, nunca provocan ellos los actos. Casi siempre intervienen porque ha habido violencia antes lo que pasa es que sus medios y la época pues es muy distinta a la de ahora. En ese aspecto es muy importante y se explica en el capítulo las leyes con las que tenían que actuar que no son las nuestras y eso es muy importante para conocer realmente lo que pasaba no hacer juicios de valor entonces la policía tenía unos reglamentos que había que cumplir. Ahora a unos Mossos les pueden tirar piedras como ha pasado estos días y no puede responder la policía… aquello era otra historia, otras normas, otras leyes. No podemos trasladar nuestros códigos a ese momento y eso para nosotros era muy importante para que el lector no se engañe: no hagamos trampas.

placeholder Manuel Álvarez Tardío. (Cedida)
Manuel Álvarez Tardío. (Cedida)

FERNANDO DEL REY. Respecto a la trama civil de la derecha en el golpe que apuntas, hay una implicación civil sobre todo por parte de los monárquicos de Renovación Española. Hay contactos con los falangistas también. Pero por ejemplo la CEDA no, puede haber individualidades concretas, pero no como partido, si acaso, lo que sí está documentado es un pequeño grupo perteneciente a las juventudes de la derecha regional valenciana de la rama de la CEDA. En cualquier caso esas pulsiones civiles vinculadas con los golpistas siempre van a remolque de los militares, totalmente supeditadas, el liderazgo es claramente militar. Aunque los monárquicos tenían vínculos con la Italia de Mussolini la realidad es que era una exageración darles más protagonismo. La gente de Calvo Sotelo, Sáinz Rodríguez etc están en contacto, financian, ponen la oreja, pero no deciden nada ni protagonizan nada.

P. ¿Esa violencia entonces durante la primavera del 36 no se había explicado bien?

M. A. T. La violencia es un dato que estaba ahí y es muy importante porque mencionabas antes a González Calleja y él solo trabaja con los muertos. Nosotros al analizar durante años 1.100 fichas constatamos otras realidades, porque contienen mucha más información. Son mil episodios que incluyen a los heridos graves, no solo a los muertos. Es una muestra de una riqueza impresionante y que ha supuesto un trabajo descomunal para dos personas. Hemos podido documentar que hay una violencia de alta intensidad que atraviesa toda la primavera y que es indiferente a las propagandas de unos y de otros. Es un hecho cierto sobre el que no hacemos juicios morales.

"¿Dónde está el terrorismo? ¿Se reduce al pistolerismo falangista y anti falangista? No"

F. R. La violencia es un termómetro y es una violencia multiforme. ¿Dónde está el terrorismo? ¿Se reduce al pistolerismo falangista y anti falangista? No. Hay otras muchas violencias que se manifiestan cotidianamente y que no responden a esa lógica, sino a las tensiones que se viven en el mundo laboral, en el mundo de la política local. Es una violencia que afecta al conjunto de la ciudadanía ¿Por qué? Porque es una sociedad hiperconectada e hiperpolitizada y eso alimenta unas dialécticas de confrontación que se palpan a diario, sobre todo los fines de semana con los motivos más dispares. Con motivo de una boda, con motivo de una fiesta, de un mitin, de una manifestación. Es decir, a diferencia de otros períodos, cuando hablamos de violencia política no hablamos solamente de la violencia llevada a cabo por las vanguardias armadas. Es que forma parte de la vida cotidiana. De hecho, nosotros solo hemos documentado la violencia que se traduce en muertos y heridos graves, pero si hubiéramos documentado —que se podría hacer— todas las confrontaciones que no llegan a tener muertos ni heridos graves, la cifra se dispararía. Digamos coloquialmente que el deporte nacional era darse mamporros los fines de semana.

P. En el libro dejáis claro que en realidad no se puede hablar de una revolución en marcha comunista como sí explicó la historiografía franquista y también que es una aberración la actual consigna de la Memoria Histórica.

F. R. La visión que nosotros damos y la que da el franquismo está a años luz ya que según ellos había un caos, una anarquía y un golpe comunista a punto de manifestarse y este no es el caso. Nosotros lo que sí ponemos de manifiesto es que hay una intensa movilización de la izquierda obrera y que eso genera una dialéctica de acción-reacción que desemboca en lo que contamos en el libro pero no que haya una situación revolucionaria lo cual no quiere decir que no hubiera revolucionarios vocacionales por supuesto que sí y discursos revolucionarios pero en cuanto a las relaciones laborales en el ámbito de la ocupación de tierras o en las manifestaciones anticlericales no consideramos que sea una revolución ni muchísimo menos.

M. A. T. Hablar de revolución o no es una propia trampa de la propaganda, lo que es clave y que nosotros contamos en el libro es que hay un desorden público permanente que el gobierno no es capaz de atajar y eso genera un problema de debilitamiento de la confianza en las instituciones y eso es de lo que hay que hablar no si hay una revolución planificada en marcha. En una democracia que todavía es frágil, no consolidada, que ha tenido una alternancia traumática hay un problema muy grave y le ocurre a muchas europeas de la época, si no garantizas la seguridad, la libertad y los derechos fundamentales igual para todos tienes un problema muy grave.

P. ¿Y en cuanto a esa visión que se ha dado últimamente con mucha insistencia de una derecha permanente cabreada con la II República y golpista?

F. R. No debería haber que insistir más en esta idea de la derecha porque es ridícula. No hay una derecha así en bloque, y en todo caso, la derecha claramente antidemocrática incluso en 1936, es totalmente minoritaria. El grueso de la derecha está representada por la CEDA, que no está de ninguna manera en el golpe. Solo en el último momento Gil Robles da una orden de enviar algo de dinero, pero no están mayoritariamente en el golpe. Están los monárquicos, que ya estaban en el 31, —también muy minoritarios— y por supuesto, esa cosa anómala que es la Falange, que irrumpe a partir del 33, pero que son cuatro gatos que no tienen fuerza. El fascismo, en sentido estricto en la España de los años 30, es una fuerza irrelevante. Cuando crece es con la Guerra Civil y siempre será un fascismo supeditado al poder militar, con todo lo que eso conlleva. Es decir, el fascismo no conquista nunca al Estado. El fascismo es un instrumento del Estado a partir de la guerra que ganan los militares, porque antes no eran nadie.

M. T. La idea de que una derecha en bloque está trabajando contra la democracia es una construcción mítica. Además, si fuera cierta, tendríamos entonces que incluir en ese supuesto bloque a todo el centro liberal republicano, que está contra la izquierda y contra los socialistas, que es más anti marxista o igual de anti marxista que lo pueda ser la derecha monárquica o la derecha radical o la católica. Luego está claro que los grandes protagonistas de la violencia, aunque sea simplificando un poco son muy claros: en buena medida toda la izquierda radical y los falangistas. Hay más sin duda pero esos son los dos grandes actores y no se puede perder de vista.

P. ¿Qué es lo peor que ha hecho ese «oficialismo institucional de la Memoria Histórica» como definís en el libro?

M. T. Si lo comparas con la transición es muy fácil. Es decir, la gran diferencia es que en la Transición, todos los actores políticos a excepción de los ultras minoritarios eran muy conscientes de que la II República había tenido problemas de consolidación democrática. Es decir, que no era una democracia plenamente consolidada como también sabían que el sistema de la Restauración con Alfonso XIII no había llegado a ser una democracia plena. Sin embargo, el relato de la Memoria está construido sobre una simplificación, sobre un ocultamiento de esos problemas, de esa de esa debilidad, de esa débil consolidación. Está basado en que la II República era una democracia que funcionaba a pleno rendimiento. Y eso no es verdad.

"El relato de la Memoria está construido sobre una simplificación, en en que la II República era una democracia que funcionaba"

F. R. Y en la que los demócratas están claramente definidos frente a un mundo conservador que no es demócrata. Es que es de una simplificación brutal. La memoria es la antítesis de la de la buena historia con pretensiones académicas y científicas, es la antítesis. No puedes poner el trabajo de los historiadores al servicio de una determinada política del poder que es lo que se ha hecho aquí. Es una aberración.

P. ¿Qué es lo peor que hace el gobierno del Frente Popular?

M. A. T. Lo que más daño hace al gobierno del Frente Popular es no tomarse en serio, no cortar la violencia de todos por igual. Éste es uno de los temas clave. Luego hay otros problemas, el segundo y muy importante y que está relacionado con la violencia en el libro es que el gobierno vaya por detrás de las exigencias de sus socios del Frente Popular, el gobierno parece que no tiene agenda y que le viene marcada desde fuera y eso también debilita el gobierno y a su vez a los gobernadores porque no se les dan instrucciones claras, precisas, contundentes, parece como si no hubiera una determinación clara desde el principio. Luego está que el gobierno no sólo permite, sino que al final acaba amparando el control de todos los ayuntamientos por parte de la izquierda incluso allí donde la derecha ha ganado.

P. A pesar de todo lo que se ha dicho sobre que el golpe estaba ya en marcha antes del asesinato de Calvo Sotelo ¿No es este verdaderamente el momento clave?

F. R. Hay muchos momentos clave no sólo el asesinato de Calvo Sotelo, tan clave como eso puede ser los enfrentamientos que se producen en torno al 14 y el 16 de abril en Madrid donde está a punto de producirse un golpe de Estado donde hay unos enfrentamientos verdaderamente impactantes, una manifestación en un entierro que parece puede acabar en la ocupación del Congreso donde hay unas fuerzas que están a punto de revelarse…hay muchos momentos que están en el libro. El tema de Calvo Sotelo por supuesto tiene importancia, pero la tiene cuando ya el golpe está en marcha, incluso ya se había fijado.

P. Pero Franco se suma a ese golpe cuando se conoce ese asesinato…

F. R. Eso es. Lo de Calvo Sotelo es sobre todo importante porque elimina las últimas dudas que tenían los que tenían dudas, incluidos los carlistas, por ejemplo, que hasta que no asesinan a Calvo Sotelo no le dan un cheque en blanco a Mola. Desde ese punto de vista sí es muy importante, pero el golpe ya estaba en marcha ¿Que había dudas? Sí, las había incluso tras la compra del famoso Dragon Rapide.

placeholder Fernando Rey. (Cedida)
Fernando Rey. (Cedida)

M. T. Siempre se menciona el asesinato de Calvo Sotelo pero lo que realmente es impactante no es tanto el asesinato como que a pesar de la confusión, las clases medias y el mundo conservador tienen la sensación de que el gobierno y las fuerzas de seguridad han dejado matar a uno de los líderes de la oposición y que podía haber sido también Gil Robles y eso crea una pérdida de confianza en el gobierno y en las instituciones. Eso sí que es impactante y la gota que colma el vaso en el crecimiento de la desconfianza hacia el gobierno y hacia el estado.

P. ¿Es verdad que Azaña realmente temía más una insurrección anarquista que una rebelión militar?

F. R. Era una obsesión de Azaña sí, que venía de atrás, porque no en vano a Azaña le habían organizado dos insurrecciones anarquistas que hicieron mucho ruido, porque provocaron muchos muertos. La de enero del 32 y la de enero del 33. La tercera insurrección anarquista ya no le pilla a Azaña, sino que tiene que afrontarla el gobierno de centro derecha. De ahí que Azaña tuviera siempre una obsesión con los anarquistas que le impedía ver las potencialidades revolucionarias que tenían sus socios más directos, que eran los socialistas y en concreto la izquierda socialista. Porque tampoco hay que ver a todos los socialistas como un bloque. Ahora, el bloque mayoritario que protagoniza la radicalización a partir del verano del 33 es el de Largo Caballero y el caballerismo está situando contra las cuerdas a la gente de Prieto, y no digamos ya de Besteiro, que no pinta nada.

P. Una de las claves del libro es que no se tiene en cuenta cómo actúan los personajes una vez transcurrido el golpe.

F. R. Ha sido un experimento metodológico que hemos aplicado y que a nosotros mismos nos ha cambiado la percepción del periodo. Durante años nos hemos dejado arrastrar por la visión retrospectiva que implica analizar el año 36 o los años anteriores desde la perspectiva de la guerra y eso es un error metodológico fundamental que empezaron utilizando los combatientes de la Guerra Civil en uno y otro bando para tratar de justificar sus acciones posteriores al 18 de julio. Pero claro, la gente tiene un comportamiento en tiempo de paz que luego no tiene en la guerra. No puedes juzgar la actuación de los protagonistas antes de la guerra, aplicando su comportamiento después del 18 de julio. Es una barbaridad metodológica porque te encuentras que hay gente abiertamente democrática en el año 36, y que a partir del 18 de julio deja de serlo porque en una circunstancia tan extrema se acaba tomando partido, se ve obligada, le va la vida en ello. Por ejemplo, un político como Joan Ventosa y Calvell, que es representante de la Lliga Regionalista Catalana en el en el Parlamento es muy sensato, un diputado que tiene un discurso impecablemente democrático, parlamentario, de aceptación del pluralismo y cuando estalla la guerra acaba con Franco ¿vas a juzgarlo por lo que fue después, o viendo su actuación antes del 18 de julio? Eso mismo ocurre con mil personajes.

Para acabar con la bronca guerracivilista a cuenta de la historia sólo cabe una respuesta: la investigación exhaustiva y científica de los hechos sin posicionamiento ideológico. Parece una perogrullada, pero resulta que parecemos haber olvidado que conocer la verdad de lo que ocurrió es muy importante más allá de las ideas y filias y lo es especialmente en un país en el que se ha tratado de manipular la realidad, tanto del periodo de la II República en su totalidad, como más concretamente los meses transcurridos entre febrero y julio de 1936 que desembocaron en el golpe de Estado de los rebeldes militares.

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